Un poco de egoísmo


Pasos apresurados y trenes corriendo. Era el desorden de miríada de las vidas diarias y normales que iban y venían por las paredes de concreto y cruzando las puertas de la estación de trenes en los suburbios. La vida tenía una tendencia a moverse demasiado rápido, ofreciendo poco espacio para descansar antes de continuar su curso. La graduación había quedado atrás hacía muy poco, y aun así, aquí estaba él apenas unos días después, finalizando las compras de lo que iba a necesitar antes de mudarse a Tokio. Ese día era hoy. Un día en el cual él y su familia manejaban las necesidades para una reubicación exitosa, y un día menos para contar de los que le quedaban para pasar con Ichika.

Fuutarou no podía evitar sentirse ansioso entre más pasaba el tiempo. Aunque era una ocurrencia demasiado común como para sorprenderse, Fuutarou había esperado que Ichika hubiese al menos aparecido a tiempo hoy, de todos los días. Después de todo, sería la primera vez que la estaría presentando ante su familia, como su novia.

Ichika ahogó un largo bostezo mientras los dos se aproximaban a las puertas de salida.

- Te quedaste dormida de nuevo, ¿verdad? – preguntó Fuutarou, sin convencerse de ninguna otra excusa.

Ichika ocultó su respuesta con una risa muy pobre. – Lo siento. Ha pasado mucho tiempo desde que me paré tan temprano. ¿Tú y tu familia esperaron mucho?

- Considerando la última vez que quedamos en vernos, supongo que no. Más bien, esto es lo más cerca que has estado de llegar a tiempo.

- ¡Hey, dame un poco de crédito aquí! – Ichika levantó el teléfono. – Son las 9:06. Eso significa que solo llegué poco más de cinco minutos tarde. ¿De verdad tenías que mandarme tantos mensajes de texto? – Le enseñó a Fuutarou su pantalla. Con toda certeza, los pequeños globos de texto mostraban que su conversación eventualmente involucionó en burbujas de una sola oración hacia el final, separadas únicamente por unos pocos minutos entre cada una.

Fuutarou suspiró, sacudiendo ligeramente la cabeza. – No, supongo que no era necesario. Como sea, papá y Raiha fueron a buscar algo de tomar en la tienda. Ya deben estar afuera.

- Pareces estar un poco alterado, Fuutarou-kun. – Ichika le acercó la mirada, marcando cada detalle de su expresión. – ¿Todo bien? ¿Te preocupa algo?

No había forma de ocultar ese cambio en su mirada. Le dijo todo lo que necesitaba saber y más. – No estoy seguro de cómo resultarán las cosas. – dijo Fuutarou. – Nuestra familia no es exactamente grande, solo somos Raiha, mi papá y yo. Ya nos conocemos bien entre nosotros, así que te imaginarás su sorpresa cuando les dije que llevaría a una chica a que nos acompañe en las compras. Me enfadé un poco con ellos el otro día sobre no preocuparme sobre las relaciones, y aun así, aquí estoy a punto de presentarte. Ambos pueden ser un poco...

No se había dado cuenta hasta que ella se le había acercado, pero la expresión curiosa de Ichika se había convertido en una sonrisa pícara y juguetona. – Ah, ya entiendo. Me suena a que te estás poniendo algo tímido y avergonzado. ¿Piensas que se estarán preguntando cómo es que este hermano mayor gruñón e hijo comelibros suyo logró conseguirse una linda novia? ¿Hmm?

Fuutarou rodó los ojos. – Seguro. Lo que digas.

- ¿Acaso un gran y cariñoso beso en la mejilla sería suficiente para hacerlo más convincente? – La sonrisa en su rostro solo se volvió más ancha mientras observaba su expresión de tolerancia cambiar rápidamente a una tos nerviosa. Ella se rio, muy satisfecha consigo mismo. – Eres tan inocente, Fuutarou-kun. No puedo evitar jugar contigo.

- Solo vámonos, ¿quieres?

No pasó mucho antes que Fuutarou y Ichika salieran de la estación de trenes. Tal como Fuutarou se lo esperaba, tanto su hermana como su papá los estaban esperando pacientemente sobre el puente de paso elevado, justo afuera de la estación. Raiha fue la primera en saludarlos agitando los brazos por encima de su cabeza mientras se acercaban, pero Fuutarou la conocía lo suficiente como para saber la curiosidad que se ocultaba tras esa radiante sonrisa. Así había estado durante semanas. Interrogándolo, molestándolo, y finalmente adivinando a ciegas cuál de las cinco hermanas Nakano había sido de la que se enamoró su hermano mayor.

Y tan rápido como lo distrajo momentáneamente ese pensamiento, fue traído de vuelta a la realidad por la sensación de cinco dedos que se colaban entre los suyos, y luego se sujetaban con fuerza para no soltarse. Antes de poder decir nada, Ichika había comenzado a arrastrarlo, sujetando su mano con fuerza.

- ¡Perdón por el retraso! – les dijo Ichika, saludándolos amigablemente. – ¡Me perdí el tren anterior apenas por esto! Espero no haberles causado ninguna inconveniencia. – Sonrió radiantemente, quitándose una tira de pelo suelta que caía por su entrecejo. – Es un placer conocer a la familia de Fuutarou-kun. Mi nombre es Ichika Nakano, ¡y ahora estaré bajo su cuidado!

Fuutarou le echó una mirada rápida de reojo. Conocía bien a Ichika, pero hasta él se sorprendió de lo rápido que fue capaz de hacer una primera impresión. Desde el tono amigable y fluido en su voz, hasta lo apacible de sus expresiones y lenguaje corporal. Educada y amigable, con un ligero deje de chica boba que podría fácilmente ganarse a cualquiera. ¿Sería de su experiencia como actriz, o simplemente carisma natural? La belleza de todo era que nunca se podía estar seguro de ello.

