Capítulo 6
Wave
Trabajo, trabajo, trabajo... Nieve, nieve, nieve...
Necesito unas vacaciones, hoy es noche buena y mamá está por llegar. No he tenido tiempo para llenar la casa de luces, ni de comprar mucha comida así que me toca hacerlo todo ahora. Opté por comprar un árbol de plástico y unos pocos adornos. No soy buena para estas cosas por lo que intento que los colores de las bolas combinen con los regalos. Solo somos cinco: el esposo de mi madre: Peter, mi madre, Rodak, Neow y yo. La tía Karen no puede venir, justo hoy tiene una cita para encontrar el amor y pasará la navidad con un desconocido. <<Muy romántico. Ugh>> Tengo el pavo, los chocolates, las bebidas, el helado y el queso <<Nunca debe faltar el queso.>> No sé que más se compran en estas fiestas. Es la primera Navidad en la que soy anfitriona, y solo de pensar que algo puede salir mal me pongo nerviosa.
Rodak le ladra, le grita o le ruge a la puerta y el claxón de un coche se escucha en la entrada.
<<Ya están aquí.>>
—Vamos a recibir a la abuela, chicos. —Tomo a Neow en mis brazos y guío a Rodak hasta el porche. Mamá y Peter salen de un taxi con una sonrisa mientras nosotros nos acercamos a ellos envueltos en abrigos de lana para resguardarnos del frío.
—Wave, cariño, que delgada estás. —<<Lindo recibimiento el de mi madre.>>
—Sí, mamá, tú también estás muy guapa. Hola, Peter. —Me costó 6 meses poder hablar con el esposo de mi madre, es un buen hombre, me cayó bien desde la primera vez que lo vi, pero es complicado para alguien como yo hablar sin tener miedo a que te juzguen o se burlen de ti.
—Hola, Wave, tu madre lleva todo el viaje pensando en si debería haber traído más comida para ti, cree que te mueres de hambre en Austin. —Me confiesa antes de abrazarme. El taxi se aleja dejándonos solos con las maletas en la nieve.
—¿Nunca has oído que la cámara engorda? Si en las videollamadas se veía bien, en realidad es que está más delgada.
—Mamá, eso es en las cámaras de televisión. —Ruedo mis ojos antes de que lance sus brazos para envolverme en ellos.
—Ya, ya. Te traje dulce de leche. —me susurra al oído emocionada antes de achuchar a Neow contra su pecho.
—¡Oh Dios mío, eres la mejor! —se me hace la boca agua.
—¿Tienes nuevos vecinos?—Peter señala la casa de al lado, esa que por nueve años estuvo abandonada. Rodak no pierde la oportunidad para acercarse a su valla.
—Nop. Dorak volvió. —Mi madre retiene un grito ahogado de su garganta y me regala una mirada consoladora.
— Está vivo... ¿Has hablado con él? ¿Cómo está? ¿Ya sabe lo que te pasó?
—Mamá... no hablemos de eso, ¿vale?— Hay cosas de las que Peter no se debe enterar. —Él está bien, vino a criar a sus hijos aquí, le dieron de alta en la marina. —mi voz decae un poco más con cada palabra.
—Tengo que ir a verlo. —Mi madre se aleja tomando a Peter de la mano y llevándoselo a la casa de los Owen ́s.
—No, mamá. No vayas.. tus maletas.—susurro, y es imposible que me oiga. Tengo que empezar a aprender a gritar también. <<Un paso a la vez, Wave, un paso a la vez>>
Entro a la casa arrastrando las maletas para evitar ver el reencuentro. Hace más de un mes que Dorak volvió y desde aquella tarde en que lo vi sin camiseta. <<Hago referencia a este hecho porque realmente me impactó mucho más que el ruido del talado.>> no lo he visto, ni a él, ni a sus hijos, ni a su esposa.
¿Por qué tardan tanto? Llevan más de una hora allí dentro.
No dejo de mirar por la ventana impaciente. Rodak se escapó con ellos y Neow está igual de nerviosa que yo. Es mi aliada en estos tiempos de guerra.
Por fin se abre la puerta del vecino y todos salen charlando animadamente, y cuando digo todos incluyo a Dorak también.
—¡Wave, pon otro plato en la mesa!—grita mi madre al entrar a casa. —Dorak comerá con nosotros. —Ya me han arruinado la navidad.
