59.1-4
Ambos estaban muy nerviosos, aunque no lo parecían.
Cuando se bajaron en la estación de Ilsan-Dong y se fueron caminando por las calles de aquel lugar que nunca habían visitado antes, trataron de no sentirse fuera del mundo. De no sentirse extraños, no entre ellos, sino con la situación.
Hacían comentarios sobre lo bonito del paisaje, sobre los árboles frondosos, el cielo con su paleta de colores celestes y el blanco de las nubes, y lo que harían el fin de semana. Querían ir al santuario Fushimi Inari-Taisha en Japón a sacarse muchas fotos y al museo Ghibli que quedaba en Mitaka, aunque aún no estaban tan seguros de si les alcanzaría con el dinero que llevaban juntando y el que tenía Taehyung para su estadía en Francia. Si calculaban los días, quedaba menos de un mes para que hiciera su viaje.
Durante todo el trayecto, solo hablaron de los lugares a los que querían ir como si todo estuviera a su favor. Se sentían mejor hablando del futuro que querían crear juntos, que del lugar al cual se dirigían.
Hoseok no podía olvidar la conversación que tuvo con la madre adoptiva de Yang Mi. Era increíble que aún mantuviera su número, después de tantos años, pero no le sorprendía el que Yang Mi ya no viviera con ella. Incluso podía verse así mismo años antes, cuando decidió dejar de ser una carga para mamá Yu, aunque ella juraba que no lo era.
Y no era que le hicieran sentir como una carga. Todo lo contrario, ellos le querían. Hoseok se empeñó por ser un buen hijo, a pesar de todos sus problemas, su rebeldía, sus ataques de pánico y su depresión, era obediente con sus padres adoptivos y siempre tuvo notas lo suficientemente buenas. No eran las mejores, pero toda su vida fue la de una montaña rusa; habían días muy buenos, como su graduación, o días muy malos, como cuando llegaba el aniversario de la muerte de su madre, su cumpleaños; o cada vez que pensaba que su existencia no valía nada y que vivir era demasiado doloroso. Los días buenos solo eran esos días en que no pensaba en morir de mil maneras distintas.
Con Taehyung a su lado, todos los días eran maravillosos. Incluso ese día.
- ¿Por qué crees que la madre adoptiva de Yang Mi esté tan enojada con ella? -preguntó Taehyung, cuando vieron que quedaba una cuadra para llegar a la dirección que le habían dado.
Hoseok recordaba la conversación, una y otra vez. La voz seria y fría de esa mujer, diciéndole que Yang Mi no era su hija, sino una mala agradecida que arruinó toda su vida. Él le preguntó el porqué, pero ella no quiso decirle nada más y colgó. Después de mucha insistencia y la concisa intervención de Taehyung, la señora les dio la dirección en donde Yang Mi vivía para librarse de ellos.
- Vuelvo a decirles, esa perra no es mi hija ni nunca lo será -fue lo último que dijo antes de colgar.
Taehyung y Hoseok no volvieron a llamarla después de eso.
- No puedo imaginarlo -le contestó Hoseok, sin dejar de mirar la punta de sus zapatillas, con las manos en los bolsillos de su polerón-. Debió haberle hecho algo horrible para referirse así de ella.
Taehyung tragó en seco, su estómago revolviéndose ante la idea descabellada que se le cruzó por la mente formando un bolo de miedo en su interior. Tomando la mano de Hoseok para que se detenga antes de cruzar la calle, se puso frente a él para que dejara de avanzar. En su rostro se vislumbraba una profunda preocupación y temor.
- ¿Realmente crees que sea buena idea ir? -antes de que Hoseok le respondiera, lo interrumpió-. Ya sé que estamos aquí, pero aún no es demasiado tarde para volver.
Agarraba sus manos con fuerza, como si estuviera a punto de tirar de él para que se devolvieran lo antes posible a Seúl. Hoseok admiró cada detalle de su rostro fijo en el propio, y casi podía sentir su inquietud como suya. Tratando de lucir más calmado de cómo realmente se sentía, preguntó curioso y a la vez descolocado.
- ¿Por qué cambiaste de idea?
Tragando saliva, Taehyung no fue capaz de mirarlo a los ojos.
- Es que... no quiero que te lastimen -alzó el rostro de Taehyung elevando su barbilla con los dedos y lo escuchó pacientemente-. No quiero que ella te diga o haga algo de lo que no puedas recomponerte.
