Palabras para describir voces

Esta parte es sólo un plus para los que siempre nos cansamos de utilizar las mismas palabras para describir las voces de nuestros personajes. No te olvides que ellas son importantes en la construcción que el lector hace sobre los personajes, y palabras como estas pueden ayudar a nuestro lenguaje. (También vale usar las que están en las definiciones 😉).

Anodina: sin gracia, sosa, sin interés.

Ejemplo:
Gurney oyó que se abría la puerta delantera. Vio que Muller la sostenía entornada.
—Ha sido muy agradable —dijo Muller con voz anodina—. Ahora debe irse. A veces me olvido. Se supone que no he de dejar que la gente entre en casa.
(No abras los ojos, John Verdon).

Apagada: débil y floja, con falta de intensidad.

Ejemplo:
Ernest se quedó de piedra. No se lo esperaba. La amaba todavía, y pensaba que habrían podido volver a estar juntos; no, esto, realmente, no se lo esperaba.
—No es posible —dijo, con voz apagada. (El fantasma de Margaret Houg, Elton Varfi).

Argentina: que tiene un sonido parecido al de la plata al ser golpeada, que produce un sonido claro y sonoro.

Ejemplo:
—Te estaba esperando, querido. Quisiera que no tuvieses que trabajar los sábados, sobre todo después de estar ausente la mayor parte de la semana —dijo con voz argentina y cariñosa.
(New York, New York, Judith Krantz).

Arisca: áspera, gruñona, malhumorada, ruda, insociable.

Ejemplo:
—¡Un ratón, padre!
—¿Y eso te da risa? —preguntó Isaaco con su voz arisca mientras se acercaba a la puerta arrastrando las zapatillas—. Mátalo con el escobillón.
(La chica que tocaba el cielo, Luca Di Fulvio).

Átona: sin fuerza, débil, sin demasiada acentuación.

Ejemplo:
De repente, una enfermera obesa y con cara malhumorada por tener que trabajar en Sanfermines entró a la sala de espera.
—Familiares de Luis Gutiérrez —dijo con voz átona y desganada.
(Una entre un millón, Juan Carlos López Bravo).

Cantarina: suave y agradable, alegre y jovial.

Ejemplo:
La mujer del paraguas era nerviosa, digna de confianza y agradecida.
—Vaya, hola —dijo con voz cantarina cuando Laurel se acercó a cruzar la calle. Su sonrisa dejó al descubierto unas enormes encías resplandecientes—. Soy Susanna Barker y es un placer enorme conocerla.
(El cumpleaños secreto, Kate Morton).

Desgarrada: intensa, con mucho sentimiento, destrozada.

Ejemplo:
—No empieces, León —dijo ella—. La situación política está tensa, como siempre... Estamos en período de elecciones, es normal que intenten agitar el voto.
—No, no es eso.
—Ajá, entiendo —dijo Wiktoria enfadada—: ¿Quieres tener esa conversación de nuevo?
—Sólo intento decirte lo que he visto... —insistió él con voz desgarrada—. No me tomes por loco.
(El profesor, Pablo Poveda).

Dramática: teatral y afectada.

Ejemplo:
—Ahora, para nuestro acto final, —dijo ella con voz dramática— ¡desapareceré a este joven!
Mouse tragó saliva y miró a la audiencia (...). Él saludó con la mano como si fuera a ser la última oportunidad que tendría para saludar.
(Rebekah - Niña detective #8, PJ Ryan).

Dulce: agradable de escuchar, suave y cariñosa, con poca altura en el tono, con buena entonación y fluidez.

Ejemplo:
—Bienvenida, noble Hechicera —dijo con voz dulce—, al País de los Muchkins. Te agradecemos mucho que hayas matado a la Bruja Mala del Este, y que hayas liberado a nuestro pueblo.
(¿Alguien puede decirme el nombre de este libro?)

Gélida: distante y fría, rota.

Ejemplo:
—Quiero hablar contigo.
—¿De qué? —pregunto, con voz gélida.
—¿Qué te pasa?
—No me pasa nada —digo, deseando que se me ocurra algo mordaz y vengativo. (¿Me lo prestas?, Emily Giffin).

