V; ꜰᴜᴄᴋ ᴍʏ ᴍɪɴᴅ
Kepner no era un Santo soberano de la tolerancia por lo que sin temblarle el pulso intentaba despertar a sacudidas al inconciente asesino que dormía plácidamente sobre su cama.
Sobre su maldita cama.
Suya.
De él.
No seria paciente con él y es que ¿por qué debería serlo para empezar?
Que hubieran cogido no significaba benevolencia para su juguetito.
Es más, Ghostface no tendría descanso alguno a partir de ese momento, jamás lo obtendria en un principio porque Jason era una persona complicada y que algo le resultará divertido o mínimamente entretenido no era normal, nada común en realidad.
Por eso era su juguete, podía romperlo cuando quisiera, podía desarmarlo y armarlo las veces que quisiera, tenía el derecho a hacerlo porque Billy se lo había concedido.
Su doblegacion no era acto de cobardía sino de sumisión, sumisión ante él y sus actos, no era idiota, sabia perfectamente el efecto que causaba su sólo toque en el asesino y lo disfrutaba demasiado, saber que tiene poder sobre aquel pequeño psicópata provocaba sentimientos extrañamente satisfactorios, de por sí que le provocara algo era extraño siendo él, oh si, le excitaba tener control sobre Billy Loomis.
—despierta—su voz fue lo primero que Ghostface oyó al despertar, en segundo lugar sintió su cuerpo desnudo haciendo contacto con el suyo arrancandole un gemido por el cálido e inesperado rose.
—¿que?—apenas pudo armar su voz en un hilo, el asesino parpadeo confundido tratando de desesperesarse, por un momento pensó que seguia soñando, teniendo uno de esos tantos sueños húmedos donde el rubio era el protagonista—¿Jason?
Él no contesto y lo supuso así, estaba soñando, esto no podía ser real.
Si, no podia serlo.
Por más que soñara y soñara con estar de esta manera entre sus brazos, arriesgaría su identidad, él nunca haría eso.
¿Cierto?
Y porque era un sueño no dudo en hacerlo.
Kepner tomaba lugar arriba suyo, imponiendo sólo con su mirada como siempre, inclino la cabeza confundido sin perturbar sus gestos al sentir las manos del castaño acariciar lo ancho de su espalda.
—¿que haces?—exigió saber con neutralidad, haber recién despertado lo hacía un tanto suave.
—quiero sentirte todo lo que pueda—solto un suspiro inhalando el delioso aroma que desprendía su acompañante, un aroma acorde el contexto que los rodeaba.
Sexo.
Billy suspiro complacido cuando la venuda y enorme mano de Kepner tiro de su cabello hacia atrás encontrándose con los zafiros aburridos por lo que presenciaban.
—quieto
La mirada sin emoción de Jason recorrió su cuello y gran parte de su pecho, ambos estaban repletos de diversos moretones y mordicos provocados por su admirador.
—estoy aburrido ahora, muy aburrido y no estoy dispuesto a levantarme a poner una película así que lo harás tú, ¿entendido?
Billy no contesto, estaba demasiado absorto en tener a su crush encima apretando su cuerpo contra el suyo con descaro.
Oh, bendito sueño.
—dije que si entendiste—el pulgar de Jason presionando su manzana de Adam lo hizo gimotear aterrado por la idea de tener que separar su cuerpo del suyo.
—entendi—tomo una gran bocana de aire en cuanto Kepner tomo lugar al lado suyo, odiaba esto.
Sin mas, tuvo que levantarse resignado con cálido confort de que Jason observaba cada uno de sus movientos, le prendía demasiado.
Se arrodillo tambaleándose por la deliciosa sensación de ser observado por el rubio, abrió la gabeta debajo del televisor donde se encontraba la caja con películas que le había ordenado buscar, se llevó una desagradable sorpresa al encontrarla pues no contenía película alguna pero tampoco podía decir que estaba vacía porque lo que había dentro de esa caja heló su sangre así como bajo cualquier rastro de calentura que haya sobrado en su cuerpo.
