XIV
Mariachis.
Eso es lo que aparecieron cantando y tocando detrás de Liliana. Una de las líneas que antes alumbraban en colores se colocaron amarilla como la del centro, observándose un manto rojo donde un joven estaba parado en la entrada con los brazos entrelazados a una mujer regordeta con rasgos maduros de seguramente cincuenta años con un vestido con falda un poco voluminosa dorado con bordados gigantes de flores que era como cascadas desde su hombro hasta la basta de la prenda. Empezaron a caminar al compás de la música introductoria llegando a un punto que era como una segunda pista de baile pero solo para una pareja, bailando parte de la canción con una coreografía donde la señora que debe ser su madre o algún familiar y el se agarraban de la mano y tenían el brazo extendido hasta el hombro y sus otras manos sostenían también esa parte del cuerpo moviéndose por todo esa pista, siendo el punto central de todas las miradas. A la mitad de la canción existe un punto donde solo los instrumentos se tocan y la mujer dio un beso en la mejilla al chico y él se acercó solo hasta el escenario central donde Liliana le esperaba con la mano tendida, vestida con un traje charro similar a los de los mariachis a diferencia que el bordado de su ropa era dorada y el de ellos plateados, él lo recibió y ella coloco sus manos en su hombro y él en su cintura empezando a bailar, siguiendo pasos que se entendían que lo había practicado varias veces.
La fiesta empezó de verdad luego de lo protocolar de las palabras de la familia, los padrinos, el cumpleañero y por supuesto de mi amiga. Luego de deleitarnos con unas canciones los mariachis estos se retiraron, no sin antes cantar el feliz cumpleaños con una torta de tres piso coloridos con algunas calaveras de las tantas que tenían prendido como las chispas que botan los cohetes que se observaban en navidad y año nuevo. Muchos chicos y chicas alzaban vasos con bebidas de sospechosa procedencia, que hizo que varias veces fuera hasta al bar yo misma e hiciera mi pedido. Había refrescos que también eran agradables pero me gustaba más el jarabe que preparaba el barista. Hace poco papá había llamado preguntando por la fiesta, antes de despedirme le pedí que no era necesario llamar a Liliana. Claramente no me hizo caso y fui testigo cuando ella gritó desde la pista con quien era Sebastián, el cumpleañero; enfocando la cámara de su teléfono a mi dirección. Me mensajeé un poco con mamá y luego trajeron tortillas con relleno que se llaman "tacos" para la mesa. Miguel ya iba por el segundo taco mientras yo me "endulzaba" con esos dulces que había en lo que parecía ser un botanero de piedra, no negaba que ayudaba a calmar los nervios.
Liliana y Sebastián se acercaron a la mesa. Era obvio que mi amiga esperaba a otra persona pero disimuló su desencanto que solo los pocos que conocíamos sabíamos de eso, se sentó en una de las sillas que estaba vacía y entendí que era de ella y su acompañante en la de una chica que había salido a bailar.
—¿Cómo lo pasan? —preguntó Liliana.
—Perfecto —respondió Miguel. —Tienen una comida deliciosa.
—¿No salen a bailar? —siguió mi amiga. —Alguien tiene que reemplazarse siono Sebastián.
El solo asintió.
—Prefiero ser espectadora y disfrutar de estos —le señalé los caramelos. Pude escuchar que Liana pronunciaba en voz baja ''aburrida''
—Son dulces clásicos de México —me concentré en las palabras de Sebastián.
—Se ve que comen mucho ají y limón.
—En verdad se dice chile.
—¿Eres Miguel?
—Él mismo—respondió él.
—Gusto en conocerte, soy la mejor amiga de Oly, Liliana.
—¿Amiga?¿Creía que solo tenía a Hansel?
—Ella fue quien me dio las invitaciones —le informé.
—Yo pensaba que a Olympia se lo había dado algún familiar lejano. —comentó.
—¿Por qué lo dices? —pregunto.
—No pareces ser de este entorno. —Respondió. Tenía razón.
—¿Saben que? Vamos a salir a bailar —me agarró de mi mano Lily y me hizo parar de mi silla.