- Bueno, ¿qué les parece? ¡De verdad que se ve idéntica a Itsuki-chan! – La voz de Isanari sonaba fuerte e imponente. Un hombre alto, musculoso y de cabello rubio salvaje que se amontonaba detrás de unas gafas de sol encima de la cabeza. – Era la primera vez que escuchaba de quintillizas, pero realmente no bromeabas, Fuutarou. Oh, ¿dónde están mis modales? Isanari Uesugi, padre de este desastre andante al que llamas "novio". Un placer conocer al fin a la chica que pudo cambiar su corazón de santurrón.

- ¡Papá! – exclamó Fuutarou.

Ichika se rio. Por suerte, había hablado un poco con Itsuki el día anterior, y también esta mañana cuando vino a despertarla. No haría daño conocer un poco de la familia de Fuutarou, ¿y quién mejor que Itsuki? Después de todo, ella era la única que había visitado la casa de Fuutarou, conocido a su familia, se había sentado a comer con ellos e incluso hasta vivió allí por un corto tiempo. Si no fuera por eso, Ichika jamás se habría imaginado que el padre de Fuutarou era un sujeto tan alegre, extrovertido y ruidoso. No se parecía en nada a su hijo.

Aunque, una pequeña parte de ella no podía sacudirse de encima la duda. Por las mismas razones exactas por las que Itsuki era una fuente invaluable de consejos, también fue la única a la que llegaron a conocer bien. Ella ya sabía en qué consistía su día a día, los apuros que encaraban por su situación financiara, y el estrecho lazo que había entre personalidades tan conflictivas. Todo era algo nuevo para ella. ¿Quién era Ichika, más allá de una chica completamente diferente con la misma cara?

No le haría ningún bien tratar de ignorar el sentimiento. Había un deje de celos allí.

- Así que usted es el padre de Fuutarou-kun. – dijo Ichika. – Es un placer conocerlo, señor Uesugi. ¡Wow, no me habría esperado que el padre de Fuutarou-kun se vería tan joven y guapo! Hey, Fuutarou-kun, deberías considerar teñirte el pelo de rubio y empezar a usar camisetas de cuello redondo. Creo que te verías muy bien.

Fuutarou le echó una mirada. Ya debería estar familiarizada con cómo lucía él con esa apariencia, y no era una identidad a la que tuviera ganas de regresar. Un chico salvaje y rebelde que no hacía sino causar problemas. Ichika ya debería saberlo, pero esa sonrisa expectante suya indicaba que no le molestaría ver un poco más de ese lado de él.

- ¡Ja! – se rio Isanari con fuerza. – Me agrada esa respuesta. ¡Me agrada mucho! Le he estado diciendo que aproveche su energía mientras todavía es joven, pero lo único que hace es estudiar. Y por favor, puedes llamarme Isanari.

- Oh, pero no podría hacer eso. No quiero parecer irrespetuosa.

- ¡Tonterías! ¡Viniste de compras con nosotros, eso ya prácticamente te vuelve parte de la familia!

Mientras conversaban, Raiha se había escurrido detrás de Fuutarou. Le indicó que se agachara, para poder susurrarle al oído. – Entonces, ¿Ichika-san es quien realmente te gustaba? Parece muy diferente de Itsuki-san y Yotsuba-san. ¿Cómo es ella?

- ¿Por qué me susurras? – susurró Fuutarou en respuesta. – Tú no sueles ser así de tímida. Además, ya la viste antes.

- Bueno... Ichika-san parece alguien muy madura y crecida. Y además es realmente bonita. Quiero decir, todas lo son, pero...

- Hola de nuevo, Raiha-chan. – Ichika giró en su dirección, sonriendo. – Ya nos vimos un par de veces antes. ¿Te acuerdas de mí?

- ¡Sí! Tú eres la... – Raiha se puso a pensar un momento, doblando los dedos para enumerar los nombres de las quintillizas – ...Ichika... Ichi... ¡Ah! Eres la hermana mayor, ¿verdad?

- ¡Bingo! Siéntete libre de llamarme Ichika-neesan, si gustas. Nunca hablamos personalmente, pero espero que tú y yo nos llevemos muy bien. Por Fuutarou-kun."

- ¡Mhm! – asintió Raiha, sujetando la mano de su hermano mayor.

Ichika dio una sonrisa de no sospechar nada. Había algo muy particular en el comportamiento de Raiha. Era cierto que la pequeña estaba más familiarizada con algunas de las otras hermanas, especialmente Itsuki, quien una vez mencionó lo emocionada que estaba de tener a alguien que la llamara hermana mayor. ¿Tal vez Raiha realmente esperaba que la chica a quien traería sería Itsuki?

Ningún bien podría salir de tener dudas de ese tipo. Ningún bien para construir relaciones ni otra cosa. Alguien como Raiha, que rápidamente se llevó bien con las cinco hermanas no estaba muy lejos de la naturaleza tímida que venía con ser el hermano menor de la familia. La distancia que los separaba, medida únicamente por el hermano mayor tras el cual apenas podía esconderse detrás; el ligero jalón que le daba a la mano de su hermano que sujetaba fuertemente. Eso, por lo menos le resultaba familiar a Ichika.

- Ya veo. – asintió Ichika. – Fuutarou-kun, ¿podrías recordarme exactamente lo que vinimos a comprar hoy?

- Oh, aguarda... – Fuutarou cogió un trozo de papel doblado de su bolsillo trasero. – Mira. Aquí están los detalles para la beca en la Universidad de Tokio que recibimos en el correo. El programa de la beca dice que cubre orientación, registro, residencia, transporte, y la comida. Junto con las estipulaciones mensuales, el programa también otorga algo de dinero para algunas compras esenciales. Útiles, implementos escolares, ropa, incluso una nueva laptop. Para eso estamos hoy aquí. – Había un cierto aire de triunfo en el semblante de Fuutarou, que sonreía con profunda satisfacción. – Es casi como si estuviera soñando de nuevo. Sabía que todo este estudio algún día daría sus frutos, pero es difícil imaginar que las cosas hayan salido tan bien.

