XVII
Se podría decir que no era un madrugador y más después de una nochecita un poco extraña pero para algunas personas podría serlo. Aquella mañana me levanté a las seis de la mañana gracias al despertador a pesar que solo dormí un par de horas me puse a realizar el desayuno ya que mamá estaba siempre activa desde las siete aunque fuera feriado, cuarenta y cinco minutos después lo tenía servido en tres platos panqueques de fresa con tres vasos de jugo de naranja, deje uno en el cuarto de huéspedes y agradecí que mi padre tenga el sueño profundo ya que no sintió mi entrada y salida del cuarto. Me encaminé al cuarto de mamá chocando con ella en la puerta, iba ya vestida y eso solo significaba que no iba a descansar, cuando se dio cuenta de mi presencia se sorprendió aunque no más que yo.
—Buenos días, cariño. Salgo para la cafetería —observo mis manos donde traía el desayuno —pero puedo darme una hora ¿Te parece?
Empecé a caminar hasta la cocina donde había una mesa para cuatro aunque ahora solo la utilizaban una persona al mismo tiempo. Lo dejé y traje el mío, ella todavía estaba parada y me enojo mi actitud nuevamente. Estaba enojado pero no con ella, sino conmigo mismo. La abrace y ella lo correspondió, le dije bajito "Feliz dia" y ese simple contacto bajo la emoción del momento y me senté en mi sitio un poco más relajado.
—Lo siento, vale. —ella dijo. —Mi jefe va a pagar doble y yo solo acepte, prometo estar la siguiente.
—Si, mamá.
—Está riquísimo, —hablo mientras con su lengua limpiaba el jarabe que se derramó en sus labios.
—Lo saque de tu recetario.
—Le das un buen uso, cariño. Hace tiempo que no lo comía —se dio cuenta de su comentario por lo que la última palabra lo dijo bajito.
El ambiente fue contaminado por la rememoración de nuestra vida hace un año donde los panqueques eran consumidos en cada cumpleaños y fecha especial por tradición, sintiéndose tan lejano. Algo que no soportaba es que llevábamos una vida mi madre y yo, donde desearíamos vivir en el pasado todavía no aceptando nuestro presente. Porque si, nuestra vida se fue al demonio hace un año y ahora solo éramos una familia destrozada que tenía las piezas dispersas por el mundo intentando disimular que no pasó nada.
—Te tengo un regalo —digo, para callar los pensamientos que rondan mi mente y matar el silencio abrumador.
—No te hubieras molestado cariño —mamá explicó.
—No es nada nuevo. —termine diciendo.
Le señalé al pequeño balcón donde había puesto una de las sillas dobles y había una planta, le iba a dar cubriendo sus ojos con una tela pero la situación hizo que cambiara todo.
Mamá soltó un chillido, dejó su tenedor y corrió hasta el balcón y observó con amor a la orquídea.
—Se va ha morir. —Declaro mamá.
—Ya lo tengo una semana —ella me observó como si le hubiera dicho que no amaba hablar en público.
—¿Eso es posible o es una imitación casi real?
—El señor que me vendió me dio información de una aplicación que me dice los días que debo regar la planta, dar su abono y podarlo.
—¿Existe eso?
—Pues, si. Vas a ver que el siguiente año vamos a verlo con una rama nueva y más flores.
—Lo veo y no lo creo hijo.
—Vas a verlo mamá, juntos. —afirmé.
Juntos.
Fran publicó una foto en su estado de WhatsApp de Elly con su abuela materna abrazándola. Si bien este día era donde se agasajaba a las madres también era un recordatorio para los que no tenían como le pasaba a mi amigo y a su hija. Cuando la niña entró al jardín y hizo su primer manualidad para regalar a su mamá, tuvo un problema ya que no sabía lo que era eso, me recuerdo a Fran pidiendo consejos a mamá para poder explicarle de que su mamá estaba muerta pero de una manera que no sea traumática, al final lo tuvieron que tratar el tema con un psicólogo y la figura materna para Eyleen se volvió la mamá de su mamá. Seguí revisando el WhatsApp encontrándome con mensajes de un grupo relacionado con concursantes de oratoria de esos años y que todavía estaba activo también el del grupo del salón, donde se había subido varias fotos de mis compañeros en una selfie, la comida, las bebidas y algunas caras más sonriente de lo normal. Leí todos los mensajes que eran algo de trescientos donde los últimos decían que se colaron bebidas con alcohol a la fiesta aprobando la idea de negocio de la persona al darle más "diversión" a la fiesta.
