XX

Era martes, no habían dejado muchos trabajos en clases por lo que me fui temprano de la cafetería y me pase por el local a esperar a Hansel. Faltaba como una hora para su salida pero no me importaba esperar.

A los minutos me dedico a observar el espacio de un lugar con detalle y más si es como buscando algo que desconozco, pero ahí está ese presentimiento de estar a solo unos pasos de descubrirlo.

Las paredes siguen siendo blancas, las ventanas limpias, las bancas azules y el escritorio de administración en el mismo lugar desde la primera vez que vine, lo único que podríamos decir ha variado es la gente que está sentada esperando a sus hijos o amigos porque Clarissa no creo que haría esperar a la gente para ser atendida. Hay una señora sentada cargando a sus dos hijos que parecen tener sólo unos meses de existencia cada uno en un brazo, otro señor está con el teléfono en la mano y una niña corretea a su alrededor y un chico con una tablet, observándolo con el ceño fruncido.

Me cambio de sitio, teniendo un buen vistazo de la entrada y la luz solar llegando más a la cara cuando el mundo parece detenerse y no es literal, se escucha el eco de un bebé llorando y luego, él del otro que en otra circunstancia me haría sentir incómodo pero ahora es como un mosquito en su intento de zumbar cerca a mi oído.

Me busca o eso es lo que quiero creer, su mirada se centra en mi y por un minúsculo de segundos, puede ver su sonrisa, no falta mencionar que también pude sentir como se curvaba mis labios, involuntariamente.

Su sonrisa decae y ya no me mira, su ojos se direccionan en los bebés que lloran en el brazo de la madre, y lo entiendo cuando empieza a caminar hasta ese lugar que está delante de mi asiento, está decidiendo si sentarse al lado de la señora o la mía, al final decide por la última opción.

Se sienta, no lleva la casaca negra de cuero como la primera vez, sino uno rojo que raya el vino que cubre un vestido largo que a primera vista no pude identificar sus estampados.

Cadenas rotas, eso era lo que era.

Su celular hizo el trabajo de ser espejo dándome la oportunidad de verla con detalle sin que se descubriera que la observaba. A ratos mueve la cabeza a la escalera y juega con la mano que no agarra el teléfono.

También espera a Hansel, de eso no hay duda.

Mi teléfono suena por tercera vez en el día, es una notificación de que me toca regar la orquídea el día de hoy y se escucha como si fuera una llamada a cada hora hasta que lo desactive confirmando el trabajo.

—No pareces ser un chico que gusta de la jardinería. —Escucharla me sorprende y más porque sé que su pregunta está dirigida hacia mi persona.

—No lo soy, aunque pretendo serlo. —a pesar de solo tener una sola planta, quise agregar. Quería preguntarle cómo sabía de qué iba el peculiar sonido pero como si sabría que esa pregunta ronda mi mente, dice.

—Mi papá es jardinero y siempre recomienda esa aplicación a sus clientes. —Soltó y pude ver que se arrepiente al ver ese gesto que ponía cuando estaba enojada con otros pero ahora sabía que también lo hacía cuando era de si misma.

—¿Cuál es tu planta favorita? —Si le sorprende mi pregunta, no lo muestra. Está distraída.

—Los narcisos.

—¿Cómo son?

—En serio no sabes como son los narcisos.

—La verdad, creo que debe estar relacionada con las personas narcisistas, aunque no pareces ser una de ellas.

—Le tienen estereotipada a la pobre planta. —le vi prender su teléfono.

Abruptamente acercó la pantalla de su teléfono a mi rostro, había la foto de unas plantas que una vez vi.

—Estos los tengo en casa —dice.

—También son mis favoritas.

—¿Qué cosa? —pregunta.

—Los narcisos también son mi planta favorita —aclaró.

—Eso es imposible, acabas de verlo por primera vez.

—Ya las vi una vez, me identifico con ellas. —ella levantó una ceja, no creyéndome.

—En serio, esa planta es capaz de acaparar la atención de hasta los ignorantes en eso de las plantas como yo.

—No entiendo.

—Soy orador o lo era, —explico— pero esos minutos que estuve parado en el escenario me creí el rey del universo.

—¿Y eso que tiene que ver con los narcisos?

—Los narcisos son plantas que acaparan el interés de las personas, haciéndole creer que son especiales por la forma de su bulbo y ellos con esa atención, también se lo creen.

—¿Estás insinuando que los narcisos no merecen el interés de las personas? —iba a hablar, sin embargo, continuó. —Las plantas son como las personas, cada una es diferente y eso se observa desde su manera de plantarlo, su crecimiento y el cuidado que se da, llegando al final teniendo una función especial y diferente a pesar de ser de la misma familia de plantas y especie como los narcisos que sirven para decorar, igual que las rosas desde la perspectiva de un decorador, pero del curandero diría que los pétalos de esas flores sirve para un remedio. —Se callo unos segundos, tomó un poco de aire y siguió —No digas que los narcisos no merecen ser visto y admirado por otros, tu mismo lo dijiste, te sentiste identificado por las atención que le recae, para un arquitecto observar le inspiró para una estructura de un edificio que debe proponer en una junta, a un niño que quiere aprender a tocar la trompeta y a un botánico la curiosidad de saber el porque la forma de la planta sea así.

