35.Noche seductora

Andrés Briver׃

Ya estoy cansado de esperar.

Será este el lugar del cuál Javier me dijo que se encontraban. Mi paciencia se estaba agotando un poco hasta que veo salir a Lucia. Me quedo encantado al verla, parecía un ángel caído del cielo.

Ella con solo verme baja rápidamente por las escaleras y corre hacia mí, para abrazarme con fuerza.

―Pensé que no te volvería a ver ―entierra su cabeza en mi pecho, pero su voz sonaba un débil.

―Me extrañaste ―le digo mirándola directamente a los ojos, mientras ella acepta con la cabeza― pero hubo una personita que ha tratado de hacer todo lo posible para evitarme ―me divierte con solo verla molesta. No faltó mucho y ya me había pisado fuertemente en el pie.

Auch… eso duele.

Se marcha sola dándome la espalda.

―Oye Lucia no te vayas ―le grito mientras camino hasta alcanzarla.

―Andrés suéltame ―estaba muy molesta― de seguro me has mentido de que irías a Alemania.

―Lucia que gano yo con mentirte ―le agarro del brazo para que no se distancie más de lo que ya está.

―No sé, ganarías que te extrañara más o para que me diera cuenta de cuánto te quiero ―con solo decirme eso, empiezo a sonreír.

―Quieres decir que me extrañaste todo este tiempo y te diste cuenta de cuánto me quieres ―suelta su brazo de mis manos rápidamente.

―Eres una mierda Andrés.

―Yo no te mentí, solo fue un malentendido que tuvo Rafael al escuchar a mi madre. Lo que nunca supe que eso te haría cambiar de opinión ―le hablo mientras me acerco y le acaricio el rostro.

Todo esto sucedió por un malentendido que no sabía, hasta que de pronto me encuentro a todos reunidos en mi casa para hacerme una fiesta de despedida. Pues así fue cuando descubrí que mi madre le había dicho a Rafael de que yo me iría esta noche para Alemania.

Y yo sin tener algún tipo de idea sobre el asunto.

Aparece mi madre después para saludarlos, pero aprovecho la oportunidad para hablar con ella a solas.

Ya habían pasado dos semanas de que está viviendo en la casa y mi abuelo ya estaba echando fuego por la boca, así que en esta noche decidió irse para Alemania, pero yo no tengo nada que ver en el asunto.

―Die Mutti no te bastó decirle a Lucia que se distanciara de mí por un tiempo sino que también le dice a Rafael de que me iré hoy ―respiro profundo para no perder el control― ¿en qué éstas pensando? ―le digo con un acento bastante alto.

―Siempre supe que habías escuchado nuestra conversación desde el principio, así que ya te habrás dado cuenta de que esa chica no te quiere ―suspira― si ella te quisiera no habría tomado una decisión tan rápida.

―Entonces le dijiste eso para ponerla a prueba, porque para mí fue muy realista.

―A ver Andrés yo quiero que vuelva a Alemania conmigo, siempre has sido mi único hijo y la verdad es que me aterra la idea de tenerte lejos de mi. Mi intención nunca fue asustarla sino que se diera cuenta de la importancia que te doy ―me pasa la mano por el pelo― ven conmigo, ya tienes todo preparado solo falta que acabes de tomar una decisión.

―En estos días no voy a negar que he pensado en irme, pero aunque lo intente, no lo logro. Ya que prácticamente me he hecho la idea de vivir toda una vida aquí y hasta que no lo consiga no estaré feliz. Espero que me entiendas y que consideres mi decisión de una vez por todas.

Se separa de mi ―Está bien, lo consideraré. A pesar de que todos ellos vinieron a festejar una despedida, entonces será solo la mía. Pero escúchame bien, después de esto no quiero arrepentimientos.

―Te lo prometo ―le digo como si fuera un soldado saludando su bandera.

Cuando salimos a ver lo demás, me dice Rafael de que había llamado a Lucia muy temprano, pero ella no pudo venir ya que tenía una ceremonia de la empresa de su padre. Así que rápidamente llamé a Javier para decirle que retenga por un tiempo a Lucia que estaba en camino hacia allá y así fue como pude encontrarme de nuevo con ella.

Aunque aproveché que Rafael estaba allí para que llevara a mi madre hacia el aeropuerto, ya que se llevan muy bien.

―Solo quiero que sepas que nunca fue mi intención, mentirte ―trato de mirarla directamente a los ojos, pero es imposible su mal humor no cambia. Trata de escaparse, pero la cargo levantándola sobre mi hombro

―Suéltame, de una vez por todas ―se movía salvajemente para que la soltara y gritaba mientras me pedía que la bajara. Hasta llegar hasta el auto que había estacionado justo al frente de la puerta del lugar.

―Lucia hazte la idea de que esto es un secuestro ―la arrojo en el interior del coche en la parte trasera y me le acerco a ella para decirle― esta noche no tendré misericordia.

Le había pedido a Javier que no la dejara beber ningún tipo de alcohol, pero fue todo lo contrario. Ahora tengo que soportar su estado ebrio y no puedo explicarle todo porque será imposible que me entienda.

Entro al carro en la parte del chofer y empiezo a conducir.

―¿A dónde me llevas?

― A un lugar donde podremos hablar con calma.

―Tu y yo no tenemos nada de qué hablar ―me decía mientras se soltaba su cabello.

―Tenemos que aclarar ese malentendido que tú misma has creado en tu propia cabeza.

―Ok, haz lo que quieras, aunque no te daré el gusto ―empieza a recorrer sus manos por todo su cuerpo― como éstas conduciendo, tendrás que solamente mirar hacia el frente.

