53.1-2
No recordaba como llegó a casa, con las ropas empapadas mojando el piso flotante de madera, dejando un rastro de gotas hacia el baño del primer piso. Fuera de los ventanales llovía con fuerza y la casa estaba sumida en una extraña calma, el reloj de la sala de estar marcando las diez de la mañana.
<< Casa >>, pensar en eso le hacía sentir extraño. Había pasado aproximadamente 5 años viviendo en esa casa, siendo cuidado y amado, pero aún no se sentía real. Se sentía flotar en el aire sin poder aferrarse a nada, sólo siendo guiado por una vaga fuerza interior hacia el baño para que nadie lo molestase porque compartía habitación con dos de sus hermanos, aunque sabía que a esa hora estarían en clase.
<< Hermanos >>, repitió en su mente, evocando sus rostros sonrientes. Eso también le hacía sentir extraño. Estar allí le hacía sentir raro, porque por más familiar que se había vuelto todo para él sentía que no encajaba en ese lugar. Que no encajaba en el mundo. Y la sola idea de eso lo embargaba de una profunda tristeza, de una desolación que lo dejo sentado en una esquina del baño, al lado de la bañera, abrazando sus rodillas para darse calor por la fría baldosa. Apenas podía darse cuenta de que estaba temblando y de que el nudo en su garganta no pudo detener las lágrimas cayendo por sus mejillas pálidas.
No quería pensar, pero no podía dejar de rebobinar la cara de su madre dentro de un auto. Ni siquiera vio a la persona que conducía. Sólo la vio a ella y fue lo suficiente para que le temblasen las rodillas, olvidase que tenía un corazón y una voz trizada que apenas pudo llamarla en un balbuceo.
Recordaba la sensación de ahogarse en medio del paradero de autobuses, entre todas esas personas luego de haberla visto. Sus hermanos habían salido más temprano que él, por lo que él había caminado solo para ir a clases. Estaba solo, había visto a su madre, y la gente a su alrededor no hacía más que empujar sin percatarse de él.
Sintió repulsión. Y un profundo miedo que le carcomió por dentro al hallarse tan vulnerable y solo en medio de tanta gente. Recuerda que no podía respirar, que una mano invisible oprimía alrededor de su cuello, por lo que se apoyó en una de las paredes de la calle, detrás del paradero. Había gente, pero sólo miraban, aunque alguien trató de tocarlo él no dejo que lo hicieran, y se estaba ahogando de tal forma que sólo la aparición tan repentina de la lluvia hizo que pudiera volver a respirar, como un pez fuera del agua. Tuvo el vago recuerdo de un chico tendiéndole su paraguas, pero él no hizo caso, sin oír ni sentir absolutamente nada.
Volvió a casa. Pero de repente ya no se sentía como su casa. Se sentía como un lugar para tenderse, pero no era seguro. Nada era seguro. Había olvidado esa sensación por un tiempo, pero había vuelto y sólo hacía que se le estrujara el estómago y el corazón del miedo. << Nada es seguro >>, pensaba aterrado.
Volvió a llorar, mordiéndose el labio inferior tan fuerte que se sacó sangre, porque no quería gritar. Quería que alguien lo escuchara y viniera por él, pero a la vez no quería que nadie le viera en ese estado porque entonces tratarían de acercarse cada vez más y él no quería a nadie cerca porque la sensación volvía a cubrirlo y entonces el pánico era demasiado para soportarlo. Quería que alguien lo salvara, pero la única persona capaz de hacerlo nunca lo haría. Su madre se había olvidado de él y volver a recordar eso una vez más lo llenaba de temblores y sollozos.
La extrañaba de una forma tan dolorosa. Y aún seguía esperando por ella.
Hubiera pasado toda su vida escondido en ese baño, sino fuera porque había olvidado cerrar con pestillo y antes de pensarlo, ya sentía las manos de su madre adoptiva alrededor de su rostro. Hoseok las apartó inconscientemente de un manotazo, asustado, pero ella sólo lo miró profundamente preocupada, sentándose frente a él.
Para cuando pudo volver a oír, su voz era melodiosamente dulce.
- ¿Qué pasó, cariño?, ¿Por qué estás llorando?
Hoseok negó. No sabía si le iba a salir la voz, por eso ocultó el rostro entre sus brazos. Ella siguió insistiendo, con inquietud, pero tan pacientemente que cuando Hoseok recuperó su voz sólo pudo decir de forma automática un:
- Déjame... solo.
- Vas a resfriarte. Traeré ropa para que te seques y podamos hablar mejor, ¿Sí?
En unos segundos después, Hoseok sintió algo cálido que lo cubría. Al azar la vista, vio que ella volvía a sentarse frente a él y dejaba ropa seca y limpia encima de la tapa del inodoro. Sus ojos volvieron a lagrimear, hipando y volvió a susurrar con voz quebradiza y congestionada.