La música cambió y ahora se escuchaba "Shape of you" de Ed Sheeran, empecé a bailar moviéndome de un costado a otro mientras Liliana hacia esos pasos que hacía ser el centro de atención, retrocediendo y dando vueltas en su propio eje.
—¿Por qué no me dijiste que tenías novio? —utilice su propia estrategia.
—¿Novio? —frunció el ceño.
—Si.
—Tú —me señaló —¿crees que tengo un noviazgo con Sebastián?
—Si. —soltó una risotada, calmándose un poco respondió.
—Es un buen chico pero nunca me interesó y ahora menos, solo es un amigo que me pidió un favor para su fiesta. —Terminó diciendo moviendo su cintura al son de la música, su mirada se distrajo en sus pasos.
—No pareces convencida.
—Porque no hay nada que convencer —dijo acercándose bailando y tocando mi nariz. —Hemos trabajado tres meses para que esto resulte y quizás tengo un poco de nostalgia, pero nada más. Ahora ponte a seguir mis pasos y dejes de arrastrar esos pies.
Quería preguntarle porque no me contó sobre esto hace semanas, sin embargo, la conocía tan bien luego de más diez años de amistad que concluí a lo mejor, ella debería tener sus razones.
—¿Quién lo hizo?
—Un organizador de evento. —respondió con una mirada "es en serio" Mientras le seguía los pasos con dificultad.
—¿Por qué todo esto?
—Lo de una fiesta al estilo mexicano fue porque la familia materna de Sebastián son de México y ya sabes, eso de no olvidar las raíces... Fue algo así como un homenaje. Mira son ellos —su mirada estaba direccionada hasta la parte cerca donde estaba la mesa con la torta y otros potajes que no había observado con detalle.
—Tu traje esta precioso. —Le dije. Liliana con ese traje charro llamaba la atención y más porque no era una falda sino un pantalón.
—Y eso que no llevo mi sombrero, le da un toque sexi a mi atuendo.
—¿Dónde lo dejaste?
—En el vestidor. Estuvo bien para bailar pero al andar entre los invitados y con la altura de chaparrita hubiera chocado con varios. —Me dio gracia que utilizara ese adjetivo para decir que a las justas pasaba el metro cincuenta.
—Mujer retrocede un poco, mueve la cintura y los brazos alza hasta los hombros. —Me pidió, realizando ella misma sus indicaciones.
—Vi que hablabas con mi padre. —le dije mientras hacía lo que pedía. No se frustraba que mi cuerpo para el baile era un tronco.
—Si, hablamos por videollamada. Le presente a Sebastián y le dio el visto bueno. —Liliana era como una hija adoptiva para mis padres y ella también los miraba así.
—Es enserio.
—Si, también para verificar al barman si era stripper.
—Va más vestido que yo, —dije ya que lo había visto varias veces cuando iba a pedir una bebida.
En ese momento la canción se acabó y Lily se frustró de no terminar con una parada digna de coreografía. Yo iba a escabullirme lentamente, sin embargo Liliana no me lo iba a dejar y más porque puso su brazos en mi cuello y empezamos a bailar una canción que era lenta, otra de Ed Sheeran, parecía ser que el encargado de la música, le gustaba las canciones del pelirrojo, yo agradecía que este sea con poco movimiento.
—Pon tus manos en mi cintura. —Lo hice.
—Somos las únicas mujeres de pareja —mire a mi alrededor.
—Que crean que somos lesbianas.
—Liliana.
—No estamos haciendo nada malo, ahora me toca a mí las preguntas.
—Dispara. —Si lo terminaba antes era mejor.
—¿Por qué trajiste a Miguel?
—Te dije que iba a traer a un amigo.
—Pero no a él. —sabía a quién se refería.
—No le podía obligar.
—Tengo la certeza de que no le dijiste.
—Eso es lo que hice, —no podía obligarlo y menos sacar a colación el tema de Liliana a Hansel y como a ella, respetaba su decisión.
—¿Lo hiciste para vengarte? Porque si me ilusione un poquito de poder verlo.
—Un poco, si. —No le mentí, —Más lo hice porque quería tener alguien conocido.
