Capítulo 8


Donnie contempló a la chica delante de él sin ser totalmente capaz de creerle a sus ojos. La capucha que cubría la cabeza de la kunoichi con la que peleaba se había deslizado en el golpe, dejando expuesta su verdadera identidad. Ellas eran las mutantes conejos que tanto los habían estado preocupando. Y eran bastante más bonitas de lo que se había esperado ver en un animal mutante. Al menos la que estaba delante suyo.

Mantenía las largas orejas sujetas en la coronilla de su cabeza simulando una cola de caballo y sus grandes ojos ligeramente rasgados eran de un color negro tan penetrante como la obsidiana. Rx-21 dejó de contemplarlo por encima del hombro y se giró totalmente hacia Donnie. Por sus vacilantes movimientos pudo percatarse de que era algo que no se esperaba su contrincante. Eso facilitaba seguir con la táctica de Rx-22. La coneja se sacó la capucha junto con la bufanda que todavía yacía sobre sus hombros y las apartó de su cuerpo para que la tortuga delante de ella tuviera una mejor visión a su proporcionada figura.

Las manos de Rx-21 recorrieron sus curvas enfundadas en ese ceñido traje negro de manera juguetona y se acercó a Donnie, moviendo las caderas en un seductor vaivén. Parecía que de cierta manera daba resultado, pues la tortuga de lentes se mostraba visiblemente intimidado, retrocediendo ante ella y pegando hacia sí su bo, olvidando su postura de pelea.

Donnie trató de controlarse, pero no podía. No era la primera vez que veía a alguien tan linda o con tan buen cuerpo, pero sí la primera vez que le mostraban una actitud tan provocativa. No sabía cómo reaccionar ante ella. Su parte inteligente sabía que el uso de esa táctica era para despertar su instinto y que su cabeza no reaccionara ante ella y justo era lo que estaba consiguiendo.

Rx-21 llegó hasta él, levantando la mirada para que sus ojos se encontraran con los suyos. Se mordió su labio inferior con coquetería y apoyó un par de delicadas manos sobre el palastrón que cubría su pecho. Donnie la miró con los ojos bien abiertos así como los labios tan apretados que hacían de su boca una delgada línea. La mutante estaba tan cerca de él que Donnie era capaz de percibir el tenue olor a flores silvestres que su pelaje desprendía.

Al darse cuenta de que había bajado la guardia, Rx-21 levantó su cuerpo en un salto, dando una voltereta para llegar a su espalda. Antes de que la tortuga pudiera reaccionar, la coneja arrebató de sus manos su bo y lo pegó a un costado de sus costillas, donde su caparazón no lo protegía, brindándole una descarga eléctrica para apartarlo de su camino. Le dio una patada que lo terminó de desplomar y se alejó corriendo para ayudar a Rx-20.


—Esto se vuelve doloroso para ti, ¿no? —preguntó Rafa cuando lanzó de un golpe nuevamente el cuerpo de Rx-20—. Deberías considerar mi oferta...

La coneja rodó por el suelo hasta que se estrelló contra uno de los contenedores, quedando tendida bocabajo sobre el pavimento. Lanzó un bufido, estaba frustrada de que sus ataques no parecían estar dar ningún resultado contra su oponente y apenas lo había podido patear, su principal forma de defensa. Sus miembros palpitaban del dolor por los golpes y a sus piernas les costaba cada vez más trabajo reaccionar. No quería seguirse humillando así. Encorvó su cuerpo, un simple movimiento hacia que sus músculos suplicaran por compasión. Nunca se había llevado hasta ese límite y apenas parecía estar comenzando.