- Hey, Raiha-chan. – Ichika se agachó junto a la niña. – Eso son buenas noticias para tu hermanito, ¿no es cierto?

- ¡Sí! – sonrió Raiha. – ¡De verdad son muy buenas noticias! Estoy muy feliz por él.

- También yo. Fuutarou-kun ha crecido mucho, ¿no lo crees? Estoy segura de que como su hermana pequeña, te sientes muy orgullosa de él. Lo vas a extrañar mucho cuando se vaya, ¿verdad?

Hubo una breve pausa. Parecía casi obvio por el pensamiento, pero decir esas palabras en voz alta fue suficiente para apagar un poco la sonrisa en el rostro de Raiha. – Por supuesto que lo voy a extrañar... – dijo finalmente. – Oniichan siempre ha sido Oniichan. Siempre ha estado aquí. Siempre ha estado estudiando. Cuando se vaya seremos solo papá y yo.

- ¿Raiha...? – Fuutarou levantó una ceja.

- No querías que tu hermano se preocupara cuando estaba tan feliz, ¿verdad? – preguntó Ichika. – Cuando se estaba esforzando tanto.

- Sí... – asintió Raiha.

- Estoy segura de que Fuutarou-kun ha estado contigo desde que tienes memoria. Llegas a casa y siempre ha sido el mismo hermano mayor para ti. Cuando las cosas empiezan a cambiar con un ser querido, no puedes evitar querer que sigan igual entre ustedes, ¿verdad?

Raiha volvió a asentir lentamente.

- Raiha-chan, yo amo a tu hermano. – Ichika suavemente colocó su mano sobre la cabeza de Raiha. – Lo amo mucho, muchísimo. Tampoco quiero que se vaya, y lo extrañaré mucho cuando se vaya. Haya sido cuando se graduó de secundaria, luego de comenzar a tener una novia, o cuando para para la universidad, ambas queremos que Fuutarou-kun siempre sea Fuutarou-kun. Es por eso que hay que aferrarse a ese sentimiento, y nunca dejarlo ir, ¿entiendes? Fuutarou-kun no es el chico más amigable del mundo, así que tal vez no haga muchos amigos cuando se vaya a Tokio, pero si sabe que tiene a su adorable, confiable y dulce hermanita esperándolo en casa, ¿cómo podría no esforzarse y dar lo mejor cada día?

Fuutarou solo podría observar callado. Ese semblante calmado y gentil que venía con la responsabilidad de ser la mayor sobre cuatro hermanas "menores". Ese toque tierno y cariñoso que parecía saber cuándo el corazón estaba inquieto. Mientras veía los ojos grandes e infantiles de Raiha, había tenido una realización. Entre él y su padre, Raiha nunca había tenido a una figura maternal cerca en su vida. La madre de ambos había fallecido poco después del nacimiento de Raiha.

- ¡Gracias, Ichika-san! – exclamó Raiha, corriendo a los brazos de Ichika. – ¡No, Ichika-neesan!

- Fuutarou, – Isanari le dio unas palmadas en la espalda – realmente te conseguiste una gran chica. Más te vale que la trates bien, ¿entendiste?

Fuutarou suspiró, y luego se acercó a las dos féminas. – No pudiste evitar ser la hermana mayor, ¿eh? – le sonrió.

- Lo siento. – se rio Ichika. – Se ha convertido en una costumbre.

- Vamos. Tenemos un largo día por delante.

(-0-)

Durante las siguientes dos horas, los cuatro se la pasaron explorando las múltiples tiendas y paradas que marcaban el ajetreado distrito en los suburbios de la ciudad. Para el alivio de Fuutarou, Ichika y su familia no tuvieron problemas en ajustarse a la compañía de los otros. Cuando le hacían una pregunta (sin importar lo trivial o embarazosa), Ichika no dudaba en darles una respuesta honesta. Si Isanari alguna vez contaba un mal chiste o una anécdota embarazosa, Raiha e Ichika siempre se reían. Cuando Raiha se quedó fascinada al pasar frente a una heladería, Ichika ya tenía el monedero abierto para invitarla, pero Isanari intervendría rápidamente, insistiendo en que los invitaría a todos. – "¡Después de todo, ya eres prácticamente de la familia, Ichika-chan!" – había dicho Isanari con una amplia sonrisa. Fuutarou sabía que había compartido el mismo pensamiento muchas veces, pero realmente tenía que dejar de preocuparse por nada.

Si el tiempo se los permitiera, no les habría importado tener alguna que otra aventura no planificada por las esquinas y avenidas en su tarde por la ciudad. Pero, debido a los constantes y molestos recordatorios de Fuutarou, siempre estaban allí con otros propósitos en mente. Su primera parada era una de la cual Fuutarou guardaba más incertidumbres, pero era mejor sacársela de encima de una vez.

- ¿Se supone que las laptops sean así de caras? – Fuutarou tocaba las teclas de plástico en el delgado dispositivo de metal. Los pequeños cuadritos se veían demasiado frágiles para que él los tocase, pero no pudo evitar repetir la acción suavemente con los tictacs que sonaban cada vez. – No creo haber tenido algo la mitad de caro que esto.

- Hmm... ¿ya viste las especificaciones? – Ichika se ajustó el marco negro de sus gafas falsas, que tenía solo para poder hacer el gesto. – Probablemente podrías encontrar otra a un mejor precio para lo que necesitas.

- ¿Las qué?

- Las especificaciones de hardware. Ya sabes, cosas como la memoria, espacio, resolución de pantalla. Probablemente no necesitas algo de lujo, así que podemos seguir buscando. Mira esta, es la misma que utiliza Miku. Viene en dos versiones diferentes, la regular y la profesional.