- Pero si tú no dejarás que eso pase, ¿Verdad? -sonrió, con cierto alivio en sus ojos-. Tú siempre me salvas.
Taehyung le devolvió la sonrisa, abrazándolo con fuerza y besándolo con la misma intensidad. Al separarse le dio una mirada severa y con una seguridad casi palpable en sus palabras le advirtió.
- Si las cosas no van bien, no me regañes por no ser amable, ¿Está bien? -Hoseok asintió, conociendo lo directo e impetuoso que podía llegar a ser-. El único que me importa eres tú. Y haré lo que sea para que nadie te toque.
Sonriendo por la renovada seguridad que Taehyung había infundido en él con sus palabras, siguieron avanzando por las calles atestadas de personas. Aquella era una avenida de comercio, con tiendas de souvenirs y carritos de comida. Ninguno de los dos había almorzado, pero tampoco tenían mucha hambre, así que descartaron todas las tiendas de comidas.
Excepto que, el lugar al que debían dirigirse, terminó siendo un restaurante coreano tradicional.
La tienda no era muy grande, pero sí tenían bastante clientes, porque todas las mesas estaban ocupadas. A simple vista se podía ver que al lugar le iba muy bien. Las camareras eran muy amables, y una de ellas, al verles parados -y muy confundidos- frente al local los invitó a pasar, puesto que recién había una pareja con dos niños que se habían ido.
Cuando se sentaron y la camarera les pasó el menú, Taehyung la detuvo antes de que se fuera. Ella lo miró bastante curiosa y apresurada.
- Disculpa, sé que va a sonar extraño, pero estamos aquí para hablar con una chica... una mujer -se corrigió, ya sintiéndose bastante incómodo por la expresión desconfiada de la camarera-... llamada Yang Mi, ¿La conoces?
- Sí, claro que sí -sonrió más tranquila-, ella está algo ocupada, pero... -la camarera miró a su alrededor, buscándola. Cuando la encontró, se le iluminó el rostro y alzó la voz-. ¡Mi-ssi , ven aquí un momento, por favor!
Taehyung vio como Hoseok se tensaba en el asiento, para luego voltearse a mirar cuando escuchó como los pasos se acercaban hasta detenerse justo a su lado. Él también dirigió la mirada hacia su dirección, y no supo que decir. No era lo que esperaba, aunque ¿Qué había estado esperando?, ¿Ver a la misma chica de las fotos?
No quedaba ni rastro de ella ni de la chica que Hoseok recordaba. Era una mujer, desde el pelo hasta la mirada en sus ojos. Si Hoseok veía algo de la Yang Mi que había conocido, era en la sonrisa. La vigorosidad de su carácter se hacía notar en la fuerza de sus expresiones, y desprendía un aura tan frágil y peligrosa como la de un felino. Era a lo que más se asemejaba. Su cabello teñido de color miel le llegaba por debajo de las orejas, las cuales estaban llenas de perforaciones. Su piel seguía tan pálida como la recordaba, exceptuando un detalle que les llamó la atención a ambos; desde la base de sus muñecas hacia el codo, se podían apreciar unos preciosos tatuajes a color de flores de cerezo. Tenía tatuajes más pequeños que se podían entrever en su cuello por la camiseta con corte en V de manga corta, pero los que rodeaban sus antebrazos eran los que más llamaban la atención.
Ninguno de los dos sabía qué decir, mucho menos cuando la vieron tan atareada con una canasta de bebidas en sus manos y la expresión de alguien que no tenía ni la más mínima idea de quiénes eran. O del porqué realmente estaban ahí sino fuera para comer lo que sea que hubiera en el menú ese día que se tornaba cada vez más nublado.
Ella no tenía ni idea. Y ni Taehyung como Hoseok sabían cómo empezar.
- Bienvenidos, perdón si no puedo atenderles de inmediato, pero estoy un poco ocupada -dijo presurosa-. Si me permiten, Xin-ssi les va a tomar la orden.
La chica llamada Xin-ssi asintió fervientemente, más amable de lo que a ellos les hubiera gustado por lo tensos que se sentían. Aún así, Taehyung no esperó que, antes de que Yang Mi se fuera, Hoseok se parara abruptamente de su asiento para detenerla. Ella se quedó tan pasmada como él y la camarera.