«No puedo... No le puedo ganar..., pero si yo no lo contengo Rx-21 y Rx-22 no tendrán oportunidad... Y permitir que les hagan daño no es una opción», se recordó a sí misma para obligar a su cuerpo a levantarse. Si hubiera sido por ella desde el primer golpe hubiera cedido a la inconsciencia dándose por vencida ante un oponente que la superaba en fuerza, pero no estaba sola. Formaban un equipo y era parte crucial de él. Rx-20 se irguió nuevamente, tambaleándose un poco gracias al mareo que la invadió. Meneó la cabeza, intentando aminorar las molestias que se apoderaban de sus miembros, y se volvió a lanzar contra la tortuga, empuñando sus sais. La tortuga de banda roja en seguida bloqueó sus ataques, los cuales se volvían cada vez más lentos.

—Mierda, ¿tú nunca te rindes? —cuestionó Rafael en parte sorprendido por su fiereza. No importaba las veces que la tirara al suelo, siempre parecía levantarse y atacar con más fuerza.

—No mientras pueda ponerme de pie —aceptó Rx-20 aprovechándose de que había descuidado su abdomen para intentar retenerla. Colocó sus dos pies sobre el caparazón que lo cubría y le dio una patada que logró derribarlo.

20 aprovechó el impulso que tomó, dando un giro en el aire para caer con elegancia a pocos metros de él. Rafael no tardó en levantarse, asiendo con más fuerza sus sais. A pesar de que nunca lo admitiría, en su interior le gustaba que le estuviera dando pelea y resultara un total desafío. Era divertido encontrar a alguien que no fuera tan fácil de derrotar, aunque se tratara de una chica. Nunca había mantenido una pelea uno a uno con nadie que no fueran sus hermanos o su maestro.

Antes de que pudiera reaccionar la tortuga de bandana roja se volvió a arrojar contra Rx-20, golpeando su mandíbula con el mango de sus sais. El filo de las armas se enredó en la tela de la capucha así como en la bufanda que la coneja llevaba, desgarrándolas al paso. La mutante cayó de espaldas al suelo por el fuerte impacto del ataque. Lanzó un débil quejido de dolor y aún desde su posición miró desafiante a la imponente tortuga que se alzaba sobre ella. Las telas rotas que la cubrían se habían desplomado también, dejando su identidad al descubierto.

—¿Eres... Eres un conejito? —preguntó Rafael incrédulo al ver que ya no se ocultaba. Una risa seca cargada de sarcasmo salió de sus labios—. ¡Vaya, por un momento creí que eras algo más peligroso! Como un gatito o tal vez una ardillita...

—¿Conejito? —repitió con molestia Rx-20 echando hacia atrás la oreja inerte que se le había venido al rostro durante el impacto—. ¡¿A quién llamas conejito, renacuajo de alcantarilla adicto a los esteroides?!

Reunió la poca fuerza que aún le quedaba y apretando, tanto los dientes como los puños, la coneja se dejó ir contra Rafael, dándole un cabezazo en la cuenca del cuello. La tortuga retrocedió un par de pasos al momento que lo invadía una tos involuntaria. Sí le había dolido ese golpe dado con violencia justo en la tráquea, un lugar anatómicamente débil. Se encontraba a punto de responder al ataque cuando una corriente eléctrica entrando por su flanco izquierdo lo hizo estremecer.

Rx-21 había llegado justo para impedir que Rafael arremetiera contra 20 otra vez. Al verlo desorientado lo quitó de encima con una patada que logró arrastrarlo varios metros por el suelo,  Rx-21 se acercó a su hermana, la tomó de la mano y la jaló para que juntas se escondieran entre los contenedores, ganando así unos cuantos minutos de ventaja para planear su próxima estrategia o huida.

—Gracias —murmuró Rx-20 a Rx-21 perdiendo la imagen de fortaleza que trataba desesperadamente de mantener.

Recargó ambas manos sobre sus muslos, intentando descansar un poco. Estaba agotada. Cada músculo de su cuerpo palpitaba y sentía sus rodillas estremecerse en temblores que no podía controlar. Hasta soportar su propio peso le costaba trabajo. Sin Rx-21 habría caído desplomada al siguiente golpe de Rafael.

