Capítulo 15
Dorak 9 años atrás.
El primer partido de baloncesto de la temporada y ella estará aquí. El entrenador nos está agobiando con un discurso poco emotivo sobre lo importante que es para nuestra escuela ganar la Golden Ball, y yo solo puedo pensar en su sonrisa.
Aún no me habla, pero sus ojos me gritan que se muere de ganas por hacerlo, ver películas hasta el amanecer en su habitación es mi momento favorito del día y cuando nuestras manos se rozan no puedo evitar agarrar la suya con fuerza y dejarla a mi cuidado hasta que llega la hora de marcharme. La amo, y no me importa que parezca una locura teniendo solo 18 años.
No les he dirigido la palabra a Robert y a Rachel, he tratado de evitarlos el mayor tiempo posible, aunque hoy anunciaron que vendrían. Por más que deseo que desistan de esa idea, no creo que suceda. Los comentarios de mi arresto han llegado a oídos del director del colegio y necesitan fingir que está todo bien en casa para no llamar la atención. Solo me queda ignorarlos. No quiero que arruinen mi cita con Wave después del partido.
Ella está allí, junto a su madre en la tercera fila de las gradas, con esa timidez que la caracteriza, viste un cardigan del color de la nieve y unos vaqueros holgados. Solo despego la vista del juego para verla a ella, para comprobar que aún me espera y que no se ha marchado. La señalo todas las veces en que soy el culpable de que se sumen dos puntos más al marcador y hacerla enrojecer se convierte en mi diversión.
Pierdo el buen humor después de un triple donde escucho la voz de Robert gritar:
—¡Ese es mi hijo! —No puedo creer que haya tenido el valor de decir eso, volteo a buscar desde donde proviene el sonido de su voz y los veo a Rachel y a él tomados de la mano sentados en la penúltima grada. Uno de mis compañeros me pasa el balón y no soy capaz de agarrarlo, estoy desafiando a Robert con la mirada. Siento cuando mi cuerpo es impactado por alguien más y caigo al suelo. Mis articulaciones se retuercen de dolor, hace menos de una semana de la paliza y para poder jugar he tenido que cubrir los moretones con maquillaje de Kim.
—¡Owen, muévete! —Escucho al entrenador.
—Oye, amigo, lo siento, estabas en el medio. — Un chico del equipo contrario me ayuda a levantarme y se lo agradezco.
—Owen, vete al banquillo, estás distraído.
—No, entrenador, estoy bien. —protesto pero no le hace mucha gracia.
—¡Owen, al banquillo ahora! Evans, sal a la cancha. — Molesto y avergonzado termino de mala gana sentándome donde me mandan. Todo es culpa de Robert, estoy seguro de que lo hizo apropósito, sabía lo que causarían en mí sus palabras, cada día mis padres se esfuerzan un poco más para que los odie con intensidad.
Estamos perdiendo y no paro de pedirle al entrenador que me deje entrar otra vez. Solo nos quedan tres minutos de partido y los Wildtigers nos llevan cinco puntos de ventaja. No he volteado a ver a Wave, después de mi caída en frente de todos no he tenido el valor, no quiero ver la preocupación otra vez en su mirada.
—Por favor, entrenador Will, no me distraeré otra vez.—Le suplico por enésima ocasión.
—Owen, te lo digo, si te vuelves a quedar parado en medio de la cancha estarás fuera del equipo. Puedes entrar.—No sé si ha sido por cansancio o porque simplemente sabe que la dupla que Gerald y yo hacemos es muy efectiva a la hora de hacer puntos fáciles para el equipo. La adrenalina vuelve a correr por mi cuerpo una vez tengo el balón en mis manos, es justo lo que necesitaba para sentirme bien conmigo mismo. Esta vez no intento mirar hacia la multitud, sé que Wave está allí en alguna parte, apoyándome.
