31. Nuevos horizontes

El juicio me ha dejado muy tocada. Una vez más me he dado de bruces con la naturaleza traicionera humana. El desprecio de Saúl, sus amigos y mi exsuegra fue desolador. Esas personas fueron parte de mi círculo cerrado por mucho tiempo. Y pensaban eso o cosas peores de mí. Es desolador.

No puedo sacarlo de mi cabeza. Se suman a mis pesadillas actuales y se potencian. Anoche ni pude pegar ojo. Era cerrar los ojos y verme caer escaleras abajo, empujada por incluso mis padres, Amaia y Félix. No hay forma de pasar página así.

El teléfono vibra y descubro una llamada de un número oculto. Desconfío y no atiendo. Segundos después, un nuevo intento. La persona es bastante insistente... Nadie que se haga respetar escondería su teléfono, salvo que no quiera ser identificada. No necesito que nadie más se ría de mí o me llame puta o me amenace. ¡No entiendo cómo se hacen con este número si apenas cinco personas en el mundo lo tienen!

De nuevo, el teléfono vuelve a vibrar.

—¡Que no te voy a atender! ¡Pesado!

Al parecer, mi exabrupto llega al otro lado de la línea y el desconocido se rinde. Le había costado entenderlo...

El teléfono vuelve a vibrar, pero, cuando veo la notificación en mi reloj, descubro que se trata de un mail de un centro de formación privado. ¡Ya me imagino lo que es! La enésima oferta para que me apunte a unos cursos sobrevaloradísimos, donde me prometen una plaza laboral, sin ni siquiera haber empezado a estudiar.

—Pero qué coño... —espeto, nada más veo el contenido del mail: una simple línea donde me piden atender la llamada o concertar una cita para que hablemos.

Espero que no estén pensando en usarme como madrina o reclamo para nada. No necesito publicidad alguna. Sólo quiero dejar atrás este maldito año de mierda y así no es posible. Espero que esta mediatización al menos sirva para que el ser despreciable ese termine de patitas en la cárcel.

Ignoro el correo por varios minutos intentando concentrarme en... ¡No puedo! No hay nada que pueda captar mi completa atención. ¡Ni leer quiero ya! Eso me recuerda demasiado a Félix y rememorar esos momentos en su biblioteca o en el parque, me duele más de lo que puedo aguantar.

¿Hice bien en apartarlo? Saqué las cosas de quicio. Sinceramente, no sé qué es lo correcto. He navegado y buscado en varios portales de psicología y todos acuerdan que mirar en sí no es malo, que puede ser natural, pero hay que considerar el contexto, las normas sociales y relacionales. Es algo que tiene que tratarse en la pareja, poner límites y que los afectados entrenen la respuesta a ciertos estímulos.

¡Ya me imagino la conversación!

—Oye, querida pareja, no está bien que mire pechos y culos de otras chicas. Tienes permitido dos miradas. Tres es falta de respeto.

¡No puedo! ¡Es ridículo!

—¡Joder! Prefiero hablar con los del centro de formación que con mis putos pensamientos.

No dudo ni un minuto más y respondo al mail. Es cuestión de un par de minutos que el teléfono empieza a vibrar y atiendo.

—¡Hola, amiga! —exclama Amaia apenas me ve. Corre a mi encuentro y me da un abrazo—. Te echo mucho de menos. La casa está muy tranquila sin ti. Me siento sola y ya no puedo criticar lo que pasa en Supervivientes esperando tus incisivos comentarios.

Aquello me provoca una melancolía terrible. Pasábamos grandes noches juntas donde no dejábamos de reírnos ante quién lanzaba la crítica más mordaz al programa, sus presentadores y los concursantes. No me gustan esos concursos donde no hay más objetivo que vender carne y morbo. En cambio, encontré un gran placer en criticar todas y cada una de las cosas que sucedían.

—Nuestras noches de pelis y series. ¡Las mierdas que me has hecho ver! —agrego—. Sharknado, Lavalántula... ¡Oh, dios! ¡Qué cosas más malas!

—Pero nos decojonábamos todo lo que duraba la peli y más.

—Sí y es desolador saber cuántas horas de mi vida he perdido por culpa de esos películos.

—Si algún día quieres, podemos ver Sharktopus. Es un clásico con sus secuelas y todo.

