1. ¡Estaba en Egipto!
El astro rey brillaba con magnificencia en las interminables y misteriosas arenas de aquel maravilloso país rebosante de cultura milenaria y ancestral. Egipto, nación que une el noroeste de África con medio oriente, es una región mundialmente conocida por su fascinante historia llena de magia, poder, misterio, grandeza y con una infinidad de enigmas y secretos que con el paso del tiempo seguían siendo causa de fascinación entre muchas personas.
En el pasado, Egipto fue la cuna de una de las civilizaciones antiguas más influyentes y poderosas en la historia de la humanidad. Su amplio y basto conocimiento en diferentes áreas la proyectó como una civilización increíblemente avanzada para su tiempo dejando un legado invaluable que era considerado como patrimonio cultural de la humanidad. Incluso en la actualidad, seguía existiendo un intenso y extenso debate de cómo aquella arcaica civilización había construido las famosas pirámides de Gizah y sus enigmáticos templos antiguos.
Fue así como aquel país lo fue cautivando desde que era un niño.
Toda el aura de misticismo que rodeaba dicho territorio, logró atraparlo y enamorarlo de forma casi inmediata. Sus impresionantes pirámides, sus imponentes templos y sus alucinantes ruinas, habían acaparado su mente y su imaginación como nada lo había hecho antes, y por esa razón había decidido convertirse en lo que ahora era: un prestigio y famoso arqueólogo especializado en la cultura egipcia.
Su genuina pasión por el pasado, por lo oculto y por lo místico, lo llevó a investigar las pirámides más famosas del mundo, las pirámides de Gizah. Aquel era un lugar plagado de secretos y misterios que él quería descubrir. Siempre imaginó que él sería la persona que encontraría los tesoros de los antiguos gobernantes de aquella nación o incluso la momia de un personaje famoso o célebre del pasado dinástico que perduró por más de tres mil años, ya que no solo le atraería una mayor cantidad de personas dispuestas a financiar sus investigaciones, sino que también se cumpliría su sueño de niñez. ¿Cuántas personas lograban cumplir sus sueños?
Él esperaba ser el próximo.
Off Jumpol era el arqueólogo más reconocido de toda Tailandia e igualmente gozaba de buen prestigio fuera de su país natal ya que había hecho importantes descubrimientos en antiguos asentamientos mexicas, así como también había estudiado por varios años la famosa montaña MachuPichu en Perú, compartiendo sus hallazgos con una de las revistas más prestigiosas de arqueología en el mundo la "American Antiquity"; asimismo, había aportado sus conocimientos en una de las exploraciones más importantes sobre las ruinas de antiguos templos griegos.
Off era la envidia de muchos "colegas" del gremio, no solo por su extraordinario y casi infinito conocimiento de cada una de las culturas, sino por lo joven que era a comparación del resto de arqueólogos. A sus cortos treinta y un años había logrado muchas e importantes cosas; el mes entrante estaría cumpliendo treinta y dos y su sed por saber más de las civilizaciones antiguas no se cesaba, al contrario era cada vez mayor.
Off no solo gozaba con una mente prodigiosa y un intelecto alucinante. También era un hombre bien parecido con su metro ochenta y cinco y facciones meramente masculinas. Su mandíbula prominente y tez blanca llamaban la atención de todo el que lo viera, no obstante lo más llamativo de aquel hombre eran sus espectaculares ojos oscuros, tan negros y profundos como las noches sin estrellas. Y que a pesar de ser muy jóvenes, denotaban mucha madurez.
Sin embargo, en algunas ocasiones, toda la belleza masculina que exudaba se veía opacada por la actitud un tanto apática e indiferente de la que era poseedor. Su trato seco y distante solía alejar a las personas que veían con decepción como alguien tan ridículamente atractivo podía ser tan insensible y nefasto.
Guapo pero de feos modos, decían sus allegados.
Se encontraba total y absolutamente agotado, el abrumante calor de Egipto era en una sola palabra: insoportable, claramente no se comparaba con el calor tropical de Tailandia pero de alguna manera tenía que acostumbrarse a ese clima tan extremo ya que el sueño que había tenido en su niñez por fin se había vuelto realidad: ¡Estaba en Egipto! y lo mejor era que una empresa privada estaba financiando la búsqueda de un importante faraón perdido, en dónde él, era el jefe de la cuadrilla que se encargaría de dicha exploración.
