Personajes
Esperanza es una joven que siempre tuvo clara sus prioridades: formar una familia con Saúl (su marido) pasear todos juntos por la orilla de la playa, mientras Dulce, su yorkshire, corre entre sus piernas.
Sueña con que la hagan la encargada de la tienda para la que trabaja desde hace cinco años. A pesar de que las ventas no son las mejores, ella está en la carrera para suceder a su actual jefa, que cambia de compañía. Se arrepiente de no haber estudiado algo tras terminar el Bachillerato. La situación económica la obligó a tener que trabajar para ayudar a sus padres.
Conoció a Saúl cuando éste fue a comprarse unos jeans. El flechazo fue instantáneo. Eran el uno para el otro. Parecían los protagonistas de una comedia romántica. Se hacían bromas el uno al otro; eran respetuosos, cariñosos... Y, al año y medio, ¡decidieron casarse (para sorpresa de ambas familias)!
Esperanza no podía creer que todo estuviera saliendo tan bien. Había tenido algunas relaciones esporádicas antes de Saúl. No estaba preparada para algo tan serio. Necesitaba disfrutar la vida. Él, sin embargo, la había hecho sentir especial, amada y respetada. Podía confiar en él en sus malos días. Saúl siempre había estado ahí para ella.
Cuando hicieron dos años y medio de relación, decidieron que era el momento de agrandar la familia.
Esta historia empieza en su tercer mes de embarazo. Cuando su vida dará un doloroso vuelco, abrirá sus ojos y descubrirá que no todo era tan perfecto.
La vida de Amaia daría para una película: su padre Ander falleció cuando ella era chica; su madre Oihane no pudo ocuparse de ella porque tenía que trabajar para mantenerlas a ambas y pasaba más tiempo fuera que con su hija; por lo que Amaia creció sola, sólo contando con ella misma para defenderse o satisfacer sus necesidades.
Sus abuelos paternos desaparecieron tras el fallecimiento de su hijo y los maternos no se hablaban con Oihane por sus posturas políticas (que compartía con Ander). Los ratos libres que tenía Oihane los pasaba en bares, ahogando sus penas y dejando que su hija aprendiera del amplio espectro de personas que las visitaba (tanto buenas, como malas).
En su adolescencia, Amaia encontró una foto de su padre con una camiseta de la Real Sociedad y, para sentirse más cercana a él, se hizo txuri-urdin y no hay jornada que no busque la forma de colarse en Anoeta para ver un partido del cuadro donostiarra.
Amaia se mudó a Málaga tras conocer a Javier el verano del 2023 un día de playa en la conocida y abarrotada playa de la Concha. Ella no cree en un amor arrebatador, de esos que te cambian la vida, pero Javier era la excusa de salir de una vida gris e iniciar una gran aventura.
Pero no todas las aventuras resultan ser tan atractivas como parecían en un inicio...
Félix es el ejemplo de persona que persevera a pesar de sus circunstancias.
Nació de una familia de clase media golpeada por la crisis del 2008, cuando su padre Luis perdió su trabajo como jefe mayor de obra. Su madre María Pilar, cajera de supermercado, pudo mantener su trabajo, pero su sueldo apenas llegaba para satisfacer todas las deudas que tenían. Por lo que tuvieron que vender su casa, mudarse a un piso más pequeño de alquiler y esperar que todo mejorara. Luis estaría desempleado durante dos largos y duros años.
Estaba decidido a estudiar Filología Inglesa, pero a sus veinteaños, mientras cursaba su segundo año de facultad, una tragedia golpeó a su familia.
Félix perdió el rumbo. Bebía de más y se había convertido en una persona muy violenta. Un día, durante una pelea con un chaval que le había hablado mal a su novia, se encontró con Juan Carlos, el subinspector que estuvo al cargo del drama familiar. Estaba obligado a denunciarlo, pero tuvo una charla con él que lo hizo reaccionar.
En ese momento, sus prioridades cambiaron y decidió que sería policía para seguir el ejemplo de Juan Carlos.
Tras estudiar y superar con notaza las oposiciones, se convirtió en agente de la Policía Local de Málaga. Siempre que podía, se ofrecía voluntario para formar parte de los turnos más conflictivos de los eventos que se producían en la ciudad. Eso le llevó a promocionar a cabo tras dos años de su ingreso y a aplicar al Grupo Operativo de Apoyo (GOA).
En el GOA conoció a Paquito, su perro policía (un pastor alemán de nueve años) con el que trabajaría durante un año. Cuando Paquito se jubiló, Félix lo adoptó como mascota. Clara jugaba mucho con él. La hacía sentir segura. Hasta que, cuando Paquito cumplió diez años, mientras lo revisaban de rutina, encontraron un tumor en el vientre que sería fatal.
Tras fallecer Paquito, Félix decidió que no tendría más perro que Lalo, un malinois de cinco años, que es su compañero de cuatro patas asignado en el GOA.
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