To Him
Un pensamiento cruzó, de forma fugaz, por su mente:
Al conocerlo lo menos que podría ocurrírsete es que usara tacones de marca y maquillaje magistral por las noches. Pero tal parece que sí, lo hace.
Algo extraño estaba pasando en ese apartamento, Jongin lo sabía. No se lo había contado a nadie y tampoco quería que lo supieran, de todas formas.
Cuando conoció en persona a Chanyeol este le pareció un hombre por demás amable y carismático; el tipo medía casi dos metros pero sonreía como un sol y hablaba como si te conociera de toda la vida. En poco tiempo (unos diez minutos) convenció a Jongin de que ser su compañero de piso sería la mejor opción tanto por la ubicación tanto por la comodidad tanto porque ambos pagarían la mitad de la renta tanto porque respetarían lo de cada quien. Y bien, que no se había demostrado lo contrario. Llevaba dos meses yendo del trabajo a su piso con los hombros (casi) siempre relajados. Casi. Chanyeol le sacaba tema de cualquier cosa, con el cabello recién secado y sus brazos firmes y gruesos, y Jongin sentía que se le escapaba el yogurt de la boca tal y como a un mocoso de 14 años mientras asentía y hacía como si le estuviera entendiendo. Tienes 10 años más que eso, hombre. Deja de pasar vergüenza frente a él.
No se había desaparecido ni una sola cosa de las que trajo, su mascota se la llevaba bien con el otro, el pago de la renta era rápido pues ninguno de los dos quería estar de moroso... pero había algo raro, sabía Jongin. Y no se trataba de la tensión sexual que estaba creciendo entre ellos. Pfff. Esa la conocía como todo un campeón pero creía que era mejor ir ¿poco a poco?
"¿Y tienes pareja, Jongin?"
"Qué"
"Creo que escuchaste".
"Estoy muy ocupado con el trabajo. Pero bueno, creo que le estoy echando el ojo a alguien".
"¿Esa persona es más alta que tú?"
"Qué"
"¡Solo digo, eso me ayuda a hacerme una idea de quién es!"
No era como si su torpeza para las relaciones pudiera considerarse algo fuera de lo normal a esas alturas. Pero volviendo al tema, si debía especificar, no se trataba de él (no, ¿cómo podría ser él?), ni del apartamento en sí, sino de su tan añorado compañero de cuarto: Park Chanyeol. Ese hombre alto, amable y considerado, que siempre le recordaba que debía tomar agua y que llevara su paraguas los días de lluvia; quien a veces salía sumamente tarde por la noche, nunca hacía ruido al regresar y aún permanecía desaparecido en cuanto le tocaba a él levantarse para ir al trabajo.
¿Y si Chanyeol tenía otra vida? ¿Y si era un sicario que trabajaba para la mafia? ¿Y si en realidad trabajaba en toda la noche en una fábrica de esclavos? ¿Y si era adicto a las drogas o algún otro vicio? ¿Y si...?
No, no. Definitivamente debía parar de leer esas novelas de misterio y horror que su mejor amigo Kyungsoo siempre le recomendaba. Ah, Kyungsoo. Aquel tipo le había tenido paciencia.
No era que él fuera un metiche o un acosador o algo por el estilo: era que la culpa de aquel descubrimiento, por tonto que resultara, recaía en su mascota. Un gato negro callejero que había recogido hace como un mes y pese a todo su compañero había aceptado con gran facilidad. Su gato, Chen, cual tenía una muy mala costumbre por meterse donde no debía (Jongin siempre lo veía metiéndose en cualquier caja o bolsa que dejaran mal puesta y hasta lo grababa para subir los vídeos a instagram), cual se pasaría horas chillando si por mala suerte se te olvidaba darle de comer y al cual una vez agarró comiéndose la carne que dejaron tapada en una olla de la cocina y se apuró por tragarse todo al instante en que notó la mirada de su dueño. Ese problemático, acabó colándose en el cuarto de Chanyeol con ganas de armar jaleo.
Nadie se lo dijo a Jongin pero tratándose de su gato, era obvio que solo querría eso. El alboroto se escuchaba desde el pasillo. Vaya, por algo me considero más una persona de perros.
El minino entró muy atrevido por la ventana de Chanyeol mientras este no estaba. Jongin recién acababa de cenar y lavaba los platos. Quizás debió fingir demencia e irse a escuchar música hasta caer dormido. Quizás a Chanyeol no le molestaría que su gato armara desastre con tal él no entrara en su habitación. O quizás... el descuidado del gigante debió tener la precaución de cerrar la maldita ventana ¡es algo de sentido común, por dios!
No obstante ahí tuvo que ir él, a colarse en la ventana de su compañero de piso desde la suya, tal cual el animal que destrozaba la almohada de plumas que se esparcían en el aire cuando Jongin pisó el suelo. Ignoraría que la vecina del frente estaba observándolo y estuvo a punto de llamar a la policía. Ya estaba ocupado rogando que por lo menos Chen no hubiera arañado la puerta, pero para su desgracia (y la de Chanyeol) sí lo hizo. ¡Vaya que lo hizo, el desgraciado! Y en cuanto vio a su dueño, simplemente empezó a lamerse las patas, más que relajado, como si ya el asunto estuviera resuelto. Jongin intentó atraparlo de inmediato, aun si este era más rápido y por lo tanto, escapara escondiéndose bajo la cama. Gran sorpresa se llevó tras atrapar al animal y toparse con una caja color negra.
