Siete

SeokJin miro a lo lejos a su mejor amigo. Hacía poco que había salido de su casa preocupado cuando el mensaje de NamJoon llegó.

No le dijo a Tae lo que sucedía, él tampoco lo sabía a ciencia acierta, pero se hacía una idea.

NamJoon lo había citado en un bar para hablar, dijo que había mucho que tenía que sacar de su pecho. La idea poco le agradaba porque Nam era un hombre que no consumía alcohol, tenía cero tolerancia a él y, ahora que había llegado a su lado, lo veía con un vaso en la mano y la mirada perdida en algún punto.

— Nam, ¿estás bien? — pregunto SeokJin sentándose a su lado, pero el moreno no respondió.

SeokJin intento llamándolo de nuevo, pero Nam parecía haberse desconectado del mundo.

— Disculpa, ¿sabes cuánto ha bebido? — pregunto el mayor al barman.

El hombre limpiaba un vaso con aburrimiento cuando los miro, el moreno le causaba un poco de pena por el estado en el que se encontraba.

— Esa es su segunda bebida — respondió.

— Pero él tiene cero tolerancia al alcohol...

— No debe preocuparse por eso. El señor ordenó específicamente cerveza sin alcohol, su estado tal vez se debe a que tiene mucho que pensar — comentó el barman con una sonrisa.

SeokJin se relajó al saber que su amigo no estaba tan desesperado como para embriagarse.

— Bueno, gracias por decirme.

— ¿Le sirvo algo?

— Sí, una cerveza sin alcohol, por favor.

El hombre de cabello anaranjado sonrió y sirvió la bebida. A veces era muy agradable ver que no todos estaban dispuestos a intoxicarse con la bebida.

SeokJin agradeció la bebida y espero a que Nam reaccionara, había mucho que el moreno necesitaba decir y él, como buen amigo, escucharía cada palabra.

— ¿Sabes lo duro que es saber, de un momento a otro, que todo lo que creías respecto a tu vida, ha cambiado?

— Lo sé, aunque no del mismo modo que tú.

— Ayer por la mañana estaba seguro de que mi matrimonio era lo mejor que me había pasado en la vida. Tae es un hombre perfecto y yo me sentía tan orgulloso de ser su esposo. Pero por la noche en la cocina me encontré con un pequeño, dulce y tierno Tiny Tan comiendo un panecillo, manchado de chocolate hasta el cabello, anunciando que el destinado de mi esposo estaba cerca.

— Lo siento.

— Lo más difícil de todo es saber que no tengo ni un gramo de egoísmo en mi ser como para pedirle a Tae que ignore la presencia de la criatura. Desde que éramos muy jóvenes sabía que Tae deseaba que un Tiny llegara a su vida y, ahora que ha llegado, siento que perdí mucho tiempo con mi matrimonio.

— No debes pensar así Nam. Tu matrimonio no fue una pérdida de tiempo...

— No digo que perdí mi tiempo en mi matrimonio, agradezco cada segundo de el, pero, de haber sabido que este día llegaría, habría aprovechado más cada segundo con Tae. Habríamos viajado más, hubiéramos tenido más desayunos en la cama, más noches de películas abrazados en el sofá, más días en la playa, más momentos juntos. Habría disfrutado de su compañía un poco más.

— Ambos sabemos que es obra del destino, nadie puede imaginarse lo que tiene preparado para nosotros.

— Lo sé y eso es una mierda.

— ¿Y qué piensas al respecto?

Nam miro a la nada, concentrado en la pregunta de su amigo.

La respuesta a aquella pregunta había rondado su mente desde el momento en que conoció al pequeño JK.

— Pienso que es momento de hablar sobre el divorcio. No es que tenga urgencia de alejarme de Tae, pero tampoco puedo aferrarme a algo que no tiene futuro. Tae dijo que podría solo dejarlo pasar, pero no lo siento correcto. No podemos desafiar al destino así.

Nam no sabía por qué, pero sabía que no sería buena idea hacer que su esposo siguiera a su lado después de que JK apareció.

No lo malentiendan, Nam adoraba a Tae, si fuera de él, habría exigido que siguieran juntos, habría tomado al pequeño JK como un miembro más de su pequeña familia y habría buscado la forma de hacerlos felices, pero algo en su interior le decía que esa no era una buena idea.

— Estoy orgulloso de ti Nam — SeokJin palmeo la espalda de su amigo haciendo que este posara su vista en él. NamJoon estaba seguro de su decisión, pero las lágrimas salían de sus ojos tan solo al imaginar a su esposo con alguien más. Sí, quería la felicidad de Tae, pero también quería tenerlo en su vida.

¿Era eso pedir demasiado?

『 ♡ 』

Eran casi las diez de la noche cuando Tae recibió un mensaje de su esposo. Le pedía que se encontraran en el parque, debían hablar.

— ¿Podremos vernos mañana? — pregunto JungKook ansioso.

Se había dicho que no se aferraría a su destinado, que lo dejaría libre. Incluso estaba mentalizado para morir en el acto, pero tener a Tae entre sus brazos se sentía tan bien que toda su determinación se había ido a la basura.