—No le vas a ganar en una pelea de fuerzas, 20. Tienes que ser inteligente. Nuestra ventaja está en la velocidad y la estrategia —le recordó 21 vigilando su entorno, asegurándose de que los habían perdido de vista. Parecía haber adivinado lo que su hermana sentía—. ¿Recuerdas la fábula del conejo y la tortuga? No tienes que confiarte.

—No quería decir nada, pero me ejército con mucha regularidad. Estos músculos no se hicieron de la noche a la mañana —contó Mikey mostrando sus bíceps a Rx-22, quién parecía mostrarse fascinada y correspondía alegre a sus coqueteos.

—Pues... Yo no sé porqué los demás te tienen miedo, señor tortuga. Eres adorable y tus ojos azules son muy lindos, seguro que ya te lo han dicho, ¿verdad? —elogió Rx-22 levantándose en puntas de pies para intentar llegar hasta la altura de su rostro y verlo de cerca.

—Es... Emm... En realidad no, eres la primera que se fija en ellos —confesó Mikey con halago presenciando como la chica hacia su mayor esfuerzo por recargarse contra su hombro para verlo más de cerca.

Le parecía tierno que no fuera capaz de colocarse a su altura ni aún poniéndose de puntitas. Con mucho esfuerzo el rostro de ella lograba pasar por encima del hombro del mutante. Mikey esbozó una leve sonrisa mientras flexionaba las rodillas para que lo alcanzara. Rx-22 se recargó con ambos brazos sobre él. Apenas unos centímetros separaban sus rostros y sus respiraciones se fusionaban en una sola, a pesar de que ella se cubría la nariz junto con la boca con esa bufanda.

La tortuga de banda naranja la contempló con los ojos bien abiertos, sin poder creer que realmente una chica como ella existiera y que se hubieran encontrado tan rápido. ¡Sabía que no estaba loco cuando le decía a sus hermanos que iba a hallar a alguien que lo aceptara tal y como era!

—Y ¿tú hace mucho que estás con el clan del Pie? ¿T-tienes novio? —indagó de pronto al percatarse de que su conducta era inapropiada si es que ella  tenía ya una pareja.

—Eh... Con el clan del pie estoy desde que tengo conocimiento y... No. Ese puesto está libre. Si quieres puedes presentar tu candidatura.

Los ojos de Rx-22 se desviaron hacia donde sus hermanas habían estado peleando con las demás tortugas. Ya no se hallaban ahí. La coneja al percatarse de ello se desorientó, mostrando el mismo semblante que un niño perdido. Era la primera vez que su equipo la abandonaba. No sabía qué hacer por su cuenta, a dónde debía ir o si tenía que continuar con su tarea. Se separó de Mikey y dio un par de pasos por el lugar, dispuesta a correr hasta encontrar a sus hermanas aunque no tuviera una dirección fija.

Apenas la tortuga reparó que estaba preparando la huida se abalanzó para intentar quitarle la bufanda o la capucha. Necesitaba conocer el rostro completo de esa misteriosa Kunoichi, su verdadera apariencia le intrigaba mucho. Sin embargo, su mano bajó demasiado sujetando por accidente una bolita de algodón que sobresalía de la parte trasera de su traje, arriba de sus glúteos y que él no se había dado cuenta de que se hallaba ahí.

—¡Ay! —gritó Rx-22 al sentir el tirón que le dio y se giró a Mikey sin ocultar su desconcierto que poco a poco se iba convirtiendo en indignación—.¿Qué demonios estás haciendo?

Mikey miró perplejo el rostro de Rx-22 sin soltar la bufanda. Esta se había deslizado, dejando al descubierto su verdadera identidad. No le hizo falta ver las orejas que se escondían dentro de su capucha para darse cuenta de que era una mutante igual que él. Por eso ella había actuado con tanta normalidad ante su físico.

