A tu placer, grita el corazón

Un aire ligero y caprichoso. Remanentes de una esencia floral lograban llegar hasta los extremos de su nariz, invitándole a deseos caprichosos y absurdos. Era dulce, tranquilizador, y una vez que se desvaneció eventualmente, ligeramente cruel. Aunque fuese solo por un poco más, los brazos que se envolvían fuertemente alrededor de los delgados hombros de su cuerpo no querían sino permanecer de este modo. Saborear lo que parecía un intercambio cordial, pero que más bien se sentía como un reencuentro largamente esperado.

Y tal vez, si no fuese por la abrupta tos junto a ellos, los dos amantes con gusto habrían hecho exactamente eso. En su lugar, rápidamente les recordaron que estaban fuera de la entrada a un complejo de apartamentos de Tokio, y rápidamente se separaron de su abrazo. Dos jóvenes mujeres de cabello rosa-rojizo, y el ligeramente avergonzado estudiante universitario que se encontraban en la entrada. – Perdón por... interrumpirlos. – dijo Itsuki lentamente. – Ichika y yo tuvimos que hacer un largo viaje hasta aquí. ¿Te molesta si entramos primero, Uesugi-kun?

Fuutarou carraspeó ligeramente. – Sí, claro. Adelante, pónganse cómodas.

Cuando recibió la llamada telefónica poco después de su conversación unas semanas atrás, Fuutarou nunca se esperó que las cosas resultaran de este modo. Ichika era una actriz talentosa (eso jamás lo dudó), pero llegar a tanto como para ser invitada a tomar parte en una entrevista grupal aquí en TokIo era monumental para su carrera. Su gran golpe de suerte. Tendría un bloque de dos horas completo reservado en Tokyo Stars Live, un popular show de entrevistas de la noche. En el tiempo entre la llamada y la hora de la entrevista, el interés público de la aclamada película independiente, El Acertijo Carmesí, todo había estado muy movido. Amantes de las películas, entusiastas del teatro, y más importante aún, agentes de estudios cinematográficos por toda la prefectura sin duda iban a sintonizar para los detalles concernientes a la producción de la ahora popular película, y los misteriosos recién llegados a la industria.

- Perdón por la intromisión, Fuutarou-kun. – Ichika le saludó con la mano mientras entraba, y se dio la vuelta para cubrir un largo bostezo.

- ¿Cansada? – preguntó Fuutarou.

- Un poco. Tuve que levantarme muy temprano para llegar aquí, y el asiento de un auto no es rival para una cama cálida. – Ichika echó un vistazo al interior del apartamento de Fuutarou. – No se podía ver mucho con solo el pasillo de entrada. – Tienes una cama, ¿verdad? ¿O al menos un futón cómodo? Quisiera cerrar mis ojos solo por un...

- ¡No, Ichika! – le gritó Itsuki. – No te puedes quedar mucho, ¿recuerdas? Tu manager estará pronto para recogerte.

- Solo bromeaba. – Ichika volvió a bostezar. – En su mayor parte...

- ¿Ya has pensado en lo que vas a decir? ¿Hay algo malo con el vestido que trajimos? ¿Qué tal si algo...?

- Ella va a estar bien, Itsuki. – suspiró Fuutarou. – Ahora date prisa y entra, que obstruyes todo el pasillo.

- ¿O-ob-obstruyo? ¡Cómo te atreves! ¡¿Estás tratando de llamarme—!

- Ya, ya... – se rio Ichika, indicándole amablemente a su hermana menor que entrara. – Tienen que llevarse bien, los dos. Vamos, hay que entrar. ¡Realmente estoy muy emocionada de ver el apartamento de Fuutarou-kun por dentro!

Dándoles la bienvenida en la entrada había una plataforma baja y pequeña, seguida de un pasillo ligeramente estrecho que llevaba a una puerta cerrada. Alineada contra las paredes del pasillo había un refrigerador conectado a una larga repisa, sobre la cual había una estufa eléctrica, un lavabo, y un microondas. Una cocina, por no decir menos. La puerta cerrada en la pared opuesta llevaba al baño, lo que signigicaba que la puerta al final del pasillo era la que llevaba al cuarto principal. Para sorpresa de las hermanas Nakano, el apartamento terminaba en dicho cuarto. Una cama solitaria acomodada contra la pared, un escritorio de estudio, un pequeño armario de ropa, un par de almohadas en el suelo sobre la alfombra, un pequeño estante de biblioteca, y una mesa de té en todo el centro. Un colgadero de plástico estaba tendido sobre el riel de las cortinas, donde había algunas camisetas secándose al sol. Simple y eficiente, aunque algo aburrido.

- Es muy... ¿cómo decirlo...? – Itsuki tenía dificultades para encontrar las palabras. No quería decirlo, pero probablemente cada uno de los cuartos individuales de ella y sus hermanas tendría más espacio que todo este apartamento. – ¿...encantador?

- Yo creo que es lindo. – sonrió Ichika. – Es como tu propio y pequeño mundo. Parece apropiado para Fuutarou-kun. Mira, tienes todo lo que necesitas al lado donde puedes verlo. ¿Ese de allá es tu closet?

- Como se los dije antes – Fuutarou cerró la puerta detrás de ellos – no es nada tan especial. Estamos hablando de Tokio, y yo solo soy un estudiante. Los apartamentos de tipo estudio son la norma.

- ¿Estudio...? – repitió Itsuki, desconociendo totalmente el tipo de residencia. Ahora que lo pensaba, había muchos jóvenes adultos cuando pasaron por afuera. Para ser una ciudad tan grande y poblada, Itsuki tenía problemas para imaginarse por qué espacios tan reducidos como este eran tan comunes. Aunque no había necesidad de perseguir el pensamiento, pues rápidamente Itsuki notó algo peculiar sobre el cuarto de Fuutarou. – Ahora que lo pienso, mucho de esto me recuerda mucho tu casa en Tokai, Uesugi-kun.

- ¿De verdad? – Se puso a pensar por un momento. – ¿Cómo así?

Itsuki asintió, y luego señaló a varias esquinas en el cuarto. – Estoy segura de ello. ¿Lo ves? Si reemplazas el escritorio con aquel librero, es prácticamente el mismo arreglo. Si me siento por aquí de este modo... es como si estuviera cenando en tu casa de nuevo. ¿No te parece? Allí está el lugar de tu padre, el de Raiha-chan, y el tuyo. – Olfateó ligeramente en el aire. – Ah... por alguna razón ahora mismo se me antoja un delicioso y caliente plato de curry.

- Hmm... no me había puesto a pensar en ello, pero creo que tienes algo de razón. Supongo que puse mis cosas donde estaba acostumbrado. Nunca puse mucha atención a ello.

- Oh, ¿trajiste ese dibujo enmarcado que hizo Raiha-chan de también? Ese de la pared se ve muy familiar.

- Raiha me lo dio como regalo para adornar el lugar. – replicó Fuutarou. – Estoy sorprendido de que lo recuerdes.

- Porque Raiha-chan me lo contó. ¿No te acuerdas? Te enojaste cuando te explicó que te dibujó con una cara enfurruñada a propósito.

- Vaya, a veces olvido lo cercanos que son ustedes dos. – La voz de Ichika intervino juguetonamente en la conversación. Era lo bastante inocente como para saber que solo era un juego, aunque el tono frío de la declaración les hizo a ambos cerrar los labios al instante.

