59

Cuando despertó en la cama de la habitación, solo y en completo silencio, el sudor frío adhería su camiseta al cuerpo provocándole una sensación desagradable, pero no sólo era eso. De repente, escuchó como la lluvia empezó a caer contra la ventana.

Todo lo que podía pensar y ver era la pesadilla que había tenido y no podía dejar de preguntarse porqué su mente trataba arduamente de olvidar cada extraña escena, pero no podía. Se sentía incluso familiar aquellas escenas que se desdibujaban a cada fuerte latido, y tuvo la sensación de que ya las había tenido antes. 

Luego recordó que esas pesadillas siempre volvían, a veces con mucha nitidez y otras veces sólo tenía la leve idea de lo que había pasado, pero raramente las recordaba después, por lo que esta vez le resultaba extraño que estuvieran siendo más difíciles de borrar al despertar. Se quedo quieto, sentado en la cama tendida bajo él, tratando de recordar qué había hecho ese día, creyendo que así esa horrible sensación se iría y esas escenas, que se repetían una y otra vez, que no quería seguir viendo. Odiaba que se mantuvieran como una mala canción en su cabeza. 

Miró a su alrededor, estaba la laptop a su lado y en la mesita de noche encontró su celular cargando, así que lo desenchufó y vio la hora. 19:30., jue, 10 de febrero, leyó. Y de repente todo cobró sentido como en cada año de su vida y se preguntó cuánto aguantaría pasar ese día solo, pero era su culpa. Había elegido eso y no recordaba muy bien el porqué.

Aún así, tampoco recordaba porqué estaba solo y al instante se preguntó dónde estaba Taehyung y Yeontan. Después de respirar profundamente, el rostro del escultor esbozando una sonrisa fue lo primero que se le vino a la mente, provocando una opresión en su pecho que lo mantuvo por varios minutos quieto, asimilando, recordando. Lo llamó a su celular, aún agitado y temblando, pero Taehyung no contestó a sus mensajes ni a sus llamadas.

Odiaba sentirse desesperado y se pasó las manos por el rostro tratando de despertar de aquel estupor, rememorando los días después de año nuevo. Habían sido los mejores días de su vida, porque se habían quedado dos semanas en la casa de sus padres adoptivos y Taehyung se había ganado el aprecio de toda su familia, cosa que nunca había dudado, pero fue a tal magnitud que su viaje de una semana se alargó a dos y si no se alargó a tres fue porque Taehyung tenía que trabajar en una obra en la que estaba participando junto a otros escultores, la cual tenía que exponer antes de su viaje a París. Además, habían dejado a Yeontan con Namjoon y él ya no podía cuidarlo tanto tiempo. 

Los días con su familia habían sido completamente felices para él, porque tal como lo prometió mamá Yu, le hicieron un recorrido a Taehyung por los lugares más hermosos de Gwangju. Cada vez que almorzaban en algún restaurante tenían que recordar no quedarse por mucho tiempo conversando, ya que el escultor era el tipo de persona que hacía que sus padres y sus hermanos jamás terminasen de hablar y las conversaciones fueran casi infinitas. No recordaba haber hablado tanto con su familia antes en algún viaje familiar, porque siempre eran sus hermanos los que tomaban protagonismo. Esta vez fue él y se sintió extrañamente satisfactorio, todo gracias a Taehyung. 

Después al volver a casa, las cosas no habían sido muy diferentes, porque incluso su hermana Junhee se vino con ellos una semana más de vacaciones, en donde salieron a eventos, lugares para pasar el rato e hicieron maratones de películas, y luego se había ido con un grupo de amigas a Ilsan. Enero había sido un mes colorido, en donde el frío pocas veces se sintió a su alrededor.  Él creía que así empezaría el mes de febrero también, pero claramente aquella semana su humor había ido decayendo y no ayudaba el que Taehyung estuviese tanto tiempo fuera de casa trabajando en su proyecto. Hoseok estaba de vacaciones así que no daba clases hasta marzo, pero aún tenía que entregar avances de sus artículos cada cierto tiempo al ser parte de un equipo de investigación y aunque era cansador, también se entretenía con ellos. Era más fácil estando de vacaciones, pero a la vez estar tan relajado esos días daba paso a que se deprimiese porque hacía que su mente recordase cosas que no quería recordar.