—Oh, eres una conejita y... Eres preciosa... —balbuceó Mikey impactado por su aspecto y fue hasta entonces que lo entendió.

Sus ojos azul cielo bajaron hasta sus dedos que aún asían la bufanda. La bola de pelos blancos perteneciente a su nueva conocida se alcanzaba a vislumbrar entre ellos también. De lo que había tirado y que aún sujetaba que la llevó a alterarse era de su rabo de conejo. Mikey apartó ambas manos mientras su rostro ardía de la vergüenza.

—Yo lo siento, en serio lo siento, lo siento, no quería...

Antes de que pudiera terminar la frase un fuerte golpe del nunchaku de Rx-22 le asestó en la mejilla derecha, como si se tratase de una bofetada. La tortuga se desplomó por el impacto. La coneja por su parte le dirigía una mirada cargada de indignación.

—Qué cochino eres —reprochó Rx-22 con enojo mientras corría para emprender la búsqueda de sus hermanas entre aquel laberinto de contenedores.

—¡Mikey, levántate, holgazán! Tenemos que seguirlas —ordenó Rafael al paso, corriendo detrás de la menor de las conejas para usarla como localizador del otro par.

Donnie no había tardado en unirse a él. Tenía que recuperar el bo que 21 le había arrebatado. La tortuga de banda naranja acató de inmediato la orden y se puso de pie, dispuesto a perseguir a 22 también para arreglar lo que había provocado.

—Lo siento, hermosa. Te prometo que fue sin querer —lloriqueó el menor de las tortugas cuando alcanzó a verla sobre uno de los contenedores.

—¡Aléjate de mí, agarrabos! —le gritó Rx-22 en respuesta mientras volvía a saltar de la punta de un contenedor a otro con agilidad, llevando una evidente ventaja sobre las tortugas quienes hacían su mayor esfuerzo por no perderla de vista.

—¿Escuchas eso?

Rx-20 se puso alerta por unos cuantos segundos. Los gritos de la plática que llevaban las tortugas con Rx-22 se alcanzaba a percibir hasta donde estaban, haciendo eco entre las paredes de metal. ¿Cómo se le había ocurrido dejar a su hermana menor sola? Le daba igual el dolor que sintiera, no podía permitir que nadie le hiciera daño. En seguida ambas conejas se pusieron en marcha intentando interceptarlos.

Rx-19 se lanzó contra la tortuga de bandana azul preparando solo una de sus armas empuñadas. Leo apenas pudo reaccionar para detener el ataque. Todos sus sentidos estaban en esa pelea. Tenía que hacer uso de todos sus reflejos para poder hacerle frente. Su enemiga era más veloz que él y actuaba con tal precisión que una distracción, por mínima que fuera, podía llegar a costarle la vida.

La chica con su otra katana dio una vuelta, buscando herirle donde el caparazón no alcanzaba a cubrir. De nuevo, el líder de las tortugas interceptó el golpe y aprovechó que la coneja tenía ambas manos ocupadas para darle una patada en el abdomen, sacándole el aire por unos momentos. El cuerpo de la albina se deslizó por el suelo, hasta que pudo recuperar su posición de pelea, poniendo una mano en el piso para frenar el impulso del golpe.

Los ojos azul zafiro de Leonardo se abrieron, sorprendido al ver la identidad de la Kunoichi. Las prendas que la cubrían habían caído en el impacto, dejando al descubierto que se trataba de una mutante como él.

—Tú... eres el mutante conejo —balbuceó mirándola fijamente.

No era para nada lo que se había imaginado, ni para lo que se había estado preparando. Esperaba titanes estoicos de gran tamaño. Rx-19 levantó sus enormes ojos hacia la tortuga y los entrecerró con furia. Recogió las katanas que había soltado en el impacto, corrió a máxima velocidad y se lanzó en un brinco contra él, dando una vuelta en el aire.