Ichika dio un paso al frente, colocándose entre los hombros de los dos. – De todas nosotras, Itsuki-chan es la única que ha puesto un pie en la casa de Fuutarou-kun. ¡Oh! Y también pasó la noche allí, ¿no es cierto? Ah... qué suerte tienes que tu hermana mayor no sea una celosa. – Se puso una mano en la mejilla y la otra en el pecho, llevando su gentil malicia directo a sus oídos. – ¿Verdad, Fuutarou-kun? Itsuki-chan?

Itsuki empezó a enredarse con las palabras dándose la vuelta hacia un lado. – ... no, e-eso fue... eso fue... p-porque...

- ¡Solo bromeaba! ¡Bromeaba! – Ichika rompió en carcajadas. – Vamos, no fui tan convincente, ¿o sí? ¿Qué pensaron ustedes dos que iba a hacer?

Itsuki devolvió la risa, pero más pareció una exhalación de alivio. Sin importar lo mucho que conociera a su hermana, había veces en las que Itsuki se olvidaba de lo convincente que podía ser Ichika como actriz. O tal vez, una parte minúscula de ella se sentía fácilmente intimidada por esa peculiar naturaleza de su hermana mayor, sin importar lo mucho que quedase atrás. – Oh, ¿eso era todo? Me asustaste un poco, Ichika."

- Recuérdame que nunca querría ponerte de malas, Ichika. – suspiró Fuutarou, y luego miró hacia la mesa. – ¿Realmente era así cuando ustedes eran niñas, Itsuki? No puedo imaginarme crecer estando del lado receptor.

- ¡Hey! – Ichika le lanzó una mirada enojada, hinchando sus mejillas rápidamente. – Qué malo eres, Fuutarou-kun... ya no soy así. No me guardes rencor por eso...

Tras un pequeño intercambio de ida y vuelta, los tres eventualmente se encontraron intercambiando risas mientras tomaban tazas de té verde recién hervido. Fue en este momento que Fuutarou supo un poco más de lo que habían estado haciendo las demás hermanas y por qué solo Itsuki había podido venir con Ichika el día de hoy. Nino, como parte de su programa en manejo de negocios, tuvo que tragarse la decepción de perderse un segundo viaje a Tokio, en favor de un nuevo curso en paralelo con sus estudios. Como resultó ser, su campo declarado se había vuelto una tendencia más competitiva en los últimos años. Los títulos no eran suficientes para mantenerse al frente, y si había algo que todos ellos sabían, era que la segunda quintilliza tenía un talento para las cosas cuando se trataba de competir.

Para Miku, estaba entrando en su segunda semana en la escuela culinaria, y había pasado cada uno de los días como si hubiera un examen importante al día siguiente. Diligencia que habría hecho sentir a cualquier antiguo tutor muy orgulloso.

En cuanto a Yotsuba, nadie estaba seguro de lo que haría la cuarta quintilliza estos días. Ir de ida y venida en su casa no estaba fuera de su comportamiento normal, pero la enérgica chica apenas respondía a las preguntas antes de cerrar la puerta. Lo único que sabían era que Yotsuba había expresado sus más sinceras disculpas por no haber podido llegar a Tokio una segunda vez tan rápido, y que se uniría a Miku y Nino en su casa mientras veían la entrevista en vivo por televisión.

Casi parecía que ninguna cantidad de tiempo bastaría para satisfacer una conversación, en especial no ahora. El sonido del teléfono de Ichika zumbando interrumpió la conversación sobre las recientes audiciones de Ichika, y la mirada en su rostro era igual de decepcionada para ella como para Fuutarou.

- ¿Ya te vas? – Fuutarou se levantó lentamente. – Pero si apenas acababas de llegar.

- Yo tampoco quiero irme. – Ichika lentamente sacudió la cabeza. – Una parte de mí desearía poder no asistir a esta entrevista por completo. Hay tantas cosas con las que quiero ponerme al día, y tú todavía no has tenido la oportunidad de llevarme de tour por Tokio, como lo hiciste con Miku y Yotsuba."

- Sí...

- ¡Lo digo en serio, Fuutarou-kun! – Ichika se inclinó hacia adelante, alzando un dedo como si estuviera tratando de regañarlo. – Me debes una linda cita romántica en algún lugar de la ciudad, ¿está bien, chico citadino? Cuando tenga la oportunidad de volver, vas a ser solo mío durante todo el día.

- Lo prometo. – respondió Fuutarou con una sonrisa. – Y estaré contando los días.

Una amplia sonrisa se formó en el rostro de Ichika, antes que la actriz en ascenso le plantase un rápido beso en las mejillas. – Te tomo la palabra con eso.

- *Ejem*. – intervino Itsuki con otro carraspeo. – Yo, uh... todavía estoy aquí. Con gusto me iría a otro cuarto para que ustedes dos puedan... hablar, pero, uhm...

- Oh, anímate, Itsuki-chan. – Ichika se dio la vuelta rodeando a su hermana pequeña, luego la atrapó con los brazos tan fuerte que sus mejillas se presionaban una contra la otra. – Ya somos adultos. Los adultos no necesitan avergonzarse de sus sentimientos, especialmente si se trata de la gente a la que aman mucho, mucho.

Itsuki gruñó quedamente. – Está bien... está bien, ¡está bien! ¡Ya entendí, Ichika, pero me estás apretando de más!

Ichika se rio. – ¡Muy bien! No quiero dejar esperando a mi manager. Los veré después del show, ¿de acuerdo? Fuutarou-kun, cuida bien de Itsuki-chan por mí.

Ambos escoltaron a Ichika afuera hasta su auto, deseándole lo mejor mientras se preparaba para la entrevista nocturna. Todavía era razonablemente temprano, pero para su sorpresa, había muchos arreglos por hacer cuando se trataba de una actriz, sin importar lo novata que fuese. Maquillaje, vestuario, y hacer presentaciones apropiadas con sus anfitriones. Entre Itsuki y Fuutarou, parecía casi inexplicable cómo alguien de su edad podría permanecer tan calmada y mantener la compostura, pero Ichika les aseguró que las cosas irían bien.

Ahora, sin embargo, había una ligera situación. Como sabían, quedaban horas del día por delante antes del anochecer, y el pequeño apartamento en Tokio ahora tenía dentro de él a dos individuos que no era exactamente las personas más compatibles. Fuutarou Uesugi se encontraba registrando por varios lados de su cocina, mientras Itsuki Nakano se sentaba en un lado de la mesa de té, y entre ellos un largo silencio que difícilmente iba con un solo ocupante, mucho menos dos.

Itsuki fue la primera en hablar. – Entonces... Uesugi-kun, ¿cómo... te han ido las cosas? ¿Te va bien con... la universidad?

Alzando una ceja, Fuutarou se giró a ver a Itsuki. Una charla casual no era exactamente algo que los dos compartieran a menudo. – Va bien, supongo. ¿Y tú?

- Bien. Muy bien. Todo va bien. Va muy bien.

Hubo otro corto silencio. Sería un poco grosero de parte de Fuutarou no contribuir un poco más a mantener las cosas andando, y le bastó una mirada a los movimientos nerviosos en los dedos de Itsuki para darse cuenta. Itsuki quería algo, y la muchacha tenía algunos problemas cuando se trataba de poner sus pensamientos en palabras. – ¿Sigues esforzándote con tus estudios? No has holgazaneado solo porque ya no estoy para regañarte, ¿verdad?

- ¡Por supuesto que no! – espetó rápidamente Itsuki. – De hecho, para que sepas he estado haciéndolo muy bien en mis clases. No esperes milagros o algo así; no soy la primera en todas mis asignaciones, pero estoy empezando mucho mejor que en la preparatoria.

