VII; ᴍᴀʟᴄᴏᴍ'ꜱ ʙᴏʏ
Cambio la cámara pasando de la cinco a la uno en un instante siguiendo al rubio, había dejado que entraran los policías a casa lo que significaba que no había peligro alguno pero la preocupación permanecía intacta, fruncio el ceño cuando un chico de la misma edad de Jason bajo escaleras abajo para encontrarse con los oficiales y su sobrino.
Lo reconoció, era el chico que al igual que Jason había sido acusado de ser el asesino enmascarado de Woodsboro, Billy Loomis.
¿Su sobrino y él eran amigos? Le resultaba extraño relacionar a Jason con la palabra misma o siquiera imaginarlo pasando el rato con otras personas que no fueran él o sus abuelos maternos pero la forma en que su familiar lo observaba con indiscreción a la vez mutaba exageradamente cuando los policías no se fijaban en él.
¿En qué momento había pasado esto?
No recordaba haber recibido un informe acerca de un "amigo" de Jason ni mucho menos que haya compartido palabra con sus compañeros deliberadamente.
No había puesto cámaras en la habitación y el baño de su sobrino por respeto a su privacidad pero ahora se arrepentía totalmente, el unico lugar que no gozaba de su exhaustiva vigilancia era la habitación de su sobrino, viendo como el chico salía con confianza de esta sin haber entrado por la puerta en primer lugar, queria decir que todo ocurrió en la habitación de su sobrino.
Las ventanas.
Debió poner una cámara en el maldito balcón, es más, no debió haber puesto un balcón allí para comenzar.
Apreto el manubrio con molestia pisando el acelerador con fuerza, aun que quisiera no llegaría hasta dentro de catorce horas, diez horas mínimo, Woodsboro estaba demasiado lejos de Colorado para su gusto pero fue la mejor opción para mantener alejada a Raechel de Jason y a la vez poder supervisarla con frecuencia en su momento.
Oh Raechel, si tan solo no estuviera tan demente para creer que su marido muerto revivió podría tranquilamente encerrarla en el sótano de su casa, no sin antes fingir su muerte para evitar futuras molestias por el trato inhumano hacia su insensata hermana, así todos podrían vivir en la misma casa como antes, fingirian ser una sana y feliz familia.
Tristemente no podía ser así, su hermana como siempre arruino todo ¿acaso no distinguia sus propios ojos en aquel niño rubio? Estaba seguro que el difunto padre de Jason tenía ojos negros y no azules como los de él y su hermana, una inocente herencia familiar que Raechel se dedicaba ignorar.
Se aferraba a la enferma idea de que Jason era Peter, su difunto esposo al cual ella misma mato indirectamente sin cuidado y arrepentimientos por haber mirado a otra mujer teniéndola a ella a su lado.
La acción no era sorprendente, su familia tenía esa condición psicológica después de todo, esa pequeña línea de inflexión hacia la locura era un rasgo característico de ellos.
Por años creyó que su hermana era normal a diferencia del resto de su familia pues no demostraba aquella obsesión que solia llevarlos al límite, se equivoco en grande y es que cuando conoció a Peter Kepner la cordura de Raechel fue en declive, su condición salió a la luz con su enfermizo amor hacia su, en aquel entonces, novio. Obviamente Peter era ajeno a ello, se refugiaba en los acogedores brazos y las calidas palabras de su pareja ante todas las perdidas que estaba enfrentando en su vida, ignorante a que la autora de dichas perdidas era quien lo besaba con tanto amor y consuelo.
Peter quedó solo en su totalidad, sin familia, sin amigos, Rachel se encargo de eso.
Y todo era perfecto.
Hasta que Peter, inesperadamente le pidió el divorcio alegando que estaba enamorado de otra mujer y no quería dañar a Raechel con su amor vacio.
Su hermana acepto el divorcio con una sonrisa.
Firmo los papeles dos semanas después.
Le ayudo a hacer las maletas.
Conoció a la mujer afortunada que conquisto el corazón de su esposo.
Ahora ex-esposo.
