13. Cosas claras

No supo cómo y mucho menos porque, pero Singto Munra y él habían dormido en la misma cama. Solo dormir. Durante la madrugada habían platicado y bromeado y suponía que en algún momento, el sueño los venció y por alguna extraña razón habían terminado en la misma cama. Pudiera aludir al cansancio como la excusa perfecta para aclarar aquella situación, pero ¿Cómo explicar que Singto lo tenía preso entre sus brazos?

Temiendo que el joven egipcio pudiera malinterpretar algo, Krist decidió despertarlo a pesar de que parecía muy cómodo abrazándolo.

—Singto es hora de despertar —dijo en voz alta.

—¿Qué dijiste? —preguntó Singto entre sueños pegándose más al cuerpo del alemán.

—Dije que será mejor que te levantes —repitió Krist. Lo menos que quería era que Singto pensara que se había aprovechado de él y de su dolor.

Lentamente y con mucho pesar, Singto fue abriendo los ojos solo para darse cuenta que prácticamente dormía sobre el cuerpo del hombre que recién acababa de conocer y el cual le regalaba una sonrisa.

—¿Qué significa todo esto? —preguntó aterrado el egipcio saliendo rápidamente de la cama.

—No te preocupes, no pasó nada —comentó Krist también poniéndose de pie— quería despertarte antes de que malinterpretaras las cosas, si hubiese podido habría salido de la cama sin despertarte, pero contigo encima me fue imposible —sonrió para intentar tranquilizarlo— yo tampoco me explico cómo fue que terminamos durmiendo juntos.

—¿Dormimos juntos? —cuestionó Singto con un semblante más pálido de lo normal.

—El verbo dormir, nada más —respondió el alemán para después reír con ganas.

—No le veo la gracia por ningún lado —regañó el moreno.

—Tu cara llena de terror sí que es un poco graciosa —comentó Krist— pero si quieres que te diga la verdad, dormí muy bien, cómodo y seguro entre tus brazos.

—Eres un... —Singto se abalanzó contra él pero el alemán corrió hacia el baño.

—Oye, es broma, relájate solo quiero que sepas que aunque me pareces atractivo y tengo interés en ti, sé que no es mi momento para actuar contigo, estás pasando por una decepción amorosa que quizás sea difícil de superar —confesó Krist.

—¿Qué tú qué?

—Sé que además ibas tras Gun con la bandera de activo, yo soy bisexual y en mis relaciones con hombres me considero versátil así que no tendría problema en adaptarme en caso de que lleguemos a tener algo, pero todo a su tiempo.

Singto lo observó en completo mutismo. Tratando de digerir lo que había escuchado de aquel sujeto amigo de Off.

—Vale, quizás solté mucha información —Krist notó el silencio de Singto pero no quiso interpretar nada— me daré una ducha, tú puedes hacerlo después y si quieres también puedo prestarte algo de ropa, después bajamos a desayunar y luego estaré disponible para pasar el día contigo sin importar lo que decidas hacer ¿De acuerdo?

—¿Por qué harías algo así? —cuestionó Singto dudoso.

—¿Hablas sobre la ducha, prestarte ropa o desayunar?

—Hablo sobre pasar el día conmigo —respondió el egipcio quien estaba a la defensiva— no tienes que hacerlo, ni siquiera nos conocemos lo suficiente como para salir a pasear por ahí.

—Pasar los ratos amargos con un desconocido es mejor —replicó Krist— no voy a juzgarte y puedo ser una fuente de distracción.

Y Singto tenía que admitir que había logrado distraerse mucho con ese simpático alemán.

—Solo date prisa, muero de hambre.

Bas gritaba histéricamente después de encontrarse con New y Tay en la recepción del hotel y que éstos le dijeran que desconocían el paradero de Off. La pareja había abandonado la casa de Akhenaten luego de que Off y Gun se fueran de ahí. Y aunque le habían hecho un par de llamadas a su amigo, éste no respondió, pero intuían donde y con quien estaba, así que decidieron no molestarlo. Y mucho menos decirle a Bas donde podía encontrarlo.