- Bien. – reconoció Fuutarou. Se apoyó contra su palma, sonriendo. – Me alegro por ti. Parece que mis tutorías estrictas lograron calar dentro de ti de alguna manera. ¿Y bien? ¿Hay algo que tengas en la cabeza?

Otra mirada a su rostro fue suficiente para confirmarla. Entre miradas esquivas y labios luchando contra sus murmullos, Itsuki finalmente tomó un profundo respiro. – Sabes, realmente fue una experiencia terrible tenerte como mi tutor... pero, por mucho que lo odie... debo admitir que es gracias a ti que ahora estoy en la universidad. No es que quiera alabarte ni nada de eso... es solo que... no estaba segura si... bueno, si te acordabas de la graduación. De nuestra pequeña ceremonia de graduación que hiciste para nosotras, quiero decir. Yo, uhm... recuerdo haberte pedido algo... y... y... ¡ugh! ¿Quieres ya decir algo de una vez? ¿Lo que sea? ¡Es muy molesto estar oyendo solo mi propia voz todo el tiempo!

Fuutarou se rio a medias divertido. – Solo quería ver cuánto ibas a aguantar hasta llegar al punto. Sí, claro que lo recuerdo. ¿No estabas trabajando a medio tiempo con Shimoda-san? ¿No se suponía que también te estaba ayudando?

- Estoy muy agradecida con la ayuda de Shimoda-san. En serio lo estoy. Ha sido una gran maestra hasta ahora, pero enseña en una escuela para nivelación. Shimoda-san me contó que los estudiantes en nivelación son muy diferentes de los regulares. Es difícil explicarlo, pero será bueno que amplíe un poco mis horizontes, como dicen. – Un sonido chasqueante escapó de los dientes de Itsuki. – Y por horrible, horrible que haya sido la experiencia... aún tengo mucho que aprender de ti. Sobre lo que significa enseñar a alguien. Es solo que no supe cuándo sería el momento apropiado para sacar el tema. Y la razón por la que te lo cuento ahora es porque... algo me sucedió el otro día.

- ¿Algo te sucedió?

- Yo... acompañé a Yotsuba a casa de una amiga de la preparatoria. Al parecer han estado en contacto cercano, y Yotsuba mencionó algo sobre necesitar ayuda con algo, aunque no me respondió cuando se lo pregunté. Mientras las dos estaban hablando, me quedé esperando en la sala con su hermanita pequeña. Aparentemente, la hermana de nuestra amiga necesita ayuda con sus tareas, y pensé que podría pasar el tiempo ofreciéndole ayuda...

Antes de continuar, Itsuki de pronto bajó su cabeza avergonzada. – No podría tener más de siete años de edad, pero cuando traté de explicarle multiplicaciones simples, ¡me miró como si estuviera diciendo cosas sin sentido! Hice lo mejor que pude para ayudarla, me tomé mi tiempo explicando, le di ejemplos, pero nada de eso sirvió. Hasta yo misma me confundí con mis propias explicaciones, como si no las pudiera resolver por mi cuenta. ¡Hablo de conceptos de segundo grado, Uesugi-kun! ¡Segundo grado! ¡Fue humillante!

Hubo un breve momento de pausa cuando Itsuki terminó, y Fuutarou se había levantado de su silla, dirigiéndose hacia el pequeño librero. Se puso a buscar entre los títulos antes de sacar uno, dos, y finalmente tres libros. – Estos son los libros que me traje aquí a Tokio. – dijo Fuutarou mientras tomaba asiento al lado opuesto de Itsuki. – ¿Puedes despejar un poco la mesa?

- ¿Qué son estos? – Itsuki cogió algunos de los títulos. – Cómo ser un mejor tutor... La guía comprensiva para tutorías... Cómo hacer que tus estudiantes tengan éxito: Las cualidades definitorias de un gran profesor... Uesugi-kun, estos son...

- Eres libre de tomarlos prestados, siempre y cuando me los devuelvas. – dijo Fuutarou, luego deslizándole una libreta de notas y lápices. – No se me ha olvidado la promesa que te hice cuando nos graduamos. Pero recuerda lo que te dije, no siempre será fácil. Y tampoco yo. Soy un profesor directo y difícilmente podemos vernos a los ojos. ¿Segura que estás lista para ello?

- Yo... – Itsuki miró los contenidos sobre la mesa. Estos no eran libros nuevos. Algunas esquinas de páginas estaban ligeramente dobladas, mostrando que habían sido leídos y releídos meticulosamente muchas veces. Había diminutos marcadores asomándose por diferentes secciones de cada libro, organizadas cuidadosamente. Fuutarou Uesugi era inteligente, eso Itsuki no tenía problemas para admitirlo. Pero la inteligencia por sí sola no era lo que hacía a un gran profesor. No, eso era algo muy diferente. – Por supuesto. – replicó ella finalmente – Si eres tan amable... por favor enséñame, Uesugi-sensei."

- Tendremos mucho por cubrir antes de la entrevista de Ichika. – El chico levantó un lápiz, e Itsuki hizo lo propio. – Vamos a ver aquí...

(-0-)

Siendo sincero, Fuutarou todavía tuvo que hacer algunos ajustes cuando se trataba de la gran escala de la ciudad de Tokio. Los trenes que daban vueltas serpenteando por todos lados a través de una compleja red, esparcida a lo largo y ancho de docenas, tal vez de cientos de kilómetros, mientras había una abundancia equivalente de citadinos reuniéndose en cada estación. Incluso pasando cada día de su vida actual en esta ciudad, Fuutarou habría tenido sus dudas de qué tan bien conocía su camino. Nada como en casa, al menos. Y ciertamente no tan profundo en el corazón de la ciudad.

Para cuando llegó la noche, Fuutarou e Itsuki se encontraron entrando cautelosamente en el vestíbulo decorativo de un teatro bastante extravagante. Los paseantes por la tarde y los observadores nocturnos se reunían alrededor de la gran marquesina, donde enormes letras anunciaban con orgullo a los invitados para la noche.

Aunque había bastante jaleo por el show, Ichika les dijo que al menos tenían suerte de que esta noche no iban a presentarse celebridades más grandes y famosas, en lugar de, como citaron textualmente, "un montón de novatos con suerte". Aun así, era una experiencia completamente nueva para cualquiera de ellos. Para empezar, como eran amigos y familiares de los invitados al show de entrevistas, les sorprendió descubrir que serían escoltados profesionalmente a sus asientos especiales reservados, en primera fila.

- Por fin llegamos. – Itsuki soltó un suspiro de alivio, y luego se dejó caer en los almohadones de su asiento. Exhausta tras las implacables horas de estudiar, Itsuki comenzó a cuestionar qué parte de ella extrañaba tener a este chico como su tutor. Era como si no hubiese cambiado nada entre ellos; Fuutarou era igual de estricto que siempre y no se contuvo nada con sus expectativas. – Habríamos llegado antes si no me hubieras sacado un examen relámpago al final. ¡Solo era la primera lección!

- Si no lo hubiera hecho, no habrías aprendido nada. – replicó Fuutarou. – Y tú fuiste la que me hacía preguntas al final. Acertaste la mayoría a la primera, así que podríamos haberlo dejado así.

- Bueno, no es mi culpa que hayas puesto tan confusas esas preguntas. Podría haberlas respondido bien todas, además, creí que teníamos bastante tiempo. fuiste el que nos metió a bordo del tren equivocado.

