3.Atracción fatal

—Ah...

—Ah...

—Achuuuu.

—Lucia tienes un gran resfriado —comenta Sol

—Menos mal que hoy es sábado, sino no podría ir a la escuela

—Pero ¿cómo fue que llegaste a enfermarte?

Observo a Tani que se encuentra al lado mío y nos empezamos a reír. El día anterior todo fue una locura; recuerdo que me quería vengar de Andrés caminando hacia el diciéndole:

—¿Por qué me miras tanto?

—Que yo sepa los ojos se hicieron para ver.

No podía de tanto sarcasmo y le eché encima un pomo que estaba repleto de agua. Dejándolo completamente mojado, de pronto su mirada se transforma como molesta, me agarra por la cintura y me lleva prácticamente cargada a donde se encontraba la manguera de agua —Pero que haces, suéltame. —Y se supone que te dejaré ir, después de hacerme esto—. El tratando de bañarme de agua fría y empapándome más de lo que ya estaba trato de escapar, pero me atrapa arrojándome de espalda hacia una pared —Hoy no te escapas de mí.

Oh por Dios, no faltó decir nada más y ya estaba perdida en su mirada como si estuviera en un laberinto sin salida.

¿Por qué tu mirada me vuelve loca? ¿Por qué me pierdo por tus ojos olvidándome que el mundo existe? ¿Por qué no me quitas la vista ni por un segundo? -tantas preguntas sin respuesta aparecían en mi cabeza haciéndome perder la noción del tiempo.

—¿Ahora quién es el pervertido? Cuando no me has quitado la mirada ni por un segundo —le digo postrándolo de la misma forma que él me lo había hecho contra la pared.

—No sé, dímelo tú —recorriendo sus brazos por mi cintura acercándome hacia él sin dejar un centímetro de distancia, nuestras miradas enfrentándose una a la otra debatiendo cuál de las dos diera un paso, cuando veo sus labios cercándose a los míos doy una sonrisa como batalla ganada y él se desvía hacia mis oídos susurrándome:

—No celebres victoria antes de tiempo, que a todo le llega su momento —dándome un pequeño beso en el lóbulo de mi oído derecho dejando una huella húmeda y con ganas de desear más.

Cuando de pronto oigo a Rafael gritar:
—Chicos cambio de última hora, mis padres dentro de un rato estarán regresando de su viaje.

Rápidamente me aparto de Andrés, no faltó decir nada más y empezamos a organizar la casa. Eran las 4 am y ya habíamos terminado para volver a casa. Tani volvió conmigo porque les había mentido a sus padres que iría a estudiar a mi casa, pero que chica, no tenía ni una gota de agua en su ropa ¿Cómo le hizo para no mojarse?

Actualidad:
Aquí me encuentro con un resfriado y sintiéndome pésima y encima súmale la gran curiosidad al querer saber que quería aquel chico.

No tengo más remedio que olvidar lo que sucedió anoche.

***

Si eso fue lo que pensé antes de llegar a la escuela el lunes. Caminaba por sus grandes pasillos cuando me encuentro al chico del que en la noche del viernes me había dicho que no escaparía; me sorprendo tanto que de pronto doy marcha tras y me desvío para ir a cualquier lugar que no sea mi aula cuando de pronto siento una mano que agarra mi brazo:

—Luci que haces ya van a empezar las clases.

—Oh Tani eres tú...

—Pero ¿quién creíste que era?

No sabía el por qué yo estaba huyendo de Andrés, solo quería en ese mismo instante en que lo vi, que me tragara la tierra. Luci, tú no eres así, nunca me ha intimidado un chico siempre ha sido lo contrario.

Es como si creara mi propia burbuja sin dejar que nadie pasara.

Como ahora me siento indefensa por su mirada empiezo actuar de esta forma.

que huir es la peor forma de enfrentar la verdad.

Pero es tan cautivador con solo mirar hacia sus ojos pierdo una batalla que he conseguido por tanto tiempo ganar.

En toda la semana Andrés a visitado mi aula para saludar a su primo y a otras amistades. Bien eso era lo que quería, espero que se mantenga así hasta que termine el curso. Mientras no llame la atención el no me dirigirá la palabra; tengo que agradecer a secretaria por ponerlo en otra aula.

Hasta que llegó el viernes, el profesor me llamó para que me dirigiera hacia su departamento y en el camino me lo encuentro.

—Hasta que por fin te encuentro estando sola.

—¿Para qué, tú quieres que este sola?

—Para terminar lo que empezamos aquella noche —susurrándome en el oído.

Obviamente tiene alguna fascinación con mis orejas.

—Lo siento, pero ahora no tengo tiempo para tus estupideces —desviando rápidamente mi mirada.

—Te dejo ir si me dices por que en toda la semana has tratado de huir de mí. No creo que dé tanto miedo sino todo lo contrario.

—Es que en estos momentos no tengo la capacidad de tolerar a chicos engreídos como tú —le piso el pie dejándolo quejarse de dolor

Entro en el departamento del profesor cuando veo a mi profesor reunido con mis padres.

—Oh Lucia Ferrey, pase.

—Hija estamos debatiendo las posibles carreras que podrás optar.

—¿Cuáles serían?

—Nos comentaste que quería estudiar ciencias médicas y estamos discutiendo cuales serían las universidades mas prestigiosas para que te inscribas.

Como fue que cambiaron sus opiniones tan rápido, no lo entiendo. Estoy involucrada en una reunión de la cuál no entiendo nada, cuando de pronto recibo un mensaje de Tani diciéndome que me había dejado un asiento.

Ahora, ¿para qué me dejó un asiento en las gradas de la escuela? Fue allí cuando recordé que hoy había una competencia de un partido de baloncesto. Me escabullo de la reunión con la excusa que iría al baño y me fui a donde se encontraba mi amiga. La competencia era con la escuela vecina en la cuál no tenemos ningún tipo de relación amistosa.

—¡Luci aquí! —Tani saludándome desde su asiento.

—¿Llego tarde?

—No el juego acaba de comenzar

La ceremonia de entrada ya me lo había perdido y empecé a ver el comienzo del juego. A lo lejos no pude diferenciar los rostros de los jugadores, pero después me familiaricé con el juego. De nuestra aula se encontraba Rafael, Sergio y Miguel sin contar quién se ganaba el protagonismo de todas las chicas de la escuela era Andrés y las entiendo tiene un buen físico y una buena apariencia es de admirar, pero algo tiene de extraño es como si tuviera dificultad para correr normal.

No me digas que es por la pisada que le di. De pronto con un sentimiento de culpabilidad y a la vez sin arrepentimientos.

A veces ni yo entiendo mis propios pensamientos.

Nota de la autora:

Me encanta este capítulo, pobre de Andrés ¿Cómo podrá jugar con el pie lastimado? ¿Ganará?

En este tiempo de la cuarentena a pesar de que no puedo vivir experiencias inolvidables, me ha ayudado a ampliar mi imaginación y con ella transmitirla a través de la escritura. Espero que mi forma de pensar impulse a personas que tengan algún tipo de estrés por estar en casa que aprovechen el tiempo perdido y creen sus propios mundos.

Saludos J.S 💓

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