Capítulo 28


Siento pena por esta chica, tenía años que no veía a nadie ser mirado de esa forma, no desde que mi Candela murio. Conocí a mi difunta esposa en Brasil, al igual que Agatha, era una mujer llena de vida, por desgracia ella falleció a lado de nuestra hija, hoy ver a esta muchacha me removió sentimientos.

—No debiste vestir así, no soy quien para decir que usar y que no, pero como ya lo notaste, aquí las personas son prejuiciosas, si Mohammed se entera...

—Y una mierda, que le digan, quizá así me bote y esa tal Zenaida y él pueden retomar sus "asuntos"— espetó con molestia, pero sus ojos estaban llenos de tristeza ¡Pobre!

—Agatha, no se que sabes de ellos, pero no te mentiré, en algún momento pensé que esos dos terminarían juntos, pero si no sucedió, quiere decir que Alá los tenía a ustedes dos destinados, que Mohammed se casara contigo ocultando que tu ya no eras... Virgen— aquella palabra la susurré para no ser escuchados— habla de cuanto le interesas.

—¿Tu lo sabes? Dios! Que vergüenza.

—No digas eso, tu sabrás por que hiciste las cosas de ese modo, pero a lo que voy es que, mi amigo es un cabezota, gruñón, malhumorado, pero también honrado y fiel.

La castaña miraba sus manos tratando de buscar respuestas, o probablemente tenía muchas más dudas, disimuladamente di un vistazo a nuestro alrededor, no parecía haber moros en la costa así que me he atrevido a tomar su mano.

—Puedes preguntar lo que quieras, soy un hombre leal niña, y quiero ayudarte.

—¿Por qué? ¿Que gana? Señor Abraham yo...

—Solo Abraham, y te diré que quiero ver a Mohammed feliz y se que tu eres esa felicidad, cuando supe de su boda lo dude, pero ahora que te conozco se que eres lo que él necesita.

—No, lo que él buscaba era una sirvienta, no una esposa, usted... Perdón, tu lo viste la última vez en la cena, su trato me tomó por sorpresa —su suave voz comenzaba a temblar.

—Aquí todo es distinto, usualmente la mujer es de su casa, la cocina, la crianza de los hijos, ellas no hacen nada sin autorización de su marido, no salen solas y mucho menos sin velo, te sonará medieval, pero son las costumbres, Mohammed no puede olvidar lo que es, pero quizá tú puedas modificarlo —Retiré mi mano ante la llegada del mesero que traía nuestros cafés, ella parecía tener una idea.

—Dijiste que sería su cumpleaños ¿Cuando?

—El Viernes— faltaban cinco días para eso

—Pero él se va de viaje mañana con esa-Agatha renegó y volvió a verme fijamente- ¿Sabes que? No me importa, yo lo haré volver, le organizaré una fiesta sorpresa, pero necesito tu ayuda, no tengo idea de como se hace aquí.

—Te ayudaré en todo lo que necesites

Hablamos por un rato de los platillos preferidos de Mohammed, ella pensaba en algo tradicional, le dije que no era buena idea, lo que tratábamos era de arrastrar ña mi amigo a su mundo y hacerle ver las cosas de otra manera, después del café como lo prometí la llevé a casa, estaba más animada y eso me hizo sonreír, creo que necesitaba hacer una visita a mi hija y esposa, tenía tiempo de no llevarles flores.

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—Zenaida ¿Tienes todo listo? Mañana debemos partir a primera hora del día.

—No se preocupe por nada señor, como siempre todo se hace según sus órdenes, tendré todo lo que necesite, ahora debería ir a casa y preparar su equipaje.

Asentí, tenía razón, además estaba algo cansado, anoche salí con Abraham a tomar algo, pero tras unirse un par de amigos volví a casa de madrugada, en realidad descanse poco y para colmo Agatha no había ayudado mucho con su escena de celo ¿Que aun no entiende que no tengo ojos para otra mujer?

—Te veo en el aeropuerto.

—Así será

Salí de la oficina con un ligero dolor de cabeza, montando el Audi me apresure a manejar a casa, llegando Zein me ha abordado

—Que sepas que tu mujer se fue a pasear arrastrando por los sueños nuestro apellido.

—¿Que quieres decir?— vaya recibimiento

—Esa maldita mujer salió de casa con pintas de puta, y no se, pero llego bastante contenta, y no bastando, fue Abraham quien la trajo.

Eso si que me dejo boquiabierto ¿Abraham? No hay ningún motivo para que esos dos volviesen juntos, no sabía que me molestaba más, si lo de mi amigo, o lo de Agatha.

—Una cosa Zein, te prohíbo que vuelvas hablar así de mi esposa, si no te parece lo que sucede en esta casa, vuelve a la tuya ¿Entendido?

—Pero... ¡Bien!

Entrando subí directamente a la alcoba, ahí Agatha leía un libro con audífonos puestos, la miré detenidamente hasta que esta levanto la vista, en cuanto nuestras miradas se cruzaron sonrió acercándose a mi.

—Bienvenido a casa ¿Que tal tu día?

—Regular, mucho papeleo para el viaje de mañana ¿Que tal el tuyo?

—Fui a dar una vuelta ¿Te molesta?— negué a su pregunta —por cierto, me encontré a tu amigo y me ha invitado un café.

—¿De que hablaron?— inquirí entornando los ojos, conocía a ambos pero no evitaba que me sintiera incómodo.

—De nada en sí, solo que me mostraría algunos sitios turísticos en tu ausencia, antes de casarnos mencionaste que no me cortarías las alas, odio estar encerrada Mohammed.

Tenía verdad en sus palabras, lo dije y prometí, tomando su cadera la pegue a mi, en cuanto nada nos separaba me lance a sus labios, no era un beso común, estaba cargado de posesión, era mía y debía recordárselo, Agatha respondió con euforia, esta mujer me volvería loco.

—Puedes salir cuantas veces quieras, eres la señora de la casa.

—¡Gracias! La cena esta lista ¿vamos?

Después de la cena volvimos a nuestra recámara, ninguno mencionó nada de nuestra última discusión, y más calmados por todo nos quedamos dormidos mientras la abrazaba por la espalda.

En la mañana me duche y vestí para preparar una pequeña maleta, no pensaba demorar mucho, le prometí una Luna de miel, a mi regreso eso tendríamos.

SantVict

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