- Soy Hoseok... Yang Mi -dijo con un tono de voz tan fuerte como amargo, aclarando-. Jung Hoseok, no sé si te acuerdas... de mí.
Tanto como Hoseok y Taehyung comprobaron que sí, cuando el rostro de Yang Mi cambió a uno de completo espanto. Su cuerpo empezó a temblar y la canasta que tenía en sus manos cayó al piso, desparramando las bebidas que se rompieron a sus pies.
- Mierda -farfulló Taehyung, parándose a la vez que veía como Yang Mi exclamaba un quejido ahogado de pánico, como si le faltara el aire. Hoseok ni siquiera pestañeaba, paralizado al ver su reacción, incluso cuando Yang Mi negó con la cabeza y se fue corriendo por un pasillo dentro del lugar. Lo único que dejó atrás fueron las marcas de sus zapatos mojados en el piso y a una asustada Xin-ssi, que corrió inmediatamente detrás de ella, pidiendo disculpas a todos los presentes mientras se iba. Algunos metros lejos de ellos, una chica lo observaba todo con una frialdad que asustaba.
- Esto no fue una buena idea -le escuchó decir a Hoseok, quien agachó la cabeza y caminó hacia la salida a paso rápido.
Taehyung lo siguió inmediatamente, deteniéndolo cuando iba a cruzar la calle en una esquina y una bicicleta casi lo atropella. El ciclista pasó de largo y todo parecía absurdo para Hoseok. No sabía si sentirse enojado o triste, decepcionado o molesto. Tal vez feliz por ver que le iba bien. O confundido por la manera en la que lo miró, como si Hoseok le hubiera dado un puñetazo en el estómago. Ni siquiera sabía cuáles habían sido sus expectativas, tal vez nunca encontrarla, ¿Realmente esperaba eso, pasar toda su vida preguntándose dónde estaba? Porque ahora que la encontró, sentía que todo había sido una pérdida de tiempo.
Ella estaba bien. Solo estaba asustada, al igual que Hoseok, al ver al fantasma de sus pesadillas.
- De todas formas, ¿Qué le iba a decir? -murmuró, a la vez que Taehyung lo giró para envolverlo entre sus brazos. Le gustaba sentir como Taehyung lo protegía. Se sentía a salvo la mayoría de las veces, pero ahora se veía así mismo muy, muy lejos de su cuerpo. Lo único que hacía era repetir una y otra vez en su cabeza, sin lograr entender-. ¿Para qué estoy aquí? -siguió preguntando, casi hablando consigo mismo en voz alta-, ¿Acaso verla va a curar mágicamente todas mis heridas cuando sé que no es así?, ¿Quién mierda soy para venir a interrumpir la vida de alguien solo para sentirme mejor?
- Lo siento mucho, bebé... -repitió Taehyung, una y otra vez.
Mentiría si dijera que no se sentía culpable. Él había originado la idea de que volver a verla era una opción, de que tal vez lo haría sentirse mejor, pero se había equivocado. ¿Así de terrible se sentiría si en vez de Yang Mi, se hubiera reencontrado con su madre en ese hospital otra vez?
Quería llorar por lo estúpido que había sido y por lo mucho que odiaba ver a Hoseok tan triste. Era desesperante tenerlo entre sus brazos y no poder succionar todo su dolor para así poder hacer su carga menos pesada. Quería golpear cualquier cosa para sacarse esa frustración de encima, pero lo único que podía hacer en ese momento era abrazarlo y besar el rostro que tanto amaba hasta poder borrarle toda la tristeza.
- Chicos -interrumpió una voz de mujer detrás de ellos, que los hizo sobresaltarse a ambos. Tenía el cabello negro rizado, usaba unas lentillas verdes, y su piel lucia un suave tostado, como si hubiera vuelto de un viaje al Caribe. Era más baja que ellos y los miraba con tal seriedad que era intimidante, sin ninguna pizca de simpatía-. ¿Quiénes son ustedes?, ¿Por qué querían ver a Yang Mi?
Taehyung se dio la vuelta, enfrentándola y casi cubriendo a Hoseok con su cuerpo.
- Él es un viejo amigo de Yang Mi -explicó con la misma formalidad y erguida postura-, cuando ambos vivían en el orfanato de Seúl. Hoseok hyung sólo quería hablar con ella un momento, no quería hacer que se sintiera mal.
- Con que tú eres Jung Hoseok -asintió ella, de brazos cruzados y mirando a través de Taehyung, quien fruncía el ceño ante el tono de voz tan grosero.
