15. Personajes profundos (parte I)
--------------Regla de Oro-------------
No recuerdo quién me pidió que hiciera un tip sobre cómo darle profundidad a los personajes, así que he intentado resumir en una explicación sencilla algo que:
- Es fundamental en una historia.
- Es uno de los aspectos más difíciles de desarrollar.
- Se construye a largo plazo.
- Y depende mucho del personaje.
Así que os podéis imaginar que no sea fácil de condensar ni de abarcar en todos los aspectos; es posible que haya mil excepciones y todas queden bien. Pero vamos a intentarlo:
Paso 1: Programa a tu personaje. Construye una idea mental de cómo será su físico y su personalidad; trabaja en la primera impresión que sugerirá y en cómo quieres que lo perciban los lectores. El personaje debe seguir la fachada que lo representa y no desligarse a la mínima oportunidad, pues lo que hace que tome forma dentro de la cabeza del lector es ser constante con sus actos.
Por ejemplo: Mi personaje Hayden es una persona de apariencia dura pero visiblemente sensible, que aprecia el arte y se preocupa por las personas marginales.
Es decir, que si en la trama aparece un elemento artístico o una persona marginal, mi personaje ESTÁ OBLIGADO a interesarse por ello aunque no sea especialmente importante en la historia. Ignorarlo sin justificación supondría el derrumbe de la idea mental que pretendo crear en el lector.
Y no solo hablo de toparse con una persona marginal, sino de cualquier escena que despierte su sentido de la indignación. (Es decir, una persona de clase media que es estafada por un banco no es una persona marginal, pero Hayden debería empatizar con ella porque es una injusticia como las que les sucede a las personas marginales)
Paso 2: Desprográmalo. A nadie le gustan las máquinas, que son aquellas que una vez se meten en su raíl ya no pueden salir de él. Si nuestros personajes fueran máquinas automáticas, seríamos capaces de predecir lo que sucederá en cualquier escena antes de que la terminen.
Los personajes (igual que las personas) están formados por miles de gustos y aspectos diferentes. A veces no saben lo que quieren, a veces dudan de lo que hacen, a veces actúan diferente, a veces la cagan y a veces les sale bien. Esta posibilidad de cambiar no es una traición a su personalidad, es la base de la temida y admirada evolución de los personajes.
Así que cuando un personaje se encuentre ante cierta escena, tiene que buscar sorprender al lector y hacer algo diferente a lo que suele hacer normalmente, pero siempre que esté justificado mediante el contexto. Es decir, que tenga sus razones.
Por ejemplo: Aunque Hayden sea muy empático, hay escenas en las suelta comentarios muy crueles hacia la situación de sus compañeros maginales. (Por no hablar del final xd)
Esto contradecería la idea del paso uno, pero tiene justificación al conocer su tendencia a infravalorar a las personas, lo cual no es excluyente con que quiera protegerlas.
Eso es todo.
Considero que la profundidad de los personajes es un medio casi mágico de hacer literatura. Echad la vista atrás y recordad cómo eran vuestros protagonistas cuando todavía estabais meditando la futura historia: unas masas amorfas de intuición, parecidos a una persona conocida o a varias, con pequeñas escenas aisladas que se os ocurrían de repente y que os motivaban a desarrollar su personalidad. Y ahora pensad en cómo han terminado la historia: para mí se han convertido en personajes tangibles e inigualables, con entidad propia, que probablemente se quejarían si les obligaras a hacer algo que no va acorde con su personalidad. Les has hecho existir.
Por eso los lectores son capaces de bromear o hablar de ellos con naturalidad; porque ahora ya no son una idea propia en tu cabeza, sino un individuo público al que conocer y que supone el mismo misterio para ellos igual que para ti.
Me hace mucha gracia la gente que termina tu historia y te pregunta: "¿Y qué va a pasar con x personaje? ¿Qué va a hacer?" ¿Pues cómo quieres que lo sepa, colega? xD Ahora mismo sé de él lo mismo que sabes tú.
Contrapunto: Lo más importante es NO ver a tu personaje como un títere entreteniéndote desde el escenario, sino ponerte en su piel. Así evitarás personajes estereotipados o demasiado sobreactuados.
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