Se ha quedado solo
el abuelo, pues se ha ido
la abuela. Ya no está su vajilla.
Ya no ruedan sus telas.

Está vacío el salón,
las cortinas no vuelan.
Ya no veo su jarrón
ni aquellas flores tan bellas.

Todo siempre está en silencio,
creo que el ruido le pesa,
y de pronto ve un reflejo
en el cristal de la mesa.

Lee al sol de la mañana
con las gafas empañadas,
siente un olor conocido
entrando por la ventana.

Ahora todo son reflejos,
ya no siente nada cierto,
y se acuerda de sus ojos
cuando el sol da en el espejo.

Poco queda, entre semana
las visitas ya no llegan,
y en las noches cuando duerme
sigue soñando con verla.

Se ha quedado todo solo
el abuelo sin la abuela,
en la mañana quién sabe
y esté más cerca de ella.