36.Propuesta imprudente

Lucia Ferrey:

―Tum… tum...tum.

¿De dónde sale ese ruido? Es como si estuvieran tocando algo.

Espera. De pronto abro los ojos para ver que estaba pasando y me encuentro con una sombra que reflejaba la ventanilla de la cuál estaba cerrada.

―Lucia, rápido vístete ―me decía Andrés que ya se estaba vistiendo.

Oh por dios, alguien está tocando la en la ventanilla. Trato de vestirme lo más rápido posible, pero al ponerme el vestido de anoche me di cuenta de que estaba todo estrujado y sucio. Además los dolores musculares no me dejaban moverme con rapidez.

Así no podré aparecer en mi casa o de verdad pensarán que me secuestraron.

Andrés sale del auto, mientras que yo solo abro la ventanilla y veo a una señora de mucha edad, pero su apariencia era muy elegante y cómoda.

―Jóvenes discúlpenme por interrumpirlos, pero necesito sacar mi auto del garaje ―me fijo en el lugar que estuvimos en toda la noche y fue al frente de la casa de esta señora.

¿Andrés dónde estaba tu cabeza anoche?

―Oh, lo siento mucho, ya nos moveremos.

―Espera, tú no eres el nieto de Edward ―no puedo creer que hasta conozca a la familia de Andrés.

―Así es, pero quién es usted.

―Edward y yo tenemos una cierta relación muy difícil de entender ―señala hacia atrás― además soy tu vecina ―miro por fuera de la ventanilla de que la casa de su abuelo se encontraba a cinco casas ―quería reírme, pero trato de contenerme― tu abuelo me ha contado mucho de ti y la verdad es que te has vuelto más apuesto a las fotos que me mostró. Mi nombre es Martha.

Como me lo esperaba de su abuelo, es todo un Don Juan.

―Si todavía soy muy joven es posible que siga cambiando la apariencia. Señora Martha ha sido un gusto en conocerla. Para la próxima me encantaría escuchar vuestra historia, pero es posible que en estos momentos este apurada, así que nos retiraremos ―me pregunto, ¿cómo es qué puede mantener la calma en este tipo de situaciones vergonzosas?

Cuando estábamos en camino a casa de su abuelo que más cerca no podía estar, no pude contenerme la risa, era tan contagiosa que no podía parar.

―Lucia eso no es gracioso ―el quería parecer serio, pero tampoco se contuvo de la risa.

―Andrés, no te preguntaré ¿el por qué de que te detuviste cerca de la casa de tu abuelo? Pero que no sepas de que esa señora tiene una relación con tu abuelo y que además es tu vecina, me da la curiosidad de saber en qué mundo vives ―seguí riéndome.

―Es que no me gusta ser sociable con los demás, a penas puedo reconocer a los vecinos, prefiero que sigan reconociéndome por fotos que da mi abuelo ―ambos nos miramos y empezamos a reírnos.

Teníamos tanta vergüenza que lo único que hicimos fue reírnos.

Cuando salimos del auto, trato de dirigirme hacia mi casa, pero él me detiene.

―Prefieres volver en ese estado ―miro el vestido y la verdad que era un desastre― cámbiate y si quieres te llevo.

―Bueno si no me queda otra opción, lo haré —prefiero pasarme más tiempo con él.

Cuando entramos no había nadie en la casa, todo estaba con un absoluto silencio. Pero es mejor así, no quisiera volver a pasar otra pena. Andrés me agarra del brazo y nos dirigimos hacia su cuarto.

―Lucia espera aquí un momento, que te buscaré algo para que te cambies.

Su cuarto como siempre tan limpio y organizado, todo lo opuesto a su primo. Miro a un costado donde se ubicaban unos cuadros que la primera vez que vine ni me fije en eso. Eran las sombras de una parejas teniendo cierta intimidad, bueno debo aceptar que en algo se parecen ellos.

―Toma Lucia ―me entrega una ropa bastante femenina.

Ya me estaba preguntando de quien sería ese vestido, cuando de pronto me doy cuenta que era la ropa que usé en la excusión, pero por el juego se lo había entregado a Miguel.

―Así que, tú eras el que tenía el vestido.

―Sí, se lo pedí a Miguel esa misma noche, pero se me olvidó entregártelo.

―Mentiroso, podrías devolvérmelo el día en que te entregué el pulóver.

―Ese día sucedieron tantas cosas que se me olvidó entregártelo ―bueno tiene razón, en lo que dice.

―Por cierto que te dijo Miguel cuando se lo pediste. Porque después de ese día se ha comportado distante conmigo.

―Pues… solo le advertí que eras solo mía ―se me acerca dándome besos.

―Que cruel eres, por qué le dices esas cosas a él.

―Solo me gusta presumirte ―esperaba que volviera a desviar su mirada, pero no lo hace. Sigue mirándome fijamente como si me estuviera pidiendo algo, aunque ese mensaje de su mirada al momento lo supe cuando sentí sus manos por mis caderas.

―Mejor nos tomamos un descanso ―le quito sus manos de mi cuerpo y prácticamente me escapo hacia el baño.