Y cuando esa mujer y Peter comenzaron a vivir juntos, en una noche tranquila y pacífica su hermanita irrumpió en la casa con un cuchillo de cocina que ella misma se habia encargado de afilar con todo el amor que merecía Peter, dijo ella.
El cuchillo presiono con delicadeza el cuello apuntando al hueso interior de la bella y dormitante mujer, como si no buscara dañarla en lo absoluto, sólo una caricia escalofriante con una gentil sonrisa posada en sus labios. La mujer no tuvo tiempo de reacción cuando Raechel ya había forzado el moviento del cuchillo en una línea recta descendiente, deteniéndose al comienzo de su vientre.
Al día siguiente, el cuerpo sin vida de Vannesa Adams fue descubierto por su esposo al lado de su cama, cuando los forenses dieron la fecha de muerte, se había confirnado que duemio con un cadáver al lado por toda la noche.
La sangre de Vannesa manchaba la cama, las sabana, el piso y las paredes dándole a su habitación matrimonial alguna vez llena de esperanzas y buenos recuerdos, un aspecto lúgubre y de pesadillas.
Otra vez, Peter busco consuelo en los brazos y palabras de Raechel porque ella era la única que confiaba genuinamente en que no había matado a su propia esposa.
Y en el consuelo, renació la llama.
Volvieron a estar juntos cuando la investigación cerró dejando al asesinato de Vannesa Adams como un caso inconcluso.
Todo iba viento en popa, o al menos, eso parecía con la buena noticia de la pequeña vida que se formaba en el vientre de Raechel.
Todo iba tan bien.
Tan perfecto.
Fue todo una maldita farsa.
Peter encontró el anillo de compromiso que le dio a Vannesa en el sótano de la casa, junto a un cuchillo de cocina con un nombre gravado.
Vannesa.
Unas horas después, su hermana llegó a casa encontrándose a Peter colgado del balcón de su habitación antes de que pudiera darle la feliz noticia.
Su hermana fue muy estúpida, dejo demasiadas evidencias solo por querer tener pequeños trofeos de su victoria por lo que sus padres no tuvieron de otra que internarla en un hospital psiquiátrico donde fue tratada con el mayor cuidado posible hasta que diera a luz a su bebé.
La primera opción había sido abortarlo pero ya habian pasado los primeros tres meses así que tuvieron que resignarse a criarlo.
Él se hizo cargo de Jason debido a que su abuela y su abuelo de turno vivían alejados de Woodsboro por los contantes cambios de identidad y de esposos de su abuela.
Su madre tenía cierta obsesión con el matrimonio al igual que él con el trabajo.
Jason era un trabajo, su crianza era un trabajo por lo que su obsesión con su estabilidad se le hacia normal.
Su sobrino estaba demostrando ser alguien relativamente normal dentro de todo, y con eso se refería a que carecía de tendencias homicidas.
Debió admitir que cuando oyó del asesino de Woodsboro pensó que era Jason pero lo descarto al instante, sabría si fuera así.
Jason era especial, tenia la certeza que así era.
Porque a diferencia de Raechel y de él, creció en soledad aún si él lo adoptó, fueron contadas las veces que piso esa casa.
Su contacto y cariño fueron casi nulos.
Crecer sin calor humano, separarlo de las personas y encerrarlo como si de un animal se tratara solo lo transformaría en eso.
En un animal.
Creyó que sería impulsivo y pasional, como lo fue su madre.
Pero nuevamente se equivoco, parecía tradición.
Jason carecía de todo factor humano.
No sentia empatia alguna.
No sabia que era el cariño ni el amor.
No tuvo personas que lo guiarán con valores por un buen camino, así que no entendía la diferencia entre el bien y el mal por lo que se guiaba con la lógica moral de la sociedad sin pensarlo de verdad.
No tuvo, en general, personas a su alrededor hasta que cumplió seis años y ingreso a la escuela primaria.
Sólo tenía un celular y un sótano en su solitaria casa.
Privar a alguien del contacto humano a una edad tan temprana es perjudicial para el crecimiento del niño.
De cierta manera, lo que hoy era Jason Kepner era su culpa.
Eso llenaba su corazón de un orgullo rebosante.
Había hecho un buen trabajo después de todo.
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