- No te adelantes, Itsuki. – Le devolvió una mirada fulminante. – Siempre fuiste muy lenta para aprender cosas a la primera; no te alabes pensando que te saldrá todo perfecto al primer intento. Y hey, dame algo de respiro, solo llevo viviendo aquí cuatro meses, no cuatro años. Casi nunca me adentro tanto en la ciudad. Deberías haberme ayudado viendo el mapa en vez de quejarte por el hambre.

- Estudié demasiado tiempo, ¡por supuesto que me daría hambre! Íbamos tan deprisa que no pude ni comprar algo rápido en el camino aquí. Y me resulta difícil de creer que no tengas al menos algún bocadillo guardado en tu despensa.

Fuutarou le lanzó una mirada medio interrogante, medio irritada. – ¿De verdad? De todo lo que acabo de decir, ¿eso fue lo que te molestó? – Sacudió su cabeza. – No importa. Ya no tiene caso seguir discutiendo con eso. Lo importante ahora es que llegamos a tiempo. ¿A qué horas comienza?

Itsuki miró su teléfono. – Uhm... en poco más de cinco minutos. Wow, el lugar de verdad comienza a llenarse, ¿eh? – Se puso la mano en el estómago, sintiendo como si tuviera mariposas revoloteando por sus tripas. – Ah... ¡qué nervios! Y eso que ni siquiera yo soy la que van a entrevistar; ¡no puedo imaginarme cómo hará Ichika para mantener la calma frente a tanta gente!

Algo sobre la audiencia hizo que Fuutarou echara un vistazo a su alrededor. Un show de entrevistas como Tokyo Stars Live tenía una gran cantidad de seguidores en el horario estelar de Tokio, y un boleto para asistir a un programa en vivo debía costar decenas de miles de yenes. Un asiento reservado era algo que jamás habría esperado recibir; no habría tenido ningún problema en verlo desde casa igual que el resto de las hermanas. Cuando Ichika mencionó en broma al agente del estudio que tenía familia de cuatro hermanas, tristemente le dijeron que con el gran número de miembros de reparto que serían entrevistados esta noche, solo podían permitirse tres invitados por actor o actriz. Con Itsuki siendo la única hermana cuyo horario le permitió un viaje a Tokio en esta ocasión, y siendo Fuutarou una opción obvia, eso solo les dejaba un boleto más para...

- Lamento llegar tarde. – A pesar de los murmullos de todos los miembros de la audiencia, la voz profunda que emitía cada palabra llegó hasta los oídos de Fuutarou. Una que medía muy bien cada una de sus palabras, especialmente a quienes estaban frente a él.

- ¡Padre! – replicaron al unísono Itsuki y Fuutarou, aunque la de Fuutarou fue algo más dudosa. Frente a ellos se encontraba un hombre alto con un traje elegante, de cabello oscuro que le caía a ambos lados de la coronilla. Sus ojos eran agudos y estrechos, con una mirada de indiferencia hacia los dos. Maruo Nakano, padrastro de las hermanas quintillizas, y anterior empleador de Fuutarou Uesugi, a quién este último no había visto desde su graduación de preparatoria.

- No tienes razón para llamarlo "padre".

- No tienes razón para llamarme "padre".

Sujetas en las manos de Maruo había dos bolsas de plástico que le ofreció a su hija menor. – Aquí tienes, Itsuki. – le dijo. – Tuve que detenerme en una segunda tienda de comestibles por el camino. Dos bollos de croquetas, un bollo de curry, onigiri de atún, onigiri de anguila, y también te traje un contenedor de karaage. Tal como lo pediste.

Una sonrisa de deleite se formó en el rostro de Itsuki, comenzando a desenvolver el primer objeto. – ¡Gracias, padre!

Si no fuese por el crujido del plástico, y los ruiditos que hacía la chica al masticar, Fuutarou habría pensado que esta situación era algo incómoda de manejar. Pensaría que era conveniente, pero eso importó muy poco cuando Maruo intencionalmente tomó el asiento en medio de él e Itsuki. Con la espalda derecha y las piernas cruzadas pacientemente, Maruo se sentó sin muchas ganas de comenzar una conversación mientras los minutos transcurrían lentamente.

Fuutarou soltó un quedo suspiro de alivio. Lo peor que se le ocurría era que alguno de los dos sacara el tema de...

- Ha llegado a mi atención, Uesugi-kun, que tú e Ichika han comenzado a salir. – Sus palabras eran duras como piedra, acompañadas de una mirada inquisitiva sin necesidad de girar la cabeza.

Si Fuutarou no se hubiera estado esperando este escenario exacto, habría sido un gran tonto. Tuvo suficientes días para anticiparlo y nada le hizo sentirse mejor que decir con todo respeto: – S-s-sí, señor Nakano-san. Estamos juntos.

- Ya veo. – Maruo hizo una pausa. – Bueno, nunca he sido alguien que cuestiona las decisiones de mis hijas. Y ciertamente no las de Ichika.

- Tiene usted toda mi gratitud. – Fuutarou se inclinó respetuosamente. – Puedo asegurarle que yo...

- Sin embargo, – interrumpió Maruo – no puedo decir lo mismo de ti, Uesugi-kun. Confío en que nosotros, como antiguo empleador y empleado, mantengamos nuestro profesionalismo bajo los términos de nuestro contrato lo mejor posible. Por supuesto, estoy al tanto de todas las veces que sobrepasaste tus límites como su tutor. Como su padre, me sentí conmocionado de descubrir que eso se extendía románticamente. ¿Podría confiar en que al menos, como su tutor, no te hayas comportado mal o cruzado ninguna línea, de ninguna manera bajo mis términos?

En estos momentos, Fuutarou se preguntaba por qué intentaba reunir valor para hablar. Estos dos últimos años fueron probablemente los más difíciles que había tenido que pasar, pero no se arrepentía de nada. Ni de los amigos que hizo, ni de los recuerdos que atesoraba, y ni por un segundo de la chica que más admiraba. Enderezó su postura, igualándola con Maruo. – ¿Como su tutor? – comenzó a hablar Fuutarou. – Le aseguro que no he hecho sino lo que usted me pidió, señor Nakano. Sin embargo, si me lo permite, quiero hablar como alguien de su misma edad, que las considera a las cinco sus amigas más cercanas. No hay nada que no haya hecho si no fuera porque de corazón les deseo lo mejor a todas, trátese de sus calificaciones, sus problemas, o de sus sueños. Seguro usted lo entenderá, si fue por decisión de ellas.

»En cuanto a mi relación con su hija mayor... – continuó Fuutarou. Miró hacia el set, donde varios de los del equipo de filmación comenzaban a posicionarse. Un escenario digno de alguien en quien él había puesto toda su fe con sus talentos, y la luz que brillaría intensamente cuando él mirase en su dirección. Cómo ansiaba esos momentos que quería pasar con ella, resonando con fuerza en su corazón. – ... Yo ya me había enamorado de Ichika desde antes de darme cuenta. Por eso no puedo decir con certeza si crucé la línea primero como su tutor, o como su amigo. Aunque, tal vez debería ser yo el que cuestione su decisión, ya que no sé qué pudo ver Ichika en un solitario obsesionado con el estudio como yo. – Se rio un poco, dejando atrás una cálida sonrisa. – Pero lo que sí sé con certeza, es que Ichika se enojaría mucho conmigo si hiciera algo como eso.

- Ya veo. – Maruo lentamente retornó su mirada al escenario. Cerró los ojos, sin ofrecer nada más que un silencio contemplativo, antes que las luces sobre la audiencia se apagaran, y cerraran la cortina de su conversación. – Ah. Ya comienza.

