7. Celoso como un león enfurecido

Off observaba perplejo como Gun salía del hotel en brazos de un perfecto desconocido que no le daba buena espina. Su estómago se revolvió de irritación y miles de preguntas cruzaron por su mente. ¿Quién demonios era ese sujeto y que pretendía con Gun? ¿Con qué derecho se atrevía a tocarlo de esa manera? ¿Por qué Gun lo permitía? Y lo más importante ¿A dónde demonios habían ido?

—¿A dónde fue Gun? —preguntó en cuanto llegó con sus amigos que parecían tranquilos ante la salida del faraón.

—¡Joder Off! —Gritó Tay— me has dado un susto de muerte ¿De dónde saliste?

—¿A dónde fue Gun? —volvió a preguntar malhumorado ignorando a su amigo.

—Fue a pasear —respondió New temeroso de la reacción que Off pudiera tener.

—¿A pasear? —Cuestionó Off con sarcasmo— ¿A pasear has dicho? —claramente no estaba feliz con aquella respuesta.

—Eso fue lo que dijo, que iría a pasear —confirmó Tay importándole poco el malhumor de Off.

—¿Y con quién demonios salió a pasear Gun? —Off había sido absurdamente sarcástico cuando mencionó la palabra pasear— ¿Qué ustedes no piensan lo peligroso que puede ser que alguien más se entere de quién se trata realmente? —aquello era lo menos preocupaba al arqueólogo, pero era la manera perfecta de ocultar su celos, porque sí, estaba ridícula y locamente celoso, tanto que parecía un león enfurecido.

—El faraón se marchó con mi hijo —habló con calma Akhenaten— le doy mi palabra joven Off de que Singto no le hará daño aún si se enterase quién es él realmente.

—No me hace feliz que alguien más se sepa de su verdadera identidad —refutó Off sin embargo lo que realidad no lo hacía feliz era ver a Gun con alguien más.

Off quería gritar y maldecir a Akhenaten por haber llevado a su hijo a ese lugar, pero se contuvo de hacerlo porque no quería tener problemas con él. Desconocía cómo podría reaccionar ese hombre y además tenía mucha información muy importante sobre Gun, que los podía meter en problemas. Incluso lo creía capaz de hablar con las autoridades de su gobierno para prohibirle la entrada a Egipto, después de todo, sacar a Gun de las ruinas y ocultar su paradero podría considerarse como robo a la nación.

Mantuvo su mirada fija en Akhenaten mostrando su descontento y sin decir nada más se marchó a la habitación de sus amigos lugar en el que había pasado la noche. Tenía una idea en mente, si Gun había decidido que era un buen día para pasear por la ciudad, él también echaría una caminata por las calles en plan turista. La hermosa ciudad de El Cairo tenía mil y un lugares para visitar y no sería extraño encontrarlos por ahí, pero para ello tenía que escaparse de su fastidioso ex novio Bas que tal parecía no entendía de razones.

La temperatura a la sombra era de treinta y siete grados con una humedad del treinta nueve por ciento. Era la típica soleada y calurosa mañana que se suele disfrutar en aquella mística ciudad. No obstante, el agobiante clima no hacía que el flujo de turistas disminuyese, todo lo contrario, día con día llegaban más extranjeros maravillados con la extraordinaria historia del antiguo imperio egipcio.

Gun estaba acostumbrado a los climas extremos al igual que Singto, aunque la humedad de la actualidad no era la misma que en el pasado y sofocaba un poco al monarca antiguo. No obstante, ambos caminaban sonriendo y disfrutando de las abarrotadas calles llenas de vendedores ambulantes y negocios repletos con souvenirs relacionados con la cultura milenaria de la que tanto estaban orgullosos.

En su época, Gun no había visto un mercado tan grande y tan lleno de gente. Y mucho menos, había tenido la oportunidad de convivir con tantos extranjeros que adoraban la civilización en la que alguna vez vivió. En sus tiempos, Egipto tenía muchos inmigrantes griegos, pero ahora había personas de países de los cuales jamás escuchó hablar en el pasado.

—Escuché de Off que hay lugares en donde guardan todos los tesoros que extraen del desierto que pertenecían a los faraones antiguos —Gun le explicó a Singto— me gustaría poder visitar ese lugar ¿Crees que puedas llevarme?

—¿Quién es Off? —cuestionó Singto pues no recordaba que alguno de sus amigos que le presentó se llamase así.