Me dirijo a la cocina tratando de huir de todos. ¡La persona que más odio en el mundo está en mi casa y celebraremos la navidad juntos! No me puede estar sucediendo esto a mí.
—¿Mamá, puedes venir un momento? —La cocina es un buen sitio para conversar en lo que Peter y Dorak se acomodan en el sofá de la sala.
—Dime, cariño.—Sabe perfectamente lo que le voy a decir.
—¿Por qué lo invitaste, mamá?
—Wave... está solo en Navidad, no tiene familia y en esta casa Dorak siempre ha sido bienvenido. —Me dice acercándose a mí mientras me mira con cara de pena.
—Desde lo que pasó no es bienvenido. Además de que sí tiene familia.—susurro.
—Wave, sus padres... sabes lo que pasó, no tiene tíos, ni primos, y no me digas de que tiene hijos porque le he preguntado y he pasado la mayor verguenza del mundo ya que es mentira.
—Pues la señora Fisher decía otra cosa...
—¿Hablas con esa gente?
—No, pero se lo escuché decir en el supermercado. Además, que no tenga familia es lo de menos. ¿Después de lo que me hizo cómo es que puedes invitarlo?
—A mí no me hizo nada, y lo culpas por algo que...
—Mamá, lo culpo por más que eso y lo sabes. Tú estuviste a mi lado ese día, pero Dorak tenía que estar allí también, prometió no dejarme sola. —Los ojos se me llenan de lágrimas con el recuerdo de una adolescente asustada. Hacía años que no lloraba por él.
—Pídele una explicación, alguna razón tiene que haber. Ni siquiera le has contado lo que sucedió.
—Mamá, lo que pasó fue que rompió todas las promesas que me hizo.
—Wave... solo por hoy, hazlo por mí, porque lo he querido como a un hijo y no puedo dejarlo solo, no después de todo lo que ha vivido. —Mamá también derrama sus lágrimas... Lo odio, lo odio mucho por estar tan pegado al corazón de mi familia...
—Se puede quedar, pero solo porque tú estás aquí.
—Gracias, Wave...
Me cuesta más de veinte minutos volver a la sala y reunirme con todos. Pero cuando lo hago, encuentro a Neow dormida en el regazo de Dorak. <<Genial, estoy sola en esta guerra.>> Saludo a mi vecino con cierto desinterés y me acomodo en la otra punta del sofá, lo más alejada de él posible. El corazón me late con desesperación y por más que intento calmarlo solo logro sentirme un poco mareada.
—¿Has visto que bonita está la casa, Dorak? Wave ha hecho muchas reformas. —Mi madre intenta mantener viva la conversación.
—Está increíble, aún sigue siendo mi favorita de Austin. ¿Hace mucho que te mudaste a Portland, Kim?—Le pregunta y yo centro mi mirada en las luces parpadeantes del árbol de navidad.
—Hace ya 5 años, quise convencer a Wave de venir con nosotros, pero está obsesionada con este sitio.
—La casa es preciosa, Kimmy. Yo tampoco me querría marchar si fuera mía. —Peter entiende mi amor por el lugar.
—No me has contado cómo te fue en la marina, Dorak. —Mi madre y su curiosidad por saber todo sobre él.
—Los primeros meses fueron horribles, me costó adaptarme pero luego mejoré mucho, tuve la oportunidad de conocer sitios a los que nunca imaginé visitar. —Hay algo en su voz que me indica que esconde más de lo que dice, solo intenta matar la curiosidad de mi madre. —¿Estás armando un rompecabezas, Wave? —Mira la mesita de la sala donde están apiladas todas las piezas. Aún me faltan 880 por colocar pero no pienso contestar a su pregunta.
—¿Lo has sacado del empaque? —Peter se emociona con el descubrimiento de mi torpeza. Asiento mirándolo, y a este se le escapa una carcajada. —Caíste en la trampa de tu madre.
—Eh... no fue una trampa, se lo regalé para que estuviera entretenida y ejercitara su mente, aunque por lo que veo va a tardar más de un año en terminarlo. —Todos ríen, y yo me cruzo de brazos refunfuñando por lo bajo. Mis habilidades para armar cosas no son las más eficientes.
