57.1-2

- No me toquen, no me toquen, no me...

El chico jadeó, hiperventilado y mareándose al sentir la sangre latiendo en sus sienes tan fuerte como el golpeteo de un tambor, sus manos sudorosas apresando su cabeza y escondiéndola entre sus rodillas haciéndose lo más pequeño que podía mientras sentía unas manos invisibles a su alrededor. No quería recordar. No quería recordar y se lo repetía una y otra vez. 

Estaba escondido en el cubículo del baño de hombres, temblando asustado y sintiéndose ahogado en la ansiedad que no hacía más que ahorcarlo como el peor de los enemigos, la angustia comiéndole el estómago, y el terror y el miedo sin dejarle pensar ni siquiera un poco con racionalidad. Sólo quería desaparecer, hundirse en la más honda oscuridad si así pudiera dejar de tener miedo ante todo ese tumulto de gente en el patio de la escuela, esas personas que no dejaban de molestarlo, de tocarlo, de querer hacerle daño detrás de sus sonrisas frívolas y calculadoras queriendo sólo un instante en el que él se despistara y entonces lo lastimarían como... no, no quería recordarlo. No quería pensar en ello porque si no lo hacía, no existía.

Tenía doce años, estaba a punto de cumplir los trece y no tenía ningún amigo a parte de sus dos hermanos adoptivos, dos años menores que él, y su hermana pequeña de siete años. Pensar en estar rodeado de todos esos niños y niñas, tratando de ser invisible, incluso estar ahí y que ellos rodeen sus brazos alrededor de su cuello o le den palmadas en el hombro como lo hicieron en la bienvenida, lo llenaban de un profundo terror, como si esas manos pudiesen quemar su piel, de repente sus rostros desfigurándose y convirtiéndose en los horribles seres de sus pesadillas. Ni siquiera se ha cumplido una semana desde que llegó a esa nueva escuela y todo se había ido a la basura. Él sólo quería regresar a casa y estudiar allí, como lo llevaba haciendo hace casi dos años.

No sabe cuánto tiempo había estado sentado al lado del inodoro, abrazando sus piernas, pero hace mucho que había escuchado como todos volvían a la sala de clases y por lo tanto sabía que era hora de salir, porque el profesor preguntaría y sabía que sufría momentos en que solía quedarse sin aire sólo al tener personas tan cerca o pensar que querían tocarle o al mínimo reflejo. Todos sabían que no le gustaba el contacto, ya sea porque él les dijo o con sus simples actos de apartarse bruscamente; y todos lo miraban raro por eso después de la bienvenida. Lo molestaban, tanto con sus palabras como sus gestos distantes. Incluso había un grupo de chicos que solían tocarle sólo para verle en un estado de crisis, sintiéndose a punto de vomitar. De repente, por sobre su respiración agitada y latidos acelerados, escuchó una voz y un golpeteo a la puerta del cubículo.

- Oye, niño nuevo, ¿Estás bien?

Preguntó una voz conocida, una que él solía escuchar siempre que el profesor preguntaba algo a la clase. No recordaba su nombre, sólo lo alto que era y el como muchos chicos querían ser su amigo y cuán rodeado estaba de personas falsas, queriendo apuñalarle por la espalda al simple toque, envenenándole. Un simple toque lo envenenaría, lo contaminaría entero, lo ensuciaría, lo mataría. Sucio, tan sucio. No quería morir. No quería que lo siguiesen dañando. No quería que lo tocasen. No quería volver a clases y tener que ver sus rostros preguntándose porqué era tan, tan raro. 

- Vete.

Fue lo único que su voz ahogada pudo exhalar.

- Soy Kim Namjoon,¿Quieres que llame al profesor?

Hoseok apenas podía ver las zapatillas perfectamente lustradas de Kim Namjoon frente al cubículo. Era el chico más listo y agradable de la clase y el único que jamás le había mirado raro. En realidad, él nunca comprobó si lo miraba o no. Para Hoseok, Kim Namjoon era un mundo aparte que miraba a través de una gran muralla invisible. No le gustaba Kim Namjoon por la sencilla razón de que quería ser como él, muy en el fondo, pero nunca podría. Le tenía algo de envidia. Y sólo habían bastado pocos días para saberlo.

- ¡No!, ¡Vete!

- Oye, es que te vi entrar y te veías muy mal, en serio...

- No llames al profesor. No quiero que nadie venga. No quiero. No quiero. Vete de aquí. No quiero que me toquen...

- ¡No voy a tocarte, niño!...

Hoseok se quedó callado, limpiándose las lágrimas del rostro y mirando fijamente el movimiento de los zapatos de Namjoon y escuchando su voz. Tal vez si se centraba en su voz sus pensamientos se callarían.

- ¿Sabes? Me haces recordar a mí cuando me quemé en el verano y tenía la piel sumamente sensible, Joon Hoon con los demás idiotas no dejaban de tocarme también, son tan molestos... ¿Tienes problemas con tu piel?... Porque si es así podría hacer que los demás no te molestaran tanto...

Hoseok no sabía que decir, pero por fin había dejado de jadear y querer llorar. Sin contar a su familia adoptiva, nadie de su edad había sido amable con él.

- Oye... sólo déjame ayudarte, ¿Quieres que haga algo?

- P-puedes... ¿Puedes traer mi mochila? Soy de tu clase, Jung Hoseok.