- No tengo idea de lo que significa nada de eso. ¿Acaso son palabras reales? ¿Y por qué tiene que haber tantos tipos diferentes de ellas? – Fuutarou entrecerró los ojos, tratando de leer las diminutas letras que se veían cerca de cada marca de modelo de dispositivos que estaba en exhibición. – Ah, olvídalo. No creo que esto valga los problemas. No habrá nada de malo seguir con los lápices y las libretas.

- ¡¿Qué cosa estás diciendo, Fuutarou?! – le llegó Isanari por detrás. – ¡Si el programa de becas dice que cubre una nueva laptop, entonces es prácticamente gratis! La tecnología es tan importante estos días como tener dos brazos funcionales, y además, ¡es gratis! ¡Deberías usar cada centavo de ello!

- Eso me suena a que te preocupan otras cosas. – suspiró Fuutarou. – No sé si me sienta cómodo teniendo algo que valga tanto dinero. Es prácticamente una semana entera de lo que hice cuando me pagaban por ser tutor de las chicas. Sin mencionar las otras cosas que podría cubrir con todo ese dinero. La renta, la comida, el transporte...

- ¡Ichika-neesan, de verdad sabes mucho de computadoras! – dijo Raiha.

Ichika sonrió con arrogancia, ajustándose las gafas. Fuutarou podía ver que no habría muchas oportunidades para hacerlo, así que lo estaba saboreando. – Bueno, se podría decir que conozco una o dos cosas. – dijo Ichika. – Pero tu papá tiene razón, Fuutarou-kun. Definitivamente valdría la pena que te lleves una. Aunque solo aprendas lo básico sería suficiente. Mira, esta de aquí dice que es parte de un descuento especial para estudiantes. Ya viene con algo de software instalado ¡y hasta puedes elegir el color!

- Bueno... – Fuutarou le echó otra mirada al precio. Era alto. Casi no habría manera de justificar un gasto tan grande en algo que apenas sabría utilizar, pero todos tenían puntos válidos. En algún momento tendría que aprender a usarla. – Supongo que tiene sentido que tenga una como esa. Bien, déjenme ver si puedo encontrar a alguien que...

- Espera, aguanta un segundo. – Ichika ya se había adelantado, bajando por las escaleras donde estaban exhibidas las laptops. Raiha también la acompañaba, mientras las dos observaban con fascinación sus propios rostros proyectados en la pantalla. – Esta tiene una mejor cámara web instalada. ¡Mira lo alta que tiene la definición la pantalla! – Sonrió inocentemente. – Piensa en todas las citas online que podríamos tener mientras estés en Tokio, Fuutarou-kun. Somos solo tú y yo.

Fuutarou carraspeó con fuerza. – Todavía tenemos que visitar otras tiendas hoy, acuérdate...

Lo siguiente en su lista era la mercancía general para amueblar su nuevo apartamento, una tarea que Ichika pensó que tomaría más tiempo, pero se sorprendió de descubrir lo poco que realmente Fuutarou necesitaba. Según él, mientras tuviese un futón a precio razonable, una mesa bajita, y lo esencial, podría arreglárselas sin mucho más. A Ichika no le sorprendía esa actitud tan frugal suya, pero el extremo hasta donde llegaba era algo que frecuentemente la pillaba desprevenida todo el camino.

- ¿Seguro que es todo lo que necesitas? – preguntó Ichika. – No hay nada como llegar a casa y tener una cama suave esperándote, o meterte debajo del kotatsu cuando hace frío.

- Estoy seguro. – dijo Fuutarou sin más dilación. – Realmente no nos molestamos con esas cosas. Además, no tengo mucho espacio en el apartamento. Siempre me las he arreglado bien así.

- Sí, pero... – Ichika se rascó detrás de la cabeza. No era solo Fuutarou. Un poco más delante de ellos, Raiha e Isanari parecían estar pasándola bien mientras iban por los pasillos y exhibiciones que había por toda la tienda. Sin embargo, difícilmente cogían algo, era casi como si se conformaran solo con mirar. Utensilios de cocina de bajo costo, toallas baratas, una pequeña lamparita para el suelo, cualquier cosa que pareciera que duraría el tiempo suficiente. Ese último detalle era algo con lo que no tenía problemas en estar de acuerdo.

Había un atisbo de culpa en la mente de Ichika. Estas eran cosas que él tendría que pagar de su propio bolsillo, y en los últimos meses, no habían podido pagarle a Fuutarou por ser su tutor. Aun así, a Ichika le habría gustado ver a Fuutarou vivir con algo más de comodidad, aunque fuese lujoso para sus estándares.

Le susurró entonces al oído. – Bueno, ya que será tu lugar, y estarás viviendo solo, estaba esperando... ya sabes, ¿visitarte? ¿Tal vez pasar una noche o dos?

Las orejas de Fuutarou se pusieron rojas. – ¿Qué estás dicién—?

- ... ¡con el resto de mis hermanas, por supuesto! – Ichika sonrió, picándole las mejillas juguetonamente antes que su expresión se tornara amarga. – Bueno, tienes razón en que por ahora solo necesitas lo esencial. Tendrás mucho tiempo para decorarlo después si cambias de parecer. Aunque el resto de nosotras tendremos que conseguirte algunos regalos que lo hagan más acogedor para ti, Fuutarou-kun. Se molestarían mucho si descubren que estás viviendo tan simplonamente.

- Has lo que quieras. – suspiró Fuutarou.

- ¡Oi! ¡Fuutarou, Ichika! – Isanari vino acercándoseles. – ¿Ya tienen todo lo que necesitan?

- Sí, casi todo.

- Bien, bien. Parece que está empezando a hacerse algo tarde, así que me llevaré a Raiha a casa.

- ¿Tarde? No debe estar muy oscuro afuera hasta donde recuerdo.

