XIII; ᴅɪᴅ ʏᴏᴜ ꜱᴇᴇ ᴀ ɢʜᴏꜱᴛ?

Billy se mantuvo inclinado sobre la cama, a medio camino de levantarse cuando fue tomado con fuerza desde atrás por el cabello, otra mano hizo posesión de su cuello con las manos enguantadas para su disgusto.

—¿por qué tardaste tanto?

Ejerció presión en el cuello, robandole un suspiro. Sus mejillas coloradas resaltaban aún más con su remera blanca manchada de betabel.

—mírate, exigiendo respuestas sólo por tener control sobre esa chica—río sin gracia con una mirada oscurecida que Loomis no podía ver desde su posición—¿qué son todas esas estupideces que le dijiste? Repitelas, no pude oír nada con esta mierda puesta

La mano del nuevo ghostface descendió hasta terreno prohibido para otros, pero no para él. Se introdujo dentro de sus pantalones acariciando con una ternura mal presagiada la verga del ghostface original que se recargo contra su hombro aguantando los gemidos satisfechos que quería soltar.

—William, te estoy dando una orden—susurro contra su oído haciendo notar su falta de máscara, mordiendo levemente el lobulo de su oreja.

—dije que... —trato de tomar aire, regulizar su respiración que estaba hecha un desastre por el toque de Kepner, sus ojos se cerraban aun si no queria.

—no lo repetiré de nuevo, William

Nadie solia llamarlo por su nombre, siempre era "Billy" por lo que escuchar a Jason pronunciarlo con el tono más bajo de lo normal, provocaba escalofrios y una satisfacción que iba más allá del deseo carnal.

—le dije cuanto te amo, cuanto te deseo

—¿Mmm? ¿Me deseas?—la mano aumento el ritmo provocando un temblor en sus piernas—¿como me deseas, William?

—te deseo de todas las maneras posibles

—¿como cuales? Estoy siendo demasiado paciente y generoso, responde bien o tendrás que atenderte a ti mismo para el gran final

No podría soportar esa tortura y sin miedo, solo anhelo, de lo que podría pasar, hablo;

—te deseo arriba mio, montandome, con mis manos en tu cadera mientras me ves a los ojos sintiendo placer por mi

Llego al final siendo despreciado por la mano, dejándolo abandonado en el placer donde terminó por eyacular en la cama.

Apoyando sus manos en la cama pudo girar y ver finalmente a esos ojos oscurecidos ¿de placer? ¿De deseo? Si, de un deseo perverso que probablemente jamás adivinaria la profundidad de su oscuridad.

—tal vez pueda cumplir, si te portas bien y haces tu tarea

Oh si, el pequeño trabajo que su querido amante le había encomendado, la vida de tres personas ahora estaban en sus manos y no podía importarle menos negociar con ellas a cambio de sus cálidos labios, tan adictivos a su tacto. Jugar a ser dios, asesinar por placer y lo que podía jurar que era amor ¿qué otro pecado más que amar podía llevar a la ruina al ser humano? El amor era tan precioso como destructivo, la venda en los ojos de Billy no veía más que un futuro al lado de la persona que amaba que tendría que conseguir a base de sangre en sus manos.

¿Qué era él sin él amor que profesaba?

¿Qué era Billy si no se aferraba al último calor que la vida le proporcionaba?

Su madre lo abandono sin mirar atras, su padre apenas recordaba su existencia y las personas que decían ser sus amigos no comprendían su complicado pensamiento pero él, Jason no necesitaba entenderlo para hacerlo sentir mejor, nisquiera era necesario el sexo para tenerlo a sus pies. No buscaba entenderlo y no buscaba una justificación para él, no lo cuestionaba, sólo lo aceptaba y eso era todo lo que Billy necesitaba.

El beso fue el sello de su trato, era diferente a los otros, más dulce, más embriagador. Fue el aliento suficiente para salir a hacer su teatro atrayendo la atención de Sidney al caer por las escaleras, fingiendo estar herido de gravedad escuchando sus lloriqueos afligidos.