Sin embargo, lo hacía, pero no sabía si como método de castigo o de liberación. Mamá Yu lo había llamado dos días atrás, preguntándole cómo estaba su ánimo, si es que era necesario que viajase para acompañarlo durante esos días además de que pronto sería su cumpleaños, pero no sabía si podría dejar a la abuela acompañada con alguien más y también, Hoseok odiaba celebrar su cumpleaños. Cuando era pequeño, su madre biológica le había celebrado su cumpleaños con una pequeña fiesta un año antes de que lo abandonara, y todo había salido mal. Nadie de su clase fue y si pensaba las razones del porqué, probablemente era porque las madres de esos niños conocían la reputación de la suya, y no le querían cerca. Al día siguiente, su padre había llegado de trabajar y al ver todos los ahorros que su madre gastó se puso como un loco y nunca más volvieron a celebrar algo.

 Años después sólo podía aceptar cupcakes, algún regalo que fuera necesario -como ropa o calcetines- y una felicitación obligatoria sin contacto físico. Mamá Yu trataba de no hacerlo más difícil para él, pero sabía que ella se ponía triste al no poder celebrar su cumpleaños en grande porque así le gustaba a ella. Por suerte, Hoseok disfrutaba los cumpleaños de los demás.

Él creía que podía hacerlo bien ese año.  Había tratado todo lo posible de no abrir aquella caja con todos esos cuadernos de su madre biológica como cada vez que se acercaba su cumpleaños o ese día en específico, pero a veces en la noche podía oír a su voz interna exigirle que fuese a leer, porque sólo así se calmaría o de alguna manera se hundiría por completo en el lodo y así ya no podría caer más profundo. 

Pero entonces Taehyung lo tocaba y eso era suficiente para él, para todos sus miedos, todo se detenía unos instantes y todo se convertía en él, en su aroma, su tacto, su voz, su mirada y su calidez propagándose hacia él derrotando cualquier frío que pudiese sentir. 

 Namjoon también lo había ido a visitar seguido para pasar tiempo con él y Mel lo había estado  llamando porque no podía ir a verlo, ya que estaba de viaje con su nuevo novio, y aún seguía preocupada por él porque sabían que febrero era un mes dificil. Ante todos los que habían sujetado a Hoseok en el pasado, trataba de comportarse igual que siempre, tranquilo y bastante sonriente. Quería dejar de preocuparlos, estaba cansado de repetir el mismo día cada año y que los demás estuvieran tan pendientes de él. Pensaba que si estaba con Taehyung, entonces sería diferente. No sentiría tristeza, ni melancolía, ni culpa.

Pero no había sido diferente. Porque no le había dicho a Taehyung qué significaba ese día o el día de su cumpleaños, donde de alguna manera su cerebro parecía no tener ninguna barrera que lo protegiera de sí mismo de deprimirse, sintiéndose tan triste y a la vez tan vacío que era insoportable sobrellevarlo solo y por eso siempre había estado acompañado. Debería haberle dicho, pero en el fondo sabía que temía abrirse más a Taehyung de lo que ya lo había hecho invitándolo a conocer a su familia. Se estaba poniendo límites y aquello era bueno, debía ser bueno. 

Pero no se sentía así.

Taehyung debería haber llegado a casa a esa hora, pero no lo veía por ninguna parte. Ese día el escultor se había levantado temprano porque tenía que trabajar en su proyecto hasta las cuatro de la tarde e iban a llevar a pasear a Yeontan al parque después como siempre. Supuso que si el pequeño pomerania no estaba, eso significaba que el escultor había llegado a casa y, al verlo dormido, habría terminado por llevarlo a pasear solo. Durante ese paseo máximo demoraban una hora o dos, dependiendo del clima, y Hoseok sabe que deberían haber vuelto porque había estado lloviendo a intervalos todo el día.

Ningún pensamiento en ese estado lo estaba ayudando a ser racional o positivo sobre dónde podría estar Taehyung, y lo ponía más ansioso el hecho de que el celular seguía enviándolo el buzón de voz. No podía evitar pensar en todos los malos escenarios, no podía dejar de pensar y pensar y...

- ¡Basta!, ¡Basta!, ¡Ya basta!  -gritó inconscientemente hacia la nada, escuchando su voz como un eco en la habitación, abriendo los ojos y dándose cuenta de que se había clavado las uñas en las palmas de sus manos y estaba sangrando un poco. Suspiró profundamente y se levantó de un salto de la cama, queriendo echarse a llorar porque estaba teniendo un ataque de ansiedad.