Las luces atrajeron la atención hacia el decorativo escenario central, acompañado por el fuerte coro de la banda en vivo. Hubo aplausos y las cámaras se giraron para dar la bienvenida al hombre de traje que corrió enérgicamente hacia el escenario, agitando ambas manos hacia la audiencia mientras enviaba besos desde sus palmas. No se veía mayor de finales de sus treintas, con pelo corto y negro bien repeinado hacia atrás, gafas sin marco sobre la nariz, y una gran sonrisa para dar la bienvenida a su audiencia. Confianza y carisma marcaba cada uno de sus gestos, una cualidad nada sorprendente para un anfitrión de show de entrevistas en Tokio. Ryushi Haga, anfitrión de Tokyo Stars Live. Un show nocturno que se especializaba en su repertorio de actores y artistas invitados especialmente.

Al terminar la música, la audiencia se quedó callada, y el anfitrión comenzó su introducción. – ¡Buenas noches, damas y caballeros! Esto es Tokyo Stars Live, y yo soy su anfitrión, Ryushi Haga. ¿Cómo nos encontramos esta noche? – Su voz era a la vez poderosa y amigable, atrayendo ligeros aplausos antes de continuar con el resto de sus líneas de apertura. Nada demasiado extravagante, sino sutilmente intrínseco para llevar a lo que sería el verdadero plato fuerte del show.

- ... muy bien, suficiente de todo eso. – continuó Haga. – Esta noche, tenemos un grupo de invitados muy especiales. Estoy seguro de que habrán oído sus nombres zumbando por el internet... o tal vez, ¡tal vez no lo hayan hecho! Porque en el show de esta noche, aprenderemos a esperar lo inesperado. Los nombres pueden salir de los sitios menos esperados, aparentemente de la nada, y tal vez quieran quedarse para ver hasta dónde llegan. Hablo por supuesto de las superestrellas más insospechadas, la creadora detrás de cámara, la nueva sangre de las películas, cuya película independiente, El Acertijo Carmesí, tomó por sorpresa a todos los amantes de las películas por todo el país. ¡Demos la bienvenida a la directora de El Acertijo Carmesí, Yusa Masaki!

La audiencia aplaudió mientras la mujer de treinta años hizo su aparición en el escenario. Para muchos televidentes, los pequeños gestos que hacía la joven directora podrían verse extrañamente peculiares y adorables, aunque si cualquiera en los asientos delanteros tuviera una sospecha, podría percibir algo del nerviosismo de Yusa Masaki con todo lo sucedido. Eso no era una sorpresa muy grande; tal vez fuese su primera vez enfrentándose a un público tan grande, y que se transmitiría en vivo para que todos lo vieran. A una edad muy joven de treinta años. Para su gran alivio, pudo tomar asiento en el sofá para invitados luego de estrechar manos con el anfitrión.

- ... y junto con Masaki-san esta noche, – continuó el anfitrión – tenemos todo un paquete esperando para nosotros. ¡Un fuerte aplauso para el resto del elenco principal! ¡Misako Morioka, Misao Yuuma Tarou Nagisa, e Ichika Nakano!

Aunque a Ichika se le hizo difícil de ver, había algo de excitación luego de oír su propio nombre. Si se hubiera dado cuenta, tal vez lo habría descartado como que simplemente era el último nombre en ser llamado. Ella y sus colegas ingresaron en orden uno tras otro, siguiendo las pausas de cinco a siete segundos entre cada uno. Respirar, enderezar la postura, y seguir adelante. Ichika Nakano había hecho su aparición en público con una sonrisa orgullosa en su rostro. Vestida elegantemente, la joven actriz llevaba un vestido negro de tiras alrededor del cuello, con un cinturón marrón claro alrededor de su cintura, un pendiente con forma de candelabro en la oreja, y tacones negros con tiras en el tobillo.

Como si un rayo lo atravesara, Fuutarou sintió que su corazón se detuvo en el momento en que Ichika dio un guiño perfecto hacia sus asientos en la multitud. Una mirada tan bella como irresistible. Un tirón de coqueteo que rápidamente puso en marcha sus latidos y no sería fácil de olvidar.

Y si eso no lo mataba en el acto, tal vez lo haría la sensación de una mirada penetrante y fría de cierto padre sobreprotector.

Educadamente, Ichika ofreció sus saludos y formalidades al amigable anfitrión, antes de sentarse junto con el resto de sus colegas. Cruzó una pierna sobre la otra, esperando pacientemente mientras tomaban turnos para presentarse a sí mismos y sus roles respectivos en la película.

...

A cientos de kilómetros de distancia, esperando ansiosamente con los ojos fijos en la televisión de la sala, estaban las otras hermanas. – ¿Ya terminaron con la directora? – llamó la voz de Nino desde la cocina. Las puertas de la despensa se abrían y cerraban mientras se ponía a juntar botanas ligeras. – ¡Estoy harta de andar oyendo de ella todo el tiempo! ¡Yusa Masaki esto, Yusa Masaki aquello! ¿Es que la gente no se cansa de eso?

- Bueno, ella es la directora. – Miku partió una galleta de arroz entre los labios. – Es quien está prácticamente a cargo de toda la cosa. Por supuesto que le prestan mucha más atención a eso.

- Hmph. Creo que ya ha tenido suficiente atención para toda una vida.

Unas estrellitas brillantes se formaron en los ojos de Yotsuba, y la más excitable de las quintillizas rápidamente se acercó a la televisión. – No creo que yo jamás pueda ponerme algo así de adulto enfrente de tanta gente. ¡Ah! ¡Ichika lo lleva tan bien! ¡Solo mírenla, es famosa!

- No exactamente "famosa" todavía. – dijo Miku. – Pero es un gran paso para su carrera. Me siento muy orgullosa.

Nino se unió al resto de sus hermanas en el sofá. – Esos son los otros actores, ¿eh? – Sus nudillos se apoyaron contra su mentón mientras la entrevista seguía en marcha. – De verdad tienen esa aura con ellos. Sobresalen mucho.

- ¡Nino! ¿Ya me trajiste algo de...?

- Sí, sí. Toma. – Le arrojó la bolsa de chocolates a Yotsuba, casi dándole en la cara si no fuese porque la cuarta hermana tenía buenos reflejos.

- Entiendo a lo que te refieres, Nino. – dijo Miku. – Estamos acostumbradas a ver brillar a Ichika, y es interesante verla entre sus iguales. Buenas noticias, parece que ya finalmente pasarán al segmento para que hable el reparto.

- Por fin.

- Hey, chicas. – dijo Yotsuba, con la voz algo ahogada por tener todavía chocolate en la boca. – ¿Creen que podremos ver a Uesugi-san, Itsuki o papá cuando la cámara enfoque a la audiencia? ¡Quiero dar un vistazo más de cerca!

La entrevista continuó pasando el foco de la visión e inspiraciones de Yusa Masaki para dar vida a la película. Admitiéndolo, la joven directora era mucho más humilde de lo que se esperaría de alguien a quien consideraban prodigio, pero Masaki siempre desviaba muchos de los halagos a los actores y actrices que se sentaban junto a ella. Sostenía que sin ese talento aun por pulir y gran potencial, la película no habría llegado a ser lo que ella visualizaba.