- Los trenes se llenarán mucho tarde o temprano. Raiha parece un poco cansada, así que probablemente querrá echarse una siestecita cuando volvamos a casa.

- ¿Raiha no se siente bien? Raiha, ¿te encuentras...?

- Ella estará bien, Fuutarou. Los dos solo nos iremos más temprano. Ustedes dos estarán bien sin nosotros, ¿verdad?

- Oh, pero ya terminamos, ¿no? Ya tenemos todo lo necesario, así que eso...

- ¡Sí, claro que estaremos bien, señor Uesugi! – Ichika rápidamente sujetó con sus brazos el de Fuutarou, jalándolo cerca contra su pecho. – ¿Verdad, Fuutarou-kun?

Solo le tomó un pequeño guiño para que Fuutarou finalmente lo entendiera. Aunque deseaba que su padre no anduviese de metiche con este tipo de cosas. Solo lo hacía pasar momentos embarazosos.

Isanari se rio, y luego le dio una palmada a Fuutarou en el hombro. – Ve y pasa el resto del día con tu linda novia, Fuutarou. Yo puedo adelantarme y llevarme nuestras compras a casa. – Volteó a ver a Ichika. – Y fue un verdadero placer conocerte, Ichika-chan. Cuida bien de Fuutarou, ¿de acuerdo? Ya sabes lo terco que puede ser a veces.

Mientras Isanari y Raiha se marchaban, Ichika y Fuutarou se quedaron a solas a la hora más concurrida de la ciudad. Solo estaba un poco avanzada la tarde, pero algunos locales y tiendas ya habían comenzado a encender sus luces nocturnas. Todo el rato, Ichika nunca abandonó su lugar aferrándose fuertemente al brazo de Fuutarou. – Está empezando a llenarse de gente, ¿no crees? – preguntó Fuutarou, desviando la mirada de un par de mujeres mayores que sonrieron y murmuraron al verlos.

- Sí, así parece. – Ella apretó su agarre. – ¿Hay algún otro lugar al que necesites ir?

- No... exactamente. En realidad, no vengo aquí muy a menudo.

- Entonces, en ese caso, ¿te importaría acompañarme un rato? Hay una tienda que me gusta cerca de aquí.

Ahora, este era un lugar en el cual Fuutarou no se esperaba poner un pie. Entre todas las demás tiendas alineadas en las calles del área de los suburbios, nada podría compararse con los enormes edificios con múltiples pisos que sobresalían en el corazón de la zona. Edificios reservados únicamente para las marcas más ilustres, con interiores superfluos y brillantes. Una multitud de tops, abrigos y zapatos llenaban los muros y estantes a su alrededor, y Fuutarou solo podía describir esta experiencia como entrar a un mundo diferente.

En su propia defensa, él jamás había sido alguien con ojo para la moda, y eso aplicaba tanto para chicos como chicas de su edad. Ciertamente nada como esta tienda. Luego de un rato, casi cualquier artículo de ropa empezó a verse familiar y no podía recordar los que él e Ichika habían estado viendo. Se imaginó que Ichika se cansaría de que él comentase de cada conjunto que se probara con "lindo", o "está bien", o "te queda", pero esa mirada de deleite en su rostro mostraba que estaba más que feliz solo por su compañía.

- Hey, Fuutarou-kun, mientras estamos aquí, ¿qué tal si buscamos algo para ti también? La sección para hombres está justo por allá.

- No creo que nada de esto realmente me quede. – Fuutarou echó una mirada rápida por toda la tienda. – Ni siquiera veo qué tiene de especial toda esta ropa elegante y costosa en primer lugar.

- ¡Oh, anímate! No hará daño que te pruebes algunos, ¿verdad? Seguro que encontraremos algo que se te vea genial.

- No lo sé...

- ¿Lo harías por mí?

Esas palabras bastaron para que Ichika se encontrase sentada, pacientemente esperando fuera del vestidor masculino. Había elegido una pieza en particular que se imaginó que le quedaría mejor que ninguna Fuutarou. Un suéter delgado, de color beige con cuello de chal, botones negros, y de la misma marca que usaba su padre. – ¡Se te ve increíble, Fuutarou-kun!

- ¿Tú crees? – Fuutarou se miró al espejo. Este tipo de ropa no era nada diferente a la que solía usar, pero no se sentía del todo mal. La lana era suave, y los tonos neutrales y patrones sutiles hacían que pudiera combinar bien con cualquier atuendo.

- ¡Mhm! Te queda realmente bien. ¿Te gusta?

- Está bien, supongo. – Se dio una última mirada en el espejo. Era más que solo bien; lo había elegido cuidadosamente con los ojos que mejor lo veían. – Como sea, devuélveme el mío para que pueda quitarme este.

- ¿Oh? ¿No lo quieres?

- Ya vi la etiqueta del precio mientras estaba adentro. No gracias. – suspiró. – Puedo conseguir tres similares de una tienda más barata en otra parte.

- Bueno, hoy es tu día de suerte. – Ichika le guiñó el ojo, dando toquecitos juguetones a su bolso. – Tienes una novia maravillosa que siente ganas de mimarte un poco hoy. Vamos, ve a cambiarte y yo me encargaré de pagarte ese.

- Eso... no es necesario, de verdad. – Fuutarou forzó una media sonrisa. – Digo, aprecio el gesto pero no tienes que ir tan lejos. Ya me lo probé como pediste, pero realmente no lo quiero. Las marcas costosas no son para mí de todos modos.

Ichika frunció el ceño. – ¿Por qué no? ¿No habías dicho que te gustaba?

- Eso dije, pero no puedo justificar tener o llevar algo tan costoso. Aunque no sea mi propio dinero. Estoy bien con lo que tengo.