Se sentía como si hubiera sido hace tanto tiempo la última vez que le pasó, cuando había estado peleando con Taehyung en ese mismo departamento. Hace meses. No quería volver a esos días. Odiaba tanto los ataques de ansiedad y peor aún si se encontraba solo, por lo que sin pensarlo corrió hacia la puerta, se puso los zapatos y fue hacia el departamento de Namjoon buscando a alguien que le dijera que no se iba a morir.

Tocó tantas veces que se lastimó los nudillos, pero nadie le abrió. Entonces recordó que Namjoon aún seguía trabajando a esas horas, que llegaría bastante tarde ese día y se sintió como un estúpido al haberle dicho que no era necesario que se preocupara por él porque estaría ocupado con Taehyung. Se sentía como un completo idiota por creer que había logrado superarse, y peor aún al darse cuenta que había salido sin las llaves, sin el celular y su ataque de ansiedad no hacía más que aumentar.

- Maldición... maldita sea... maldita sea -farfullaba quejumbrado apoyando la frente contra la puerta, cerrando los ojos para enfocarse en respirar porque sentía que se estaba muriendo. 

Odiaba el hecho de que le afectara el que nadie le importase que estuviera llorando en el pasillo. Absolutamente nadie le importaba que se estuviera muriendo. Nadie.



[...]



- Ho-hola... señor Cho, soy Hoseok, su... vecino -trató de sonreír, o sonar menos miserable, pero no pudo-. ¿Podría prestarme algo de dinero? Deje las llaves dentro del departamento, como verá...

Carraspeó, sintiendo sus ojos hinchados. Hoseok no sabe cuánto tiempo estuvo en el pasillo frente al departamento de Namjoon llorando, pero cuando su ataque de ansiedad por fin sesó, se sintió tan vacío que no tuvo otra opción que hacer lo que siempre hacía ese día de cada año.

Fue hasta su piso y tocó la puerta de su vecino, quien tenía una esposa y un hijo recién nacido, y quien lo miraba en ese instante como si fuera un completo lunático, aunque usualmente solían conversar de cosas triviales cuando se encontraban en la escalera o en el pasillo. Sabía que no se vería bien, su rostro deformado por el llanto hace minutos atrás y vestido con ropa de estar en casa era inquietante y lo supo al escuchar el tono de voz preocupado del hombre.

- ¿Te sientes bien, Hoseok-ssi? -preguntó, y él asintió automáticamente-. No te ves nada bien, muchacho, ¿No crees que sería mejor que llamemos a un cerrajero?

- No, no -negó Hoseok, tratando de no sonar tan desesperado, pero obviamente falló-. Necesito hacer algo muy importante ahora, no puedo esperar. Por favor, ayúdeme. Juro que mañana temprano le devolveré el dinero, se lo prometo.

Hoseok sabía que el hombre sólo lo había ayudado porque estaba asustado de él y de su comportamiento, sabía que en realidad no quería ayudarlo. No le importaba, solo necesitaba tomar el maldito autobús cuanto antes y que lo llevara a ese lugar.

Era la única forma de tener algo de paz.

[...]

El columbario del cementerio seguía tal cual como en sus recuerdos.

Cada diez de febrero de cada año iba al cementerio donde estaban las cenizas de Mumi, su madre biológica. Siempre fue acompañado de mamá Yu, le dejaban flores, limpiaban el lugar que siempre se ensuciaba de polvo y hacían una reverencia por respeto. Aunque su padre biológico había pagado los gastos para ponerla en el columbario de su familia, sabía que nunca iba a verla desde que la dejó allí. Podía recordar perfectamente cuando él consiguió dar con su dirección dos días después de que ella muriera en el hospital cuando la fue a visitar, solamente para calmar su conciencia de lo mal que se había comportado. No tenía ningún recuerdo bueno de él, y se sentía como si nunca hubiera existido en su vida. A veces él llamaba a Hoseok para que se juntasen y hablaran de cosas superficiales, pero la sola idea de sentarse con el hombre que llevó a que su madre lo abandonara y muriera enferma en un hospital hacía que jamás quisiera volver a verlo, y hasta el momento sigue siendo así. Cada vez que lo ve, se le contraen las entrañas y querría vomitarle encima, y decirle que era una persona horrible.