- ¿Y tú quién eres?
La chica volvió a mirarle.
- Me llamo Kim Soo, soy la hermana de Yang Mi -y luego se volvió a dirigir a Hoseok-. Si quieres hablar con ella, entonces ven conmigo.
Antes de que ella se diera la vuelta devuelta al restaurante, Hoseok la interrumpió.
- Pero ella no se veía bien -la chica seguía mirándolo fríamente. A Taehyung le daba mala espina por alguna razón-. No creo que sea buena idea hablar con ella ahora.
La chica suspiró, como si se armara de paciencia y avanzó lentamente hacia él, sin importarle que Taehyung estuviera entre medio.
- Así están las cosas, Jung Hoseok... mi hermana es alguien inestable que desde pequeña me ha contado sobre el chico que fue su primer amor y que, desgraciadamente, también fue la primera persona que lastimó, ¿Me entiendes? -tragando saliva, Taehyung pudo notar que la fiereza en sus expresiones y su tosca manera de hablar no era nada más que un dolor enmascarado. Uno que conocía muy bien-. Tú eres ese chico. Y necesitan hablar... o más bien, ella necesita hablar contigo. Es algo que tiene que hacer... y yo haré que suceda. Créeme que si no venías tú a buscarla, yo iba a buscarte a ti.
Si a Hoseok le hubieran dicho que las cosas resultarían así, no podría estar más sorprendido -y jodido- de lo que estaba en ese momento.
[...]
Cuando Soo abrió la puerta del segundo piso del restaurante, Hoseok creyó sentirse preparado. Pero no lo estaba. Aun si estaba de la mano con Taehyung, no estaba preparado para saber todo lo que había pasado. Yang Mi había vivido cosas horribles que no deberían haber pasado nunca y Hoseok, por más que quisiera saberlo, no quería volver a ver su rostro preso del espanto. No quería ser esa persona que traía tantos malos recuerdos, pero ya había llegado demasiado lejos.
Estaba en su casa. Había aparecido en su vida otra vez y ambos habían descubierto que seguían siendo reales. Al verla sentada en el sillón de la sala, con una postura rígida mientras tenía una taza entre las manos, no pudo evitar sentirse como un intruso. Como un ladrón.
¿Realmente había sido una buena idea? No lo parecía, al verla alzar la mirada hacia ellos y ver sus ojos completamente rojos por el llanto. Taehyung fue el único capaz de notar como las facciones de Soo se relajaban, volviéndose casi cariñosa al dirigirse a ella, sentándose a su lado en el sillón.
- ¿Te tomaste la pastilla, cariño? -la escucharon decir en un susurro audible por lo silencioso que estaba el lugar. Yang Mi asintió a su pregunta-. Si no te sientes bien solo tienes que decirme, haré que se vayan en un parpadeo.
- Estoy bien... estaré bien. Tranquila, ve.
Yang Mi sonrió de nuevo hacia ella, con un brillo especial en su mirada. Se levantó a la misma vez que Soo, dirigiéndose a ellos nerviosa y tambaleante. Pero fue Soo quien habló primero hacia Taehyung.
- ¿Me acompañas? Creo que ellos necesitan hablar... a solas, si te parece -dijo lo último echándole una mirada a Hoseok, quien asintió y se volteó hacia Taehyung, apretando su mano como consuelo y promesa de que estaría bien.
- Tae, espérame con ella, ¿Sí?
Si por él fuera, jamás dejaría solo a Hoseok con Yang Mi. No eran celos ni mucho menos antipatía por la chica, sino que era muy desconfiado, ¿Cómo podía dejar a esa chica a la que su hermana catalogó como "persona inestable" junto al amor de su vida? Era arriesgado, y él se sentía ya como un novio sobre-protector en esos momentos tan duros para Hoseok.
Sin embargo, la manera en la que él lo miró le recordó otra de las razones por las cuales estaba enamorado de él. Y era que, detrás de toda esa fragilidad, había alguien tan fuerte que nadie podría derribarlo por más que lo intentara. Que nadie podría tocarlo, ni siquiera la punta del pelo. Era tan precioso que sentía que la escultura que había hecho de él jamás le haría justicia, ¿Alguna vez podría plasmar toda esa voracidad por vivir, esa que ni el propio Hoseok sabía que tenía oculta en sus ojos?