Logramos empatar el partido en el último minuto, y una canasta de Wilson nos da la victoria a los Austin's Warriors. Felices y agotados volvemos al vestuario para así por fin celebrar todos juntos, pero la desagradable sorpresa de encontrar a Robert en el pasillo del colegio me desconcierta.
—¿Qué quieres?— Lo encaro en frente de Gerald que me acompaña.
—Felicitarte, fue un gran partido, Dorak. —Me regala una sonrisa falsa y me da una palmadita en la espalda.
—No, no lo fue.
—Creo que la presencia de cierta chica te estaba despistando del juego.
—¿Puedes dejar de relacionar todo lo malo que me pasa con Wave? Tú más que nadie sabe que fue lo que me sucedió. — mascullo y si no es porque Gerald me detiene hubiera perdido los estribos. Mi mejor amigo sabe todo, no podía ocultárselo, me conoce y el hecho de que no me haya comunicado con él durante estos últimos días le había resultado extraño.
— Robert, vamos a una celebración, no lo arruines. —Le pide Gerald y su voz es tan ruda que me sorprende. Nunca creí que él, al igual que Wave, y Kim estuvieran dispuestos a sacar la cara por mí. Lo agradezco, aunque estoy aprendiendo a defenderme solo.
—Okay, es mejor que me vaya, disfruten chicos, nos vemos en casa, Dorak. —Termina sus últimas palabras con un chasquido, como si de una amenaza se tratara.
—Odio a tu padre. —me confiesa mi amigo.
—Ya somos dos.
Una vez en los vestuarios me ducho lo más pronto posible en lo que los chicos cantan a todo pulmón las canciones de Eminem. De rap en rap termino echándome del perfume de Wilson antes de salir en busca de Wave. Quedamos de encontrarnos en las gradas, cerca de la puerta de salida para así disfrutar juntos de una noche de sorpresas. Corro por los pasillos como si mi vida dependiera de ello, no quiero hacerla esperar...
—Me gusta tu cabello... No, no, no, eso es algo tonto. Tienes ojos muy bonitos. No, no, no, eso tampoco, apuesto a que muchas personas se lo han dicho. Oh, Wave, vamos, solo dile lo primero que te venga a la cabeza cuando lo veas.— Es su voz... Dios, que linda voz... está susurrando, pero por el eco de la cancha se puede escuchar con claridad, está sola. Kim debe haberla dejado hace poco porque al pasar por el pasillo pude ver su coche en el estacionamiento.
—Wave, tienes la voz más melodiosa del mundo. —Se asusta al verme parado a su lado.
—¡Recorcholis! —Tapa su boca con ambas manos y me da la espalda evitando que nuestros ojos se encuentren.
—En serio ¿Eso es lo primero que te vino a la cabeza?—La hago reír y se calma. Niega mientras se voltea para mirarme. —¿Puedo escucharla otra vez?—le suplico y ella enrojece.
—Es más difícil de lo que te imaginas. —susurra tan bajito que me cuesta entender sus palabras.
—Gracias. —Nos miramos, sin perder el tiempo en ello. Sigo haciendo eso que tanto me enloquece, dejando que se sienta segura, que estoy feliz porque me tiene confianza, porque estoy entre las únicas tres personas a las que habla.
—Gracias a ti, quería hablarte desde el primer día, lo juro, pero sentía que cada vez que iba a hacerlo mi garganta se cerraba y tenía miedo de que mis palabras no tuvieran sentido. Nunca me presionaste para que lo hiciera, has sido muy comprensivo. —Sigue susurrando, su voz no alcanza un nivel mucho más alto, y me gusta que hable bajito, que haga de escucharla un privilegio. —Fue un buen inicio de partido, gracias por la dedicatoria de los puntos. —Se muerde el interior de su mejilla, y juega con las perlas de una pulsera que cuelga de su muñeca. No quiero hablar de lo que sucedió después, no puedo atormentarla con mis problemas.
