Capítulo 5

Dorak 9 años atrás.

Me mudo de habitación esta tarde, encontré la excusa perfecta para hacerlo. La tubería de la señora Print está defectuosa y le dije a mi madre que las nuestras podrían filtrarse también y que para evitarlo debíamos hacer una reparación completa. Mi padre se animó a revisarlas y resulta que la tubería que pasa por mi habitación si que está a punto de romperse, por eso ahora, la habitación de huéspedes es mía. Ha sido cosa del destino.

Tengo que limpiarlo todo yo solo, pero no me importa, ver a Wave todos los días me emociona mucho más. Dos semanas han pasado desde su llegada y aunque no hemos podido comunicarnos mucho, por lo menos hemos podido estar cerca el uno del otro. Su madre me invitó a su casa el sábado pasado, fue su forma de agradecerme el hecho de que las haya ayudado con la mudanza y también su regalo tardío de cumpleaños. Wave no habló, ni siquiera gesticuló palabras esta vez. Pero se veía preciosa con su vestido de rayas y su cabello envuelto en una coleta. Jugamos a mirarnos, a fotografiar en nuestras mentes cada imperfección de nuestros rostros y cada trazo de nuestra piel. Por más que insisto en llevarla al colegio en mi coche se niega rotundamente, siempre espera el autobús. <<Creo que aún no se fía del todo de mí.>>

Escucho gritos provenientes de la cocina. << Ya empezaron otra vez.>>

No sé ni siquiera porqué están discutiendo, seguramente por el mando de la tele o por el volumen de la radio. Lo que más tienen es excusas para pelearse. Cierro la puerta de mi nueva habitación y me tumbo en la cama tapando mi cabeza con la almohada. <<¿Es que esto no terminará nunca? >>

Solo me faltan 8 meses para graduarme, después me alistaré a la marina y no volveré jamás a casa. Espero que cuando yo no esté aquí se den cuenta que la solución es que todos vivamos separados.
Me pierdo mirando por la ventana, los gritos siguen pero ya no les presto atención. Algo se estrella contra el cristal y me levanto de inmediato. Vuelve a ocurrir lo mismo pero esta vez me golpea en el pecho una vez que abro la ventana. Wave está en su habitación, comiendo almendras, y me preocupa la mirada triste que tiene.

—¿Me estás atacando? —Le pregunto para hacerla reír y funciona por dos segundos al menos.

—¿Viste mi nueva habitación? ¡A que es linda! —Se encoge de hombros y asiente con timidez. Luego busca mis ojos e intenta deducir mis pensamientos como yo a veces lo hago con ella.
—Estoy bien, discuten todos los días, ya se cansarán en un rato. —Siento un jarrón romperse dentro de mi casa y ambos nos miramos alarmados.

—¡Mira lo que has hecho, Rachel! Es mejor que duerma en el trabajo esta noche. —Escucho a mi padre gritar y acto seguido la puerta principal se cierra de un tirón. La verguenza recorre mi cuerpo con rapidez y me apena mirar a los ojos de Wave otra vez. Que tenga que escuchar estás escenas es demasiado humillante para mí.

—Adiós, Wave, tengo que ver como está mi madre.
Me alejo de la ventana y corro las cortinas. Jamás me he sentido tan poca cosa en el mundo.

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