- No pensarás llevar siempre la misma ropa, ¿o sí? Necesitarás algo nuevo tarde o temprano. Quiero decir, mira tu viejo cárdigan. – Se puso a frotar los dedos por la lana desgastada de su antiguo cárdigan gris. – Es el mismo que llevas desde que nos conocimos. Parece que lo has tenido desde hace mucho tiempo, ¿o me equivoco? La tela ya empieza a verse muy desgastada, e incluso ya empieza a caerse por aquí. Puede que sea una marca costosa, pero también es de buena calidad.

- Si necesitaré uno tarde o temprano, prefiero elegirlo tarde. – replicó Fuutarou. – El que tengo me mantiene caliente y todavía no se ha desgastado. Aunque lo haga, siempre puedo conseguir otro por mi cuenta. Como dije, no me siento cómodo con algo que cuesta tanto. Y eso aplica al doble si hice que alguien más lo comprara para mí.

- ¿"Alguien más"? – Ichika pareció algo ofendida por ese comentario. – ¿Incluso siendo tu propia novia?

Fuutarou negó con la cabeza. – No quise decirlo en un mal sentido. Solo es una razón personal para mí y mi familia. No nos compramos regalos, ni siquiera en nuestros cumpleaños. Tenemos toneladas de deudas, después de todo. – Fuutarou se le acercó para tomar de vuelta su viejo cárdigan. – Crecí aprendiendo lo que son las deudas a una edad muy temprano. He visto los problemas que le dio a mi papá, y a mi madre antes de morir. Por eso no me gusta la idea de deberle a nadie, o de tener nada tan costoso.

- Fuutarou-kun... – Ichika lo miró de frente. – Realmente siento mucho que hayas tenido que pasar por todo eso. Pero creo que no ves el punto. Te lo estoy ofreciendo como un regalo.

- Si quieres ofrecerme un regalo, sería mejor algo de la tienda por departamentos. Tienen de estos que cuestan mucho menos.

- ¡Tampoco es eso! ¡No puedes simplemente elegir lo que te regalan! Eso hace que pierda todo el sentido.

- Pero yo no te pedí ningún regalo en primer lugar. – espetó él. – Sé que es el dinero de tu papá, pero el punto es que no me siento cómodo con esto.

- ¿El dinero de mi papá? ¿Eso es lo que piensas? – Ichika cruzó los brazos, con aspecto de estar mucho más visiblemente enojada. – ¿Y qué es todo eso de "dinero esto, dinero aquello"? No todo se trata del precio, Fuutarou-kun...

Ichika se había puesto de pie, pero ninguno pudo terminar de decir otra palabra. Había otras personas que estaban esperando con cautela a que se vaciaran los vestidores, y unos cuantos hasta asomaron la cabeza para escuchar qué era toda la conmoción. Ambos desviaron la mirada, avergonzados.

- Lo siento. – suspiró Fuutarou. – Pero ¿quieres ya dejarlo de lado? Después podemos hablarlo.

Ichika giró la mirada, asintiendo lentamente.

En silencio, las dos terminaron de pagar las ropas que Ichika eligió para sí misma. Salieron de la tienda, caminando uno junto a la otra, lado a lado. El sol había comenzado a ocultarse más que antes, y las luces de las tiendas y locales iluminaban las calles de la ciudad. Decenas de familias y parejas caminaban junto a ellos, conversando y riendo juntos. Y en una imagen totalmente opuesta, ellos dos caminaban juntos sin decir ni una palabra.

- Hey, Ichika. – Fuutarou finalmente se dignó a hablar. – Perdóname... por todo eso que dije. Esa línea sobre el dinero de tu papá fue innecesaria.

Ichika negó con la cabeza. – No, está bien, Fuutarou-kun. No fue tan malo, y además, tampoco es que estuvieras totalmente equivocado.

- Aun así, me sentí mal. Hice que sonara como si fueras una mocosa mimada. Y realmente ese no era el lugar para sacar a colación la situación de mi familia. Terminé arruinando el humor.

De nuevo, Ichika negó con la cabeza. – Lo entiendo, Fuutarou-kun. No es algo a lo que estés acostumbrado, y yo no debí presionarte tanto para hacerte sacar el tema. Lo siento.

- Creo que el que está mal aquí soy yo. – Fuutarou desvió la mirada, colocándose las manos detrás de la nuca. Todavía había gente a su alrededor, pero si continuaban naturalmente, nadie les prestaría atención. – Nunca he hablado de esto con nadie, y no estoy seguro de si es el lugar o momento, pero es sobre las deudas de mi familia. Supuse que tendría que decírtelo tarde o temprano.

Ichika volteó a mirarlo, ofreciéndole toda su atención.

- Antes de enfermarse, mi madre tenía un sueño de toda la vida, de abrir una panadería. No estábamos muy bien económicamente en ese entonces, pero a pesar de todo, mamá y papá lograron encontrar un pequeño y lindo lugar. Mi papá renunció a su trabajo para apoyarla a tiempo completo, aunque no podía hornear nada para salvar su vida. Aun así, nos estaba yendo bien, y lo más importante, éramos felices.

Fuutarou miró hacia el suelo mientras continuaban caminando. – Todo sucedió demasiado rápido. La tienda no llevaba mucho tiempo abierta antes de que mi mamá se hubiera enfermado de gravedad. Papá no podía mantenerla por su cuenta, y no podíamos permitirnos contratar a nadie con lo que hacíamos. En solo un año habíamos perdido a nuestros clientes, nuestra casa, y luego, a mi madre. Habríamos perdido la tienda también, pero papá no iba a soportar perderla también. Tampoco yo ni Raiha. Así que allá está todavía, vacía y desolada, mientras seguimos pagándola.

