Capítulo 2

Ashley

De vuelta al mundo real.

Estos últimos días libres han sido relajantes, los necesitaba, porque es verdad que a veces quedo atrapada en mi trabajo, sin tiempo para mí. Después del gran golpe que le dimos a esos criminales de King's Power, requería un descanso aunque fuese corto. Las primeros setenta y dos horas todo genial, pero llegó el quinto día y sentí una sensación extraña dentro, algo me impulsaba a volver al trabajo.

Desde pequeña he sentido esa atracción por hacer el bien, imponer justicia, poner a cada uno de los criminales detrás de las rejas. Es por ello que siempre supe que pertenecería a la policía, pero no que formaría parte del FBI, ni que mi padre fuese mi jefe dentro del Departamento. Con sólo ocho años ya estaba acostumbrada a pisar la Agencia, aprendí del mejor maestro, no me puedo quejar. Si estoy hoy en esta posición se lo debo en gran parte a él, hizo un gran trabajo conmigo, me enseñó todo lo necesario para convertirme en una de las mejores prospectos a nivel nacional.

Recién el año pasado me lo comunicaron, y no me lo creía, sé de lo que soy capaz y aún así resultó una gran sorpresa, fue flipante. Es un reconocimiento que premia el esfuerzo de largos años, y a la vez una inmensa responsabilidad sobre mis hombros. Dentro del cuerpo policial no existen muchas mujeres, y las que hay no son tomadas muy en cuenta. Así pues, he llegado para cambiar las reglas, los tiempos han cambiado, ya es hora de que seamos consideradas de forma igual que los hombres.

El sonido del claxon de un coche me saca de mi conversación interna. No recuerdo prácticamente cómo he llegado hasta el estacionamiento, es probable que de tanto pensar se me haya hecho corto el camino. No tardo en bajarme del auto e instalarme en el enorme edificio de 22 plantas que conforma lo que es el Centro de Operaciones del FBI.

Pido cada mañana que no le ocurra nada al elevador, me ahorra subir hasta el piso 17, donde trabajo. Ahí se encuentra el Departamento para la búsqueda y detención de los criminales más buscados.

La voz de mi superior impide que llegue con rapidez a la oficina.

—Buenos días, hija— dice en tono cordial.

—Buenos días. papá. ¿Qué ocurre?— respondo al señor Andrew Brown, encargado del Departamento y, a la vez, mi padre.

—Nada, solo quería darte la bienvenida ahora que estás de vuelta.

La verdad es que suena como si hubiera estado un mes fuera, pero no, apenas fueron cinco días. Aunque ya estoy acostumbrada, es normal en él, tiende a exagerar.

—Gracias, estoy deseosa por empezar.

Quizás lo digo como vía de escape, pero en el fondo no miento, no he hecho más que pensar en operaciones aún pendientes.

—Bueno, sobre tu escritorio te dejé más archivos e informes sobre los cabecillas de ese grupo criminal, debemos seguir trabajando en ello.

—Vale, ¿algo más?

—No Ash, ya puedes retirarte. Que tengas buen día.

—Está bien, te quiero, no pongas esa carita de malo, que no te queda bien— digo guiñándole un ojo y poniendo así fin a nuestra plática.

Cuando llego al despacho, me pongo cómoda para empezar a leer los documentos. Un montón de hojas atormentan mi cabeza, no soporto leer tanto, me desgasta la vista. Los minutos pasan y pasan, pero en vano, no he podido encontrar nada productivo. Al rato, siento unos toques en la puerta.

—¿Puedo pasar?— pregunta asomándose el agente Edgar Smith, probablemente mi mejor compañero.

—Claro, entra— le respondo al instante.

—Y bien, ¿qué tal le ha ido a mi detective favorita?

—Muy bien, estoy feliz de volver— replico soltando una leve sonrisa.

—Se te nota, has vuelto diferente, más renovada.

—¿Diferente en qué sentido?

—Más renovada, empezando por el tema de las ojeras, siento decirlo pero lucías terribles con ellas.

Los comentarios burlones de Edgar forman parte ya de mi día a día. Antes me molestaban, ahora no, he aprendido a no darles demasiada importancia, todo lo opuesto, le sigo la corriente.

—El único problema con eso es que tú las sigues teniendo— suelto y le saco la lengua.

—Está bien, está bien, me rindo, has ganado— responde riéndose— Bueno, te dejo que sigas con eso. Estoy en mi oficina por si me necesitas.

—Gracias, nos vemos.

—Nos vemos— repone él y continúa su recorrido hacia fuera.

Culminada la conversación, me concentro en lo que tengo enfrente. Ya ha pasado casi una hora desde que empecé y continúo sin dar con nada.

Justo en el momento en que planeo desistir y cambiar de investigación, logro dar con una información que podría ser de mucha ayuda.

Uno de los cabecillas de esta banda para el tráfico de armas, un tal Richard Jefferson, estará cumpliendo años mañana. Parece fácil, pero encontrar algo de esta envergadura toma horas y horas de profundo análisis. Para ello, se necesita contrastar fechas y disímiles volúmenes de datos que vayan encajando entre sí.