- No quiero... hablar. Déjame... solo.
- Creo que ya sabes que no me voy a ir hasta que me digas qué ha pasado.
- Volví a tener... una crisis de... pánico. Eso es... todo.
No mintió, pero sí ocultó la razón de porqué había pasado, pero no supo si fue porque no quería hablar de su madre o porque ya no quería ver el temor en su mirada. Ella era una buena persona y él la quería, a pesar de sus fracasos por alejarla de sí mismo. Hoseok siempre se hallaba buscando su calor.
- No sé que ha pasado para que estés así, pero... te amo demasiado. No olvides que eres mi hijo, ¿Sí? Y que voy a estar aquí pase lo que pase. Quiero que confíes en mí tanto como yo confío en ti.
Hoseok la miró conmovido, pero receloso a la vez.
- ¿Confías en mí?
- Claro que sí. Eres un buen chico, cariño.
- Te doy problemas... no puedo tener tu confianza. No me mientas, no digas que tengo tu confianza cuando no he hecho nada para ganármela.
- ¿De qué hablas? Claro que haces cosas para ganártela. Siempre haces tus deberes, me ayudas en el orden de la casa, con tus hermanos y hermanas menores y siempre haces los encargos que te pido que hagas. Y también eres el primero en terminar de leer todos los libros que les pido que lean, lo que sinceramente te hace ganarte un puesto muy grande en mi corazón.
Ella sonrió. Hoseok quiso sonreír también, contagiado, pero volvió a juntar las cejas con gesto culpable.
- Pero me meto en peleas. Los maestros siempre se quejan de mí, he escuchado lo que opinan, de que no sé trabajar en grupo porque soy un tirano. Y he faltado a clases muchas veces porque no quiero estar con los demás, no quiero... simplemente no me gusta ir a clases.
- No sabía que habías faltado a clases, ¿Faltaste hoy para ir algún lugar?
- No falté hoy. Hoy fue... distinto.
Ella se quedó callada, ensimismada. Y él temió que ella se enojase, pero no lo hizo y en cambio lo miró fijamente, como si tratara de resolver un acertijo demasiado complejo para ella, pero totalmente fascinante.
-... ¿Qué sientes, cariño? Dime qué es lo que pasa por tu mente, porque si no lo haces me costará tanto ayudarte. No hagas una pared entre tú y el mundo, hay muchas cosas maravillosas que tienes que conocer. No todo es malo como de seguro estás pensando ahora. Déjame conocer parte de tus pensamientos. Quiero ayudarte.
Hoseok no quería decirlo, pero la manera en la que ella lo miraba le hizo soltar todo lo que había estado interpretando arduamente dentro de sí mismo. Algo que no entendía por completo, pero que tal vez ella podría entenderlo.
-... Yo...yo siento como si hubiera un puzzle dentro de mí que de una sacudida se ha desordenado por completo... Trato de volver a unir las piezas, recuperar cada una y volver a tener una imagen clara de lo que era, pero siempre hay piezas que faltan... Trato de encontrarlas, pero siempre terminan robándome las piezas y ocultándolas de mí. No me gusta la gente, pero... pero ya no quiero sentirme así. No quiero tener miedo.
- Todo el mundo tiene miedo, cariño, yo también lo tengo y es algo con lo que tenemos que lidiar. Tengo miedo de perder a la gente que quiero, de perderte a ti, de perder a mis piezas de puzzle que tanto amo. Voy ayudarte con este miedo que tienes sólo si tú quieres que te ayude, así que dime... ¿Quieres que lo haga?
Hoseok, por primera vez, asintió. Ella lo abrazó y él se dejó hundir en su calor los segundos suficientes para permitirse ser totalmente vulnerable, aunque odiara la sensación.
Para cuando ella se separó, él ya había caído en un profundo sueño entre sus brazos del cual no quería despertar, porque no habían pesadillas. No había nada.
[...]
El capítulo es 53.1-2 porque es un momento del pasado jeje y aquí Hoseok tiene como unos 14-15 años aprox~
me lío yo sola ALSKJDA aish, espero que les haya gustado, algo es algo
pero sólo vuelvo para decir que en febrero actualizaré seguido ya que vi muchos mensajes preguntándome cuándo actualizaba xD así que yo creo que actualizaré otro 53.2-2 (yep, otro momento del pasado, supongo que adivinarán de quién) y luego ya nos vemos en febrero xD ni sé para que aviso por aquí si falta pocooooooooooooooooooooo YESS, pero ya quería actualizar algo
eso, deseenme suerte en mis últimos exámenes, por favor:c
lxs amo bai<3
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