—Una cosa si te digo amor —Tay le susurró a su novio al oído— te aseguro por todos los dioses de Egipto que Off no se casa con este niño caprichoso y egoísta —miró con fastidio a Bas que estaba colmándole la paciencia.

—Lo sé, porque si Off se atreve a hacerlo, juro que lo secuestro y lo entierro vivo en el desierto —alegó New.

La pareja sonrió en complicidad y luego observó sorprendida como se acercaban Singto y Krist. La mirada picara de Tay le decía a su novio "tenía razón", esos dos, habían pasado la noche juntos y probablemente algún buen rollo se estaba gestando entre ellos.

—¿En dónde diablos te metiste? —Bas le gritó a su hermano mayor en cuanto lo tuvo en la mira.

—Vengo de mi habitación —respondió Krist encogiendo los hombros.

—Anoche fui a buscarte y no estabas —el menor de los Perawat Hoffmann cruzó sus brazos mientras esperaba una explicación más clara de la ausencia de su hermano.

—Estaba con Singto —fue lo único que dijo Krist provocando más la ira de Bas.

—Como sea, ¿Dónde está Off? —preguntó enojado.

—No lo sé, no me di cuenta cuando se me salió de la bolsa —bromeó su hermano y Tay en automático soltó una sonora carcajada.

—¡Imbécil, no estoy para tus estúpidas bromas! —Bas estaba cada vez más molesto pues sentía que los hombres que lo rodeaban estaban ocultando a su prometido— y tú egipcio —dijo refiriéndose despectivamente a Singto— ¿Sabes o no dónde está Off?

—No te permito que le hables a Singto de esa manera —Krist se colocó delante de Singto para protegerlo de la furia de su hermano. Una cosa era que se metiera con él y otra muy distinta que se metiera con el chico que le gustaba.

—No te preocupes Krist —el hijo de Akhenaten se colocó a su lado con una sonrisa en los labios— si crees que con hablarme de esa forma vas a humillarme, te equivocas —dio un paso al frente y miró a Bas directamente a los ojos— y en cuanto a Off, lo mejor será que te olvides de él porque alguien mucho mejor que tú, está a su lado, así que si te metes con ellos te las verás conmigo ¿Algo no quedó claro? —sin decir nada más Singto se alejó del lugar seguido de un sonriente Krist. Por fin alguien había puesto en su lugar a su hermano.

Cuando estuvieron lo suficientemente alejados, el alemán soltó una carcajada.

—Eres mi nuevo ídolo —comentó Krist.

—No iba a permitir que me hablase de esa forma, y aunque Off no me agrade, haré lo posible para que Gun sea feliz y entiendo que Off es su felicidad —declaró Singto.

—Sabía que —en el fondo— tienes un buen corazón, quizás está un poco dolido en este momento, pero sanará —Krist colocó una mano en el hombro de su acompañante y sonrió— ¿Nos sentamos en aquella mesa?

El estómago de Off estaba reclamando por la falta de alimento y el arqueólogo no tuvo de otra más que abrir los ojos y despertar. Al contemplar a la persona que se encontraba a su lado, de inmediato en sus labios se dibujó una sonrisa. Nunca había sido tan feliz en su vida como hasta ese momento.

Sin problema alguno él podía quedarse admirando para siempre el cuerpo tan perfecto que poseía el dueño de su corazón. Estaba enamorado de su piel tan suave como el terciopelo, de sus labios tan dulces como la miel, de esos hermosos ojos ambarinos que mostraban alegría y juventud pero al mismo tiempo pasión y un profundo amor.