En lo corto de mi carrera, he visto a muchos criminales de su tipo y conozco que acostumbran a asistir a fiestas, fundamentalmente en bares y clubes, para celebrar días como estos.

Sin perder tiempo, busco los números de dichos sitios que se hallen en la Ciudad de Ohio. Tengo en mente llamar y preguntar si este hombre ha hecho reservación en alguno de ellos.

Luego de casi una hora en la que he marcado a alrededor de una docena, contesta un sujeto al otro lado del teléfono.

—Buenas tardes. Es el club “Devil”, ¿en qué puedo servirle?

—Buenas tardes, agente Ashley Brown del FBI. Quisiera saber si tiene conocimiento sobre alguna reservación que tengan a nombre de Richard Jefferson.

—Déjeme revisar.

Dicho esto, aguardo unos minutos que parecen eternos, hasta que por fin rompe el silencio.

—Sí, de hecho hay una a su nombre para mañana en la noche.

—Muchas gracias, ¿a qué hora?— suelto un poco desesperada por saber.

—Ocho de la noche.

—Gracias de nuevo. Que tenga buen día— digo y cuelgo el teléfono contenta por el hallazgo.

Antes de ir a informarle a mi padre, trazo un plan en mi mente intentado recrear lo que vamos a hacer mañana. No demoro ni cinco minutos cuando ya estoy segura de lo que llevaremos a cabo: asumiremos el rol de agentes encubiertos para infiltrarnos en el lugar, haciéndonos pasar por empresarios que suelen frecuentarlo.

De camino al despacho de mi papá, caigo en razón de que mucho puede cambiar en dependencia de lo que ocurra en ese club. Puede ser un punto y aparte en mi carrera, o quién sabe si hasta en mi vida.

Christopher

Tras haber recorrido casi treinta kilómetros en mi coche, llego a una mansión apartada en las afueras de la ciudad. Bajo del auto y dos guardias se apresuran a abrirme la puerta para dejarme entrar.

Dentro se observa una casa decorada y arreglada para la ocasión. Es enorme, recorro el pasillo principal hasta que me detengo, ya que se pueden escuchar voces saliendo de una habitación a mi derecha. Abro la puerta y ahí están, los cinco hombres que van a formar parte del equipo.

—¿Qué tal por aquí?

Desde el primer instante, trato de imponer respeto en ellos. Si mi padre logra hacerlo a través de su forma tosca de conversar, quizás pueda hacer lo mismo.

De pronto, el lugar se queda en un silencio absoluto ante mi llegada.

—Jefe, lo estabámos esperando— repone el muchacho joven poniendo fin a la tensión del momento.

—Pues bien, ¿se van a presentar o qué esperan?

Enseguida corren a presentarse uno por uno. Después de escucharlos a todos, ensayo en mi cabeza la estructura del grupo:

-Mathew Jones: Es el jovencito que me respondió cuando entré. Tiene 20 años, apenas uno menos que yo, y es experto en el trabajo con la tecnología.

-Robinson Park: Tiene una larga barba canosa y se nota que cuenta con basta experiencia. Es especialista en el uso de los distintos tipos de armas. Será el encargado de proveer cualquier cantidad de armamento que necesitemos.

-Ronald Miller: Posee un extenso pelo recogido en un moño. Supuestamente se hará cargo de mi seguridad, aunque creo que será el que menos trabajo tenga por hacer, no pienso tener un perro detrás de mí las veinticuatro horas.

-Taylor Sparrow: Parece el más viejo de todos. Su cara está llena de arrugas debido a su vejez. Según él, mi padre lo contrató para asesorarme en la confección de las diferentes estrategias que vayan a utilizarse a lo largo de la misión.

-Robert Peterson: Se caracteriza por su piel pálida y pelo rubio, cosa normal considerando que es originario de Australia. Estará al frente de los hombres que tendremos a disposición para las operaciones de mayor peso. Tomará el rol de intermediario entre los efectivos con los que contaremos y yo.

Seguido a esto, me presento y los pongo al tanto de lo que tengo pensado hacer hasta ahora. Pasamos unos minutos intercambiando ideas y opiniones, hasta que nos interrumpe el sonido de llamada de mi móvil.

—Hola padre, ¿todo bien?

—Sí Chris, solo llamaba para recordarte que mañana en la noche iremos al club, ya sabes lo que se celebra. También asistirán amigos cercanos a la familia y quiero que estés ahí.

—Claro, no veo inconvenientes—

—Estupendo. Dile a tus muchachos que también están invitados, formarán parte de nuestro cuerpo de seguridad.

Si hay algo en lo que el señor Jefferson pone mucho énfasis es en sus guardaespaldas. Nunca lo he visto salir sin tener al menos dos hombres detrás de él. No sé cómo le hace, en mi opinión es algo asfixiante, no lo resistiría.

—Entendido, yo se los comunico.

Tras colgar, les doy la noticia a los miembros del grupo. Pareciera que les he dicho que acaban de ganarse la lotería. Antes de concluir, dejo entredicho que comenzaríamos con el plan luego de la fiesta de mi padre. O al menos así lo pensaba...

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