- Llámame si me necesitas.
Era innecesario decir algo más, Hoseok lo sabía. Taehyung siguió a Soo, quien lo guió hacia el pasillo dentro de la casa hasta desaparecer.
Viendo sus zapatos, Hoseok se dio cuenta de lo difícil que era querer hablar sintiendo una opresión alrededor de su cuello, como una mano invisible. No sentía ganas de llorar, pero le frustraba no saber qué decir. Miró a Yang Mi, y ella pareció leer la ayuda en su rostro petrificado.
- ¿Puedo... puedo llamarte Seokie? -pidió ella, insegura-. Como antes. Me es raro decirte Hoseok... o Jung... en realidad decirte de otra forma se me hace raro.
Él asintió.
- Muy bien, Seokie... ¿Quieres sentarte? -sonrió nerviosa, como si estuviera a punto de llorar otra vez. Su cuerpo se movió automáticamente, sentándose en el sillón individual frente a ella. Yang Mi tenía una caja de pañuelos a su lado y la taza frente a ella estaba medio llena de lo que parecía ser té-. ¿Cómo te ha ido?, ¿Qué... qué fue de ti después de que te fuiste del orfanato?
- Me ha ido bien -respondió Hoseok, como si en realidad no fuera la chica que lo lastimó de pequeño. No sabía como actuar a tenerla frente a él, porque al verla en ese momento, sin ningún prejuicio ni rencor, sólo veía a una chica tan dañada como él-. Me adoptó la mujer que me encontró cuando mi madre me abandonó, ¿La recuerdas?
- ¿Te refieres a la señora Jung? -él asintió. Yang Mi sonrió con una expresión dulcemente nostálgica-. Ella era tan amable, fue... una de las pocas personas que realmente era buena conmigo cuando era pequeña... ¿Cómo está?
- Ella está bien, adoptó a más niños después de mí. Somos seis en total.
- Suena caótico y muy genial -rió. Hoseok se preguntaba cómo podía reír tan fácil viéndose tan triste, pero de esa forma también se lo hacía más sencillo a él. Supuso que tenían algo más en común además del pasado turbulento.
- Lo es. Más bien, lo fue -corrigió, explicándose ante su mirada curiosa-. Ya no vivo con ellos. Estoy trabajando en la Universidad de Seúl como profesor de literatura.
- ¿Y él chico...?, ¿Es tu novio?
Hoseok jamás pensó que ella sería tan directa y perspicaz, de igual forma, asintió.
- Vivo con él. Nos conocimos hace tres años, pero estamos juntos hace dos... más o menos.
- Hacen una bonita pareja -se sonrojó, agarrando un pañuelo y limpiándose la nariz, mirando por donde se había ido Taehyung y su hermana-. Soo es mi esposa. Nos casamos hace cinco años en Hawaii.
Yang Mi le mostró el anillo en su dedo anular y Hoseok casi se atraganta con su saliva.
- ¿En serio?, ¡Eso es genial! -exclamó asombrado, ladeando la cabeza-. Pero... ella dijo que ustedes eran hermanas.
- Somos hermanas aquí en Corea -aclaró Yang Mi, con un gesto agrio-, porque su madre me adoptó cuando cumplí catorce años, pero nos volvimos pareja cuando cumplí los veinticinco. No nos hemos separado desde entonces.
Ahora entendía porqué la madre adoptiva de Yang Mi reaccionó de forma tan grosera y cruel cuando le preguntó por ella. Suponiendo que la señora fuera tan conservadora como solo puede serlo una persona homofóbica, no le extrañaría que detestara a Yang Mi y la culpara por estar con su hija biológica de esa manera.
- Entiendo -murmuró Hoseok, pasándose las palmas de las manos por el pantalón. Inconscientemente movía la pierna por la ansiedad, aunque se estaba relajando un poco, pero eso no evitaba que sintiera un pinchazo en su pecho al verla a los ojos y pensar en todo lo que vivieron. En todo lo que sufrió.
Frente a él estaba Yang Mi. No era la chica que lo hirió. Era la chica que lo cuidó de los demás, que le daba parte de su almuerzo cuando tenía demasiada hambre o la que se escabullía a su habitación y le cantaba canciones para quedarse dormido. Era Yang Mi, su amiga, la que tuvo una vida tan difícil como la de él y la que no quiso hacerle daño.