A los ojos de Off, Gun era perfecto. La dualidad de su amado faraón era lo que lo hacía único y especial, pues era ingenuo pero sabio, independiente pero entregado, en ocasiones duro pero tierno en otras tantas, con algo de pícara perversidad pero gentil y atento con los que lo rodeaban. Era además terriblemente coqueto pero inocente y cándido, algunas veces altanero pero genuinamente humilde. ¿Qué más podía pedir? Solo una cosa, poder convertirlo en su esposo. Y para eso, tenía que hablar claramente con Bas y alejarlo de sus vidas de una vez por todas, pero antes, debía despertar al hermoso chico que dormía a su lado.

—Amor —se acercó a su oído para susurrarle aquel mote que tanto amaba usar con él – es hora de levantarse —pero Gun solo se quejó sin moverse y sin abrir los ojos— cariño hemos dormido mucho y no hemos comido nada en mucho tiempo, no quiero que enfermes.

—Yo no tengo hambre —respondió un somnoliento faraón que tan pronto como lo dio su respuesta volvió a quedarse dormido.

—Faraón, los enemigos han entrado a Alejandría, se aproximan a palacio y necesitan que usted se presente con su escolta para ocultarlo —dijo Off y pronto se echó a reír al ver que Gun despertaba estrepitosamente.

—Rápido, vístanme y preparen mi carroza, avisen a los medjay que... —pero Gun no concluyó con su ordenes porque las risas de Off lo detuvieron— ¿Crees que es gracioso despertar a un faraón así? —Preguntó el menor pareciendo indignado— ¿Sabías que puedo mandarte a arrestar por tu comportamiento tan burdo?

—Si a lo primero y si a lo segundo —respondió Off— pero en mi defensa diré que no despertabas amor y yo muero de hambre.

—¿Y no pudiste ser un poco más romántico y despertarme con un beso? —si bien Gun parecía estar molesto lo cierto es que viéndolo desde otra perspectiva, había tenido algo de gracia la broma de Off.

—Si vuelves a dormir lo haré —le propuso el mayor.

—De acuerdo —aceptó Gun y con una sonrisa volvió a acostarse en la cama fingiendo estar dormido.

Off lo besó y entonces Gun tuvo el despertar que tanto esperó. Luego, ambos entraron en la ducha no solo para asearse sino para entregarse nuevamente en cuerpo y alma pues ahora que estaban juntos lo único que deseaban era amarse.

Tardaron mucho en vestirse pues no podían dejar de besarse cada vez que se miraban a los ojos. Finalmente cuando estuvieron listos, Off le envió un mensaje a Bas pidiéndole encontrarse en el restaurante del hotel.

—Off, en realidad me siento un poco nervioso —le dijo Gun mientras subían al ascensor para ir al encuentro con Bas.

—No te preocupes cariño, estoy contigo, nunca sueltes mi mano ¿De acuerdo?

—No lo haré —afirmó Gun.

En cuanto Bas recibió el mensaje de Off en donde le pedía encontrarse con él en el restaurante del hotel, salió disparado al lugar. Estaba molesto y se lo haría saber a su prometido. Ya estaba harto de las huidas de Off y esta vez iba a poner las cartas sobre la mesa. O se casaba con él en ese momento o se olvidaba de sus estúpidas expediciones en el país que tanto amaba.

Lo que no esperaba, era verlo con ese tal Gun. Su molestia aumentó cuando los vio a los sentados en una mesa esperando por él.

—¿Se puede saber en dónde te habías metido Off Jumpol? —Preguntó Bas ignorando olímpicamente a Gun— te he estado buscando por todo Egipto, te he llamado miles de veces y tampoco respondes mis mensajes.

—Siéntate, necesitamos hablar Bas —pidió Off tratando de conservar la calma.

—Tú lárgate de aquí —Bas le gritó a Gun.

—Él no va a ningún lado Bas, se queda conmigo —replicó el arqueólogo ante la actitud tan grosera de su ex pareja.