Respiró profundamente. – Durante la mayor parte de mi vida, y toda la de Raiha, hemos vivido endeudados. Sé cómo eso puede transformar a la gente, cómo cambia las vidas de mal en peor. Los recaudadores no dejaban de aparecer y mamá no mejoraba nada. Yo era muy joven para entenderlo entonces, pero ahora, una parte de mí no se puede quitar de encima esa sensación de que, en su lecho de muerte, mamá debió sentirse culpable. Culpable de que dimos todo por ella, y que tal vez se sentía como una carga todo el tiempo. – Sacudió su cabeza, y miró hacia el cielo nocturno. – Desearía poder decirle ahora que no tenía que haberse preocupado por eso.

Una mano cálida le acarició la mejilla, y se acercó lentamente para limpiarle la pequeña lágrima que salía de sus ojos. – Está bien, Fuutarou-kun. – Ichika le sonrió dulcemente. – Sé que debió haber sido muy duro, incluso más al aferrarte a esos sentimientos. Gracias por contármelo. Aunque nunca la conocí, o supe cómo era, sé que tu madre no habría querido irse con arrepentimientos. No cuando los tuvo a ti, a tu papá, y a Raiha-chan a su lado todo el tiempo.

No hacían falta más palabras. Ichika había colocado sus manos alrededor de las de Fuutarou, enredando sus dedos con fuerza con los de él. Aún quedaba mucho de la noche por delante, y quería disfrutarlo tanto como fuera posible. Era un día menos en el conteo hasta que Fuutarou tuviera que marcharse a Tokio. Un día menos para el ajetreado horario de una actriz en ascenso.

Eran las ocho y cuarto. Ya habían pasado casi doce horas completas en su salida, medio día completo. Fuutarou se sentó en silencio sobre las baldosas de piedra que enmarcaban la fuente brillante que estaba en el centro de la plaza. En ese punto, muchas personas que pasaban a su alrededor eran parejas o grupos de amigos que decidieron disfrutar de las horas nocturnas. Aunque Fuutarou había pasado bastante de los últimos momentos esperando pacientemente por Ichika.

Las ocho y veinte. ¿Cuánto más planeaba tardarse Ichika? Se suponía que solo era una parada rápida para ir al tocador, y el takoyaki que compró para sorprenderse empezaba a enfriarse. Dos servicios completos. Ya se habían quedado por allí un largo rato, así que terminaron salteándose la cena.

- ¡Disculpa la espera! – Ichika se rio a medias. – Había mucha gente.

- No hay problema. – Fuutarou le extendió el takoyaki. – Disculpa si están algo fríos. Pensé que deberíamos comer algo ya que hemos estado todo el día aquí.

- Eso es muy considerado de ti, Uesu— ¡digo, Fuutarou-kun! – Ichika se echó una pieza completa de takoyaki en la boca. La mirada en su rostro era de puro deleite, degustando el suave y tierno sabor que todavía estaba caliente por dentro. La corazonada de Fuutarou resultó acertada; un pequeño y delicioso bocadillo era lo que necesitaban para terminar un día tan largo.

- ¿No tienes cansadas las piernas? – preguntó Fuutarou. – Hemos pasado todo el día en este lugar.

- De hecho, ahora que lo pienso, mis piernas sí están algo cansadas. Hemos pasado todo el día caminando sin parar, ¿no es cierto?

Fuutarou arqueó la ceja. – Eso... fue lo que dije, sí. Entonces, ¿no deberíamos volver ya?

- ¡No, no! Todavía no. – Ichika rápidamente lo obligó a sentarse de nuevo. – Todavía, uhm... tenemos que acabarnos el takoyaki, ¿verdad? ¡Toma! – Colocó un trozo frente a él. – ¡Di ahh! ¡Ahh!

Otra vez, Fuutaoru le dio una mirada extraña. – Ichika, no puedo comer si no lo sostienes bien. ¿Estás bien? ¿Por qué te tiembla tanto la mano?

- ¡Lo siento! Es solo que mis manos están algo frías. Ten. – Volvió a ponerlo en el paquete entre ellos. – Adelante, sírvete tú mismo.

- Uhm... ¿segura? – Fuutarou se sirvió una pieza él mismo. Sabía bien, pero estaba un poco más concentrado en Ichika como para disfrutar del takoyaki. – ¿Segura que estás bien?

- ¡Estoy bien, estoy bien! – Ichika estiró los brazos. – Solo un poco cansada. ¿Te molesta si nos quedamos un par de minutos más aquí?

- Eso está bien para mí.

Ya eran las ocho y treinta. Extrañamente, los últimos pocos minutos habían caído en un largo y escalonado silencio. Sus intercambios se habían vuelto muy breves. En un par de ocasiones, Fuutarou echaba un vistazo fugaz, solo para ver que Ichika desviaba la mirada. Definitivamente era extraño. Sus ojos estaban hundidos bajo el flequillo de sus mechones, siempre mirando a cualquier otra parte.

Mientras se alargaba el tiempo, más difícil se le hacía ignorar a las parejas que pasaban. Igual que ellos, las parejas se detenían a descansar en los pedestales de piedra, registrando sus bolsas de compras y admirando lo que compraron. Otros intercambiaban besos rápidos en sus mejillas, entrelazando sus dedos. Y hubo una pareja en particular que decidió posar para hacerse una foto rápida enfrente de la fuente decorada. Fuutarou había notado que tanto él como Ichika se habían metido en su marco, y la pareja intercambió una mirada incómoda con ellos antes de irse a otra parte para tomarse su foto.

Fuutarou se preguntaba, ¿acaso ellos dos sentados allí sobresalían de una mala manera? ¿Acaso parecían una pareja?

Debió ser por todo lo que le dijo antes. No, tal vez incluso antes de eso. Todo había sucedido de la nada, y aparentemente por ningún motivo, pero definitivamente esa era su primera pelea. Ya se habían disculpado, pero tal vez, había algo que no le sentaba del todo bien a Ichika. Algo que pudiera explicar su repentino cambio de comportamiento.

Quería decir otra cosa. Quería estar seguro de que las cosas estaban bien entre ellos. Fuera lo que fuese lo que la agobiaba, quería arreglarlo.