Ya empezó a jugármela a su manera. Estaba comenzando a extrañar su imprudencia para todo momento.

Aunque seguía conduciendo, miraba por el retrovisor como ella me provocaba mordiéndose los labios y con sus propias carisias se bajaba los tirantes de su vestido, encendiéndome por completo.

―Andrés mira hacia la carretera que si sigues así, tendremos un accidente ―su voz era profunda, mientras jadeaba.

―Pero, ¿qué es lo tú quieres que yo haga? Si lo único que haces es provocarme.

―Si no quieres que te provoque entonces déjame ir.

―Cuando has visto que un secuestrador ha dejado ir a su víctima.

―Entonces esta víctima seducirá al supuesto secuestrador ―estira sus pies hasta el asiento delantero tocando bruscamente mis piernas.

Después trató de sentarse a mis espaldas, para abrir su cremallera y dejarme ver su espalda completamente desnuda.

―¡Lucia detente!

―No lo haré, aunque me lo suplique ―se gira subiéndose el vestido y se acerca hacia mi oído para decirme― porque esta noche no voy a tener misericordia.

Frené de pronto que el chillido hizo eco en todo el camino, haciéndola recostarse al espaldar por el impulso del freno.

―Estás loco, acaso me quieres matar.

―La que quiere matarme eres tú ―me levanto de mi asiento para dirigirme hacia la parte de atrás donde ella se ubicaba.

No sabía ni en donde me había detenido solo sabía que no era un lugar muy transcurrido, por lo que no me importaba lo demás.

―¿Por qué te comporta así? ―no entiendo, porque ya le expliqué todo y aún así sigue molesta.

―¿Y por qué te has comportado tan indiferente conmigo? Acaso no has pensado en mí en estos días que nos hemos distanciado ―me dirijo hacia la parte de atrás solo para acercarme a ella.

―¿Qué si te pienso? Yo hasta te violo en mi mente ―le doy pequeños besos por todo su cuello, haciéndola retorcer todo su cuerpo por el cosquilleo.

―Detente ya que en el día de hoy solo eres una mala influencia ―me dice alejándome.

―Lucia no tienes conciencia de cuanto me contuve para seguir ignorándote.

―Entonces sigue contendiéndote.

―Ya no hay necesidad de hacer eso. Quiero que te quedes a mi lado, y sacar de ti ese lado tierno y perverso que tratas de retener.

Trato de inclinarme un poco hacia ella, aunque me incomode lo estrecho que puede llegar a ser el lugar. Le empiezo a besar su mejilla y de allí me trasladaba por sus orejitas hasta llegar a su cuello, mientras ella se retorcía por completo mordiéndose lo labios.

―Bésame ―no esperé ni un segundo y ya estaba devorando sus labios con profundos besos que nos dejaban sin aliento. Mientras que mis manos se entretenían en desvestirla lentamente.

La forma perversa en cómo me miraba solo me incitaba e invitaba al hacerla sentir placer. Así que empecé a besarla entre sus pechos recorriendo por todo su abdomen, arqueando por completo su espalda. Mientras que abría sus piernas permitiéndome acariciar su muslo y braga.

―Andrés… ―trataba de hablar naturalmente, pero por la excitación no paraba de jadear― no me hagas sufrir más. Ya no aguanto más.

Yo tampoco podía contenerme más, ambos ya estábamos en nuestro límite y solo necesitábamos aferrarnos el uno con el otro. Ganas no me faltaron de estar entre sus piernas embistiéndola con gusto, pero verla sufrir por la excitación me satisfacía por completo. Mientras me demoraba poniéndome el condón ella se quitaba las bragas que eran lo único que le falta por quitarse y me súplica que me apurara.

―¿Quién lo diría? Que aquella chica orgullosa que no le gusta rogar, lo haga por algo tan placentero.

―No seas odioso ―se me acerca  acostándome contra el espaldar subiéndose encima de mi― no me puedo contener más.

―¿Estás segura? Como hace tiempo que no lo hacemos es posible que no pueda detenerme ―ella solo seguía sumergiendo mi miembro duro devorándome por completo.

Apoyaba sus manos en mis hombros, mientras la guiaba sosteniéndola por sus caderas, haciéndola estremecer por completo.

―¿Estás bien? ―le pregunto.

―Estoy bien, puedes hacer lo que quieras ―con solo decirme eso no dude en acelerar nuestros movimientos.

Sus gemido cada vez eran más altos y el placer me consumía al sentirla mover su cadera apretando todo su interior. Ella solo cerraba sus ojos al sentir mi lengua tocar sus pechos, mientras escuchaba sus gemidos, estremeciéndome al sentir su cálido aliento en mi cuello. Hasta llegar ambos al clímax. Ella se detuvo sobre mi pecho para descansar por unos segundos, para después retirarse lentamente.

Cuando se levantó, chocó su cabeza  con el techo del auto y tropezar entre los asientos delanteros. Quejándose del dolor

―Andrés para la próxima no lo haremos en lugares tan estrechos como este. Es incómodo —todavía se quejaba del dolor.

Aunque no me sorprende que siempre sea despistada.

―Pero es excitante ―me mira con lujuria al ver mi miembro otra vez duro― Lucia creo que esta noche aún no termina.

―Andrés puedes darme un respiro ―le niego con la cabeza.

―En esta noche no hay misericordia.

Nota de la autora

Noche de pasión desenfrenada.

Después de un reencuentro he tenido la obligación de dejarlos un poco caliente.

Quiero agradecerles a todos los que me apoyan desde este mundo paralelo digital. Nos vemos ~~~~~

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