—Billy—susurro observándolo con miedo, no miedo a él como le gustaria sino miedo a lo que le ocurriría—Billy ¿como estas?—se apresuró a llegar a su lado para inspeccionarlo, su voz sobrepasada por el llanto—te creí muerto—sollozo.

—yo también, estoy bien—débil, así debía verse fingiendo que estaba al borde de la muerte.

—cuidado

Sidney lo ayudo a levantarse al verlo casi doblarse del dolor, con delicadeza lo ayudo a apoyarse en ella aun con lagrimas cayendo silenciosamente de sus ojos.

—hay que salir

Su sangre se calentaba, la emoción parecía desbordar en cualquier momento, no sabía si sería capaz de retenerla por más tiempo.

—él está afuera—Sidney, con coherencia intentaba impedir que cruzara la puerta, había salido de ese infierno y ahora el único lugar donde podrían estar seguros era en estas cuatro paredes.

Loomis la vio con cuidado, sus pupilas dilatadas en el arma a la que su ex se aferraba como salvavidas. Una de sus manos se tomaba su falsa herida, la otra con debilidad fingida cual serpiente atrapó el arma queriendo arrebatarsela para dejar el teatro.

Dentro de sí mismo podía sentir la ansiedad de un conteo silencioso, sus latidos tapando sus oídos en un traqueteo donde el final estaba cerca y solo una acción mal hecha podría mandar todo su esfuerzo a la mierda misma.

—no, dame el arma—dulcemente desesperada, Sidney confio en su ruina entregandole afligida su único protector—dame el arma, tranquila, tranquila ya

Rápidamente se acercaron a la puerta donde los golpes desesperados resonaban, Stu no era, él era más dramático y eufórico, gritos oiría si fuera así. Cuando la voz de Randy sonó aterrorizado, contuvo una sonrisa abriendo la puerta con su dedo firme apoyado en el gatillo, compartió una mirada con su víctima antes de abrir la puerta entrando asi un histerico Randy.

—Stu enloqueció, él la mato

—hay días en que todos matamos

Lentamente se giro a él, su rostro desfigurado en un brillo perverso, apunto el arma y la bala dio directo en el hombro del aficionado, cayendo duramente sobre una mesa de madera destruyendola en el proceso.

Los gritos asustados pasaron a un ultimo plano, el acto final llegaba a su declive y eso era lo único que ocupaba su emocionada mente, euforico solto una risa aliviada rascando su cabeza con el cañón del arma.

Ya no habría nada que ocultar, no tendría que fingir nada nunca más y el peso de la existencia de Sidney Prescott desaparecería de sus hombros. Ella había huido de su lado, corriendo hacia un desmayado Randy, totalmente asustada y probablemente en shock.

—Tony Perkins, Psicosis—cito.

Sidney después de verificar el estado de su amigo, lamentándose por no haber confiado en él, sintió un tirón, su instinto de supervivencia gritaba, rogaba por huir para no ser la siguiente en manchar el suelo con su sangre.

Su ex novio con aquella mirada psicótica que jamás pensó ver en él, lamio sus labios y saboreo la sangre de sus dedos, ya ni siquiera creía que fuese sangre, seguramente ni una herida tenía.

Era una tonta, una vez más había elegido mal.

—betabel, la misma sangre que usaron en Carrie

El instinto exploto una vez Billy trato de acercarse, corrió al interior tratando de salir por atrás pero antes de siquiera pisar la cocina, ya había chocado con alguien y por un momento sintió alivio.

—Stu, ayúdame—suplico, pero había algo extraño en él e inconscientemente se alejo.

Tuvo razón. Stu se llevó el modulador a su boca y de forma macabra hablo.

—¡sorpresa, Sidney!—se rio excitado.

Una vez más trato de huir al ver la oportunidad, Billy estaba estático y sonriente en la puerta mientras Stu aun reía en la entrada de la cocina. Corrió a la escalera, no pudo nisiquiera llegar a la mitad cuando escucho pasos, no detrás suyo, no había ni un ruido detrás suyo además de la risa histérica de Macher. Se repetía que debía moverse pero estaba estática porque sabía que estaba acorralada, no había donde ir y cuando los pasos se detuvieron a escalones por encima de ella, tuvo el valor suficiente para alzar la mirada y vio la muerte misma venir a buscarla.