No lo había visto en casi un año, y si una vez lo llamó fue en el cumpleaños de su madre biológica. Era el único día el cual se acordaba de que tenía un hijo bastardo y Hoseok estaba seguro de que jamás llegaría a amarle o sentir un poco de aprecio hacia él. 

De todas formas, ya no importaba. Él tenía una familia que lo quería y lo apoyaba, tenía amigos, y tenía un novio del cual estaba completamente enamorado.

Tenía todo para ser feliz y, sin embargo, no podía evitar sentir que se estaba ahogando, que un par de manos apretaban su cuello cada vez que inhalaba y no le dejaban hablar. O que habían palabras que quería decir, pero nunca tuvo la oportunidad o el valor de decirlas y por eso se habían atascado en su garganta y no sabía qué hacer. Odiaba tanto esas pesadillas porque le recordaba ese lapso de su vida que quería borrar como si nunca hubieran existido.

Pero no podía, era algo inconsciente en su cerebro que le hacía volver siempre el mismo día a ver a su madre biológica como un mal hábito, ¿Por qué tenía que visitarla con esos sentimientos?, ¿Y cómo olvidar el día de su muerte y lo que provocó su abandono? Era algo imposible, tenía sus cuadernos, donde relataba todos sus más oscuros pensamientos, dibujos, recuerdos... y los había leído todos. Y entonces volvía a rememorar su vida después de ella a los ocho años, y su recuerdo siempre se convertía en el de sus pesadillas, tomando la forma de una niña de once años.

Entre suspiros y empapado por la lluvia que parecía caer lentamente, se sentó en una banca frente al columbario donde estaba la urna de Mumi, leyendo su nombre, el año de su nacimiento y fallecimiento junto a un "siempre te recordaremos" estampado en la pared de cerámica. Había colocado las flores que compró -unas hermosas camelias blancas- con el dinero de su vecino, botando las anteriores ya marchitas, limpió el polvo con las mangas de su suéter negro e hizo dos reverencias. Sentado en ese lugar, bajo las ramas desnudas del árbol a su lado, empezó a recordar. Era tan doloroso que volvió a llorar, pero sentía que se lo merecía, y a la vez podía sentir que podía respirar un poco mejor gracias a ese dolor.

Después de un rato cuando abrió los ojos ya era de noche y no había ninguna estrella ni luna en el cielo.

Estaba completamente congelado. No podía sentir los dedos de sus pies ni de sus manos. No sabía que hora era, pero sabía que era bastante tarde y que si no volvía a casa probablemente preocuparía a todos, pero en todo ese silencio no estaba realmente consciente de las consecuencias. De haber sido racional, jamás se hubiera quedado dormido en esa banca totalmente empapado. Era un desastre. Un jodido desastre. Casi podía oír a Taehyung insultarlo por ser un idiota, enojándose con él, terminando con su relación por ser un estúpido y yéndose a París con un artista llamado Steve y jamás volvería a verlo. No sabía que le dolía más, si pensar en que terminarían o en que no volvería a ver su rostro brillando de felicidad o de tristeza, ¿Podría vivir solo con recuerdos?

Estaba tan cansado. No quería volver al departamento y encontrarse solo otra vez, ¿Por qué tenía que hacerlo tan difícil?, ¿Por qué se sentía como si quisiese dormir para siempre, no volver a sentir nunca más y rendirse? Rendirse se sentía bien y mal a la vez. Extrañaba tanto a Taehyung, su risa, su aroma, todo su ser. Su toque. Necesitaba tanto que Taehyung lo tocara para sentirse vivo otra vez, para que su cuerpo volviese a querer cosas. Y a la vez sabía que necesitaba avanzar, levantarse de esa banca, ese era el primer paso. O podía quedarse en esa banca para morir por hipotermia.

No podía hacer eso. No quería hacer eso. 

Tenía que volver a casa. Con Taehyung... o solo con su recuerdo.




[...]





La puerta estaba entreabierta cuando llegó al departamento. Al entrar, la luz lastimó sus ojos y el calor dentro de ella se sintió como un abrazo. 

Podía oír la voz histérica de Taehyung en el salón mientras se sacaba los zapatos empapados y cerraba la puerta tras él.