Quería hacer todo eso, pero lo primero que hizo fue colocar su mano encima de la de ella. Bajó la cabeza, para darle un beso en la mejilla desprevenida.

- Perdón otra vez. – dijo Fuutarou, riéndose algo forzado. – Lo que te dije antes, ¿de verdad fue tan...?

- ¡U-u-u-uesugi-kun! ¡¿Q-qu-qué crees que estás haciendo?!

Fuutarou se congeló. Algo definitivamente andaba mal. Un sabor sutil y diferente marcaba la comisura de sus labios. Había salsa en su mejilla, y dos bandejas totalmente vacías de takoyaki. Una sombra de rubor rojo que nunca antes había visto en la cara de Ichika.

- ¿"Uesugi-kun"? repitió las palabras. Así no era como Ichika lo llamaba...

- Oh cielos, oh cielos. – Esa voz detrás de sus oídos fue suficiente para hacer que sus pelos detrás de la nuca se erizaran. – Nunca creí que serías tan atrevido como para hacer doble tiempo, Fuutarou-kun.

- ¡¿Ichika?! – Fuutarou se dio la vuelta. – ¿Entonces quién—?

- ¡Te dije que no podía hacer esto, Ichika! – se le adelantó a gritar, y luego trató de ahogar su voz para no atraer demasiada atención. – ¡Me dijiste que no tardarías tanto!

- ¡Lo siento, lo siento! – se rio Ichika. – Lo hiciste bien, Itsuki-chan. De verdad te debo una, aunque realmente no esperaba que Fuutarou-kun hiciera algo como eso.

- ¡¿Itsuki?! – Fuutarou se tapó los labios.

Ambos intercambiaron miradas de vergüenza y disgusto entre ellos. En algún momento, Itsuki no pudo enmascarar el intenso tono rojo en su rostro. – ¡Como sea! ¡Fue un error, así que olvidémoslo! ¡Me voy a casa!

Itsuki rápidamente se alejó de la vista, perdiéndose entre la multitud. Por lo que pudo ver Fuutarou, más parecía que estaba escapando.

- Oh cielos... de verdad que le debo una grande, ¿no es así? – Ichika se rio nerviosa. – Pobre Itsuki-chan, espero que no esté muy enojada por esto.

- Ichika, ¿qué está sucediendo? ¿Por qué Itsuki—?

- Toma. – Ella le puso una bolsa de papel en el pecho a Fuutarou. – No tuve tiempo de envolverlo, pero estoy segura de que sabrás lo que es por el logotipo de atrás.

Fuutarou se quedó tieso por un momento antes de mirar sus manos. Una bolsa lisa, de color negro y marrón oscuro, con un símbolo circular grabado en el centro. El mismo logotipo y nombre de la tienda de ropa que visitaron antes.

- Yo también puedo ser muy terca, ¿sabes? – Ichika alternaba la mirada entre el suelo y Fuutarou. – Ya sé que me dejaste muy claro que no lo necesitabas. Sé que dijiste todas esas cosas sobre el dinero y tu familia. Pero antes que digas nada más, quiero que oigas lo que he estado tratando de decirte.

Ella se arregló el cuello de su blusa en respuesta al viento frío nocturno, y luego se puso la mano en el pecho. Sus ojos se fijaron firmemente en los de Fuutarou, sin atreverse ni por un segundo a perder de vista su expresión sorprendida. – No tiene que ser algo caro o barato para ser un regalo. No es algo que alguien te dé porque quiera que le debas algo. Darle un regalo a otra persona significa hacerlo desde el corazón. Algo que haces por alguien a quien amas y te importa mucho. Es para mostrarle el cariño que sientes por esa persona.

No había forma de ocultar la frustración en su voz mientras movía una mano hacia su cadera, y la otra señalándole directamente a la nariz de él. – Y por todos los cielos, Fuutarou-kun, soy tu novia. ¡Tu novia! ¡Hay veces que quiero hacer cosas lindas por ti solo porque te amo! Te compré esto porque quiero que lo tengas. Ya sé que bromeamos sobre eso todo el tiempo, pero esto no es algo por lo que tengas que deberme nada. Nada. No tienes que ponértelo todo el tiempo, pero cuando lo veas, quiero que sepas que siempre estaré pensando en ti. Incluso cuando estemos separados.

Su semblante volvió a cambiar, esta vez con una mirada de puchero. – Seguro pensarás que estoy siendo egoísta, ¿pero qué hay de malo en serlo solo un poco? ¿Eso no es parte de lo que significa tener una pareja? ¿Aguantarse un poco los caprichos de tu compañero de vez en cuando? Y para que conste, lo pagué con el dinero que hice por mi último trabajo de actuación. – Su voz se tornó un ligero susurro. – ¿Y cómo fue que no te diste cuenta de que mi ropa era diferente cuando salí del baño? ¿Realmente no pudiste darte cuenta que era Itsuki-chan?

- Ichika. – Fuutarou puso ambas manos sobre la bolsa de compras, y luego tomó las de ella. Ella sintió el fuerte agarre de las manos del chico, antes que Fuutarou lentamente sacara el cárdigan de color beige del interior de la bolsa. Era cálido, suave, de una lana tejida cuidadosamente en yuxtaposición con las mangas viejas y desgastadas de su viejo cárdigan. Un suspiro profundo escapó de sus labios mientras cerraba los ojos. Había tanto que tenía por aprender. Si el amor significaba gestos pequeños de amabilidad, pensamientos tiernos, y algo de egoísmo, entonces Fuutarou sabía que hasta ese momento había sido muy ingenuo.

Miró una vez más a los ojos de Ichika, antes de plantar un rápido beso en sus labios.

- Gracias, Ichika. – Fuutarou sonrió cálidamente. – Me encanta. Realmente me encanta.

Esta historia continuará...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top