—Off, revisaré el mapa para ver si estamos en el lugar que nos indicaron —le dijo New Thitipoom, un compañero de origen Tailandés—alemán de la universidad, que solía acompañarlo en sus excursiones pues también había estudiado arqueología en dicho plantel educativo.
New era el típico "pobre niño rico", su familia era descabelladamente adinerada y se decía incluso tenían muchos más bienes que el todo el parlamento alemán junto. Sin embargo, los Thitipoom solían negar su fortuna para no tener problemas con el gobierno. Los padres de New eran de esos aristócratas de antes, ellos deseaban emparejarlo con una sumisa y linda chica de sociedad para perpetuar la riqueza y el linaje dentro de los mismos círculos sociales. Pero por el inmenso y profundo amor que sentía por su pareja Tay Tawan se escapó de casa, para recorrer el mundo junto con Off y Tay.
¿Estúpido o valiente? Eso solo podía definirlo el mismo New.
Sin embargo, lo que nadie esperaba, ni el mismo New, fue que sus padres antes de morir, aceptaran no solo sus preferencias sexuales, sino que no les preocupó que su novio no fuera de la alta sociedad y le dejaron todos sus bienes en una jugosa herencia que seguramente no podría acabarse en toda su vida.
—No dudes que por culpa de Tay nos hayamos perdido —comentó Off preocupado pues llevaban más de dos horas en el desierto y a su alrededor no se podía ver más que arena dorada.
Era una fortuna que Tay no le hubiera prestado atención al comentario de Off ya que se encontraba durmiendo una siesta en la parte trasera del Jeep todo terreno que habían alquilado, una de tantas que solía tomar durante el día.
Tay era topógrafo y había tomado la decisión de estudiar esa carrera para poder ayudar a su novio de años que lo había rescatado de una vida llena de libertinaje y decadencia.
Tay Tawan era el popular chico malo que no estudiaba y que solo iba a la escuela porque sus padres lo obligaban a ir y de eso dependía su mesada semanal. El pobre joven no tenía idea de lo que quería en la vida e incluso estuvo a punto de abandonar la universidad. Pero entonces, conoció a New y su vida dio un giro total de ciento ochenta grados, New sacó lo mejor de él y lo hizo mejor persona.
—Oh, vamos Off, cualquiera puede cometer el pequeño error de no leer bien un mapa que no está del todo bien, esto parece dibujado por un niño de preescolar —New defendió a su novio— además los mapas que venden en los mercados egipcios no son muy confiables, ya nos lo habían advertido —añadió al final.
—No comprendo cómo puede ser un topógrafo reconocido si no sabe leer bien un mapa —dijo Off con fastidio— no tiene sentido ¿Seguro que no compró su título universitario?
—Bueno, comprende que estaba un poco agotado —nuevamente, New lo excusó.
—Cansado o no, su trabajo es ayudarnos no perjudicar la expedición —Off bufó molesto.
El amigo de Off solo rodó los ojos negando con la cabeza. Su novio y Off no se llevaban exactamente bien, pero al menos podían respirar el mismo aire... a veces. Aunque debía admitir que era bastante divertido ver las peleas infantiles de esos dos hombres. Eso hacía amenas las excursiones que compartían.
—Off, parece ser que estamos muy cerca del lugar indicado —levantó la mirada y a lo lejos aprecio lo que parecía ser un asentamiento— puedes detenerte junto a aquellas ruinas que se logran apreciar, es probable que ahí se encuentre la entrada a la cámara mortuoria de ese faraón perdido que tanto buscamos.
Off no dijo nada y pisó el acelerador hasta llegar cerca a los cascotes que estaban a unos metros de distancia. Se estacionó y se bajó del vehículo contemplando las antiguas estructuras que se erigían delante de él. Eran absolutamente maravillosas, como todo lo que los egipcios habían erigido en el pasado.