—No pudiste conocerlo esta mañana pero él es un arqueólogo —fue la respuesta de Gun que no gustó para nada al egipcio.

—A diferencia de mi padre, yo no estoy de acuerdo con que vengan extranjeros a robarse lo que es nuestro —alegó con cierto resentimiento en su voz— los arqueólogos foráneos son unos oportunistas que lo único que hacen es saquear nuestros tesoros para exhibirlos en los museos de sus países natales.

—Off no es un ladrón —defendió Gun alejándose un poco de Singto— a él le interesa conocer la historia y darla a conocer a las personas.

—Entiendo que defiendas a tus amigos, pero mi experiencia me dice que los arqueólogos que vienen de otros países solo lo hacen para hacerse ricos a expensas el pueblo egipcio —Singto mantenía su postura en relación con aquellos que exploraban las ruinas de su país natal.

—¿Qué me dices de los saqueadores de tumbas que no vienen de otros países? —el semblante sereno y pacífico de Gun había cambiado por uno enfurecido y encrespado, entendía el punto de Singto, pero no iba a permitir que se hablara mal de Off— no es necesario que juzgues a los visitantes de otros países por hacerse ricos con nuestros tesoros cuando en casa tienes una amplia y basta camada de perpetradores de tumbas que perturban el sueño de sus antiguos faraones —el punto de Gun era indiscutiblemente válido y Singto lo sabía— esos vándalos no hacen otra cosa que tomar lo que no es suyo y venderlo en el mercado negro en donde se pierden para siempre, Off al menos reporta sus hallazgos y deja que otras personas puedan observarlo.

Si Gun sabía eso, era porque en su propia época existía el tan famoso y ancestral delito de robar las pertenencias que se enterraban junto con el faraón. Aquellos bienes eran codiciados por hombres sin escrúpulos que, en su afán de conseguir riqueza, vendían los tesoros nacionales en otros pueblos lejos de Egipto. Eso era lo que le había dicho el cuidador de tumbas al cual solía visitar y su propio padre también. Y Gun, en aquel entonces el sucesor al trono Deia Mon, creía en firmemente en ambos.

—No lo había pensado de esa manera —admitió Singto— pero tienes razón, nuestra propia gente se encarga de borrar de la historia gran parte de nuestra cultura antigua —dio dos pasos y tomó las manos de Gun entre las suyas— no quiero que tengas una mala impresión de mí, disculpa si de alguna manera he ofendido a tus amigos, si me lo permites me gustaría poder llevarte a ese museo al que tanto quieres ir —Gun miró sus manos unidas y asintió con la cabeza sintiéndose todavía molesto.

Singto le regaló una sonrisa y sin soltar su mano lo llevó rumbo al tan famoso museo de El Cairo. A Gun le hubiera gustado explicar que Off no era su amigo, sino su infructuosa alma gemela, pero como éste ya tenía a alguien a quién le había dado su corazón, él era quien sobraba en esa época. Sin embargo, no mencionó nada. Gun era consciente de que nadie debía enterarse de quién se trataba realmente, Off fue muy claro con eso cuando lo escondió en su casa de campaña del resto de los trabajadores de Akhenaten.

Si alguien más descubría su verdadera identidad, se lo llevarían, lo alejarían de Off. Y aunque en realidad sabía que iba a quedarse poco tiempo, ese tiempo quería pasarlo cerca de él pese a que Off estuviera con su prometido. Incluso hubiese querido que fuera Off y no Singto Munra la persona que lo llevase al lugar que en el presente se llamaba museo.

—He aquí el famoso museo de El Cairo —Singto lo sacó de sus pensamientos anunciando que estaban afuera del recinto.

—Es muy bonito, pero no se parece en nada a las edificaciones egipcias —comentó Gun al admirar el edificio.

—Lamento decepcionarte, fue diseñado por un arquitecto francés con estilo neoclásico —informó el egipcio— pero no te preocupes, en noviembre de este año se tiene previsto inaugurar las nuevas instalaciones del museo cuyo diseño arquitectónico es meramente inspirado en nuestra civilización antigua.

Gun sonrió. No podía hacer nada más. No tenía idea de lo que se refería Singto con inaugurar y mucho menos sabía quién, cuándo, cómo o dónde era noviembre. Así que soltó su agarre de Singto y caminó directamente hacia la entrada del museo. Se preguntaba que tanto había guardado ahí. Dudaba que fuera mucho pues en su época muchas personas se encargaban de cuidar las tumbas de los faraones y se castigaba con el exilio o la muerte a las personas que se atrevían a cometer tan despreciables actos.