O tal vez sí, pero nunca lo sabría con certeza sino se lo preguntaba. Tenía que saber el porqué lo hizo. Debía haber una razón.
- ¿Qué hiciste después de escaparte del orfanato? -preguntó Hoseok, armándose de valor ante el silencio que se instauró entre ambos. Ella se quedó callada unos instantes, tomó un sorbo del té y suspiró a la misma vez que se limpiaba las lágrimas que mojaron sus mejillas.
- Bueno... vagué por unos días en las calles que quedaban cerca a mi antigua casa -empezó a contar, con los ojos fijos en la taza entre sus manos. Parecía como si estuviera muy lejos de allí, recordándolo todo con una calma y un tono de voz débil a comparación de su duras facciones-... le pedí ayuda a mis anteriores vecinos, pero ellos sólo pudieron acogerme por un día porque eran demasiado pobres... uno de ellos llamó a la policía, así que tuve que escapar otra vez y dormí en parques, en baños públicos, robé alimento de algunas tiendas, le robé a personas... hasta que un oficial logró pillarme. Me encerraron en una celda y no tardaron en llamar a... en llamarlo a él, a Choi... ¿Te acuerdas de él? -en ese instante volvió a mirarlo, comprobando que Hoseok estuviera escuchándola-. El que me iba adoptar.
Hoseok tragó saliva, asintiendo.
- Si te preguntas porqué escape del orfanato... fue porque él abusaba sexualmente de mí -manifestó con ahogo, sin poder mirarlo a los ojos. Hoseok sólo veía su expresión, llena de desesperación al recordarlo-. No sé cuándo o cómo exactamente comenzó, supongo que cada vez que íbamos al sótano... el único sótano que había, ¿Lo recuerdas? -y volvió a mirarle. Hoseok no pudo más. Sintió como las lágrimas corrían por sus mejillas y se sintió paralizado cuando Yang Mi dejó la taza en la mesa de centro, se levantó del sillón y terminó de rodillas frente a él ahogada por el llanto que trataba de contener-. Yo tengo que pedirte perdón, porque recuerdo lo que te hice -Hoseok se obligó a no cerrar los ojos, se obligó así mismo al ver todo su dolor reflejado en su mirada-. Perdóname... yo no sé... no sé porqué hice lo que te hice... he hablado con mi psiquiatra sobre ello, y me dijo que pro-probablemente fue porque creí... creí que así no me lastimarías -él quería que ella dejara de estar arrodillada frente a él, pero se sentía petrificado. Ojalá supiera como dejar de llorar, porque ya no sabía si esas lágrimas realmente le pertenecían a él o a ella, pero trataba de apartarlas de su rostro con fuerza, las cuales volvían una y otra vez-. Me convertí en él para evitar salir lastimada porque creía que él era lo más fuerte que yo conocía, y le tenía tanto miedo... pero yo no quise dañarte y me arrepiento tanto, nunca tuve la valentía de buscarte y pedirte perdón...
Su llanto se hizo tan desgarrador que Hoseok no pudo soportarlo. Le recordaba a su madre en el hospital, a su madre siendo golpeada, a su madre llorando borracha en una calle vacía con él a su lado, a su madre echada de su casa por sus propios padres. No pudo soportar verla así. Tomó ambas manos y se levantó, tirando de ella hacía sí y abrazándola tan fuerte como Taehyung lo abrazó a él.
- Lo sé -con voz temblorosa, se obligó así mismo hablar-. Sé que no quisiste dañarme... ya lo sé. Debí ayudarte -ella negó entre sus brazos, apoyando la frente en su pecho sin dejar de llorar-. Yo también... fui a terapia, desde pequeño, por todo lo que pasó... no solo con mi madre, sino también por lo que pasó con Choi y contigo -confesó a medida que el llanto aminoraba poco a poco-. Estoy mejor... y quería saber si tú también lo estabas -dejando de abrazarla, Hoseok se secó el rostro con las mangas de su polerón y la observó-. Dime, ¿Qué más pasó? Sabes que él murió, ¿Verdad?
- Lo sé -asintió Yang Mi, sorbiéndose la nariz y dejando que Hoseok la guiara hacia el sillón como una niña perdida. Ambos se sentaron, lado a lado-. Cuando él me encontró... me llevó a un hotel que tenía alquilado y él... me castigó muchas veces. Por haber huido de él. Fue tan cruel que apenas podía caminar... -sin poder evitarlo, Hoseok tomó su mano queriendo consolarla. A pesar de todo el daño, se veía incapaz de odiarla, al igual que su madre-. Sabes, ¿Te acuerdas cuando me despertaba llorando por algunas pesadillas?
