Capítulo 4

Dorak 9 años atrás.

Hoy es mi cumpleaños, son las 11pm y sigo sin disfrutarlo. Mamá y papá se fueron de viaje al condado de Hill. Tienen una cita mañana con unos inversores para un programa de ventas que tiene planeado hacer mi madre y necesita que mi padre la asista como económico. Hoy no pelearon, por lo menos no en frente de mí. Dijeron que era un día de alegría para ambos, pero yo no lo sentí así. Sé que lo hacen solo para sentirse bien con ellos mismos al creer que están haciendo lo correcto con no divorciarse y tenerme de excusa para ello.

Invité a los chicos del equipo de baloncesto para jugar una partida de poquer y escuchar un poco de música, pero ellos invitaron a muchas más personas y ahora mismo mi casa es un caos colapsado de adolescentes hormonales y algunos de ellos bien borrachos.

La habitación de mis padres está cerrada con llave, lo que me reconforta, la mía ahora mismo está ocupada por Gerald, mi mejor amigo, que se pasó toda la tarde rogándome que se la prestara para tener más privacidad con Clarise, su nueva conquista. Así que no me queda más remedio que esconderme en la habitación de huéspedes por unos minutos, necesito estar solo. Mamá la utiliza como cuarto de desahogo y está repleto de objetos que no se atreve a tirar a la basura. Pero es perfecta para despejar mi mente. Me asomo a la ventana para respirar el aire en el exterior, el polvo es insoportable aquí dentro y me hace estornudar. Me quedo por un rato, disfrutando de la brisa y de la música, que siempre es más fuerte que el bullicio. Espero de verdad que dentro de poco todos se marchen a su casa, porque no creo que pueda aguantar una hora más siendo el anfitrión de la fiesta. Siempre es más divertido cuando no es tu casa la que está en peligro de ser destruida.

No sé cuanto tiempo ha pasado cuando una luz proveniente de la casa de al lado ilumina mis parpados y me obliga a abrir los ojos. Me había quedado dormido recostado al ventanal. << ¿Será Wave? >> Hace justamente una semana que se mudó al vecindario y no he vuelto a hablar con ella desde entonces. Es raro, vivimos justo al lado y no puedo verla todos los días, es como si se escondiera de mí.
Es ella...

Lleva un pijama de flores y un sobre de almendras en la mano. No ha notado mi presencia, y eso es raro, porque desde aquí puedo ver toda su habitación y es probable que ella también pueda ver el desorden de la de huéspedes. Quiero llamarla, pero me preocupa asustarla, no me gusta pensar que no está interesada en conocerme.

—Wave... —Es la primera vez que digo su nombre completo en voz alta. No me escucha, el volumen de la música es demasiado alto. Está recostada en su cama, mirando algo en la televisión de su habitación.

La música se detiene y sé que solo tengo 4 segundos para llamar su atención. —¡Wave!
Me mira sorprendida y deja caer sus almendras en la cama. Sus mejillas están rosadas y se encoge de hombros antes de levantar su mano tímida en forma de saludo.

—Hola, hace mucho que no te veía. —Bueno, ha sido solo una semana pero por alguna razón me parece una eternidad. Se acerca a la ventana para escucharme mejor, otra canción resuena por toda la casa y tengo ganas de romper el equipo de música. —¿Te estoy molestando? —Tengo que saber, me refiero a todo, a la fiesta, a mi presencia, a mis preguntas...

Creo que nota en mi voz mi preocupación y me sonríe antes de negar con la cabeza. —Bien, si te molesto me lo dices. <<¿Cómo me lo va a decir si no me habla?>> Se me escapa una risita tonta y me siento más idiota que nunca.

—La casa es un caos, vinieron demasiadas personas, no planeaba esto. —Quiero escuchar su voz, en serio me muero de ganas por oírla.
—¿Quieres venir? —Sé que no le gustan las fiestas pero tengo que intentarlo. Ella niega con la cabeza y se muerde el labio inferior, espero que me diga algo, pero no se atreve. <<Me estás matando, Wave.>>

No digo nada más, solo la observo por unos minutos. Ella no aparta su mirada de la mía, sigue estudiándome como si fuera un problema matemático, y me gusta que sea así, que trate de entenderme.
—¿Tienes almendras?—se sorprende cuando me atrevo otra vez a hablar. Ella asiente y corre hasta su cama para atrapar el sobre. Me hace una señal advirtiendo que me lanzará una.
—Vamos, dispara. —La animo y ella sonríe, me lanza el fruto seco y lo atrapo con mi boca.
—Están muy buenas, pero las que crecen en nuestro jardín están mejores, te llevaré algunas cuando le salgan los frutos. —Le prometo y ella asiente con ese brillo en su mirada.

—¿Dorak? ¿Dónde estás?—Escucho a Gerald buscarme y suspiro decepcionado. Quiero quedarme aquí...

—Dame un segundo Gerald, ahora salgo. —grito y mi interior gruñe algo molesto. —Wave, me tengo que ir, ¿quién ha visto que alguien se ausente en su propia fiesta de cumpleaños? Nos vemos. —Me despido y me niego a ser el primero en darme la vuelta. Ella asiente encogiéndose de hombros y cierra su ventana sin apartar sus ojos de los míos. Antes de correr la cortina gesticula un adiós mudo en sus labios y desaparece de mi vista dejándome con el corazón latiéndome a toda prisa.
Me dijo Adiós, es la primera vez que hace algo más que asentir o negar.

<<Oh, Wave, este ha sido el mejor momento del día y ni siquiera he escuchado tu voz.>>

Sus labios se quedan grabados en mi mente durante toda la noche e imagino como sería probarlos por una vez. La fiesta se termina a la una de la madrugada, luego de que yo mismo echara a todos a la calle. A esa hora Wave aún era la dueña de mis pensamientos.

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