El timbre suena, anunciando el final e inicio de una clase. Los bebés que ya se habían callado empiezan a llorar otra vez.

Olympia se para y empieza a caminar a las escaleras.

—¡Oye! —se voltea y me mira, la mirada que tenía al hablar de los narcisos se le ha borrado.

—No te pregunte porque te gustan los narcisos. —dije.

—Ahora lo estás haciendo. —me recordó. —se acercó unos pasos, —buenas nuevas, los narcisos para mi son un recordatorio que luego del invierno, viene la primavera.

Retrocedió unos pasos, y luego se volteó, su mirada se dirigió a Hansel que bajaba de las escaleras.

Decidí irme porque algo en su mirada al decir la última frase de nuestra conversación, parecía que el invierno acechaba su existencia y el único que podía hacerle olvidar por momentos de eso era Hansel al verlo que lo abrazaba como si fuera su refugio cuando se encontraron.

Abro la puerta de la casa con la llave que siempre llevo, escucho pasos que no son los de mis padres, sino unos como el de un baile de taps que me son familiares, Elly me recibe con una bata que una vez vi en su casa. Está jugando a ser doctora.

—Hola pequeña. —La saludo,.

Frunce el ceño de manera exagerada, está molesta, al ser la más chiquita de su grupo en el jardín no quiere que nadie se refiera con ese diminutivo.

—Doctora Eileen, Edu. —me refuta con esa mueca que me causa gracia. Es la única que me puede hablar con ese diminutivo.

—Disculpe doctora Eileen —le sigo la corriente. —¿Dónde está tu papá? —le pregunto.

Señala la cocina.

Empiezo a caminar hasta ese lugar pero ella no me deja, me detiene, agarrando con su mano mi buzo. La miro y ella solo me mira seriamente agarrando con la otra mano ese aparato de juguete que en la vida real creo que sirve para medir los latidos de la gente.

—¿Chequeo médico? —interrogue. Asiente.

—Saludo a mi mamá y empiezas.

Le parece justo el trato.

Mamá y Fran están sentados hablando en la pequeña mesa que usamos para comer, están concentrados por lo que ninguno se da cuenta de mi presencia. Cada uno tiene un vaso de café que por el olor sé que no son los que comúnmente consume mi amigo y agradezco eso.

—Espero que le vaya bien —escucho decir a Fran.

—También lo deseo y con tu apoyo todo saldrá bien —habla mi mamá.

—Sabe que le apoyaré...

Se calla cuando se dan cuenta de mi presencia y mamá que busca la razón del silencio de mi amigo se voltea y me mira.

—Hola hijo. —me saluda.

—Hola ma. —le respondo, Elly sigue agarrando mi buzo y al escucharla saludar a mamá ya lo está jaloneando, intento ignorarla.

—Pensaba que te ibas a demorar más con tu amigo —sabía de la existencia de Hansel, hasta me invitó un día a presentarlo.

—Hansel estaba ocupado —iba a aumentar con su novia pero omití ese dato innecesario.

—Bueno, como vez yo también me he desatendido temprano de la cafetería.

—Eso veo.

—¿Quieres café?

—Vale.

Se estaba levantando.

—Me sirvo yo mismo —aclare. El café estaba en la hervidora, solo era servirme.

—Como tú quieres, —deje la entrada y empecé a caminar dentro de la cocina —¿Que paso mi niña? —preguntó mamá cuando observo a Elly que andaba a mi lado.

—Elly está empecinada en hacerme un chequeo médico. —hable. Me servi el café en una taza quedando por segundos anonadado por su olor, si un expreso hacia eso conmigo, los capuchinos eran mi perdición.

—Eso parece delicioso —la voz de Eileen, hace que baje a la tierra del mundo cafetero.

—Esa palabra es corta Elly, —puedo escuchar a Fran decir "ya empezamos" lo ignoro —pero todavía no puedes tomarlo porque... —evito decir pequeña —todavía eres una niña y puede ser perjudicial para tu salud —le digo lo que siempre mamá me decía cuando era pequeño y quería tomar una taza de café y ella me daba agua de cebada.

—Si es malo, tú tampoco debes tomarlo. —me acusa.

—Edu —miro a Fran buscando explicaciones. —ya no es un niño, solecita.

Eso parece conformarle para no seguir preguntando pero eso no deja que me mire enojada.

—Deja que la Doctora Elly te realice el chequeo —dice mi madre que le encanta darle los gustos a la hija de mi amigo.

Le doy la mano que no agarra la taza y ella con su pequeña mano solo agarra tres dedos y caminamos hasta la sala, sentándose en uno de los sillones.

—La niña ya los extrañaba. —escucho decir a mi amigo.

Elly comienza con su trabajo, y yo en medio de ese juego tengo el papel de paciente, intentó descifrar de qué iba la conversación de mi mamá y mi amigo mientras siento que la niña jalonea mi oreja. Especialmente porque mamá creía que no iba a aparecer toda la tarde.

El sonido de mi celular que lleva toda la tarde molestando me saca de la ensoñación, Elly ya se aburrió de utilizarme de paciente y yo me voy a regar la orquídea. 

AHHHHHHHHHHHH...HHHH.HHHH

Capitulo XX de esta novela!!!!


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