- ... ¡Salió sin nada, sin billetera, ni celular, nada!... ¡No lo sé! -chilló, jadeante-, ¿Crees que debería llamar a su madre?, ¡He estado una hora recorriendo el parque para ver si salió a buscarme y ya me cansé de esperar, maldición!... ¡No voy a esperar más! -de repente oyó un pequeño sollozo-... es que estoy muy preocupado, estos días ha estado raro y yo no sé qué hacer... sí... sí, me calmaré... lo siento... sí, eso haré, gracias... La llamaré, adiós... -y colgó.

Hoseok podía ver la espalda tensa de Taehyung, ancha como sus hombros delgados bajo su abrigo café, y su cabello desordenado y corto hasta sus orejas, porque mamá Yu había insistido en cortar su cabello y lo había logrado. Sentía que su corazón se había detenido por el alivio que recorrió su cuerpo al verlo en medio de la sala, revisando su celular con expresión preocupada sin dejar de moverse en el mismo lugar, cuando se llevó el celular a su oreja.

- No necesitas llamar a mi madre -logró decir, y Taehyung lo miró tan asustado y aliviado a la vez que se le cayó el celular y fue directamente abrazarlo, temblando.

- ¡¿Dónde estabas?! -exclamó alterado, ahuecando su rostro entre las manos-, ¡Llegué y no estabas, dejaste el celular y las llaves y no llevaste ningún paraguas, nada!, ¡Y estás empapado y congelado, Hobie! -él lo miraba, sin saber qué decir, atontado al ver que no se había marchado y el brillo de miedo en sus ojos con lágrimas lo hacían ver el ser más precioso del mundo-. Mierda, me asustaste tanto, ¿Por qué no volvías? ¡Son ya las once de la noche!, ¿Dónde estabas?, ¿Por qué...?

Hoseok lo besó. No le importó que estuviera empapado de pies a cabeza, necesitaba tanto el calor de Taehyung que sólo necesitaba tocarlo para revivir. Lo amaba como no había amado a nadie nunca, y necesitaba sentir ese amor o sentiría que se moriría en cualquier momento.

- Déjame amarte -pidió Hoseok, susurrando en los labios de Taehyung cuando éste logró separarlo un poco de sí, aturdido por su comportamiento.

- ¿Qué...? Hoseok... ¿Estás...? ¿Qué pasa? -insistía en saber, preocupado, temblando entre sus brazos, ardiendo en cada parte que tocaba. Taehyung estaba ardiendo, y él estaba tan frío como un trozo de hielo y necesitaba derretirse en él.

- Déjame amarte -repitió, mirándolo directamente a los ojos.

Taehyung boqueó, sin saber qué decir, pero podía ver y casi sentir la tristeza de Hoseok. Acarició su rostro con devoción y asintió, devolviéndole el beso con la misma intensidad que necesitaba, mordiendo sus labios, lengua contra lengua y dándole el aliento que parecía faltarle a ambos.

Lo ayudó a sacarse la ropa mojada y se desnudo la parte de arriba también, aún parados en medio de la sala, la boca de Hoseok recorriendo su cuello, sus manos bajando por la espalda desnuda y luego su boca otra vez recorriendo un camino desde su pecho hasta su abdomen donde besó alrededor del ombligo y la línea de las caderas. Taehyung gimió, excitado por la intensidad arrasadora en la que Hoseok trataba de consumirlo, mordiendo su piel, casi arañando su espalda baja hasta sus muslos, arrodillándose frente a él con una expresión del más puro deseo, inhalando en su abdomen y rodeándole en un abrazo como si él fuera un Dios al que está venerando.

Los labios y las manos frías contra su piel caliente le estremecía, así como sus propias manos enredadas en el cabello húmedo por la lluvia. Tembló de excitación y su rostro se tornó aún más rojo cuando Hoseok metió la cara en su entrepierna e inhaló como si fuera un instinto de posesión, bajando sus pantalones de un tirón y liberando su dolorosa erección. Fue todo tan rápido que un gemido ruidoso escapó de su boca entreabierta cuando Hoseok empezó a lamer la punta de su miembro, succionando por completo, con las manos acariciando entre sus nalgas y moviendo su pelvis en un suave y a la vez intenso vaivén, tan sucio y adictivo. Gimiendo, echó la cabeza hacia atrás cuando empezó a succionarlo más rápido y tan jodidamente bien, su perfecta boca rodeándole, y sus ojos mirándole tan fijamente que tuvo que apoyarse en los hombros de Hoseok para no caerse por lo temblorosas que estaban sus piernas cuando aumentó el ritmo.

