IX
—No Liliana. —Era la cuarta o quinta vez que repetía esta oración y parecía que ella no escuchaba.
—Vamos, te vas a divertir. Vas a poder comer comida mexicana y el barman además de preparar las bebidas es stripper.
—No se porque no me lo dijiste ayer y hoy lo haces en el comedor.
—Ya te conté, primero tenía que hacer la invitación oficial en el colegio.
—No creo que mis padres me dejen.
—Te aseguro que si, te lo puede confirmar tu papá que escucha detrás de la puerta —tenía razón, papá entró a la casa y nos observó como si no lo hubiéramos atrapado infraganti.
—Le acabo de mensajear a tu mamá y también ha aceptado. —Ahora entendía la razón, Liliana era buena ideando planes para que uno aceptase. —Eso sí nada de stripper —terminó diciendo papá.
—Quizás pueda decirle que tenga un par de prendas puestas —aceptó Lily.
—Y recojo por mamá a las una de la mañana —negocio papá.
—Le da solo una hora más que a Cenicienta. Estamos en el siglo XXI. tres de la mañana y ni un minuto más ni un minuto menos.
—Una media y cerramos el trato.
—Señor Rodríguez ese tiempo es cortísimo, ni el cumpleañero todavía a soplar las velas, dos cuarenta y cinco y puede llamarnos entre la fiesta y vamos a tener el deber responderle sino la confianza que nos tiene va ha estar rota.
—Dos media con solo tolerancia de cinco minutos.
—Hecho —se dieron la mano.
—No he aceptado ir —interrumpí el momento, Lily blanqueo los ojos.
—¿Quieres que empecemos a negociar en frente de tu padre, Olympia? —no podía ser cierto pero claro todo puede ser cuando Liliana Suarez estaba en medio de la ecuación.
—Me entendiste mal, todavía no he decidido con quien ir.
—Obvio que conmigo.
—¿Puedo traer a un amigo? —ella lo entendió porque abrió los ojos más de lo normal.
—¿Quera?
—Puedo ser persuasiva,
—Toma —sacó una tarjeta de su bolso, a mi ya me había entregado el mío por lo que entendí que esa fiesta era más de personas que tenía bastante billete y es que eso no fuera más evidente.
—Ya espero ese día.
—Yo también —respondí.
—Ustedes y su código morse me hacen sentir viejo —dijo papá confundido.
Había actualizado mi cuaderno de campo, entre los pocos minutos que no me lo pasaba en clases, el preuniversitario y realizando las tareas de ambas cosas; pude realizarlo, no se como hacia para tener tiempo para mis amigos pero me sentía un poco satisfecha de terminarlo a pesar de tener los días apretados. Hoy tenía que entregar un informe de mi trabajo a la tutora por lo que después de clases fui al aula de profesores que se encontraba a lado de la cafetería de la escuela, estaba que moría de nervios internamente por lo que Hansel me acompañaba, nadie hablo todo el camino y agradece en parte eso. Al entrar tuve que pararme unos segundos al divisar a mi profesora de Ciencia y Tecnología charlando con la Tutora, ya sentía mi mano sudar y agradecí que el folder estaba plastificado. Me vieron y me invitaron a sentarme junto con ellas.
—Le pedí a la profesora de Ciencia que se quedara unos segundos para que vea sus avances —explicó la tutora luego de los respectivos saludos.
—S, claro.
—Puedes resumirme un poco mientras le hecho un ojo —dijo señalando al folder. Asentí. Y comencé.
—En la encuesta, los resultados que nos entrega es que muchos de los alimentos que preguntamos si le eran conocidos a los estudiantes pero nunca lo había probado, a la vez que el segundo grupo que va del otro dicen que lo han probado pero no les gusto. La que está relacionada por la razón de su consumo y no consumo de todos los alimentos mencionados marcaron más de la cuarta parte por su precio. Son menos del diez por ciento que consumen los alimentos preguntados en la encuesta y la mayor parte de ese grupo son los arándanos que lo podríamos relacionar con el abastecimiento reciente en estos años de esta fruta en los mercados del distrito. Lo relacionado en la manera que lo consumen dijo crudo y pocos dijeron en el desayuno donde buena parte de los chicos que dijeron eso marcaron que consumían con regularidad la quinua. En lo que tiene que ver con la edad, los que tienen menos de quince años son los que conocen más los alimentos mencionados y los que son mayor de ese rango conocen menos.
—¿A qué crees que se deba eso? —preguntó la tutora.
—Muchos padres todavía obligan a un púber de doce a acompañar al mercado a cambio a uno de diecisiete es más difícil por lo que su idas al mercado son menos frecuentes y estos espacios ahora están trayendo alimentos que antes no había y muchos no están actualizados.
—Puedo deducir que ya estás trabajando con los resultados —preguntó la profesora de Ciencia y Tecnología.
—Si, he estado yendo al mercado y viendo algunos artículos en internet.
—Me parece perfecto, Olympia. —dijo.
—¿Concuerda con tu hipótesis inicial? —preguntó la tutora.
—Si.
—Trata de buscar una teoría que contraste a tu hipótesis, es el único consejo que te puedo dar. Algunos corregimientos y recomendaciones te lo estaré enviando al correo —finalizó la profesora.
—No lo leí todo pero en casa lo voy a hacer con más tranquilidad. Solo puedo decir lo que ya creía, si sigues así este proyecto puede superar al del año pasado. —aclaro la tutora con seriedad. —Tu eres la que va a poner límites, Olympia.
—Gracias.
Salí del salón y abracé con tanta intensidad a Hansel, él correspondió el afecto y estuvimos varios minutos así. Vote algunas lágrimas, estas eran de alegría y satisfacción de entender que esto me apasionaba.
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