—¿Qué planeas hacer ahora que estás lesionado?—Peter retoma la conversación con Dorak. Tampoco se queda atrás a la hora de hacer preguntas.
—Tengo mucho dinero ahorrado, en la marina tenía todo lo que necesitaba por lo que pasé años sin utilizar mi pago. Ahora estoy reparando la casa, pero quisiera dedicarme a la venta de coches. Quiero invertir en una empresa así. Era lo que mi madre tenía planeado hacer antes de... —Se detiene y no dice nada más, todos sabemos lo que fue de los Owen ́s.
—Es un buen plan. —confiesa mi madre intentando romper el silencio.
—¿Alguien quiere ya la cena?—Son las primeras palabras que digo desde que él llegó. Todos asienten y suspiro aliviada. Mientras más rápido hagamos todas las actividades mejor. No soy una gran cocinera por eso para preparar la cena de esta noche me guíe por un tutorial de Youtube que no resultó ser fallido. Por lo menos el pavo tiene una nota decente.
—¿Cuando aprendiste a cocinar?—No sé si contestar a su pregunta, no estoy de ánimo para ello. Pero mamá me patea por debajo de la mesa y eso hace que me enoje mucho más con él.
—Vivo sola, sino lo hago me muero de hambre. —Mi voz es dura o por lo menos lo máximo de intimidante que puede llegar a ser.
—Está muy buena, Wave. —Busca mis ojos, y yo aparto la mirada de él. Tiene esos hipnotizantes ojos azules que muestran más tristezas que alegrías, y temo que los míos muestren lo mismo. —¿Trabajas cerca de casa?
Ignoro su pregunta. No pienso contestar a eso, pero mi madre vuelve a patearme por debajo de la mesa.
—Auch...—Abro mis ojos en señal de protesta pero se hace la desentendida. —No, trabajo en una clínica que está a unos 20 minutos de aquí en coche. — Veo como reprime una sonrisa y me dan ganas de darle un puñetazo. <<No le veo la gracia.>>
—¿Dorak, quieres venir mañana a ver el partido de baloncesto de los Dallas Maverick? —Le pregunta Peter y lo fulmino con la mirada. <<Vale, esta noche porqué es noche buena, pero ¿mañana también tiene que venir?>>
—Por supuesto. En la marina nos permitían ver los partidos, no me perdía ni uno. Tengo esperanzas de que este año ganen la temporada.
—Wave piensa lo mismo, cree que con Luka Doncic en el equipo pueden hacer grandes cosas. —El marido de mi madre no pierde la oportunidad de involucrarme en la conversación.
—Oh no, ustedes tres no se pasaran toda la noche hablando de deportes, ¿alguien quiere dulce de leche?—Nos reprende mi madre y no sabe cuento se lo agradezco, a mí tampoco me hacía ilusión la idea.
—¡Oh Dios, el momento de la noche que estaba esperando!—Las palabras se escapan de mi boca y aplaudo cuando veo a mi madre agarrar la fuente para servir el postre.
—¿No me dijiste el otro día que ya no te gustaba el dulce de leche?—Dorak me mira con el ceño fruncido y yo me quedo quieta por un instante. No recordaba mi tonta mentira...
—Hoy justo me ha vuelto a gustar. —Vuelvo a mentir y está vez delante incluso de mi madre. Esto es una cadena, dices una mentira y ya luego no puedes parar.
—Wave, sino lo querías me lo hubieras dicho. No tenías que mentir. —Dorak baja la mirada y juega con la servilleta en sus manos, su voz es gruesa y apagada, como si sus emociones se hubieran marchado a un lugar oscuro. No está enojado... está dolido y por más que le odie no puedo cargar con la culpa de que he sido yo la causante de su dolor, no creí que algo tan simple le fuera a afectar.
—No era mi intención...
—Creo que debería irme, gracias por invitarme. Feliz Navidad.
Se marcha de casa antes de que cualquiera de nosotros lo detenga. Tengo una sensación extraña en mi pecho, como si yo misma hubiera clavado una estaca en mi corazón. Ver su mirada triste me hizo temblar, Dorak tiene sombras oscuras en su corazón que no lo dejan vivir... Dorak ha visto el infierno con sus propios ojos y yo acabo de aportar mi granito de arena para que sea peor. Él solo intentaba ser amable...
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