XVI
Siempre veo un día después el estreno del final de una temporada de "Yo soy"en su página para poder así acortar los quince minutos donde el conductor se pone en modo misterioso al anunciar los ganadores porque sencillamente no lo soporto. Por eso cuando mi papá quiere imitar a esos conductores luego de hacerme levantar a las ocho de la mañana mi cabeza está por reventar de la resaca ( de sueño) y romper la envoltura de dicha caja por mi misma, suena más apetecible.
—...Y el regalo es..., ¿Que ocultara esa caja? ¿Te doy una pista?
—Loan, cariño. Sabes que te quiero pero puedes dejarme abrir de una vez por todas la caja —se que sus ojos me señalaba, aunque solo tenía medio ojo abierto.
—Es que no es cualquier caja, Ceci.
—Voy a desenredar la cinta. —amenazó.
—¿No tienes idea lo que hay?
—No.
—Entonces, hazlo.
No negaba que me daba curiosidad saber lo que esta guardaba así que cuando soltó el lazo me lleve el chasco que la caja no se abría sino todavía tenia que sacar una tapa. Mamá lo sacó y las cuatro caras laterales de la caja cayeron mostrando una caja mas pequeña y á su alrededor dos pares de ¿tableta de chocolate? Eso no me esperaba.
—Saca la otra tapa —incentivo papá. Ella lo hizo y en las paredes caídas había diez papeles enrollados amarillentos, que parecían viejas.
—¿Qué es eso? —me atreví a preguntar.
—Una carta para cada mes —respondió papá con voz autónoma.
—¿Mes de que?
—Desde que supimos que venías al mundo, Gerald.
—¿Aquí hay diez?
—El último fue escrito dos semanas después de tu nacimiento.
Quede anonada. Nunca supe de estos papeles y saber su contenido me causaba emociones contradictorias.
Se cayeron otras paredes y en estas había fotos de ellos dos con mamá cada vez con un vientre abultado hasta la última donde tenía la mirada pálida pero eso parecía no importarle cuando miraba a la bebe que cargaba papá, no pude evitar preguntar.
—¿Ese bebe feo, soy yo?
—Fea Gerald. Fea —mamá le dio un codazo. —Y si eres tú.
—Supongo que el chocolate tiene que ver algo relacionado a esto.
—¿Se lo cuento? —preguntó papá a mamá, ella asintió.
—Esa es la marca de chocolate que no le gusta a tu mamá pero que devoraba en su embarazo.
—Comía cosas extrañas —continuó mamá —Me recuerdo que comía aceitunas con mayonesa, miel con apio o mermelada de durazno combinado con fresa.
Cayeron las últimas paredes junto con cuatro posavasos de resina con flores secas que papá tendía a regalar ya que éramos malísimos cuidando flores vivas. En el medio había un papel doblado que lo agarró mamá y empezó a abrirla, observando varios segundos su contenido para luego abrazar a papá.
—Yo también les tengo una sorpresa.
Se soltó del abrazo y de su bolsillo sacó un papel, también doblado. Le entregó a papá que hizo lo mismo que mamá solo que él sí parecía más sorprendido.
—¿Como? —preguntó, el.
—Dejaste la página de reservaciones abierta en la computadora, consideralo un regalo por el día de padres.
—Son para las mismas fechas.
—No salimos hace varios años como pareja y me pareció perfecto hacerlo los dos solos, tu mamá accedió cuidar a la niña. —ya entendía a donde iba a todo esto. A la única persona que se referían así era a mi. Lo confirme cuando le pedí a papá la hoja que tenía en la mano.
Lo leí, era una reservación de un paquete turístico para Huaraz por cinco días.
Les iba a hacer bien, ellos sabían que me gustaba la idea aunque con la abuela chocará un poco.
Cuando me tocó dar su regalo, eran insignificantes a los de papá ya que no tenían algo que llegaba al alma, recuerdos.
Lavaba los platos de la cena cuando el anuncio de una notificación llegó a mi teléfono, abriendo la esperanza de que era una señal de vida de Miguel. Papá barría y escuchó también el sonido, me miró y luego el teléfono, esperando un movimiento de mi parte. Era un simple mensaje que bien podía ser spam pero todo el día desde que tome conciencia de los acontecimientos de ayer estaba a la expectativa de saber el estado de Miguel a pesar que su hermana me confirmó que llegó sano y salvo a su casa.