—¿Pero qué tiene que hacer aquí? —Cuestionó el menor de los Perawat Hoffmann— no creo que él tenga que escuchar nuestras conversaciones privadas.

—Sabes muy bien que no soy un hombre que se anda con rodeos, y aunque en más de una ocasión te he dicho que lo nuestro terminó hace mucho, parece ser que no lo quieres entender —Off seguía hablando con tranquilidad aunque estaba alerta ante la reacción que Bas pudiera tener— quiero que sepas de mi propia boca, que Gun es mi pareja, él es mi novio —Off levantó la mano del faraón y depositó un beso en sus nudillos— y si en un futuro llego a casarme, ten por seguro que será con él —el tailandés dirigió su mirada hacia un Gun sorprendido por sus palabras.

Casarse con Off era su milenario sueño.

Aquellas palabras habían congelado a Bas. ¿Off se había atrevido a cambiarlo por ese egipcio sin chiste ni gracia? Eso era sencillamente imposible de creer. No negaba que el muchacho tenía cierto atractivo pero según él, Gun no le llegaba ni a los talones. No había punto de comparación entre ambos, él era mejor que ese muchacho oriundo de Egipto y nadie podía negar eso, ni el propio Off.

—Esto es una broma ¿Cierto? —cuestionó Bas incrédulo.

—No Bas, no es una broma —afirmó Off— amo a Gun, y voy a pasar el resto de mi vida a su lado amándolo y cuidándolo como siempre debí hacerlo —solo ellos dos sabían a lo que se refería el mayor.

—Esto es absurdo Off, tú no puedes cambiarme por este hombre sujeto que no tiene nada que hacer contigo —gritó Bas indignado— además ya tengo todo listo para la nuestra boda.

—Muchas veces te dije que no siguieras con eso Bas —dijo Off mientras apretaba la mano de un silencioso Gun— pero no quisiste entender, eso ya no es asunto mío.

—Tuvimos un problema y a la primera vas y te metes con un pueblerino sin clase ni educación —Bas elevó su tono de voz— ¡Míralo Off!

—Basta Bas, no sigas con esto, entiende que lo nuestro terminó hace mucho y que Gun no tiene nada que ver en ello —el tailandés lo detuvo porque sabía que su ex pareja arremetería contra Gun.

—Lo nuestro nunca terminó Off —replicó su ex novio— esto puede considerarse como una infidelidad, esto... —se detuvo cuando la pareja al frente se puso de pie— Off...

—Creo que he dicho todo lo que tenía que decirte —colocó a Gun detrás suyo para que Bas no intentase nada contra él— ambos somos adultos, lo ideal sería terminar esto de una vez por todas y en las mejores condiciones posibles.

—Te odio Off Jumpol —dijo Bas apretando los dientes— eres un maldito estúpido, no sabes con quién te has metido, te juro que vas a arrepentirte por esto.

—No le hables a Off de esa forma —Gun había permanecido en silencio porque sabía muy bien que aunque ahora estaba con Off, aquella charla era solo asunto de él y el chico rubio. Sin embargo, no iba a permitir que nadie insultara a su alma gemela —se lo suficientemente maduro para entender que Off no te ama, entiende que lo suyo se acabó, no puedes seguir acosándolo así y mucho menos puedes amenazarlo porque entonces tendré que ponerte en tu lugar.

—¡Tú cállate maldito egipcio! —Bas detuvo a Gun— adelante, vayan y diviértanse unos días, tú no sabes el poder que tiene mi familia ni lo valioso que es mi apellido, les daré unos días para que se revuelquen en la cama todo lo que quieran —sonrió con malicia y señaló a Off con el dedo— pero te aseguro que no pasará mucho tiempo para que vuelvas a mi rogando mi perdón.

Off entrecerró los ojos observando a Bas. Ciertamente no sabía de lo que era capaz su ex pareja, él podría asumir las consecuencias que éste tuviera para con su persona, pero le preocupaba que intentase algo en contra de Gun, aunque no iba a permitir que nada y nadie lo dañara nunca más.