—Y por eso soy la mejor —admitió en un jadeo pateando el brazo de Leo.

El arma que la tortuga asía con esa mano salió disparada hacia el otro extremo del lugar.

—Puedo pelear con solo una...

Sin dejarlo terminar, la coneja albina le dio otra patada, esta vez en su pecho. Lo que hizo que su cuerpo saliera disparado contra uno de los contenedores, abollando la superficie metálica de este con el impacto.

—¡Qué lento! —se mofó la chica con una semisonrisa, mientras hacia girar la katana en su mano con suma habilidad.

Leonardo la contempló bien. No podía evitar hacerlo cada que la escuchaba hablar. Ese sentimiento de familiaridad lo recorría y parecía aumentar si se ponía a analizarla bien. El sonido de una trifulca cerca de ellos se llevó la atención de Rx-19, dándole al líder de las tortugas el tiempo necesario para levantarse nuevamente y ponerse en guardia.

Los ojos de Leo cayeron en la distracción, mirando hacia donde Rx-19 fijaba sus ojos rubíes. Sus hermanos por fin aparecían después de tanto, persiguiendo a otro mutante más de conejo. Y no era el único, detrás de ellos aparecían otras dos. Eran cuatro en total, contando a la albina que había estado peleando contra él.

Quería abrir la boca para reclamarles el haberlo dejado solo sin avisar siquiera la razón cuando el grito de Rx-19 se adelantó al suyo:

—¡¿Qué fue lo primero que les dije?! —les reclamó molesta apretando los puños con fuerza y olvidando por un instante que su objetivo eran las tortugas.

El silencio se volvió sepulcral. Ni siquiera los chicos se atrevían a entrometerse en el enojo avasallador que parecía emanar de la coneja líder.

—Eh... ¿Que era tu oportunidad para demostrarle a Destructor de lo que estás hecha y que Karai es una estúpida? —intentó adivinar Rx-22 llevándose una mano a la barbilla intentando evocar las frases más usadas de su hermana.

Rx-20 no pudo evitarse una ligera carcajada por lo bajo al ver que la ira de Rx-19 pareció aumentar con la despistada respuesta que le dio su hermana menor. Le divertía demasiado hacerla rabiar y sabía que no existía nadie que la llevara más al límite como Rx-22 por su personalidad despistada.

—¿O te refieres al discurso que te echaste antes de subir a la camioneta de que eras la única de grandes capacidades? —20 se unió cruzándose de brazos con gesto aburrido.

Rx-19 apretó los puños con mucha fuerza. Parecía una fogata que cada una de sus provocaciones iba avivando más. Leonardo, por su parte, les hizo una seña a sus hermanos para que rodearan al cuarteto y siguieran con lo que habían ido a hacer. Todavía tenían que investigar el cargamento que había llegado para el Clan del Pie y no tardaba en salir el sol.

—¿Es que están sordas? ¡Ustedes nunca escuchan nada! —gimoteó Rx-19 comportándose igual que una niña pequeña en pleno berrinche. Incluso su pie empezaba a dar con fuerza contra el suelo en un intento por descargar su furia.

—Adivina quién tiene la culpa —contraatacó Rx-20 haciendo alusión a su oreja caída, ya que de ese lado en realidad sí se le dificultaba percibir los sonidos con la misma claridad que su oreja erguida y sabía que lo mismo pasaba con Rx-21 y 22. Nadie escuchaba tan bien como 19 por la posición de sus orejas.

—Es que tú tienes las orejas más grandes, 19...

—¿Qué...? ¡No, no es cierto!

La albina agarró sus orejas usualmente verticales sobre la coronilla de su cabeza y las jaló hacia abajo, como queriendo protegerlas de lo que le pareció un insulto proveniente de Rx-22.