—Mujer, ¿para qué crees que estoy aquí? —pregunto. Mi amiga podía estar pegada toda la noche a mi lado para sentirme cómoda pero era como dejar a una estrella retenida a mi lado, su brillo me alumbraría pero también me podía dejar ciega de tanto brillo y no dejar que otros lo aprecien en medio del cielo era egoísta.
—Tú eres parte de esto, Lily —comente.
—Y el tuyo también, Oly. No es necesario encajar aquí solo ser parte, como todos. — Aprecie como sus ojos se detenían a observar el ambiente como si el mantra no solo estuviera dirigido para mi. —Contemple a las parejas a los segundos que estaban en la pista junto con nosotros.
—Disfruta del catarsis, Olympia. —Finalizó, diciendo.
Llegue a mi mesa luego de que su objetivo de baile sea otra persona para Liliana, huir sería la palabra que usaría para dicha acción pero mi amiga no pensaba secuestrarme sino hacer algo legal, hacerme bailar con otra persona, no me detuve a ver el desafortunado o la desafortunada, sino que use esos segundos.
Miguel observaba con detenimiento el vaso que agarraba. Me senté y pude oler con mejor claridad lo que ya creía que sucedió, estaba bebiendo alcohol.
—¿Dónde conseguiste la bebida? —pregunte escuetamente.
—Se dice, hola Miki. Lamento dejarte tirado.
—La bebida, Miguel —esto no era una pregunta, fue una orden.
—Aburrida —jugaba con el vaso de vidrio —una chica paso invitando y lo acepte.
Prendí mi teléfono, faltaba pocos minutos para las dos de la mañana, no podía regresar él solo y llevarlo en el taxi que traería mamá podía funcionar sino traía esa cara de tener varias copas encima.
—Luego me vendió los otros, debe ser una buena negociante —continuo en su historia, lo había perdido un poco el hilo.
—Di depauperar, Miguel. —Una palabra un poco rara solo la diría una persona sin una gota de alcohol en el cuerpo, utilice la que me costó aprender en la infancia.
—Deparar—respondió. Estaba borracho eso ya no había duda.
—¿Tienes un familiar para llamar?
—¿Familia? —hizo una mueca extraña. —Ahh, una hermana —respondió. Cierto, la que no hizo su quince.
—Dame tu teléfono.
—Ya estamos en eso... —le corte.
—Quiero hablar con tu hermana.
—Vale.
Para suerte mía, el celular no guardaba una contraseña para desbloquear entrando fácilmente al primer chat que observé y por los mensajes debía ser ella.
Le expliqué un poco lo que sucedió, al final me envió la ubicación de su casa con la promesa de esperar a su hermano.
—Vamos al baño.
—Siempre mandando, Olympa —le ayude a pararse y como todavía se podía sostener sobre sus piernas solo le guie hasta afuera. En la entrada pregunté a una señorita de la ubicación del servicio, ella me dijo que estaba detrás de la casa que había al lado. Caminamos y en esa casa existía personas lavando platos, y algunos saliendo con algún alimento, en la parte de detrás estaba el baño.
Había dos puertas, ingresamos al que decía que era de varones donde en el cuarto existían tres cubículos, dos urinarios y dos lavamanos con un espejo. Le hice apoyar sus manos en el lavamanos y le eche agua con mi mano en la cara. Se asustó un poco, porque me miró desconcertado pero luego su mirada cambió por una burlona al ver en el sitio donde estábamos. Retrocedí por inercia, lamentablemente no lo hice rápido ya que me abrazo.
—Me gustas —escondió su cabeza en mi axila —mucho Olympia.
En otro momento me hubiera sonrojado a tal extremo de hacer freír plátanos en mis pómulos por su declaración pero en ese momento mi cuerpo estaba más ocupado en sostener el peso de Miguel que parecía no querer moverse de esa posición.
No se movía, sostener su cuerpo sola me era complicado cada minuto, en cualquier segundo podía caer con todo el peso encima y aunque deseaba poder tirarlo al piso, ni siquiera me podía movilizar por su fuerza.
Observé el lugar y al ver el espejo vi reflejada mi desesperación en mi rostro y al lado un chico que miraba asustado en la misma dirección.
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