Sin decir nada más, Off y Gun se alejaron de ahí. Bas iba a iniciar su carrera tras ellos cuando su hermano mayor lo detuvo.

—¡Hey, tranquílizate! —Lo tomó por el brazo antes de que hiciera un espectáculo mayor en el restaurante— no ganas nada con seguirlos y discutir, entiende por favor que lo tuyo con Off no estaba destinado a ser nunca, él nunca te amo, tú lo obligaste a estar contigo y así jamás puede prosperar una relación.

—¡Esto no es justo! —gritó el menor— yo fui el primero en la vida de Off, no puede dejarme por ese niñato que ni siquiera está a su altura.

Krist quería decirle a su hermano que el amor de Off y de Gun era más antiguo que cualquier cosa que él hubiese conocido. Sin embargo, no quería exponer al faraón con su hermano porque éste podría dar aviso a las autoridades con el único fin de vengarse de ellos. Así que guardó esa información solo para él y sabía que Singto tampoco diría nada.

—Ya, ya, ¿No crees que es mejor que regresemos a casa? —preguntó Krist— creo que volver a Alemania te haría bien.

Bas no respondió nada y dirigió su resentida mirada hacia donde Off y Gun se habían ido. Estaban muy equivocados si pensaban que iban a ser felices el resto de su vida. No iba a descansar hasta ver a Off implorando por su amor y al otro imbécil entrometido llorando como él quería hacerlo en ese momento.

Sin oponer tanta resistencia, dejó de que hermano mayor lo llevase a su habitación para pedirle té, calmantes y algo de comida.

Después de dejar a su hermano completamente dormido en la habitación. Krist y Singto decidieron salir a caminar un poco. Se notaba que el alemán necesitaba aire fresco después de lidiar con un Bas que estaba dolido y humillado. Aunque él mismo se lo había buscado, el egipcio de alguna manera lo entendía.

Ahora el dilema al que se enfrentaba Krist era si quedarse a pasar más días con Singto o si volvía a Alemania con su hermano como se lo había propuesto. Por un lado estaba el hecho de que debía ser solidario con su Bas y acompañarlo a casa para que superase su dolor, pero por el otro estaba una posible pero muy tardada posibilidad de tener algo con Singto. Y aunque su corazón le decía que la segunda opción era lo que en verdad quería, no su mente le gritaba que la posibilidad en la que creía era muy remota.

—¿Te irás? —preguntó Singto sacándolo de sus pensamientos.

—Aún no lo sé —respondió con una sonrisa de lado.

Cuando Singto escuchó la propuesta de Krist a su hermano, no pudo evitar sentirse algo triste. El excéntrico alemán de la noche a la mañana se había convertido en su confidente, y de alguna manera entendía su dolor y lo ayudaba a sentirse mejor. Si se marchaba, iba a sentirse muy solo.

—Lo más probable es que antes de ir a Alemania, vayamos a Inglaterra —comentó Krist— tengo algunos negocios que atender allá antes de volver a casa.

—Entiendo —fue lo único que pudo decir Singto al entender que la posibilidad de que se fuera pronto, era muy alta.

—Singto ¿Puedo hacerte una pregunta?

—Sí, dime —dijo el egipcio.

—¿Puedo besarte? —preguntó el alemán sorprendiendo al hombre que caminaba a su lado.

Aquel cuestionamiento había sido algo muy directo para Singto. Primero porque estaba muy reciente lo del rechazo de Gun y segundo porque se suponía que él era el conquistador. Él había ido de cacería para atrapar al faraón y había fallado. Ahora, con Krist, se sentía como una presa y no sabía qué hacer.

—Yo... no... yo... verás... yo... no puedo —respondió Singto con mucha dificultad.

—No te preocupes —el alemán le dedico una sonrisa triste— ya sabía que esa sería tu respuesta.

𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

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