Sonrío tristemente.

Nos introducimos en el Starbucks de la plaza de Félix Saenz —¿en serio teníamos que ir a este precisamente? ¿Con ese nombre?

Minutos más tardes estamos en la planta de arriba, bebiendo dos Refresha Strawberry Açai, una porción de bizcocho de limón para mí y un muffin con chips de chocolate para Amaia.

—¿Cómo estás?

—Destrozada, Ama. Dudo de todo. Lo sucedido en el juicio no hace más que hurgar en la herida. No sé si dictarán sentencia a mi favor, porque al final tienen un buen punto donde no hay una prueba impepinable que soporte la acusación. Y tengo miedo de que ese hijo de puta termine libre o con una condena menor.

—Es muy complicado que con todas las pruebas, estudios y testimonios a tu favor no ganes. Si eso ocurre, me hago del Athletic de Bilbao.

—Lo veo todo negro, Absolutamente, todo. Tampoco sé si hice bien de romper con Félix...

—Espera. No sigas por ahí. Esto te lo dije hace tiempo, tienes mucho que sanar. No puedes meterte en una relación tras todo lo que te pasó.

—Ya lo sé, pero él parecía perfecto.

—A ver, ya se te pueda aparecer Martín Zubimendi que, si no es tu momento, no hay forma de que salga bien.

—¿Zubimendi? —pregunto, totalmente desorientada.

—El jugador más guapo de la Real. A ver, la persona perfecta en el momento incorrecto es una mezcla para el desastre. No estás preparada para él ni para ti.

—Creí que lo era. Me hacía sentirme querida y que era importante. Pero lo de la playa...

—Te pido perdón de nuevo.

—Ya te perdoné demasiadas veces por lo mismo. Tú te puedes abrir de piernas ante él que no debería pasar nada.

—Ya, pero me sigo sintiendo mal por como todo terminó.

—No quiero volver a hablar del tema. —Amaia asiente. Guardo un ceremonial silencio y no puedo contenerlo más. Tengo que confesarme—. Me voy de Málaga.

La voz se me quiebra. Me tapo la cara con las manos para ocultar mi llanto. No quiero que me vean llorando todas las personas que están aquí. Amaia me ofrece un pañuelo y me sueno la nariz mientras miro hacia una ventana que da a calle Nueva. Enjugo mis lágrimas y cuando creo que puedo contenerlas, me vuelvo a mi amiga, quien es la que está llorando ahora.

—Y-y cómo... —dice entre lamentos.

—Me contactaron desde un centro de formación privado en donde me ofrecen una beca completa, con habitación en una residencia y prácticas laborales, con incorporación a plantilla garantizada, para que me saque el Ciclo Formativo con ellos. El tema es que tengo que irme a Madrid que es donde está su sede principal. Sé que todo es por apuntarse un punto con sus inversores, porque les he dicho que no participaría en ninguna campaña de prensa bajo ningún concepto. Ellos lo aceptaron y en septiembre arranco el curso.

—No puedes perder esa oportunidad. Te dará la oportunidad de reinventarte y eso es justo lo que necesitas. Tomar perspectiva. Si-siempre puedes volver, ¿no? —Asiento y rompo a llorar. Para dar este paso tengo que alejarme de todo, incluso de los que quiero—. Lo siento, Esperanza. Es muy injusto todo esto que te está pasando.

—Estas son las cartas que me tocaron y, aunque estoy derrotada, no me queda otra que aceptarlo. Es la única forma que tengo de cambiar mis circunstancias.

—¿Cuándo te vas?

—Desde agosto tengo una habitación disponible para ocuparla. Mi padre igualmente me había invitado a unas vacaciones con ellos. Es muy probable que las acepte y, cuando regresemos, yo me quede en Madrid.

—Tendremos tiempo entonces para unas pocas cervezas más.

—Sí... Y-y para que me veamos algún películo de esos que te gustan.

—Sharktopus nos espera, Espe.

Se consumó el desastre: no sólo se separa de Félix, sino que Esperanza deja toda su vida atrás, para iniciar una nueva aventura en Madrid.

Si estuvierais en la misma situación, ¿haríais lo mismo? La oferta es muy tentadora...

Nos acercamos a los capis finales. Y, como siempre, ¡os agradezco vuestra compañía!

Nos leemos en el siguiente capi.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top