—¿encontraste la película?
Jason parecía ajeno a su crisis, al verlo de reojo, casi al borde del colapso, supo que no lo era.
Él portaba el accesorio que faltaba con la vestimenta.
Un cuchillo que jamás usaría en contra de él.
—yo...
—ahórrate las excusas de mierda—interrumpió contemplando concentrado el arma homicida—vaya que te excita la sangre, ayer no parabas de decir cuanto te encantaba tener el culo roto por mi pene
Tal vez fue la indiferencia con que lo decía la razón del rubor en sus mejillas, o tal vez la vivida imagen de Jason jodiendolo de mil formas diferentes llego a su memoria llevandolo a una conclusión un tanto aterradora como emocionante.
Esto no era un sueño.
Jason sabia que Billy Loomis era Ghostface.
Y lo más importante de todo.
Había hecho el amor con Jason no una ni dos veces sino todo lo que duró la noche anterior, sintio que fue muy poco.
—me rogabas porque lo dejara rojo, sangrando, estas tan enfermo—susurro en su oído con voz ronca.
El rubio se habia acuclillado a su lado, recordar que ambos estaban desnudos le dio una descarga placentera a su cuerpo.
—¿de verdad creías que no lo sabría? Loomis, me comias con la mirada cada vez que nos cruzábamos en la escuela y estas... —se derritió sintiendo la mano acariciando su cuello con las llemas de los dedos—marcas, las reconocería en cualquier lado
Mierda.
Había olvidado los dedos marcados en su cuello, las marcas de asfixia que le provocaron tanto placer fueron su argumento delator.
—¿que harás?—fue lo único que alcanzo a decir y pensar, volteo a verlo con aquel brillo delicado en él.
Aceptaría lo que él dijera.
Lo que le diera.
Sea su odio.
Su asco.
Su desprecio
O incluso su amor.
Lo recibiría todo de él, porque era de él y eso era suficiente para hacerlo feliz.
Él sonrio y lo supo.
Todo cambio, ¿cierto? Si todo cambio, si ya sabía quién era ¿por qué se sentía igual que antes? No, era incluso mejor.
Su mirada era menos fría, pero más mordaz.
Los escalofríos seguían ahí, seguía desfalleciendose por su sola presencia.
Seguía amandolo y deseándolo con fervor.
Pero no podía hablar por Jason.
Jamás podría hablar por él, saber lo que pasa por su cabeza.
Su fallido plan de llevarlo despavorido hacia sus brazos era prueba de ello.
¿Que era lo que sentía Jason por él? Sus sentimientos por él estaban bastante claros, siempre lo fueron pero los de Jason no e independientemente de la situación actual, él no era alguien de quien pudieras saber cosas tan simples como su color favorito, era complicado, un maldito enigma que lo atrajo cual miel a abeja.
—lo que quiera, haré lo que quiera contigo ¿sabes por qué?
Trago con fuerza temblando por su tono.
—porque soy tuyo
—exacto, William, me perteneces porque sé cuan loco estas por mi y lo que tus manos de psicópata hicieron con esos idiotas—estiro el brazo y coloco la mano sobre su mejilla—no seré un puto hipócrita y diré que me importan porque me importan una jodida mierda, lo que si me importa es mantenerme entretenido y tu...eres un juguetito bastante bueno—deslizó la mano hacia su nuca erizando su piel.
Mordio su labio, ansiandolo más que nada.
Jason se acerco provocando una falla en todo su sistema.
Suspiro al tacto frío del acero sobre su piel.
El acero del cuchillo con el que mato a sus víctimas.
—mierda—un gemido agudo escapo de sus labios al verse entre el suelo y su enamorado.
—Shh, ya te lo había dicho, no hables
Oh Dios, como disfrutaría esto.
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