Pero sus ojos quedaron impresionados ante la enorme cantidad de objetos que, cuidadosamente colocados, eran exhibidos en aquel lugar. ¿No se suponía que había custodios cuidando las tumbas? ¿De dónde demonios habían sacado todos esos tesoros? ¿Ningún faraón había podido trascender a la otra vida por culpa de los saqueadores? ¿Singto tenía razón y entonces Off era un ladrón de tumbas?

—No imaginé que fuera a haber tantas cosas —susurró con tristeza—pensaba que...

—¿Qué pasa Gun? —preguntó Singto al ver su semblante deprimido.

—Pensaba que todos los faraones habían logrado trascender a la otra vida, pero si han robado toda sus pertenencias ellos...

—Gun, tú mismo lo dijiste —Singto tomó el rostro el faraón entre sus manos— arqueólogos como tus amigos han hecho posible de que esos tesoros no se pierdan ni se vayan de Egipto.

—¡Pero se han llevado todo! —Gun elevó sus voz mostrando su descontento— han perturbado la transición de los monarcas antiguos.

—¿Cómo sabes que es todo? —Singto preguntó sintiéndose confundido con la reacción de Gun. Entendía el sentimiento nacionalista que el joven pudiese sentir, pero éste actuaba como si fuera su propia familia la que había sido ultrajada en sus tumbas.

Con delicadeza, Gun retiró las manos de Singto de su rostro. Ya había dejado pasar el hecho de que tomase sus manos con anterioridad, cosa que estaba prohibida, como para ignorar el hecho de lo íntimo que era aquella caricia sobre su cara. Nadie podía tocar al faraón, salvo su esposo o esposa y algún sirviente cuando tenía que atenderlo.

—No es que sepa que sea todo —mintió sabiendo que había hablado de más —es solo que aquí hay tantas cosas que me dejé llevar por el sentimiento de tristeza y pesar que seguramente los faraones tuvieron al darse cuenta de que en su otra vida no tendrían las riquezas con las que fueron enterrados.

—¿Crees en la vida después de la muerte? —preguntó Singto con una delicada sonrisa en el rostro dedicada al faraón.

—Por supuesto que hay una vida después de la muerte ¿Qué tú no lo crees? —Gun se sintió mareado cuando Singto negó con la cabeza.

—Nadie ha vuelto de la muerte así que no hay porque creer en eso —respondió el egipcio.

Fue entonces que Gun pensó que en realidad no era una buena idea ser amigo de Singto. El hombre era amable y gentil con él, pero su manera de pensar distaba mucho de la forma en la que Gun veía la vida. Un egipcio que no creía en la vida "post mortem" era considerado un blasfemo en el antiguo Egipto.

—Me siento un poco mareado, ¿Podemos ir por agua? —preguntó el faraón con incomodidad.

—Iré yo —Singto acarició los brazos de Gun preocupándose al verlo tan pálido —espérame aquí, no tardo.

Singto lo dejó en una banca ubicada cerca de la entrada de la sección denominada "El mejor gobernante de Egipto". Gun sabía que parte de su malestar no solo se debía por descubrir que Singto y él no tenían nada en común y que su amistad no podría ser, sino que su alma estaba siendo reclamada por Anubis para su juicio con Osiris.

—No quiero volver... —susurró Gun casi en un sollozo– por favor, no quiero volver...

De pronto, un enceguecedor brillo llamó la atención de Gun que con cuidado, entró a la sala contigua en donde pudo apreciar que se encontraban las pertenencias de su padre. Todo con lo que alguna vez había crecido, estaba ahí.

Se llevó una mano a los labios y sin poder evitarlo, las lágrimas bañaron sus mejillas. Ni siquiera su padre había tenido un descanso digno de un faraón. Todo su tesoro estaba ahí, incluido el sarcófago en el cual su cuerpo momificado había sido colocado. Corrió hasta el para toparse con una protección de cristal que no le permitía acercarse más.

—Papá... ¿Qué te han hecho?... —su llanto era lo único que se escuchaba en aquella solitaria área del museo— papá... —Gun se hincó frente aquel sarcófago y bajo la mirada sin dejar de llorar.