Así era mejor.

— Sí, trabajo en una veterinaria, podríamos reunirnos para comer...

— Yo lo llevo y así comemos juntos los tres — sugirió Jungkook con una sonrisa.

A JungKook le habría gustado más estar a solas con su destinado, pero no quería presionar al rubio, este aún tenía asuntos que arreglar con su esposo.

— Bien, te aviso la hora — respondió Tae con una sonrisa.

Se sentía feliz, YoonGi era su mejor amigo y su hermano era su destinado, el destino se había portado bien con él aunque había demorado su tiempo.

Tae dejo un beso en la mejilla del pálido antes de tomar el estuche habitación que YoonGi le había dado para su Tiny, JK y V permanecían adentro, estaban dormidos sobre la pequeña cama, uno encima del otro.

— No quiero despertarlos — murmuró el rubio enternecido.

— Puede ir contigo, nada le pasará por estar unas horas lejos de JungKook — comentó YoonGi.

JungKook no tenía problema con que su Tiny fuera con Tae, después de todo, la pequeña criatura también debía estar con su compañero de vida.

Así que Tae se marchó con ambos pequeños en el estuche.

『 ♡ 』

Tae camino con cuidado por el parque hasta encontrarse con su esposo. Llevaba consigo a los pequeños aún dormidos y no quería perderlos de vista.

NamJoon miraba un espectáculo callejero, recién caía en la cuenta de que aquel barman que lo había atendido hacía unas horas atrás, era un talentoso bailarín de calle.

Se entretuvo mirándolo por varios minutos hasta que sintió que alguien tomaba lugar a su lado.

Tae tomo la mano de su esposo como siempre hacía cuando se reunían y Nam acaricio sus nudillos con el pulgar. Pensó que sería difícil para él estar ahora con su esposo, pero no lo era, todo parecía ser como siempre, aunque sabía que no era así.

— ¿Hace cuánto comenzamos a caminar por los parques solo para poder hablar en calma? — pregunto el moreno viendo como las personas se acercaban a dejar dinero en la pequeña mochila que el barman tenía en el suelo.

— Desde que éramos adolescentes, hace varios años ya.

— Honestamente, no pensé que eso fuera a terminar. Ha sido un ritual nuestro por años y ahora parece que no se repetirá más.

— Nam, sé que tal vez tú no quieras, y estás en tu derecho, pero a mí me gustaría seguir siendo tu amigo — comentó el rubio sin mirarlo.

Ninguno lo hacía y no lo sentían necesario, se conocían de sobra y sabían que en los ojos contrarios habían lágrimas por la despedida a la que aún no había llegado.

— Me gustaría, pero no sabemos como lo tomaría tu destinado.

— Él lo tomará bien, es buena persona.

El menor sintió como su esposo tensaba su agarre, pero no hizo mayor esfuerzo por la noticia, no dicha, que había recibido.

— ¿Lo has conocido ya?

— Sí, esta tarde nos encontramos por casualidad.

Tae sentía que debía disculparse, no esperaba que las cosas sucediera así, no creía que el tiempo les jugaría en contra para hacer su separación tan rápida.

— ¿Quién es? ¿Lo conozco? — pregunto Nam con curiosidad, pero interrumpió a su esposo antes de que este pudiera responder — No, no me lo digas. Solo dime, ¿sabes si es buena persona?

Tae lo miro, por un momento quiso decirle quien era, en algún momento de sus vidas ellos también habían coincidido, pero decidió no hacerlo. No quería herirlo.

— Sí, es buena persona.

— Bien, me alegro de saberlo...

Nam se interrumpió al notar como el estuche que Tae había colocado entre ellos comenzaba a moverse. Se acercó un poco para mirar en su interior y se sorprendió ahora al ver a dos pequeños Tiny's.

— Supongo que nuestro tiempo ha terminado.

— Lo hará cuando firmemos el divorcio.

En Nam nació una pregunta, una que no quería hacer, pero necesitaba saber.

— ¿Lo has besado?

Tae sonrió de lado y miro a su esposo. Lo quería, lo quería tanto que se preguntó, por un momento, porque no había sido él.

— No, cuando me case contigo te jure fidelidad y cumpliré mi palabra.

Nam no pudo evitar sentirse feliz por sus palabras, tal vez Tae ya no era suyo, pero él había decidido no fallarle.

— ¿Podré darte un último beso?

— Puedes, eres mi esposo.

Con eso dicho, Nam se acercó al rubio y besos sus labios con ternura y cariño, el beso ahora sabía diferente, pero no por eso dejaba de ser hermoso el contacto entre ellos.

Al llegar a su casa durmieron abrazados toda la noche sin ningún deseo más que el de hacer de su final un bello recuerdo.

Ambos estaban listos para continuar sus caminos, sin dramas, sin resentimientos. Porque se querían aun cuando su destino no era estar juntos.

Porque, aunque los últimos acontecimientos los habían llevado a su final juntos, ambos habían decidido separarse. Podría parecer que no tenían elección, pero si la tenían.

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