Naturalmente, el interés del anfitrión dio la vuelta al escuchar las voces del reparto. Misako Morioka, una estudiante universitaria de 23 años que interpretaba el papel de Natalia Rustfield, la viuda que preparó el escenario y tono para la gran película thriller de misterio. Tarou Nagisa, un recién graduado de la universidad de 24 años que interpretaba el rol de Gregory Hughes, un detective amateur y uno de los tres amigos de la infancia de Natalia. Misao Yuuma, un actor en entrenamiento de 21 años, que interpretaba el rol de Vincent Chambers, el segundo amigo de la infancia e interés romántico tanto de Natalia como Charlotte en su juventud.

Y finalmente, Ichika Nakano. 18 años, actriz en entrenamiento y recién graduada de preparatoria. Su personaje, Charlotte Lilia, era una aspirante a fotógrafa y resultó ser la fuerza inesperada y crucial que movió toda la película. Con un rol tan importante en la cinta, una gran cantidad de preguntas y tópicos se dirigieron hacia la joven actriz. De hecho, la atención que recibía bien podría haberle ganado a Ichika la responsabilidad de llevar sobre sus hombros toda la película hasta su gran éxito.

- ... debo decir que es muy impresionante. – dijo Haga, el anfitrión del programa. – Tan solo tienes 18 años y lograste dar una actuación increíble. Ya he visto la película dos veces, y si me dijeran que esta actriz ACABA de salir de preparatoria, ¡jamás lo habría creído! Mi sobrina más joven es mayor que tú.

- ...fue un gran placer trabajar con Nakano-san. – respondió Yuuma, el colega de Ichika. – Cada día daba su máximo esfuerzo, y creo que hablo por todos aquí cuando digo que ha sido una gran inspiración para todos nosotros.

- ...Ahí vas de nuevo con Nakano-san. – continuó Morioka, la otra actriz. – Ya lo entendimos, Yuuma-san. Eres un gran fan de tu kohai. No me creerían el número de veces que estuvo animándola mientras filmábamos. Y SIEMPRE le iba a buscar un café, incluso cuando no la estaba pidiendo.

- ... Es la "bebé" del reparto, después de todo. – se rio Nagisa, el mayor de los actores. – Y tan linda como un botón. ¿No les parece el tipo de kohai al que desean mimar y darle motivación?

- Oh, ya basta, muchachos. – se rio Ichika. Estar en la posición de ser la más joven del grupo era algo diferente a lo que la mayoría de otros la habrían visto. Se encontraría al otro lado de provocaciones de parte de sus colegas superiores, pero no era difícil dejar pasar todo de manera casual. – Todos ustedes, incluyendo a Masaki-san, me cuidaron muchísimo. Me siento honrada de estar hoy aquí con todos ustedes.

Nino continuaba viendo la pantalla. – Saben, se me hace difícil recordar que somos quintillizas. Tenemos la misma edad y nos vemos exactamente iguales, pero ver a Ichika en la pantalla así... es otra onda, ¿no? Es una actriz natural.

- Yo me sentiría muy nerviosa... – dijo Miku, temblando un poco en su asiento. – Ichika se lleva muy bien con todo mundo.

- Sí, bueno, ese tal Yuuma parece llevarse demasiado bien con ella... – Nino entrecerró los ojos, como si creyera que su amenaza podría viajar a través de la televisión. – ¡Ya tiene un novio, amigo! ¡Respétala!

...

El interés en las vidas de los jóvenes actores y actrices se convirtió en el centro de atención tras la larga discusión sobre la película. Haga, el anfitrión del programa, expresó su interés en el tema. Pensaba que todos los trabajos internos de un estudio de filmación más pequeño eran un tema poco explorado que nunca daba el mismo tipo de respuestas, ya que a menudo invitaba actores y directores de mayor renombre en la industria cinematográfica.

Chisme ligero, para ponerlo en términos sencillos. Como resultó, los errores humanos y las interacciones detrás de cámaras de un joven elenco fueron una perspectiva refrescante. Siendo que muchos de ellos eran relativamente poco conocidos con el público, tenía sentido que muchas de sus personalidades aún estaban por descubrirse.

Poco después, hubo un breve intermedio para el personal, los invitados y la audiencia. Itsuki metió su pañuelo de vuelta entre los bolsillos de su abrigo mientras salía del tocador. Aún quedaba algo de tiempo antes que el show se reanudara. Tal vez en algún lugar del vestíbulo ofrecieran bocadillos, o quizás...

- ¡Nakano-san! – dijo de pronto un desconocido a sus espaldas. – ¡Oh cielos, de verdad eres tú!

- ¿Eh? – Itsuki le dio una mirada confusa al extraño. – ¿Acaso te...?

- ¡Soy un gran fan de tu actuación! Sé que debes estar muy ocupada, así que no te quitaré mucho tiempo, ¡pero quiero decirte que siempre te estaré apoyando!

Algo finalmente hizo click en la cabeza de Itsuki. – Oh, lo siento. Debes haberte equivocado, yo...

- Espera, ¿esa de ahí es Nakano-san? – Una pareja que pasaba acababa de oír su conversación. – ¡De verdad es ella! Disculpa, si no es mucho problema, ¿crees que nos podemos sacar una foto contigo? Entenderemos si estás ocupada.

- Y-yo no soy... – Unas cuantas cabezas más se habían girado en su dirección.

- ¡Mis amigos y yo adoramos tus actuaciones, Nakano-san!

- ¿Vas a protagonizar en alguna película pronto?

- ¡Cásate conmigo, Nakano-san!

La conmoción ya se había elevado a un nivel abrumador para la confusa pelirroja. Combinada con lo exhaustivo de sus lecciones de la mañana, Itsuki apenas pudo manejar sus pensamientos dispersos. ¿Cómo se suponía que contestara a alguna de estas preguntas? ¿Cómo aclararía el malentendido? ¿Cómo...?

Sintió un tirón en su muñeca, y apenas pudo procesar el pensamiento de luchar contra él antes de encontrarse siendo jalada lejos de la multitud y arrastrada hacia una esquina vacante del vestíbulo. Para cuando Itsuki se había dado cuenta, Fuutarou le había indicado mantener la voz baja. – Debiste haber visto venir eso, Itsuki...

- Gracias, Uesugi-kun... – murmuró Itsuki. – Honestamente, ¿cómo le hace Ichika para manejar esas cosas? Es demasiado...

- Podemos quedarnos aquí un rato mientras vuelve a comenzar el show. ¿Eso está bien para ti?

- Está bien, pero... – Todavía con esa mirada confusa, Itsuki se rascó rígidamente detrás de su cabeza. – ¿Cómo lo llevas, Uesugi-kun? ¿Todo está bien?

- ¿Huh? ¿De dónde vino eso?

- ¡Solo intento ser amable! Parecía que algo te estaba incomodando durante el show.

- Probablemente sea porque tu papá es demasiado aterrador. Espera, ¿me estabas viendo? Eso es... algo raro.

- No, no es eso, me pareció que... – Itsuki suspiró, y entonces decidió esperar antes de volver a iniciar. – Mira, ya todas sabemos sobre... esa charla que tuvieron tú e Ichika. También nos ha dado muchas vueltas en la cabeza. Yo... no sé nada de estar en esa posición, pero imagino que debe ser algo difícil. Parecía serlo también para Ichika, y normalmente no lo demuestra.

- Oh, conque ya les contó, ¿eh? – Cansinamente, Fuutarou apoyó la espalda contra la pared, y cerró los ojos. – Bueno... eso no debería sorprenderme. No es que esperaba que lo mantuviera en secreto o algo. Supongo que... así son las cosas.

- Has... cambiado mucho, Uesugi-kun.

- ¿Huh?"