- Pesadillas...-repitió, rememorando-... sí, creo que sí... aunque no recuerdo si me contaste sobre ellas. Todos teníamos pesadillas allí.
- Bueno... mis pesadillas eran sobre una persona en un charco de sangre -Hoseok la miró intrigado, y bastante asustado a la vez. Se sentía como cuando era niño y ella solía contarle historias de terror-... y yo no comprendía como podía soñar eso, de donde provenía, porqué parecía tan real como si yo lo hubiera vivido... -luciendo sumamente afligida, Yang Mi soltó su mano y empezó a comerse las uñas en un acto de ansiedad. Él solía hacer lo mismo a veces, así que la dejó, viendo como tanto su tono de voz como expresión se ensombrecían cada vez más-. Hice muchas investigaciones sobre mi pasado cuando crecí, volví a la casa de mi abuela, en la que ahora vive uno de sus hijos... y supe que mi padre biológico realmente había muerto cuando cumplí los 5 años... al cortarse las venas de sus muñecas en el baño de la casa en la que vivíamos, después de que mi madre lo dejó... -Hoseok se quedó en el mismo lugar al ver que Yang Mi se levantaba e iba hacia una de las habitaciones. Al volver, traía dos papeles y una carta amarillenta y arrugada, sentándose a su lado-. En una de las cajas con las cosas de mi abuela, encontré uno de mis dibujos que hice cuando pequeña -al ver el dibujo, Hoseok no pudo evitar ahogar una exclamación de horror-... mi padre dejó la puerta del baño abierta... asi que yo podía ver su cuerpo ensangrentado, muriendo lentamente... Yo lo vi todo, Seokie. Mi abuela guardó este dibujo que hice y la carta de suicidio de mi padre. Él tenía un trastorno límite de la personalidad y depresión... y yo también las tengo, por lo que tengo que tomar pastillas cuando mi psiquiatra encuentra que es lo mejor para mi salud mental.
- ¿Te diagnosticaron con ambas cosas después de que casi mueres por culpa de él? -fue lo único que se le ocurrió preguntar, y Yang Mi asintió.
- Estuve mucho tiempo en el hospital... y te lo cuento porque creo que puedes entender de dónde una chica de trece años saca la idea de cortarse las venas con un vidrio roto cuando siente que ya no puede más.
Hoseok las vio cuando Yang Mi apartó todas las pulseras que traía en ambas muñecas. Un tajo grueso en cada brazo, que dividía el antebrazo de su mano, parecidos a los de una muñeca. Eran difíciles de ver por los tatuajes, pero ahí estaban, tan relucientes como un gusano grande dentro de su piel. No pudo evitar tocar una de las cicatrices con el dedo, sintiendo su piel fría y suave al tacto.
- Me sentía horrible por lo que te había hecho -declaró, cabizbaja, solamente pudiendo mirar ambas cicatrices-... y por lo que me estaban haciendo. Nunca fui tan fuerte, y estaba sola. Sabía que tú me odiabas, por la forma en la que me miraste esa noche... y cuando Choi se descuidó, porque solía esposarme en los barrotes de la cama... rompí un tazón de vidrio y me corté... Al principio fueron pequeños cortes, pero luego... ya no podía parar -deteniéndose, tomó la caja que había dejado en el sillón y le paso un par de pañuelos a Hoseok, quien sin darse cuenta había vuelto a llorar en silencio. Ella trataba de contenerse, con sus ojos rojos e hinchados-. Me encontró agonizando en el hotel y me llevó al hospital, donde me atendieron y pensaron que me iba a morir por toda la sangre que perdí, pero él me... él me donó su sangre a tiempo... A la semana siguiente fue que me enteré que había tenido un accidente, había chocado contra un camión al escapar y había muerto por culpa de la debilidad provocada por la transfusión... Las enfermeras y los doctores se dieron cuenta al instante de todo el daño que me había hecho, así que pasé mucho tiempo internada en el hospital por las heridas físicas y el trauma psicológico... No quería volver al orfanato... en realidad, no tenía ganas de vivir, ni siquiera quería ver a la esposa de ese asqueroso hijo de perra... -secándose las lágrimas con una furia frágil, Yang Mi sonrió por primera vez durante todo su relato. Una sumamente melancólica-. Dejaron que me quedara unos días en la unidad de psiquiatría infanto-juvenil, la cual quedaba justo al lado de la unidad de pacientes oncológicos, niños y niñas con cáncer... y gracias a eso pude conocer a Soo. Le detectaron un cáncer benigno en el pecho que le impedía respirar, así que estuvo internada mucho tiempo... nos hicimos amigas, ya ni siquiera sé cómo sucedió, ella era tan insoportable y yo era tan mandona -rió con cariño mientras se limpiaba la nariz-. Su madre habló con mi psiquiatra. Supo toda mi historia, así que me adoptó sólo por lástima y porque tenían el dinero... yo le agradaba a su hija y la mayoría del tiempo me sentía como... no como su hija o su hermana. Me sentía como una pieza sobrante, una carga... pero he vivido toda mi vida con ella desde entonces, porque aunque pensaba eso, ella jamás me hizo sentir así. Me hacía sentir como si por fin tuviera un lugar... un hogar el cual quería, con todo mi corazón, quedarme y vivir. Es gracias a Soo que estoy viva ahora.