Aún le costaba creer que se encontraba en ese lugar, tal parecía que por fin había encontrado lo que muchos habían estado buscando, tantos años de dedicación y esfuerzo por fin estaban dando resultados. Y aunque estaba feliz y emocionado, no solía demostrar mucho sus sentimientos debido al carácter un tanto frío y distante que lo caracterizaba. Cualquiera que lo viera no diría precisamente que se veía satisfecho con su logro.
—Bien, ahora ve y dile a tu noviecito que se despierte —dijo Off con seriedad.
—¡Si señor! —respondió New a modo de broma.
El joven bajó del auto y se dirigió directamente a la parte trasera para despertar a Tay.
Off por su parte, caminó directamente entre las ruinas las cuales miraba con absoluta fascinación. En su interior, crecía un extraño sentimiento de pertenencia. Sentía como si antes ya hubiese estado en ese enigmático sitio, algo le estaba llamando desde el interior de las ruinas, sin embargo lo asoció a la emoción que sentía por estar ahí después de muchos años de estudios teóricos.
—Tay, ya levántate, hemos llegado —New le susurró al oído.
Y sin dudarlo, acercó el rostro a su novio para depositar un beso en su mejilla, pero se llevó una gran sorpresa pues éste, al sentirlo cerca, lo tomó por la cintura y le plantó un beso en los labios introduciendo su lengua para que el beso fuera mucho más profundo. New, siempre había sido un chico muy entregado a todo, por lo que se dejó llevar por la caricia húmeda que su novio le regalaba al nada más despertar.
—Vaya manera tan peculiar de despertar a tu noviecito —Off llegó a interrumpirlos— todo un clásico de Disney... la escena cuando el príncipe despierta a la plebeya de su sueño profundo con un beso —agregó a modo de broma.
—¿Verdad que tengo suerte? —preguntó Tay ignorando el comentario sarcástico de su arisco amigo.
—Ya dejen de ser unos cursis y ayúdenme a montar las casas de campaña —fue la brusca respuesta de Off mientras descargaba el equipo del techo del vehículo.
—Yo me quedaré en la casa de New —advirtió Tay.
—Espero que eso no te moleste Off —comentó New.
—Hagan lo que quieran, pero háganlo rápido que el sol no tarda en ocultarse —indicó y se dedicó a hacer su parte del trabajo.
Off sacó su casa de campaña y empezó a armarla. Dichas casas eran estilo militar y del mismo color que la arena del desierto. Contaban con el espacio suficiente para albergar a varias personas pero Off siempre la usaba solo para él, le gustaba la privacidad. Eran casas cómodas, impermeables, ligeras, frescas y muy resistentes. En ellas cabían incluso literas, cosa que los chicos agradecían para poder dormir mucho más cómodos.
Off se aseguró de colocar su casa en un lugar muy apartado de la casa de sus amigos, ya que si ambos dormían juntos, él seguramente no podría pegar el ojo en toda la noche, lo sabía... es más, estaba completamente seguro de ello.
—Mañana a primera hora vamos a entrar a las ruinas —les notificó Off una vez que terminaron de montar el campamento.
—¿Pero cómo si no traemos el material adecuado para excavar? —renegó Tay.
—Olvidé mencionarles que contraté a unos hombres para que ayudaran con esa tarea —comentó Off— son nativos, así que sabrán manejar con cuidado las reliquias que lleguemos a encontrar.
—Tú siempre tan eficiente jefe —se burló Tay— y como ya tienes eso resuelto ¿Quién hará la cena?
—Tú nada más pensando en comer y dormir —regañó el arqueólogo.
A simple vista Off y Tay no se llevaban bien, pero lo cierto era que eran buenos amigos. Su relación era de esas amistades con las que peleas todo el tiempo pero que a la vez no quieres tener lejos de ti. También se habían conocido en la universidad cuando New lo presentó como su novio. Y aunque eran completamente diferentes, esas diferencias los unían, solo que Tay tenía cierta afición por molestar a Off.
Los tres hombres se dieron prisa para desempacar su equipo pues ya contaban con poca luz solar. Y aunque llevaban lámparas, siempre era mejor moverse con la luz del día.