—No llores más mi pequeño y hermoso narciso —una suave voz hizo que Gun levantase la mirada hacia la tumba donde descansaba la momia de su padre.

—¿Pa... papá? —preguntó confundido.

La imponente figura traslucida del antiguo faraón Amon I se dejó ver frente a Gun. Su padre estaba ahí, delante de él, de pie, estirando su mano para ayudarlo a levantarse. Aquello era algo que no podía creer y sin embargo la emoción de ver a su progenitor lo hizo pegar un brinco y ponerse de pie para abrazar al hombre que le había dado la vida.

—¡Papá! —Gun rodeó el cuello de su brazo y sintió como éste correspondió el gesto.

—Mi amado hijo —susurró el rey de reyes.

—Papá, te he extrañado tanto —Gun se separó un poco de Amon I— pero ¿Cómo es que estás aquí? ¿Qué no se supone que partiste el mundo de los muertos para hacer tu viaje a la otra vida? ¿Los ladrones de tumbas interrumpieron tu viaje?

—Estoy aquí por el supremo y divino poder de nuestro omnipotente dios Ra —respondió su padre. Amon I, según la creencia antigua, era el hijo favorito del dios Ra, la divinidad egipcia representada por el sol y el cual era considerado como el dios de los dioses —él me ha permitido venir a ti para darte una advertencia.

—¿De qué se trata? —cuestionó el menor aunque ya tenía una vaga idea de lo que su padre quería decirle.

—Tienes poco tiempo para consumar tu unión con tu alma gemela, de lo contrario...

—Regresaré de donde vine – interrumpió Gun.

—No mi querido hijo, tu alma irá directamente al mundo de los muertos de donde jamás podrás volver —indicó Amon I.

—¿Qué quieres decir con eso? ¿No se supone que regresaré a vagar en el duat? —Gun no podía creer lo que su padre le estaba diciendo. Él conocía la maldición que los sacerdotes habían lanzado en su contra, ¿Por qué su progenitor le decía algo completamente diferente de lo que sabía?

—Si no se consuma su unión, es como si tu alma gemela te hubiese rechazado, no enlazarte con ella significaría que te no te ama y de ser así mueres —explicó el gran faraón— no hay motivo para vivir sin tu alma gemela, por eso es muy preciado cuando alguien llega a encontrar la suya.

En el antiguo Egipto, así como en muchas civilizaciones antiguas, los matrimonios eran concertados por los beneficios sociales, monetarios o políticos que de dicha unión pudieran resultar. Los matrimonios por amor era prácticamente inexistentes, mucho más si se trataba de miembros de las dinastías que ostentaban el poder en los territorios. Así que cuando alguien, sin importar la clase social a la que perteneciera, encontraba su alma gemela, hacía lo posible por concretar la unión.

—Seguramente los antiguos sacerdotes pensaron que jamás encontraría mi alma gemela y por eso lanzaron esa maldición sobre mí —dijo Gun con pesar— y lo que en verdad resulta irónico es que sí la encontré pero mi alma gemela no me ama.

—¿Cómo que tu alma gemela no te ama? —cuestionó indignado Amon I— Deia, estás equivocado al pensar que los sacerdotes actuaron pensando que no sabían de tu alma gemela, ellos incluso lo conocían y confiaron en que podría despertarte del sueño al que fuiste inducido, yo incluso confiaba en él también.

—¿Ellos conocían a mi alma gemela? —Aquella revelación aturdió a Gun— ¿Tú sabes de quién se trataba papá? Dime por favor quién era mi alma gemela.

—¿Está todo bien Gun? —éste giró su vista y se encontró con Singto observándolo con cara de confusión. Su padre había desparecido llevándose con él esa importante información. ¿Sería Ra tan benevolente como para dejar que tu padre se presentara ante él una vez más y le dijera quién fue su alma gemela en el pasado? ¿Servía de algo conocer esa información? Tal vez no sería práctica, pero al menos sería un consuelo para él.

—Sí, todo está bien —respondió sin ánimo— sé que nos falta mucho por recorrer pero ¿Podemos volver al hotel? Quiero descansar.

—Pensaba llevarte a comer Gun —expresó Singto al sentirse decepcionado por la actitud del joven.

—Y yo realmente quisiera descansar, supongo que el calor me tiene mal, por favor volvamos al hotel ¿Si? —pidió el faraón milenario.