Respiro profundo. Sus caricias siempre me desequilibran, prefiero huir antes de que vuelva a perder la cabeza. Entro a la ducha entretenida en mis pensamientos. Hasta que lo veo aparecer por detrás sorprendiéndome. Aunque no voy a negar de que mi mirada se desvió para vacilar su cuerpo por completo.

―Andrés te dije que me dieras un descanso, además como fue que entraste si yo cerré la puerta.

―Se me olvidó decirte de que la puerta no tiene seguro y además yo también estoy aquí para un descanso.

―¿Desde cuándo te has vuelto tan mentiroso?

―Desde que alguien me enseñó ―su mirada se posa en mí. Lo debo de aceptar, a veces digo mentiras que son muy difíciles de creer.

―Nunca pensé de que alguien aprendería tan rápido de mis enseñanzas.

―Soy un buen estudiante ―no lo quiero aceptar, pero también aprendió a cambiar el tema, haciéndome olvidar la importancia de que no debería de estar aquí― Lucia ―dice mi nombre tocando mi cabello húmedo― no me hagas esperar más ―no esperó ni un segundo y ya me estaba besando apoyando sus manos al cristal que tenía justo detrás de mí.

Siempre consigue de mi lo que quiere. No importa cuántas veces lo niegue, cada vez que me toca me hace derretir entre sus brazos, haciéndome perder la noción del tiempo. Mis decisiones siempre se van por el precipicio, haciéndome cambiar de opinión. Nunca pensé que algún día me tocaría querer tanto a una persona como a él.

Levanto mis brazos para abrazarlo por su cuello, mientras lo besaba. No faltó mucho y ya me había levantado, haciéndome cruzar mis piernas por su cintura, sintiendo todo su miembro en mis entrepiernas. Pero él se contiene a hacer algo que no quiera.

Aunque a mí, no me importaba nada solo quería sentir mucho más de él.

—Sigue, no te detengas —sí, mi yo del pasado me escuchara decir este tipo de atrevimientos, no me creería.

Lo único que se escuchaba en todo el baño eran nuestros gemidos de placer y el eco de nuestros cuerpos chocando entre sí.

―Lucia… te amo ―sus palabras fueron una asombrosa sorpresa para mí. Que no pude evitar mirarlo fijamente a los ojos― supongo que también he aprendido a ser imprudente ―con solo decirme eso entierro mi cabeza en su hombro mordiéndolo.

Acabo de perder toda mi vergüenza. Solo esas palabras ha acelerado mi corazón a toda velocidad.

―Auch… eso duele —se queja— Lucia, pero por que ahora te volviste tímida.

No lo sé, puede que en el día de hoy me haya vuelto muy sensible.

―Yo también he aprendido a tener una actitud espontánea —nos miramos a la vez y es como si se hubiera prendido esa llama que se estaba apagando, llamada pasión.

***

Llego a mi casa después de despedir a Andrés a dos casas de aquí, para no llamar la atención de mi padre. Aunque es posible que esté trabajando, así que aprovecho para entrar por la puerta de adelante, pero es ahí donde me doy cuenta de que fue unas de las peores decisiones que he tomado en mi vida. Ya que todos estaban reunidos en la sala.

―Hasta que al fin Lucia decide regresar a casa ―habla mi padre― ¿se puede saber dónde estabas?

¿Ahora qué le digo? Yo solo hablé esta mañana para decirle a mi madre que estaba bien, pero nunca le dije donde estaba.

―Ella estaba en casa de una amiga ―me salva del apuro, mi hermana.

―¿Y cómo es qué tú lo sabes?

―Porque se lo pregunté a Javier ―espera, eso lo que está diciendo Sol, es verdad.

―Si eso fue lo que te dijo, entonces le creo ―a veces me pregunto de donde puede sacar tanta confianza cuando se trata de Javier. En mi opinión el es la única persona en la que no se puede confiar, pero buenos al menos está tratando de cambiar mi forma de cambiar en ese aspecto.

Me ha salvado de muchos apuros, debería de agradecérselo. Porque sin él no hubiese vuelto con Andrés.

―Por cierto Lucia, hay un asunto importante del cuál tengo que hablar contigo ―cada vez que me dice esas palabras me aterra de solo oírlas.

Me siento calmadamente o al menos eso fue lo que quise mostrar delante de mis padres.

―Quiero que me traigas al chico que tanto hablaste en la ceremonia.

Miro rápidamente a mi mamá para querer saber lo que pasaba, pero ella solo me sonríe. Bueno eso me calma un poco, pero todo lo que mi padre quiera hablar con él, me aterroriza.

―¿Pero papá para qué quieras hablar con él?

―Lucia esto no te importa, tú solo tienes que traerlo, que yo quiero hablar seriamente con él.

Me paso la mano por la cabeza, con solo pensar en que le diría, pero si no lo traigo. ¿Quién querrá escuchar el mal humor de mi padre?

~Nota de la autora~

Ya estamos llegando al final de esta travesía, de la cuál nos dejará mucho de que desear.

Hasta la próxima ~~~~~~

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top