- Sé quién eres, todos te dicen Jung bicho ra... ¡Ah! Lo... lo siento.

Hoseok no se enojó. En los dos años que pasó en el orfanato se acostumbró a todos los apodos despectivos que le decían para burlarse a sus espaldas.

- Eso ya lo sé, idiota... Si quieres hacerme un favor, ¿Puede ser ese?, ¿Puedes traer mis cosas?

- Claro, pero... pero... ¿Qué le digo al profesor si es que pregunta?

- Dile... no lo sé... sólo... sólo di la verdad, dile que me sentí mal... y que me vienen a buscar... o como sea, sólo trae mis cosas... por... favor.

- ¿En serio te vendrán a buscar?

- ¿Y eso qué te importa? ¿Podrías ir ya... antes de que me desmaye aquí? No es mentira eso de sentirme mal, ¿Sabes?

- Oh, sí, está bien... No te muevas de aquí, ¡Y no te desmayes, Jung!

Hoseok puso los ojos en blanco, pensando que aquella era una frase estúpida. Dedujo que Namjoon no era muy inteligente al hablar con las personas, al menos con él, pero aquello hizo que su desagrado por él disminuyera considerablemente. Era una buena persona, pero él ya no sabía como confiar. Ni siquiera en sí mismo.

- Ve rápido.



[...]



- ¡No me dejes!, ¡Abuelita, no!, ¡Quiero ir a casa contigo!

Taehyung se aferraba con todas sus fuerzas a la falda de su abuela, abrazando sus piernas entre sollozos y chillidos mientras la maestra de la escuela repetía su nombre y toda una tanda de mentiras para que la soltara. Estaba empezando un nuevo año escolar en la escuela, y no quería que ella lo dejara en ese lugar otra vez, en donde lo molestaban y su mejor amigo se había ido. En el invierno se había acostumbrado mucho a estar junto a sus abuelos, porque no había vuelto a ver a sus padres hace meses y tenía miedo de que desapareciera al igual que ellos y lo dejaran solo.

- Tae, mi bebé, tienes que hacerle caso a la maestra. Ya lo hablamos en la casa, me prometiste que vendrías y harías las tareas.

- P-pero no... no qui-quiero...

Taehyung sollozaba tan fuerte que su abuela se arrodillo frente a él, dándole una mirada apenada a la profesora que les dio un espacio prudente para que hablasen. Las clases ya habían comenzado hace diez minutos y ellos seguían allí, tratando de convencer a Taehyung de entrar.

- Te prometo que vendré lo más pronto posible a buscarte e iremos por un helado, sólo tienes que aguantar aquí hasta que toque la tercera campana.

- ¡Ma-mamá dijo eso también y e-ella no ha vuelto!

- Mamá está trabajando, mi amor... está trabajando para conseguir más helados y puedan ir juntos con tu papá. No llores, bebé...

- Di-dijiste que no me i-ibas a de-dejar... No qui-quiero quedarme a-aquí, te-te vas a ir... me vas a de-dejar... Juro que seré un bu-buen niño, haré mi cama, ya no me comeré las galletas que vendes ni asustaré a las gallinas. Ha-haré lo que tu quieras, abuelita, pero llévame contigo... Seré bueno.

Taehyung trató de tranquilizarse entre pucheros, pero volvió a estallar en un llanto que fue detenido por los pulgares de su abuela en sus mejillas y el abrazo cálido en que se vio envuelto.

- Oh, bebé... me rompe el corazón verte así. Sólo será un día y te acostumbraras, ¿Cuándo te he dejado antes?, ¿Alguna vez me he olvidado de ti?

- Pe-pero ma-mamá...

- Mamá no es yo, bebé... Yo voy a volver siempre por ti y ella también volverá, pronto. Lo prometo. Eres un buen niño, y nadie jamás podría dejarte. No temas.

Taehyung logró tranquilizarse minutos después entre abrazos, besos y arrullos, en donde el llanto se había transformado en hipo y se dio por vencido al tratar de retener a su abuela por más tiempo por el cansancio y el hambre, siendo guiado por la profesora hacia el baño para que se limpiase la cara e ingresara a clases. Taehyung no lo sabía a consciencia, pero desde entonces, en el fondo de su mente, seguía creyendo que ser lo que su abuela quería que fuese hacía que no lo abandonase. Y tenía la sensación de que si sus padres volvían, entonces podría volver a intentarlo. Ser un buen chico y que ellos no volvieran a dejarle.




[...]




perdón por desaparecer:c

no he tenido casi nada de vacaciones por los paros en mi U y quiero morir jajajaja pero bueno, por fin me he animado a seguir esta historia que he extrañado un montón:(<3

Quiero dedicar este cortito cap a Luftmxnsch_ PORQUE ES TAN TALENTOSAAAA Y ANDO IN LOV

realmente perdón por tardar TT soy la peor escoria...

pero juro que trataré de hacerme más tiempo ahora, ando con un desastre emocional y existencial brigido aljsd y ya ando en los finales de mis exámenes así que a finales de agosto y a principios de septiembre volveré CON TODO, quiero subir muchos one shot y seguir con mis otros fics TT TT 

así que eso, lxs amo TT<3 

(siempre que ando triste leo sus mensajes de hace tiempo alskdjsd me animan mucho y me hacen feliz, así que muchas gracias a las personas que aún leen tócame y le dan amor <3)








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