Rodé los ojos.
Se ha normalizado el consumo de bebidas alcohólicas en los jóvenes que hasta a los que lo hacen lo declaran como Cool y a los que no, mojigatos. En los colegios de todo el país se habla de ese tema desde que entras a la secundaria pero parece que lo ignoramos. Todos sabemos sus consecuencias y cómo esta droga legal se vuelve adicta a pesar que uno dice que lo bebe solo los fines de semana, una vez al mes o en un evento importante. Eso es lo que pasó a papá, él sólo bebía cuando le invitaban un familiar luego empezó con una copita para calmar los nervios hasta que un día le veías agarrando una botella a todo lados.
No importaba las excusas, he escuchado que eso te vuelve atrevido, hace olvidar por minutos los problemas, la presión de los amigos y muchos más, beber es una decisión que trae consecuencias que afecta al entorno sin mencionar todas las consecuencias en la salud física y mental de la persona, por la culpa de un borracho que creía estar un poco sobrio produce a diarios accidentes mencionando un ejemplo notorio.
Ayer por la noche recordé porque evitaba a mi padre al ver al chico abrazar a Olympia seguramente sin medir su fuerza haciéndola sentir incómoda. Ayer cuando dejamos a Miguel en su casa recordé esas primeras semanas donde mamá y yo cargamos a papá a su cuarto en un estado inconsciente por la bebida. Ayer por la noche antes de dormir pensé en la razón porque bebió Miguel y como este no era un motivo válido para preocupar a su hermana, a las chicas y a mi.
Las chicas.
Envié un mensaje a Liliana saludando y preguntando de como estaba, me di cuenta a los segundos cuando cargaba los mensajes que ella preguntaba si estaba vivo, típico de esa chica. Ella respondió a los minutos con su extravagancia.
[8:25 p. m., 14/05/2017]Lily 5to "A":
Hombre, deberías llevarte un premio a la peor amiga pero voy a ignorar que recién respondes mis mensajes con una pregunta que por cierto es tonta ya que tengo que cuidarme sola.
También envié un mensaje a Olympia a este tuve que formular bien la pregunta, la verdad no pensaba tener su número tan rápido creí que iba a tenerlo que pedirlo a Hansel no obstante la manera que lo conseguí no fue grata. Ella solo respondió con un escueto sí, recordando que yo no era una persona de su agrado aunque no sabía el motivo.
Estaba anocheciendo cuando llegué a casa a preparar la cena, me había pasado toda la tarde en la cafetería en mi mesa favorita buscando información para un ensayo que dejó la profesora de Filosofía con ayuda del wi fi de alta velocidad del local. El apartamento curiosamente estaba con las luces prendidas, llamándome la atención ya que siempre los dejaba apagados y a mi papá le gustaba estar en la oscuridad cuando estaba en casa. Lo escaneé buscando algo fuera de lugar, nunca habían robado al edificio pero siempre existía una primera vez. Camine a la cocina a buscar un cucharón, una escoba seria mas practica para este momento pero el utensilio de cocina era casi del tamaño de un micrófono y eso si lo podía manejar, encontrando a mi padre sentado en una de las sillas que conformaba el pequeño comedor con una bola de trapo en la cara. Se dio cuenta de mi presencia al instante, escondiendo con un poco de disimulo el ojo hinchado con una bolsa de hielo, confirme. Tenía el aspecto desaliñado a tal extremo que cualquiera creería que se revolcó en el pavimento hasta rasgar su prendas y la piel de su cuerpo. Mi papá de hace un año nunca hubiera aparecido así, y el hijo de hace un año si le dijeran que su padre se metió en una pelea se burlaría en su cara porque esa es la primera idea que se me viene a la cabeza, ahora. Y como cereza del pastel estaba borracho por el aliento que traía. Estaba desconcertado, todas las clases de oratoria desde pequeño se fueron a la cañería porque tengo una crisis de la que no soy capaz de moverme hasta unos minutos después donde puedo hablar como un robot.
—Que mamá no te vea así. —La última palabra lo pronunció con la garganta desgarrándome porque ese no es el tono que yo utilizo con las personas y menos con él.
—Hijo...—empezó a hablar, no lo deje terminar. No quería explicaciones en este momento. Ignore todos esos hematomas que empezaban a aparecer en su cuerpo, el dolor en su mirada y ese pensamiento de que a pesar de todo es mi padre y debería ayudarlo.
Me fui, dejándole con las palabras en la boca a mi cuarto hasta que escuche la puerta de huésped cerrarse, saliendo del mío para preparar la cena.
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