Ghostface estaba allí, bajo un escalón más provocando un temblor en todo su cuerpo.

Podía oír la respiración de la persona enmascarada, tan pesada como la mirada que le dirigía.

Retrocedió hasta dar con el fin de la escalera, casi respirando dolorosamente regreso al recibidor siendo rodeada por Billy y Stu. Ghostface no tardo en bajar posicionándose al lado de Loomis, que no paraba de mirar felizmente al asesino.

Ghostface inclino su cabeza, divertido con su sufrimiento silencioso.

Sidney no termino de procesar la existencia de tres asesinos antes de que el tercero se revelará, la máscara cayó al suelo dejando el rostro serio e indiferente de Jason Kepner a la vista.

No podía comprenderlo ¿Qué le había hecho a ellos para hacer todo esto?

¿Cuál razón había para que su ex novio, Billy Loomis, qusiera asesinarla?

¿Y Stu? Jamás hizo algo malo, nisiquiera alguna vez lo insulto.

Mierda Tatum, ellos la habían matado, ese maldito bastardo había asesinado a su propia novia.

Tatum era tan buena y ahora ella...

¿Qué hay de Jason Kepner?

¿Qué le había hecho ella a él cuando siquiera habían cruzado miradas?

La llevaron a la cocina, con las armas apuntando a ella. No podía pensar en nada más que un ¿por qué? Sin hallar una respuesta coherente.

—¿qué te pasa, Sidney?—saca el modulador de voz Billy desde su lugar—Te ves como si hubieras visto un fantasma—jugueteo.

—¡¿por qué hacen esto?!—estaba rodeada, parecía que no había escapatoria pero necesitaba tiempo, el tiempo la ayudaría a buscar una salida y que mejor forma que saciar sus dudas.

—es parte del juego, Sidney—prende el modulador—¡se llama "adivina como morire"!

—¡muérete!—le grito furica.

—no, no, no—negó él acercandose, le paso su arma a Jason y Stu le paso el cuchillo—ya habíamos jugado ¿recuerdas? Tu perdiste

—es un juego, Sidney, te hacemos una pregunta y si te equivocas ¡kbum! Te mueres

—y si aciertas, te mueres—Kepner mostró una media sonrisa, apuntando con el arma y disparandole en la cabeza al segundo ghostface.

Stu Macher cayó muerto a sus pies, retuvo un grito de miedo e impresión.

¿No eran compañeros del crimen?

¿Por qué también lo había matado?

Stu no se percato de lo que paso cuando ya había muerto, al perder la vida la miraba fijamente con esa sonrisa morbosa rebosante de locura, la bala traspasó su cabeza y salió por su ojo izquierdo manchandola con su sangre.

No cree poder borrar esa imagen de su mente jamás.

Temblaba de pánico.

Jason se quitaba la gabardina negra y Billy lo miraba lamiendose los labios, excitado.

Y fue ahí donde lo entendió, aquel hombre al que Billy amaba era Jason, siempre fue Jason porque la mirada de amor y deseo solo podía ser cultivada por el tiempo, no había sido de un día para el otro.

—los dos están dementes—entre el miedo, logró formular una oración—todo este tiempo fui una idiota, una ciega—casi lloraba del coraje.

—prefiero el término loco de amor ¿sabes cuan recurrentes son los crimes pasionales?—rio divertido apuntandola, rozando el filo con su cuello—tu solo fuiste la tapadera, Sidney, la perfecta trampa para atraer su atención—murmuró contra su oído soltando risas desquiciadas.

No podía dejar de llorar.

Observo a ambos, como se miraban, como a pesar de mantenerse sereno y neutro la mirada de Jason se ablandaba con Billy, y Billy, Dios.

Billy lo miraba como si Jason fuera el cielo mismo, tan embalsamado, tan brillantemente tétrico.

Sus miradas iguales de oscuras, enfermas.

¿En que clase de juego perverso la habían metido?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top