—Sí, vamos —Singto no tuvo opción más que cumplir con el deseo de Gun.

Antes de la salir del salón dedicado a Amon I, Gun le echó un vistazo al sarcófago de su padre y ofreció una reverencia con la esperanza de volverlo a ver.

¿En dónde demonios se habían metido? No pudieron haberse perdido en la ciudad aunque ésta estuviese repleta de visitantes tanto nacionales como extranjeros. Off llevaba buscando a Gun por horas. ¡Horas! Había ido a los principales lugares turísticos con el propósito de encontrarlo pero nada. Su búsqueda había sido infructuosa.

Pero la culpa no era de Gun. La maldita culpa era del entrometido de Singto. Si tan solo Akhenaten no lo hubiese llevado al hotel, Gun no lo hubiera conocido. Off estaba tan enojado tanto con el padre como con el hijo pero no podía hacer nada más que soltar su frustración golpeando la arena del desierto con sus botas de trabajo.

Tenía que parar la búsqueda. Tal vez Gun y aquel desagradable sujeto ya habían vuelto al hotel. ¿Y si Gun ya no te quiere?, la preguntó golpeó su mente tan rápido y tan mordaz que detuvo en seco su caminar. ¿Desde cuándo le importaban los sentimientos del faraón milenario? Él solo estaba preocupado de que alguien se enterase de su verdadera identidad, esa era la única razón por la que lo estaba buscando en realidad.

Tranquilizando a su mente, Off dirigió sus pasos al hotel pero con el corazón agitado. No tenía sentido que Gun, de buenas a primeras, se sintiera atraído por aquel egipcio que acababa de conocer. Además, él era su alma gemela ¿No? y aunque no creía en esa filosofía, Gun sí, por lo que no intentaría una relación con el hijo de Akhenaten. 

¿Verdad?

New, Tay y Akhenaten volvían al lugar donde estaban alojados, después de haber pasado un grandioso día en la ciudad de Gizah. El hombre nativo del país, los había llevado a pasear con la promesa de mostrarles la deliciosa comida que se preparaba en el lugar, y aunque la pareja quedó maravillada con los exóticos platillos, el más sorprendido fue el mismo egipcio que no daba crédito a la cantidad de comida que ingirió Tay.

"Es un glotón", había mencionado New conociendo el hambre voraz de su pareja. Y Akhenaten le dio la razón cuando Tay se atrevió a pedir un quinto platillo.

—¿Dónde estuvieron? —la voz de Off los alertó nada más entrar al recibidor del hotel.

—Akhenaten nos llevó a Gizah a comer —respondió New con una sonrisa— ¿Ya comiste tú? —Off asintió aunque aquello no era verdad.

—¿Dónde está Gun? —preguntó inmediatamente después.

—¿No ha vuelto de su paseo? —la pregunta de Tay llevaba cierto tono de burla al ver a Off tan enfadado.

—No —fue la escueta respuesta de Off quien dirigió su mirada a Akhenaten como esperando una contestación de su parte.

—Bueno, está en buenas manos, seguramente como ya es tarde Singto lo llevó a un bar o... —New estaba tratando de calmar a su amigo cuando de pronto el egipcio los interrumpió.

—Ahí vienen —expresó mientras señalaba hacia la puerta.

Off inmediatamente giró su vista hacia donde la habían indicado solo para que su cólera aumentara. Singto venía caminando a un lado de Gun sujetándolo por la cintura. El hijo de Akhenaten venía con una sonrisa de oreja a oreja, mientras que Gun parecía cansado y recargaba más su cuerpo en el cuerpo del otro hombre que Off empezaba a odiar.

—Hola a todos, ya estamos aquí —indicó Singto sin soltar a Gun.

—Hola —saludó Gun evitando mirar a Off.

—Hola muchachos ¿A dónde fueron? —preguntó un sonriente Tay.

—Singto me llevó al museo de El Cairo —respondió Gun con voz visiblemente cansada— quería invitarme a comer y tomar algo pero en realidad creo que el calor me ha afectado un poco y le pedí volver —sin quererlo, su mirada se dirigió a Off y pudo notar como éste observaba con cierta aversión a Singto.

—Es hora de irnos —Akhenaten le dijo a su hijo notando que Off no estaba muy contento con su presencia ahí— pero antes me gustaría presentarte a Off Jumpol, el arqueólogo encargado de la excavación en la cual estamos trabajando actualmente.