Seque los platos y agarre mi teléfono de la mesa, lo prendí y hay había un mensaje pero no era de Miguel.
[8:32 p. m., 14/05/2017]Eduardo😃:
Estas bien??
No lo esperaba, había olvidado que ese orador había sido parte de la noche anterior y que tenía mi número telefónico. Mi enojo con él no había desaparecido, solo se suprimió esa noche por las emociones del momento.
—¿Hija, estás bien? —papá preguntó, levantando mi cara para observarlo agarrando la escoba y con la otra mano el recogedor. Su pregunta fue como darle voz al mensaje.
—¿Pasa algo? —continuó hablando. Mire el teléfono que apague y vi como reflejaba mi rostro descompuesto a un gesto serio.
—Nada pa. —papá no pidió explicaciones y le agradecí.
Respondí con un escueto "si" porque el mensaje enviado parecía ser de que no tenían malas intenciones aunque por dentro me hacía rabiar de no tener un buen fundamento para odiarlo una vez más como esa vez que acompañé a Hansel.
Papá salió de la cocina dejándome sola. Llene un vaso con agua y lo bebí de corrido, frustrada de no saber nada de Miguel que para colmos no vino al día siguiente al colegio.
Los Lunes son un poco más abrumadores ya que después de un fin de semana descansando ese día debo empezar a la semana corriendo de aquí para allá, observando la hora en los celulares de la gente que lo tienen prendido en el combi o microbús para no llegar tarde a cualquiera de mis destinos a pesar que seria mas cómodo llevar mi celular o un reloj de pulsera, para no estar fisgoneado de paso los videos que tienen puestos o los mensajes. Mamá siempre dice que puede sacar la autorización para poder llevar el teléfono al colegio pero me he negado varias veces para no entrar en controversia con Andrea. Ahora estoy sentada en el mismo asiento junto a ella, al ser el único asiento del microbús vacío todavía con el uniforme escolar al demorarme en el colegio con la asesora resolviendo unos asuntos del proyecto rumbo al preuniversitario sintiendo que lanzarme por la ventana (si estaría sentado a lado) seria mejor que un minuto más a su lado en esa tensión que yo sola creaba. Andrea llevaba unos jeans de pitillo que ahora están de moda y una blusa blanca con mangas largas. Y disimuladamente observe unos aretes en forma de gota de agua de resina con flores rosas incrustadas que una vez le regalé y tenía uno igual en casa guardado en mi joyero de cartón. Ella parecía no darse cuenta de mi presencia y estaba bien, la última vez que hablamos más de diez palabras que no sea ¡tienes la falda corta!¡acaso tu cabello es un nido de pájaro! En el colegio, terminamos mal y la evitaba mucho en el colegio aunque era un poco difícil cuando tu ex amiga es la brigadier general donde pasas la mitad de la semana en ese lugar.
Trate de no moverme y funciono varios minutos hasta que el cobrador apareció pidiendo el dinero de los pasajes, le entregue el dinero y solo pronuncie "academia" el lo entendió dándome la boleta.
—Señorita, su pasaje —volvió a decir el señor, llamando la atención de Andrea por alzar el tono de voz. Ella sacó unas cuantas monedas y le dio, diciendo "Universidad" grite internamente ya que ese lugar estaba antes del lugar donde iba a bajar, si se dio cuenta de mi presencia lo disimuló bien. Al bajar en su paradero, no me pidió permiso para moverme, su indiferencia era al extremo que era una desconocida para ella y eso dolió, sí que dolió.
Estaba concentrada en eso que hasta la hora de clase del preuniversitario que no tuve la duda de porque ella tenía que bajar en el paradero que llevaba a la Facultad de Ciencias de la Comunicación, Turismo y Psicología de la universidad "San Martin Porres" y que se arreglaba en una velocidad considerable para poder chocarnos de esa manera.
Holi, como están?
Un nuevo capitulo donde existe tres momentos, aquí un ejemplo de la caja que regalo el papá de Olympia y si, esta pareja de esposos tiene una historia propia por si se preguntaban.
Ese Eduardo se atrevio por cierto.
Y........ y Andrea por fin apareció, un personaje importante en esta historia.
Pregunta, ¿Se llevan bien con sus abuelos?
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