Iba a venirse, cada vez lo sentía más cerca y aunque era algo incómodo, se sentía jodidamente bien hacerlo de pie, pero Hoseok paró antes de que eso ocurriera y lo llevó a la habitación, acostándolo de un suave empujón en la cama.

- Abre las piernas -exclamó con voz ronca, y eso hizo, las abrió lo más que pudo mientras Hoseok iba a buscar la botella de lubricante y un condón en el cajón. 

Al volver, volvió a besarle y a tocarlo, y ya no existió el tiempo. El aire se hizo espeso y ambos solamente eran conscientes de lo mucho que se necesitaban, respirar el mismo aire, sentir la desnudez del otro en su propia desnudez. Cuando Hoseok se introdujo en él, su vista se nubló y amaba cada segundo de esa jodida sensación, porque era el momento donde físicamente más cerca se encontraban, y luego se miraban y se sentía como si fueran uno, una pieza de puzzle que siempre encajó. Lo embistió, una y otra vez, suave y fuerte, rápido y lento, las manos tatuadas en sus caderas y en sus muñecas, el rastro de su boca en los hombros, en su cuello, en su pecho, y luego en toda su espalda cuando Hoseok terminó sentado en la cama, con Taehyung encima montándolo de espaldas a él y dejando libre su nuca para que dibujase las marcas que quisiese. Siempre que cerraban los ojos, todo era Hoseok y Taehyung, y era maravilloso, más aún cuando volvieron a estar cara a cara y el orgasmo los llevó tan alto en el cielo hasta caer y caer, demostrando que la realidad no era tan mala como muchas veces creyeron. Era mejor.

- Estoy tan jodidamente enamorado de ti -murmuró Taehyung, la mitad del rostro contra la almohada, tocando el pecho desnudo de Hoseok con una mano, quien ya respiraba con tranquilidad de espaldas en la cama y con un brazo bajo el cuerpo del escultor en un abrazo protector. 

Se quedaron mirando fijamente por varios minutos, tratando de descubrir los pensamientos del otro escrito en sus rostros. Lo único que había en común era todo el amor que sentían el uno por el otro en ese instante.

- ¿Por qué no contestabas mis llamadas? -susurró Hoseok, moviendo su mano para apartar el cabello que caía frente al rostro de Taehyung con gentileza.

- Hubo un accidente con el proyecto -explicó, acercándose hasta que sus hombros se tocaron y Taehyung podía casi escuchar los latidos de Hoseok-, Songnim me llamó cuando estaba paseando a Tanie, se le cayó parte de la escultura y necesitaba que alguien lo ayudase arreglar su desastre. Se me pasó la hora y cuando iba a enviarte un mensaje, el celular se me cayó en un charco y murió. Aún no he podido prenderlo, así que ocupé tu celular para preguntar a quien sea dónde te habías ido.

- ¿Por qué no me despertaste para ir contigo? -quiso que no sonara como reproche, pero falló al ver como Taehyung arrugó el entrecejo con preocupación.

- Lo siento... no has estado durmiendo bien últimamente, así que pensé que sería bueno dejarte dormir -se oía tan apenado que el corazón de Hoseok se contrajo y se sintió tan afligido otra vez que abrazó a Taehyung hasta esconder el rostro en su cuello.

- Maldita sea... desperté y no estabas... -balbuceó rozando la piel de su cuello. Taehyung recorrió su mejilla con besos hasta su frente, todo su cuerpo enredado con el de él-. ¿Por qué me haces eso? Pensé que...

- ¿Qué pensaste? -instó a que le dijera ante el silencio-. Dilo... dilo y lo negaré -Hoseok negó, no quería decirlo porque sonaría patético y ya se sentía lo suficientemente patético-. No voy a dejarte, estoy aquí contigo -Hoseok abrió los ojos, las manos de Taehyung haciendo que le mirase. Se veía precioso, su piel perlada en sudor y sus labios hinchados, aquella expresión feliz que adornaba su sonrisa-. Te amo demasiado y, si pudiera, te tatuaría en mi piel para sentirte siempre.

Hoseok tragó grueso, no quería llorar otra vez. Acarició la mejilla de Taehyung e hizo lo que debió haber hecho hace días.

- Taehyung, ¿Quieres oír una historia?











[...]


Gracias por los comentarios del capítulo anterior, me animaron tanto que decidí apurarme y darles esto<3

jejeje ya se viene la "revelación" en la historia ahre

lxs amo muxo <3

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top