Gutural: que se produce desde el fondo de la garganta.

Ejemplo:
La besó en los labios, en la barbilla, en el cuello y en la garganta mientras ella se frotaba contra él; los pechos contra su torso; el abdomen contra su miembro ya erecto.
—Por favor —le dijo con voz gutural y sin apartarse de sus labios—. Por favor, sí. Por favor.
(Ligeramente seductor, Mary Balogh).

Hipnótica: que te hechiza, fascina y cautiva.

Ejemplo:
Lothaire se quedó mirándola y, con voz hipnótica, se dirigió a la diosa que habitaba en su interior:
—Saroya, si puedes oírme, duerme hasta que vuelva a buscarte. Hasta que mis planes y mis maquinaciones den fruto. (Lothaire, Kresley Cole).

Hostil: en la que puedes notar intenciones enemigas, de adversidad.

Ejemplo:
—Venga usted aquí —dijo ella sonriendo, mientras recogía dulcemente casi toda la cuerda—. ¿Cómo se atreve a ir con esa... mujer, sin pedirme antes permiso?
El ingeniero contestó con una voz hostil: —Usted no tiene ningún derecho sobre mí, señorita Rojas, y yo puedo ir con quien quiera.
(La tierra de todos, Vicente Blasco Ibáñez).

Impostada: emitiendo el sonido en su plenitud sin vacilación ni temblor; que es falsa o ficticia aunque parezca real.

Ejemplo:
El títere saludó. Con voz impostada, el médico dijo: —¡Hola, niños!—Y añadió con voz normal—: Bueno, Kasper, hoy es día de vacunas, y tú eres el primero—. ¡No, no! —gritó Kasper, llevándose las manos a la cara y sacudiendo la cabeza—. Vamos, Kasper, no te pongas así —dijo el médico—. ¡Claro que me pongo así, no quiero! —lloriqueó el títere.
(Hijas de la luz del norte, Christine Kabus).

Jadeante: agitada y sofocada, exhausta.

Ejemplo:
—¡Kitsu, quieto! —gritó Emily, mientras Annie agarraba la correa con las dos manos e intentaba detenerlo.
—Disculpen —dijo con voz jadeante cuando el perro la llevó por encima de un mantel próximo, haciéndola tropezar con una pareja de enamorados.
(Directo al corazón, Nancy Warren).

Melódica: armoniosa y musical, agradable.

Ejemplo:
—¿Quién es usted?
La voz sorprendida, melódica y educada, salía de una hermosa boca entreabierta, rodeada de armonías, líneas curvas, colores, formas, estrecheces y temperaturas que formaban esa hermosa morocha de veinte años. (Manual de perdedores, Juan Sasturain).

Melosa: muy dulce, excesivamente suave.

Ejemplo:
—Mira, amor, para mí te queda hermoso —dijo con voz melosa la vendedora—. Pero si no te gusta tanto, ¿por qué no se lo prueba tu hermana? (...)
—No es mi hermana, es mi madre —contesté (...).
(La confesión de Micaela, Cecilia Curbelo).

Molesta: insoportable e inaguantable.

Ejemplo:
—Hola. Soy Sarah otra vez. ¿Podrías darle a Troy de mi parte este número? —y me dio un número telefónico de Nueva York. —¿Te has dado cuenta de que son las tres de la madrugada? —le pregunté con voz molesta.
(Jugando con el corazón, Melody Beattie).

Monótona: aburrida, invariable y soporífera, que manifiesta un solo tono al hablar, sin inflexiones ni pausas, que de mucho escuchar cansa, sin cambios en el ritmo o el volumen.

Ejemplo:
—Así que Kate olvidó algunos papeles comprometedores cuando se fue, y después de lo que había hecho no tuvo el coraje de pedírmelos ella misma —dijo él con voz monótona, como si estuviera leyendo en voz alta—. Y se le ocurrió enviar a su astuta primita para que se metiera en mi casa a ver si podía quitarme esos papeles. (Proposición apasionada, Susan Napier).