—Salgamos de aquí, quiero llevarte a un sitio especial. —Ansioso por escuchar todo lo que tiene que decir la tomo de la mano y la guío hasta el estacionamiento. Está casi vacío en comparación con esta tarde. Ahora solo están los vehículos de mis compañeros de equipo.
Me apresuro a abrir la puerta del Fiat para ella, estoy tan inquieto que temo meter la pata o tropezar. Estamos en silencio, siempre en silencio, como si guardáramos un secreto. Recorremos las calles de la ciudad y en dos ocasiones he contenido la respiración para que no escuche mis jadeos nerviosos. Parezco tonto, como si esta fuera la primera cita de mi vida, y no, ya he perdido la cuenta pero sin dudas está es la más especial.
—Dorak... —Mi nombre en su boca, por fin puedo escuchar mi nombre de sus labios.
—Dime, Wave. —Trago saliva, no sé que coño está pasando conmigo, ¿qué querrá decirme? ¿y si por fin confesará que le gustó? Paso mi mano por mi cabello y no despego la vista de la carretera, ya casi estamos llegando a nuestro destino.
—Tengo hambre, ¿no tendrás algo para comer guardado por ahí?—Me quedo pensativo. Estoy tonto.
—Eh, sí, tengo una barra de Snickers en mi mochila, está en el asiento trasero, puedes buscarla. —Asiente con la cabeza y se inclina para coger el chocolate.
—Gracias. —susurra más bajo de lo normal.
Escogí para nuestra cita el mirador cerca del Puente Pennybacker, así, como es de noche, podremos admirar las estrellas y adivinar constelaciones, sé que a Wave le gustará, las pegatinas de su habitación me dieron la idea. Una vez que nos desviamos de la carretera, detengo el coche en el césped frente a las rocas gigantes que sirven de asiento y apoyo para muchos, corro para abrirle la puerta a Wave y ayudarla a bajar del coche. Limpio el sudor de mi mano en mis vaqueros, antes de ofrecerme a tomar su mano para entrelazar nuestros dedos. Las luces de la ciudad juegan a confundirnos y a lo lejos parecen múltiples meteoritos, o planetas o galaxias, lo cierto es que no sé nada de Astronomía.
La invito a sentarnos aún sintiendo los latidos de mi corazón en mis oídos. Tengo que escucharla, si fuera posible deseo que no deje de hablar nunca más, por lo menos no cuando yo esté a su lado.
—¿Te gusta el lugar que elegí?—pregunto aturdido por los nervios.
—Es precioso, Dorak. Me encanta. —Es la segunda vez que susurra mi nombre.
—Me alegra, Wave, no sabes cuanto me alegra escucharte. —Confieso buscando sus ojos entre tantas luces.
—Dorak... —Tercera vez. —¿Por qué te llamas así? —Sé que a muchos les llama la atención, sé que quizás ella lleva esperando semanas para hacerme esta pregunta, pero hablar de mis padres no es lo que esperaba de esta cita, no después de todo lo que me ha sucedido, intento resumir de forma exacta lo que pudiera resultarle interesante de ello.
—No sé si lo has notado pero Rachel es Australiana. Conoció a Robert cuando vino a estudiar fianzas acá por una beca que ganó en St Edward's University, quedó embarazada en su último año de carrera. Mi abuelo Dainan, el padre de ella, se mudó a Austin después de la noticia, era su única hija y dejó todos sus negocios en las playas para cuidar de ella, fue él quién eligió mi nombre, significa vivo, es muy típico en Australia. —Recordar al abuelo siempre trae consigo lindos e incontables recuerdos, era de buen corazón, como su nombre lo indica.
—No he visto a tu abuelo.
—Robert y Rachel tuvieron una discusión muy fuerte con él cuando yo tenía 15 años, volvió a Australia y meses después nos avisaron que había fallecido. Tenía que haberme ido con él.
—No debí haber preguntado el significado de tu nombre.—susurra agachando la cabeza.