Itsuki miró por la esquina del ojo. – No sé por qué pensé que sería apropiado preguntar por... ese tipo de cosas que suceden en tu vida, pero si lo hiciera, me habría esperado que dijeras que me ocupe de mis propios asuntos. De nuevo, no sé por qué te lo estoy preguntando, pero... si hay algo que te da vueltas en la cabeza, no puedo garantizar que seré de ayuda, pero al menos te escucharé. Desde luego, si no lo hay... entonces... bueno, entonces supongo que...

Su pequeño discurso se vio interrumpido por una risa divertida. – Realmente te haces un enredo, ¿lo sabías, Itsuki? – dijo Fuutarou.

- ¡Pues discúlpame por tratar de ser considerada! – Itsuki cruzó sus brazos, volteándose con las mejillas hinchadas. – Lo que sea. Si dices que no es la gran cosa, entonces no ha de serlo. Esta será la última vez que intento...

- Gracias, Itsuki. – dijo Fuutarou. Todavía tenía encima esa sonrisa divertida de cuando se rio de ella, aunque esta vez había una extraña resolución detrás de ella. Como si sus palabras le hubiesen dado un breve respiro de los problemas en su mente. – Lo digo en serio. Es algo difícil para mí hablar de este tipo de cosas, y no sabía que lo estaba haciendo tan obvio. La verdad es... no sé cómo debo sentirme al respecto. Ichika y yo hemos estado saliendo desde hace solo unos meses, y entre su carrera y lo rápido que han sucedido las cosas... debí esperarme algo como esto eventualmente. Solo que no sabía cuándo.

- Adelante, Uesugi-kun.

Todo había sucedido poco antes de la semana pasada. La popularidad se había disparado no solo por el ingenio de El Acertijo Carmesí, sino por la joven actriz pelirrosa haciendo su gran debut. Las tendencias habían surgido, y aunque eran pocos por ahora, los fans de la actriz Ichika Nakano iban en aumento. Números de búsquedas, contadores de visitas de películas viejas, hilos de discusión online, todo iba incrementándose a medida que pasaban los días. Oda, siempre siendo un asiduo manager, rápidamente tomó la oportunidad, y comenzó a aconsejar a la quintilliza mayor sobre cómo lidiar con la fama en aumento. Y una entrevista era una oportunidad única en la vida de sentar las bases.

Relaciones públicas.

Específicamente, un consejero de relaciones públicas. Con sus extensivas conexiones por toda la industria, Oda había llevado a Ichika con uno de sus consejeros más confiables, quien en el pasado había trabajado de cerca con celebridades de renombre en etapas tempranas de su carrera antes de convertirse en los titanes de la cultura pop que eran hoy día. Todo lo que Ichika sabía sobre las entrevistas era gracias a sus extensivas sesiones y consejos. Cosas pequeñas como lenguaje corporal, tono, postura y técnica. Formas de calmar los nervios, trucos para sonar más atractiva, confianza para inspirar apoyo. Por supuesto, Ichika tenía talento natural para todo eso. La actriz había perfeccionado casi todos los componentes que había en el carisma, cada palabra que atraería a sus televidentes, y cada gesto que encarnaba el glamour y la gracia.

Casi todo.

Una actriz como Ichika era atrayente de muchas maneras. Talentosa, carismática, honesta y hermosa en todo sentido. Había dos lados de crear relaciones públicas con los fans: mantener una buena imagen y evitar una mala. Cuando Ichika le respondió que efectivamente se encontraba en una relación romántica con alguien, el consejero profesional solo pudo dar la respuesta que ella esperaba. Los fans no se sentirían muy felices de saber eso. Algunos inmediatamente perderían interés. Ideal e inspiradora, pero no imposible de obtener, aunque las oportunidades fuesen astronómicamente bajas, la imagen perfecta de ella debía permanecer exactamente así. Perfecta.

- "No estoy diciendo que debas seguir todos los consejos que te di." – le había dicho el consejero a Ichika. – "Pero revisando los datos y las tendencias populares, sería el mejor movimiento de relaciones públicas, y lo mejor para tu carrera, si reconsideraras fuertemente mantener tus relaciones románticas privadas. Los escándalos de citas son una dura realidad en esta industria. Entre relaciones y carreras, he visto que siempre uno o el otro termina mal. A veces ambos. Sé que nadie quiere oír eso, pero ese es mi consejo para ti."

No había mucho más que decir siguiendo ese último consejo. Lo único que Ichika pudo hacer fue jalarse la lana de su suéter, mostrando aquella sonrisa falsa. – "Lo entiendo." – dijo ella finalmente. – "Recordaré su consejo, y lo tomaré en consideración. Gracias por toda su ayuda."

- ...así que al final, ¿todavía no lo han resuelto? – dijo Itsuki luego de escuchar todos sus problemas. La mirada en su rostro cargaba emociones entremezcladas, pero ninguna podía formar pensamientos conclusivos. – Eso... yo... creí que ustedes dos llevaban las cosas muy normales esta mañana, pero no tenía idea. ¿Acaso significa que ustedes dos están...?

- No. – la interrumpió Fuutarou. – Es solo que Ichika ha tenido demasiado en su mente estos días. Esta es una gran noche para ella y su carrera; no quise echarle encima más problemas de los que ya tiene. Solo no hemos tenido oportunidad de hablar de lo que deberíamos hacer. Antes de darme cuenta ya había llegado la noche. – Se quedó callado por un momento, antes de enderezarse. – Ahora vamos, parece que ya están dejando volver a entrar a todos. Deberíamos volver antes que...

- Uesugi-kun. – No había mucho que Itsuki pudiera decir en ese momento. Nada excepto algunas palabras de honestidad. – Tú... no tienes que ser tan considerado. No todo el tiempo.

- No entiendo a lo que te refieres, Itsuki. Ya te lo dije, no quiero que...

- ¿Qué es lo que quieres decirle, Uesugi-kun? – Itsuki jaló suavemente la muñeca del cárdigan beige que Fuutarou llevaba puesto. Lana virginal y bien cosida de la mejor calidad, demasiado cara para alguien tan quisquilloso con los gastos, pero que tercamente se lo obsequió la persona que más atesoraba en el mundo.

"No tienes que llevarlo todo el tiempo...", fue lo que Ichika aquella noche iluminada por las luces nocturnas. El frío de la brisa del atardecer que llenaba el espacio entre ellos, y la calidez de su sonrisa que hizo que todo eso se fuera, "...pero cuando veas esto, quiero que sepas que siempre estoy pensando en ti. Siempre."

Él deseaba que Ichika se enfocara en su carrera. Deseaba lo mejor para sus sueños. Y más que nada, deseaba egoístamente tener su propio lugar a su lado en todo momento.

- ¿Eso estaría... bien? – murmuró Fuutarou para sí mismo, demasiado quedo para que Itsuki lo escuchara. Pero la expresión en su rostro decía más que suficiente.

- Sé honesto con tus sentimientos, Uesugi-kun. Estoy segura que llegarán hasta Ichika.

(-0-)

Las luces volvieron a enfocarse en el escenario central. En una batalla a todo o nada de carisma y conversación, el show rápidamente reasumió su ritmo impoluto. Cuatro actores acompañados de una tímida directora, y el enérgico anfitrión que nunca fallaba en sacarles risas a quienes lo rodeaban. Antes de marcharse, Haga había expresado interés en los detrás de cámaras durante las filmaciones de la película. Las historias de lo que pasó luego de lo que las cámaras dejaban de grabar tras una escena dramática, la camaradería compartida que brotaba entre extraños y los convertía en colegas, y los errores y bloopers que nadie llegaba a ver.