- ¿Cómo lidias con eso? -preguntó Hoseok, sintiéndose tan vulnerable al pensar en Taehyung-. ¿Cómo puedes vivir sabiendo que tu vida depende de una persona? Que si no está, temes que jamás puedas volver a sentirte seguro... o a respirar. Dime, ¿Cómo soportas saber que un día podrías alejarte de ella?
- Estuve lejos de ella durante cinco años -respondió Yang Mi, con una sonrisa en su rostro. Una luminosa, con unos ojos llenos de amor que contagió a Hoseok, aunque aún tenía dudas-. Fue una tortura para nosotras, todo ese tiempo... pero yo tenía la esperanza de que nos volveríamos a encontrar, porque se lo prometí y ella también me lo prometió. Su madre la había mandado a estudiar al extranjero, y yo me quedé aquí tratando de luchar contra mí misma, contra mi enfermedad y la rebeldía. Su madre no me quería, no desde que me hice mi primer tatuaje y tuvo que aprender a lidiar con todos mis problemas... la única persona que me quería realmente por lo que era fue su esposo, que en paz descanse, y su hijo menor, una dulzura de chico. Si fui capaz de resistir, de buscar ayuda para mejorar, solo fue porque sabía que ella seguía viva y me estaba esperando.
- ¿No encuentras que es malo depender de ella tan intensamente? -preguntó Hoseok, con temor en su corazón.
- ¿Por qué sería malo? Escúchame, Seokie -acomodándose en el sillón, Yang Mi tomó sus manos y lo miró fervientemente, como alguien sumamente enamorado de la vida puede mirar-. Cuando encuentras a alguien que te ama, y que tú ames, tienes que dar lo mejor de ti porque eso es un milagro. Para mí fue un milagro encontrarla, y aunque ella jamás se hubiera fijado en mí, yo la habría amado de todas formas, porque me sonrió, y estuvo en mis peores días. Sin embargo, cuando me di cuenta de lo profundamente enamorada que estaba de ella, no quise vivir para nadie más. Me aferré y nos lastimé mucho... y me di cuenta que tenía que aprender a soltar, a vivir por mí misma para saber qué es lo que era el amor. Cuando la conocí, no sólo me enamoré de ella, sino que me enamoré del mundo. De su mundo. Ella me hizo amar de una manera que jamás creí posible. Me hizo amar lo que ella conocía, lo que yo conocía, y sólo así, sólo amándome y amando lo que tenía, comprendí lo que realmente significaba estar enamorada de ella, ¿Y tienes idea de cómo me di cuenta de que nos amábamos de verdad y que lo nuestro iba a funcionar siempre a pesar de todas nuestras peleas y nuestras diferencias?
- ¿Cómo? -preguntó Hoseok, su voz pendiente en un hilo.
- Nunca le pedí que se quedara a mi lado... ella simplemente lo hizo. Y ella jamás me lo pidió, solo sabía que yo jamás la dejaría. Eso me ayudó a darme cuenta que mientras más amaba el mundo en el que vivía, más la amaba a ella y ella más me amaba a mí.
[...]
me quiero moricir porque tengo muchas cosas que hacer
febrero vuelve xfavor
lxs tkm <3
Pd: qué opinan de Yang Mi?👀
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