—No, no, no pienses eso, no dejes de hablar, por favor. Pregunta y di lo que quieras, yo puedo afrontarlo. —Por muy duras y dolorosas que sean, si preguntas siempre contestaré.
—Dorak —cuarta vez. —Puede que ya no sepa que decir.
—¿Por qué te cuesta hablar?¿Pasó algo contigo, Wave?—No quiero que se detenga. Ella ahoga un suspiro antes de contestar.
—Tenía cinco años, mi padre nos abandonó, se fue con otra familia, simplemente no puedo entenderlo. Tiene dos hijastras de mi misma edad, iban a mi mismo colegio. Mamá no pudo soportarlo, nos mudamos al otro lado de Nashville. Estuvimos casi 10 años viviendo con la tía Karen hasta que mamá consiguió un nuevo empleo en Austin. Comencé a cuestionarme cosas, y la psicóloga dice que ese ha sido mi trauma. Sufrir un abandono puede hacerte cambiar. —Se muerde el interior de su mejilla y ahora soy yo él que tiene miles de preguntas por hacer.
—¿Puedo saber que cosas te cuestionas?
—Son tonterías.
—¿Eso es un no?
—Fue mi culpa, no era la mejor hija del mundo, quizás no le gustaba mi forma de ser o que no fuera la mejor estudiante de la clase. Quizá no quería tener a una extraña como hija, no todos los niños de 5 años entierran abejas en su jardín. Son tonterías que puede que se hayan acumulado en su mente y lo hayan convencido de dejarnos.
Mi tía me acompañó a su casa hace dos años, quería verlo, solo eso, y ver si a él podía hablarle, pero terminé llorando en el coche. Tengo un hermano de tres años de edad al que no puedo siquiera mirarle a los ojos. Tampoco es que mi padre quiera que lo conozca, le dijo a mi tía que yo era parte de su pasado y que ya me dejó atrás.— Un fuerte sollozo se escapa de sus labios y es cuando descubro las lágrimas que corren de sus ojos. Intenta atraparlas, esconderlas de mí pero ya es tarde, las limpio torpemente con el borde de mi camiseta.
—Wave, que tu padre no te quiera no es tu culpa, es suya. —Le aseguro, jamás imaginé que ella y Kim hubieran pasado por algo así.
—Ya, eso dice mi madre, pero duele, Dorak.—Quinta vez.
—¿Hay algo que pueda hacer para que deje de doler?
—No lo creo, Dorak.—Sexta vez y tengo que decirlo.
—Yo... haría cualquier cosa por que no lloraras. —No parece sorprendida, lo sabe, sabe que me muero por ella.
—Yo haría cualquier cosa por que no te golpeen.—susurra en un tono incluso más bajo que el normal.
—Te prometí que eso no iba a volver a pasar. —Acaricio su mejilla antes de acercarme un poco más a ella. Wave apoya sus manos en mi pecho.
—Lo sé, pero, Dorak...
—Dilo otra vez.—Le suplico.
—¿El qué?
—Mi nombre, adoro como dices mi nombre.
—Dorak, Dorak, Dorak...
—Es la primera vez que se siente realmente vivo.
—Me gustas, Dorak. —No sé cuento tiempo estuve esperando esa frase.
Sus labios me incitaron a besarla antes de que algo más pudiera salir de su boca, me sentí por primera vez como en una burbuja de emociones. La delicadeza de su piel; el perfume que la acompaña, el sabor de ese chocolate que hacía pocos minutos había terminado. Sus manos en mi pelo, su dulce caricia y los latidos de ambos resonando en el ambiente nos regalan el momento perfecto, cuando me doy cuenta que pertenezco a alguien más, que es solo ella la dueña de mi corazón. Wave la chica que llegó a mi vida para mejorarla.
No importa el porqué, el cuándo y el cómo, siempre que sea ella la que esté a mi lado.
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