Capítulo 24
No era un hombre de locuras, cada cosa a mi alrededor tenía un orden, mis negocios era claro ejemplo de ello con su éxito, pero aquí estaba arreglando mi traje de bodas frente al espejo, y mientras lo hacia mis labios curvados demostraban que pesé a todo estaba satisfecho.
En cuando cerré el último botón suspire cambiando mi vista sobre el reflejo al retrato a mis espaldas, me giré encaminándome a el para tomarlo entre mis manos, sentía un nudo en la garganta.
—Mandira, mi dulce Mandira, fui inmensamente feliz a tu lado, contigo descubrí mi primer amor, juntos vivimos en las más deplorables condiciones en Marrakech, y así mismo, juntos salimos adelante, querida mía, me diste un hijo que me da tremendos dolores de cabeza, pero su sola presencia es la unión de lo que un día fuimos, un par de enamorados— La voz comenzaba a temblarme e inevitablemente un par de lágrimas corrían por mis mejillas, pero ¿Quién no sufre al decir adiós?— Pero hoy me caso, creí que terminaría de envejecer solo, pero Agatha vino a llenar un espacio que estaba vacío desde tu partida, es una joven loca, extrovertida, llena de vida y no se como, pero sin duda me quiere, a mi un viejo cascarrabias, te recordaré siempre.
Dicho eso besé el retrato de mi difunta esposa y lo guardé en un cajón, Agatha sería ahora mi mujer, y merecía un lugar propio y no compartido con los fantasmas del pasado, sin duda me estaba volviendo un blandengue, pero ¿Quién lo sabría? Nadie.
Saliendo de casa monté mi deportivo y fui a una pequeña capilla, en realidad todo estaba listo, solo hizo faltar soltar un dinero extra para acelerar las cosas, al bajar entré directo a la iglesia, ella aún no llegaba y no quería hablar con invitados, pocos, pero los había así que fui al reservado, esperé un poco hasta que escuche mi nombre.
—¡Mohammed!— otra vez no.
—¿Qué haces aquí maldita loca?— grite furioso al ver a Angélica.
—Aun puedes arrepentirte, déjame demostrar que soy mil veces mejor que ella, no puedes tratarla como a una reina, no lo merece— esta niña me tenía harto así que me acerqué tomándola por los hombros.
—Escucha bien esto ¿Tu hablas de merecer? No te conozco bien niña, pero algo si me queda claro, no vales lo que ella ni por décimas, no tienes amor propio, te pasas de cama en cama ¿buscando que? Solo tú sabes, careces de amor propio, si te respetaras solo un poco, no estarías aquí ofreciéndote cuan mujerzuela, de nada vale ser joven y hermosa si tu vida no tiene sentido, haz algo que te apasione y crece por ti misma, no esperes que una mina de oro te caiga del cielo— se ha quedado mida mirando al suelo— y una ultima cosa, no vuelvas a ponerle una mano encima a Agatha, o te juro que me voy a olvidar que eres una mujer, por que "dama" te queda muy grande.
No esperé respuesta, no me importaba en lo más mínimo, salí del reservado dejándola inerte en medio de la habitación ¿Dónde estas pequeña? Me estaba impacientando hasta que Khadija con su timidez habitual se dirigía a mí.
—Suegro, es la primera vez que le veo nervioso, y no solo me sorprende eso, también que no se case bajo nuestra religión— Sonreí suavemente tocando su hombro.
—Nuera, casarme bajo nuestras normas le cortaría sus alas, es una mujer libre, no puedo ni quiero encerrarla en una jaula de oro— en sus ojos noté tristeza, típico de las marroquí, muchas querían libertad, pero incluso en la actualidad se les negaba— ¿Quieres dejar a Zein?— aquello la sorprendió.
—¿Como podría hacer eso? No quiero ser tirada al viento y con mi bebé recién nacida
—No estarás sola, mi techo te cubrirá siempre Khadija, te hice mi hija cuando te casaste con Zein, y debido a que él te fallo podemos hacer algo— ella asintió, después hablaríamos de eso.
Un auto se ha detenido en la entrada, algunas de las que fueron compañeras de Agatha en la escuela están aquí, incluido el odioso instructor de zumba, cuando los vi abrazarse rápidamente llegué a ellos tomando con posesión a mi prometida de la cintura.
—Estas preciosa
—Tu estas muy guapo— dijo a la vez que se ponía de puntas para besar mi mejilla.
—Entremos pequeña, y tú —miré fijamente a su amiguito— hay muchos más culos en la ceremonia ¡Piérdete!— sin duda iba a replicar pero me aleje tomado de la mano de Agatha entrando, paso el tiempo hasta que ambos respondimos ¡Si! ¡Acepto!.
SantVict
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