- ...de hecho, y lo crean o no, ¡esa parte fue improvisada por Nagisa-san! Me sentí tan inspirada que pensé que debíamos dejarla en el producto final...

- ... ¡y Yuuma-san se olvidó de decirnos que era alérgico al camarón! Tuvimos que dejar de filmar y llevarlo deprisa al hospital...

- ...nos reunimos algunas veces luego del día, y fuimos a los bolos y al karaoke. Morioka era el más familiarizado con el área, así que nos llevó a algunos de los mejores lugares. Me encantaría volver y...

- ...de hecho nos asustamos un poco de Nakano-san luego de la última toma en una escena específica con Charlotte. ¡Lo actuó demasiado bien! Especialmente cuando ¡ah!, esperen, no debo dar spoilers, pero solo digamos que ninguno fue a ningún restaurante que servía los aperitivos con un tenedor por el resto de esa semana...

- ... una vez, durante una escena en medio de la película, una de las máquinas de efectos especiales sufrió una falla y activó los aspersores. Por suerte no se dañó nada del equipo, pero todos terminamos empapados. Estábamos así de cerca de terminar una escena clave con Charlotte, y habría odiado si Nakano-san pillaba un resfriado en un momento tan importante. Yo tengo un buen sistema inmunitario, así que corrí todo el camino hasta mi auto en el estacionamiento para darle mi abrigo. ¿Lo recuerdas, Nakano-san?

- ...oh, por supuesto que lo recuerdo, Yuuma-san. Fue muy dulce de tu parte...

- Saben algo, estoy percibiendo algo de química entre ustedes dos aquí. – dijo Haga luego de otra historia cordial entre los actores. – Los otros dos no estaban bromeando; ustedes dos parecen llevarse muy bien.

- Se los dije. – comentó Nagisa. – Esos dos fueron prácticamente inseparables durante la filmación. Ambos son los más jóvenes, así que tiene sentido que los pilláramos holgazaneando un poco antes que las cámaras volvieran a rodar.

- No es que fueran los más jóvenes por mucho, Nagisa-san. – replicó Morioka. – Más bien era que Yuuma-san siempre la estaba distrayendo, de todos modos. Siempre ha sido un poco bromista cuando está en el set y a mí también me ha distraído un par de veces.

- Qué mala eres, Morioka-san. – gimió Yuuma. – ¡Tomo mi trabajo con mucha seriedad, para que sepas! Pero, sabes, creo que es en parte cierto. Me he sentido muy inspirado por el talento de Nakano-san, e incluso mencioné en broma que los dos deberíamos tener una cita alguna vez, pero Nakano-san jamás me dio una respuesta directa.

- ¿Oh, de verdad? – Haga se inclinó con curiosidad desde los extremos de su escritorio. Sabía cuáles partes eran buenas para algo de provocación y algo de chisme, y nada parecía tan interesante ahora como algunas travesuras. – Nakano-san, ¿eso es cierto? Que hayas rechazado a un caballero tan apuesto. ¿Por qué fue? ¿Es su cabello? ¿Muy desordenado?

Para algunos, el pensamiento de estos dos saliendo no parecería una sorpresa. Igual que Ichika, Misao Yuuma era un actor joven en ascenso, poco menos de tres años mayor que ella, con algunos logros menores en el campo. Una experiencia fuerte y carismática no era poco familiar entre actores, y Yuuma se había ganado sus propios seguidores que alababan su buena apariencia y personalidad juguetona y amante de la diversión. Rumores había de que su prima era una actriz famosa, y que había recibido entrenamiento especial entre los mejores de los mejores.

- Oh no, no se trata de eso. – se rio Ichika. – Yuuma-san definitivamente es un hombre apuesto. No te preocupes.

- No es que quiera inmiscuirme mucho en su vida privada. – comentó Yuuma. – Todo fue algo de sana diversión, nada más.

- No nos mientas ahora, Yuuma-san. – dijo Morioka. – Todos sabemos lo mucho que te morías por llevar a Nakano-san a una cita. Hasta te pusiste de rodillas en una ocasión, y no te detenías hasta que te diera un sí o un no.

- ¿Y eso qué tiene de malo? ¡Pensé que al menos Nakano-san me diría si tiene novio o no! ¿Es demasiado pedir?

- Sí lo es. – dijo Nagisa con una risita. – ¿Te sorprende descubrir que tus encantos de niño bonito no funcionan con todo mundo? Tal vez ya deberías darte por vencido con Nakano-san.

- Oh, vamos, si ya la oyeron admitir que soy guapo, ¿verdad? – Le lanzó una sonrisa. – Eso significa que al menos debo tener una ínfima oportunidad, ¿o no? No nos hemos juntado mucho luego de terminar las filmaciones, así que no he tenido oportunidad de preguntárselo a Nakano-san. ¿Qué tengo que arreglarme? ¿Qué necesito para que aceptes tener una cita conmigo?

Ichika forzó una sonrisa. Se le había olvidado que el tacto no era algo compartido entre todos los actores y actrices, especialmente no entre los novatos como ella. Aunque no podía darle toda la culpa a Yuuma. No todos tuvieron el lujo de recibir consultas profesionales. Alguien como Misao Yuuma, que se valía mayormente de su abrumadora confianza, tal vez tenía problemas para poner ese límite.

¿Pero qué debía decirle? El tiempo que pasó con su consejero de relaciones públicas le había atormentado en la mente desde aquel día. Ser una actriz siempre había sido su sueño, y por supuesto, ella había vivido cada día de su vida trabajando tan duro para poder lograrlo. En algún punto en su vida, pensó que esto sería una decisión fácil. Probablemente habría sido más fácil simplemente abandonar la escuela, enfocarse en perseguir su carrera de actuación, y seguir diciendo mentiras.

Y ella odiaba cada segundo de cada pensamiento de eso. Hasta el último.

- No es por ti, Yuuma-san...

Sería algo muy simple. Como si lo hubiese ensayado antes, pensaba. Negarse a responder. Esquivar la pregunta. Podría decir algo en las líneas de "He decidido perseguir mi verdadero amor, la actuación. No creo que tenga tiempo para dedicarme a una relación".

¿Eso no sería otra mentira? ¿Debía importarle incluso a una actriz, cuyo fuerte era su habilidad de mantener una fachada convincente? Seguro que no tendría problemas en decir eso.

Y eso solo sería mentirse a sí misma.

Estaría mintiéndole al amor que sentía de parte de Fuutarou, sin importar lo distantes que parecieran. Traicionaría a ese latido turbulento de su corazón que surgía siempre que veía al chico que amaba. ¿Qué clase de cara haría Fuutarou en ese momento? ¿Le sonreiría, colocando su mano gentilmente sobre su cabeza, diciéndole que se mantuviera fiel a sus sueños y que marchara al frente sin arrepentimientos?

¿Qué razón podría tener para dudar? La respuesta era muy obvia.

Por los sentimientos de anhelo dentro de ella, demasiado exhaustos para seguir diciendo mentiras. Por la persona que se robó su corazón y su orgullo. Por sus vidas felices juntos, y al diablo con las consecuencias después de eso.

- ... es porque ya me encuentro felizmente en una relación con alguien a quién amo mucho, muchísimo. – Ichika intentó cubrir pobremente su sonrisa enamorada con sus dedos. Un simple momento de inocencia llena de amor, seguida por confianza entre sonrojos mientras la orgullosa actriz continuaba. – ... y cada momento que estoy con él, mi corazón se llena de tanta alegría, que no podría pedir a nadie mejor.

Esta historia continuará...

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