—Por favor, no seas modesta, Rx-19. Si son enormes... —se unió Rx-20 sin dejar pasar oportunidad para hacer enfadar a la líder al ver que era un comentario que la había herido.

—Si nos damos cuenta que las tortugas se fueron, ¿verdad? —interrumpió Rx-21, que había presenciado la huida de estas sin decir ni una sola palabra.

Eso pareció devolver a Rx-19 a la meta que tenía que cumplir esa noche. No iba a dejar que sus estúpidas hermanas volvieran a entrometerse en sus objetivos.

—¡Oh, no! ¡Ni crean que se van a poder librar de mí! —exclamó 19 mirando hacia el lugar donde Rx-21 señalaba y por el que se habían ido las tortugas.

Dio media vuelta sobre sus tobillos y se lanzó a correr hacia el centro del muelle a máxima velocidad, ignorando a sus hermanas que no tardaron en alcanzarla, casi siguiendo su ritmo.

La silueta de las cuatro tortugas pronto empezó a dislumbrarse entre la oscuridad. El olfato de la coneja albina por fin se había recuperado y esta vez era capaz de detectar a su víctima, quien estaba a la cabeza del grupo, guiando a los demás. Haciendo uso de una extraordinaria rapidez se deslizó entre los tres hermanos hasta llegar al líder y se arrojó contra él, cayendo encima de su caparazón por la violencia ejercida en su impacto.

Leonardo ni siquiera alcanzó a reaccionar. Apenas se preparaba para hacerle frente cuando su cuerpo se estampó en el frío suelo. Pudo sentir como su piel se raspaba al ser restregada contra el cemento y como los guijarros creaban pequeñas heridas en ella conforme se le clavaban en las extremidades que su caparazón no alcanzaba a proteger. Esa armoniosa voz volvió a tronar en sus oídos:

—Ni creas que te vas a escapar de mí... 

N/A:

*Entra en plan Dalas Review*

¿Pensaste que podías escapar de mí? Pos noooo, ya vine a matarlos del cringe. Un año me tomó regresar jsjsjsjsjs a este truco le llamo salir del hiatus. Ahora en serio, este capítulo ya lo tenía escrito desde hace un año. Es el siguiente con el que tengo problemas (🤣🤣😭). Pero quiero retomar este Fanfic y qué mejor forma que ejerciendo presión en mí publicando.

Ahora, llegó el momento del fanart. Nuevamente vengo con un redraw... Hecho desde hace un año también, pero ahí está el antes y el después:

Donnie y Rx-21

(Por cierto, ¿pueden creer que ya son 3 años? Por deoooz que alguien detenga el tiempo!!)

Y este es el redraw que no tiene fecha, pero fue del año pasado:

(Esta más expresivo y al menos las morras parecen más acuerpadas).

También el de Mikey y Rx-22:

Tiene dos fechas porque con mi celular anterior no alcanzaba a salir la otra jsjsjs.

Y este es el redraw. Que me gusta más porque está dinámico también. Antes estaban bien larguiruchas y así. Muy creepy.

En el siguiente capítulo les mostraré a Rx-19 con Leo y a Rx-20 con Rafael. Por favoooor, hagan una genkidama para que tenga fuerzas para escribirlo. Es muy difícil manejar tantos personajes por capítulo, ¡aaaaaaah! 😫😫😫

Pasando del tema y para terminar, miren lo que conseguí... ¡Cómics de las tortugas ninja! El de los ochentas, ¡woooow! ¡Qué vintage! Y Batman me cae bien porque es el único que ha hecho crossover con las tortugas. Jajaja ahora comprendo porque Rafael puede hacer voz de Batman sin preocuparse por los derechos de autor.

En fin, nos vemos la siguiente semana... ¡Esperooooo! Y perdóoooon soy malísima contestando mensajes y comentarios, pero que sepan que aprecio muchísimo cada uno de los que me dejan. ¡Mil gracias por tomarse el tiempo! ❤️

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