¿Y esto? Vaya...
El pensamiento con el que empezamos esta triste historia volvió a atacar su mente. Primero pensó que no debería estar echando ojo allí, ¿es que acaso es mi problema? Aunque el color negro para una caja es bastante interesante--.
Obviamente su interior lo resultó incluso más. Unas cuantas bolsas con maquillaje, un par de pestañas postizas, labiales, incluso... ¿Una peluca?
Una peluca. Bingo.
Tragó saliva al momento de sostenerla, no por lo que pudiera significar sino porque, para su muy desgracia, escuchó la puerta de apartamento sonando. La abrieron. Mierda. Chanyeol había llegado. Chanyeol iba a encontrarlo allí en su cuarto con esa peluca rosada y ostentosa en la mano. De esas que usan en las mujeres en las fiestas locas. Escuchó los pasos del mayor (por unos cinco años, calculaba el menor), acercándose como los rápidos botes del calzado de los oficiales al acorralar a un delincuente en la escena del crimen. Y eso pasó, por supuesto. Su compañero era mucho más veloz que él y con el ruido que hizo su mascota (como la buena traidora que era, chillando apenas Chanyeol puso un pie en su piso), Jongin no tuvo tiempo de guardar las cosas y escapar por la ventana. Para así darle chance a su vecina de tomarle una foto que mostrar a la policía si se hubiera atrevido a llamarla.
Sí, cuando Chanyeol abrió la puerta de su cuarto, Jongin lanzó la peluca como si de un demonio con sarna se tratara. Esa peluca no tenía poderes malignos, lo sabía; e igual esa había sido su más inmediata reacción. El corazón se le apretó y el sudor, frío, cayendo por sus sienes, hizo presencia en esa peculiar noche invernal.
"¿Qué demonios estás haciendo?" preguntó Chanyeol, tan horrorizado que solo por un segundo Jongin creyó esa peluca en realidad sí era obra de Satanás. "¿Qué estás haciendo en mi habitación?"
Chen se paseaba por sus piernas.
Ojalá pudiera ser un gato, deseó con intensidad. Quién sabe. El mismo Kyungsoo decía que los deseos tenían peso algún peso en la realidad. Con la suficiente fuerza podría desintegrarse como los de Infinity War.
Sintió tanta vergüenza en ese momento que la cara se le tiñó como un tomate. No es que Chanyeol estuviera muy lejos de ese color tampoco. Que se los tragara la tierra, por favor. Por favor. Chen, por su lado, tenía la conciencia tan limpia como el blanco más puro, así que salió de allí a pasitos rápidos y buscó para la cocina. Le habían servido algo de comida hace más de una hora. Mientras se dedicaba a mordisquear sus galletas, Chanyeol al fin recobró un color normal y, frunciendo severamente el ceño, cerró la puerta de su habitación sin darle oportunidad (por segunda vez) al abusador de su compañero de piso a escapar.
Y ahora pensaba en aquello por tercera vez, mientras iban ambos en el metro. Pasaban las ocho de la noche y Jongin traía una bufanda que le tapaba hasta la nariz. En realidad él odiaba el frío. Estaba en contra de llevar mucha ropa encima, y claro, también estaba en contra de que Chanyeol hiciera lo mismo. Pero al salir a la calle habían ciertas normas y aun más cuando la temperatura bajaba los 10 grados.
Traía una pizca de preocupación encima tras la breve explicación de Chanyeol con respecto a la caja negra bajo su cama. Para empezar, él no había pedido que le explicaran nada. Solo quería dejar claro que el animal bajo su cargo disfrutaba haciéndolo sufrir y entonces poder marcharse. Pero Chanyeol, ya más tranquilo, le había comentado "es algo que quería decirte. Creo que no eres una persona con la mente de una mosca, ¿o si lo eres, Jongin?" y al mencionado le dolió un poco que, más que enojado, luciera preocupado ante las circunstancias.
"Quiero que me acompañes hoy. ¿Estás ocupado?" fue todo lo que dijo tras el problema, desordenándose el cabello. Como Jongin sentía que ya no podría decirle que no para nada (al menos durante una semana), acabó asintiendo y comiendo entre prisas. Cuando salieron de la casa, miró a su gato con cara de reproche y este se quedó dando vueltas por el suelo de la sala.