—Tay, ve a la camioneta y trae los leños para hacer la fogata —ordenó Off.
—¿Y por qué yo? —se quejó el otro.
—Porque si no lo haces, no cenarás ¿Entendido? —contestó secamente el tailandés.
—Bueno, si él va por los leños, yo haré la cena —dijo New actuando siempre como mediador.
—De acuerdo —aceptó Off sin agregar nada más.
La pareja se dedicó a preparar la cena mientras que Off trataba de descifrar los enigmáticos jeroglíficos que había tomado de una nueva tablilla que habían encontrado en el desierto y que estaba expuesta en el célebre museo de El Cairo.
Según lo que había podido traducir, en la roca tallada se podía leer una especie de antigua maldición: "El que profane la tumba de mi señor..." pero la continuación de aquella advertencia no estaba completa, por lo tanto no podía saber a qué señor se refería exactamente. Tantos años habían pasado desde que alguien había escrito eso que se había dañado casi en su totalidad.
—A los egipcios les encantaba asustar a las personas con sus... raras advertencias en las tumbas —susurró Off para sí mismo. Él no creía en la magia que creían los antiguos habitantes. Milenios de separación entre la antigua civilización egipcia y la actualidad le daban la ventaja al arqueólogo para saber que muchos de los fenómenos que se suscitaban en el pasado no eran por designio divino sino que tenían un fundamento científico que los egipcios desconocían.
—¡Off es hora de la cena! —gritó New.
—Si no quiere comer mejor para nosotros amor —susurró Tay— eso significa más comida para nuestra barriga, piénsalo.
—Eso quisieras —dijo Off saliendo de su casa— pero adivina qué, no te voy a dar el gusto.
—Ya dejan de reñir chicos —New trató de calmarlos— mejor disfrutemos de la cena que espero les guste.
—Por ti, lo que quieras, amor —le dijo Tay con cariño.
—¿Por él o por la comida? —preguntó burlón Off.
Tay no se ofendió por el comentario ya que su amigo estaba sonriendo, y era una sonrisa sincera, no irónica ni cínica como las que siempre solía mostrar. Off reía y lo hacía desde el fondo de su alma. Verlo sonreír de esa forma era tan raro como ver pasar el cometa Halley, por lo que decidió ignorar lo que había dicho y dejarlo pasar.
—La cena te quedó maravillosa mi amor —comentó Tay masajeando su barriga.
—Estoy de acuerdo con él —aceptó Off.
—Me alegra que les haya gustado —New se sintió complacido con los cumplidos recibidos— y ahora que hemos terminado lo mejor será que vayamos a dormir.
—¿Ustedes van a dormir? —les preguntó Off con incredulidad, provocando un sonrojo en New.
—Bueno, digamos que la vamos a pasar mejor que tú —fue Tay el que respondió.
—¡Basta! No quiero detalles —Off se puso de pie y se dirigió a su casa.
Tay soltó una carcajada mientras que Off caminaba mostrándole el dedo medio de su mano derecha. Esa era la forma se llevarse, así estaban acostumbrados, por lo que no se ofendían con los insultos que solían soltarse de vez en cuando.
—¿Vez lo que ocasionas? Off se ha enojado —lo regañó New.
—No se ha enojado —aclaró su novio— es solo que está celoso porque él desea tener a alguien a su lado también, pero le ha dedicado tanto tiempo a esto que por eso mismo no ha encontrado a nadie con quien compartir su vida.
—¿Cómo lo sabes? Off jamás ha dicho que se sienta solo —preguntó New confundido.
—Por su mirada —contestó Tay en tono de "elemental".
New solo pudo suspirar ante las ocurrencias de su novio. Off jamás había mencionado tener interés en encontrar el amor, su vida giraba en torno a sus expediciones y sus estudios, pues a pesar de tener ya un postgrado, seguía estudiando una maestría.
La pareja recogió las cosas y se encaminaron a su casa para intentar descansar un poco, sin embargo no se percataron de que alguien los observaba en medio de la oscuridad del desierto.
—Él está a punto de despertar —se escuchó voz de aquel misterioso sujeto— mucho más pronto de lo que creen...
𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ
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