Quebrada: debilitada y temblorosa.

Ejemplo:
Leilani estaba perdiendo la confianza en sí misma.
—Muerto. Es que no puedo creérmelo... —dijo con la voz quebrada.
—Si aún no crees que tu marido está muerto, pon las noticias. Está por todos los canales.
(Un amor en juego, Melita Joy).

Pícara: traviesa, descarada, juguetona, pilla, hábil, astuta.

Ejemplo:
—¡Matthew! —protestó Catherine, mirándolo irritada mientras se alejaba.
—¿Te acuerdas cuándo fue la última vez que me llamaste así? —le preguntó él, girándose al llegar a la puerta del estudio, con una mano en el marco—, porque yo sí —añadió con voz pícara.
Catherine, que también se acordaba, se puso roja como un tomate, y su madre enarcó las cejas sin comprender.
(Bajo tu hechizo, Diana Palmer).

Ronca: fuerte y grave.

Ejemplo:
—No puedo seguir así —dijo con voz ronca, cuando por fin liberó su boca.
—Seguir... ¿cómo? —jadeó ella.
—Me rindo. Al diablo con todo. Aceptaré tus condiciones —buscó su boca otra vez y durante un largo rato se besaron ardorosamente (...).
(Por negocios y por placer, Catherine George).

Seductora: que seduce, atrae o provoca fascinación, que hechiza y conquista.

Ejemplo:
—¿Yo? ¿Quién besó a quién? ¡No puedes culparme a mí esta vez!
—Desde luego que sí —dijo él, con voz seductora—. Tú eres quien se las ingenia para estar sexy con ese traje.
—¿Cómo puedes encontrar sexy este traje sin forma? —preguntó ella, mirándose el mono rojo que no le marcaba ni una miserable curva.
—Yo no he dicho que el traje sea sexy, sino que tú lo estabas.
(Por una semana, Hannah Bernard).

Severa: áspera, seca y dura.

Ejemplo:
—Cree que soy una desalmada, ¿no? —reprochó con voz severa y resentida—. Al principio también yo estaba muy afectada (...). Por estos barrios la muerte es cosa frecuente, no como en la zona alta, donde la vida es fácil y la gente muere plácidamente en su cama.
(La prostituta de Pentecost Alley (Inspector Thomas Pitt 16), Anne Perry).

Susurrante: muy baja, murmurante.

Ejemplo:
Intentó respirar con normalidad y dominar el pánico. Tenía que hacer algo imprevisible: sorprenderlo, para que se volvieran las tornas. Dio un paso sin hacer ruido.
—¿A ti qué te provoca la visión de la sangre, Margo? —dijo la voz, amable, susurrante.
(La danza de la muerte, Douglas Preston, Lincoln Child).

Tierna: afectuosa, cariñosa y amable, delicada, fresca.

Ejemplo:
Había una niña pequeña que estaba acurrucada en la cama, con las rodillas recogidas bajo el camisón y un pequeñín encogido a su lado (...). Los ojos de la niña se abrieron como platos al mirar a Reuben. —El Lobo Hombre —dijo con una expresión radiante. Reuben asintió.
—Cuando me haya ido, quiero que se queden en esta habitación —le dijo con voz tierna.
(El don del lobo, Anne Rice).

Trémula: temblorosa, asustada o sobresaltada.

Ejemplo:
Mercurio se puso de pie de un salto. Giuditta parecía aterrorizada. El joven le sonrió y le dio un fugaz beso en los labios. Después bajó a toda prisa la primera rampa de escalera.
—¡Voy enseguida, padre! —dijo Giuditta con voz trémula. (La chica que tocaba el cielo, Luca Di Fulvio).

Varonil: masculina y viril.

Ejemplo:
—Camina despacio y no intentes nada. Muestra naturalidad y dirígete hacia el ascensor —dijo una voz varonil, serena y tranquila detrás de mí.
(Raíces y alas, Verónica Fabra Godó).


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"La escritura es la pintura de la voz", Voltaire (1694-1778), escritor, historiador, filósofo y abogado francés.

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