La espera se le hizo eterna durante el viaje; su reflejo ante el vidrio de la ventana del vagón se pasaba rápidamente conforme continuaban. Chanyeol, parado a su lado, parecía una enorme mancha negra debido al color de su vestimenta. Siempre que salía de noche, lo hacía con prendas de ese tipo. De pronto Jongin no se sintió tan angustiado. De pronto, se preguntó si en algún momento lo estuvo de verdad. Al seguirle el paso al más alto e ir viendo cómo las personas cada vez se hacían más pocas, un escalofrío recorrió su nuca. Cualquier persona común habría reflexionado sobre su posición. El clima era húmedo, recién acababa de llover por la zona. Después de un par de calles más, se detuvieron frente a una puerta decorada en un callejón. Jongin no necesitaba ser ningún detective para saber que se trataba de un bar. ¿Cuándo era la última vez que había estado en uno? Ni siquiera lo recordaba. Kyungsoo lo había invitado a uno antes de regresar a su pueblo natal, pero él había estado demasiado ocupado como para aceptar. Formó una mueca al pasar, ahora que su mente daba y daba vueltas podía recriminarse haber estado demasiado ocupado. Pero, puede que valiera la pena ¿no?
Acompañó a Chanyeol a su respectivo camerino. Una mujer ya algo mayor, bastante elegante y con un lunar bajo su ceja los saludó con amabilidad y sonrió con descaro al darse cuenta de que venían juntos. Jongin estuvo por decir algo, pero prefirió callarse. De hecho, se quedó callado por todo el rato que acompañó a Chanyeol tras bambalinas. Hasta que su compañero se hartó y le pidió que si tenía algún problema, podría irse.
"No tengo ningún problema, en serio.. Te dije que te acompañaría".
"Si llegas a contarle esto a los vecinos no te hablaré por el resto de mi vida".
"¡Te juro que no se contaré a nadie!"
Hablaron con más calma que cuando estuvieron en casa, aunque el ambiente seguía siendo algo extraño para el más joven. Hombres con trajes exuberantes y caras pintadas iban y venían, transformándose, riéndose, algunos bailando para el público. Más de una persona se sorprendería al ver entre este a tantos sujetos que lucían lo suficientemente serios como para ser cualquier padre de familia. Jongin tragó saliva no por segunda vez, sino por enésima esa noche. Y entonces, el momento llegó. Chanyeol ya se había marchado a eso de una hora, y la anunciadora, que era esa mujer mayor que Jongin vio antes, sonrió al público mientras avisaba que la fantástica Loey venía a continuación. El alrededor entró en una especie de júbilo alegre que Jongin sintió familiar por un parpadeo, y entretanto, al escenario, bien montado y brillante y ridículamente alto, subió la estrella de la noche. Su compañero de piso estaba irreconocible en su personaje. Largas y escarchadas pestañas, labios rosas y húmedos, ojos grandes y penetrantes de un color azul intenso; traía un vestido largo que solo dejaba ver sus tacones exagerados, y sonreía como si se tratara de una figura irreal. Completamente irreal. La peluca que antes él creyó era parte de alguna treta de magia negra ahora le hacía ver genial, y cuando al fin empezó a cantar, todo el resto del sitio se quedó en silencio. Su voz era tan gruesa que le erizó los vellos de la nuca. Cantaba tan hermoso... Las luces del escenario solo le hacían brillar más de lo que a Jongin le parecía había brillado cada una de las veces en que le sonreía cuando lo recibía, allí atento y cordial, apoyado en la barra de la cocina, con una taza en la mano, y no pudo evitar sonreír él también, mientras se oscurecía algún punto en su propia mirada.
"Lo tengo, lo tengo, lo tengo" murmuró mientras apretaba los puños en un perturbador temblequeo, todavía sentado. Una risa de satisfacción se ahogaba y resonaba lento en su garganta. Seguro que Chen, en la casa, comería todas las galletas que quisiera después de haber actuado como la mejor mascota. ¿Realmente Chanyeol se había creído lo que de que el gato entró primero por su ventana? ¡Si hasta él mismo, que fue quien abrió la puerta y luego se encargó de la ventana, se había convencido de aquello! Se había convencido de todo lo que en realidad no fue.
Estuvo lejos de ser sencillo. Había tenido que dejar atrás a sus amigos, quedarse por completo solo. Había tenido que deshacerse del anterior compañero de piso y actuar como un completo imbécil que dudaba si alquilar ese apartamento o no cuando estaba desesperado por ser el escogido tras enterarse de que alguien había llegado a pedirlo antes que él. Había sido difícil, sí... La vecina habría actuado con sentido al llamar a la policía. O no, tampoco podía acusarlo sin prueba alguna. Quizá si revisaran la habitación de Jongin se percatarían, por todas las fotos que tiene de Loey en cada uno de los shows que ha transmitido por Internet, por las cartas de fans, por las amenazas, por las cosas, de que la caja negra bajo la cama de Chanyeol es lo menos importante allí.
"Al fin, al fin, lo tengo. No puedo creer que realmente le esté haciendo todo esto a él."
"No, sí puedo. Porque lo tengo".
"Lo tengo a él.".
Para Chanyeol, que estaba nervioso por la presentación frente a su amigo y su compañero, Jongin, no hay nada que lo alivie más que verlo aplaudirle y gritarle ánimos desde el público. No es un tipo con cerebro de mosca, lo sabía. Viéndolo así, dándome ánimos y siendo tan torpe como lo es... Creo que me gusta.
Se acomoda la peluca, hace una reverencia de gratitud, manda un beso al moreno y marcha de nuevo al camerino. Marcharán juntos a casa.
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