—Mucho gusto Off, soy Singto Munra Prachaya Hassan —el egipcio estiró su mano hacia el tailandés y el gesto fue tardado en responder.

—Off Jumpol —dijo sin agregar nada más.

—Prometiste venir mañana —le dijo de pronto Gun a Singto sorprendiendo a todos los presentes.

—Por supuesto que vendré —el egipcio tomó la mano de Gun y depósito un beso en sus nudillos— siempre cumplo mi palabra, mi señor.

Gun se sonrojó y al notar que los ojos de Off estallaban en furia se sintió molesto. ¿Qué le molestaba tanto a Off? ¿Acaso temía perderlo y perder así la fama y fortuna que podía darle si permanecía con él? ¡Tremendo tonto! De todos modos no iba a vivir por mucho tiempo porque lo había rechazado, así que ya nada le importaba. Sin embargo, no quería desaparecer para siempre sin haberse sentido querido, así que en un acto de impulsividad y completa falta de sentido común, acortó la ya poca distancia que lo separaba de Singto y lo besó en los labios.

Sentía que Singto lo quería, pero él no. No correspondía a los sentimientos de aquel hombre y aquel beso, lejos de hacerlo sentir bien, hundió su alma aún más. Se sentía jodidamente incorrecto, pero al menos, había conseguido que una persona lo amara antes de partir para siempre.

Singto por el contrario, pensaba que había llegado al paraíso. Besar a Gun era en lo único en lo que podía pensar desde el primer día que lo conoció. Sentía una profunda atracción por ese chico que besarlo, era como haberse ganado la lotería. Tenía que admitir que se había sentido un poco decepcionado por la actitud de Gun en el museo, pero al parecer el joven también sentía algo por él después de todo.

—Hijo, déjalo respirar —indicó Akhenaten cuando notó el semblante entre furioso, sorprendido y decepcionado que mostraba Off.

—Lo siento —se excusó Singto— besar a Gun es lo único que he querido hacer desde que lo vi por primera vez —dijo sin apartar los ojos del faraón— y saber que me corresponde me ha hecho el hombre más feliz sobre la Tierra.

Un golpe de remordimiento y culpa golpeó a Gun pero no dijo nada. Su comportamiento no tenía ninguna justificación, y ciertamente no había disfrutado aquello. Su enojo y tristeza por el rechazo de Off lo habían hecho actuar como un joven inmaduro y no como el antiguo gobernante de una de las civilizaciones más poderosas del mundo antiguo.

—Será mejor que nos vayamos y los dejemos descansar —Akhenaten se acercó a su hijo y lo alejó del faraón— nos veremos pronto Gun.

—Gracias por todo a los dos —contestó con poco entusiasmo.

—Gracias a ti por semejante regalo y por darme la oportunidad de cortejarte —respondió Singto— te veo mañana.

Padre e hijo se despidieron del resto y partieron de ahí con una sonrisa en su rostro. Akhenaten estaba muy feliz por su hijo aunque sabía que lo de ellos dos jamás podría ser, además tendría que hablar con Gun para decirle que tenía que hablar con Singto respecto a su verdadera identidad.

Mientras tanto en el hotel, Gun era rodeado por la pareja y por Off que aún no salía de tu asombro y mutismo.

—¿Qué fue eso faraón? —preguntó Tay con una sonrisa de oreja a oreja.

—Yo... —Gun no sabía cómo justificar su reprobable comportamiento.

—Vamos a tomar algo antes de ir a dormir y nos cuentas todo lo que ese hombre y tú hicieron mientras estuvieron fuera —Tay le pasó un brazo por los hombros y lo obligó a caminar directamente al bar.

Poco a poco se fueron alejando bajo la atenta mirada de Off. No podía creer que Gun se hubiese atrevido a besar a aquel hombre. Quería decirse a sí mismo que todo aquello había sido un espejismo ocasionado por el terrible calor del país, pero no había manera de negar lo que sus ojos habían visto.

—Vamos Off —comentó New observando a su amigo— sé que estás sorprendido, pero tú desde el principio no has hecho más que rechazar y tratar mal a Gun, él no iba a esperarte para siempre —y sin decir nada más, caminó para alcanzar a su novio y al faraón.

Off sabía que New tenía razón, si había algún responsable de haberlo alejado de Gun ese era el mismo.

𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

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Al parecer Singto si logró hacer que Off reaccionara un poco. 

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