TWO || DOS
Desde su niñez Asterin había contado con algo a lo que llamarían "sexto sentido", había algún presentimiento que la hacía entrar en un estado de ansiedad dependiendo de cuán grave sería el problema. Gracias a ello es que se salvó tantas veces de morir en su trabajo, en su juventud no podía controlar muy bien los ataques y terminaba hiperventilando, pero una vez entró a la adultez, lo pudo dominar.
—Rin-Chan, estás respirando pesadamente...
—Estoy bien Yams, es solo un leve ataque de ansiedad, respiro con calma y estaré bien.
—¿Estás segura? –ella asintió–. Bien, no te preocupes, ellos son buenos peleando.
—¿Tú no...?
—No, no lo hago –sonrió perezosamente–. Soy débil en ese aspecto, pero son mis amigos y me gusta acompañarlos.
Eso sinceramente le había sorprendido, que Yamamoto no peleara y fuera junto a los demás a hacer justamente eso, todo para estar con sus amigos.
—¡¿Y los de segundo?! –preguntó el chico con media coleta–.
Frente a ellos iban llegando un grupo de chicos mucho más grandes y de mala pinta.
—Los de segundo están de viaje.
—Ustedes son de tercero, ya hablamos con su líder Masaru así que no se metan en nuestro camino.
Todos ellos empezaron a reír como si hubiesen escuchado el chiste de sus vidas.
—¿Escuchaste eso Masaru? –detrás de todos ellos, ahí estaba el primo de ambos con mirada gacha y perdida–.
—¿Porque no vas a comprarnos unos refrescos? –se burlaron–.
—Claro, pero... el dinero...
—¿Huh?, ¿que tal si decimos que cada golpe equivale a 100 yenes?
—No, y-yo pagaré.
Inmediatamente se dirigió a la máquina expendedora más cercana e introdujo las monedas tratando de ser ajeno a su entorno y lo que le harían a sus primos.
—Pero miren que tenemos aquí... –habló quien parecía ser el líder–. Una niña rica.
—¿Y quién dice que tengo dinero? –habló bruscamente, odiaba que la calificaran sólo como eso–.
—La gatita sacó las garras, veamos... empezamos por el broche en tu pelo, las cadenas que cuelgan de tu cuello, tú reloj de muñequera y pulsera... ¿o por el uniforme de tu escuela?
¿Como era posible que supieran todo eso? Es decir, es normal reconocer a alguien por el uniforme de la academia, pero ¿no es mucho también mencionar los accesorios?
—Nosotros les mostraremos quien manda aquí y de paso esta linda chica también será de nuestra propiedad.
—Están locos, no soy propiedad ni de mis padres siquiera, menos de un orangután rapado –hizo cara de asco–.
Los de segundo empezaron a temblar del miedo, especialmente después de escuchar como ella se dirigía a los mayores.
—Mira princesita, si no quieres que mueran aquí y ahora, vas a atenerte a lo que diga, ¿está claro? –chasqueó los dedos–.
Uno de ellos la sujetó enganchando sus brazos dejándola sin escapatoria mientras que los demás se acercaban a golpear a los chicos.
—¡No!, ¡déjenlos intentos de humanos! Son un grupo de trogloditas descerebrados y malolientes.
Ella solo podía ver como los golpeaban, cada que trataba de zafarse llegaba alguien más a sujetarla. Le molestaba estar de nuevo en ese cuerpo relativamente débil al que poseía en su futuro, era obvio, en ese entonces no entrenaba batallas cuerpo a cuerpo más que algo de kickboxing.
Después de casi matarlos, se fueron dejándolos con la amenaza de que serían de ahora en adelante sus esclavos y que más les valía que Asterin fuese con ellos, si no, no respondían a como les dejarían el cuerpo hecho papilla.
Todos caminaban lentamente en grupo ayudándose unos a otros, Takemichi iba hasta atrás y en silencio, después de unos segundos habló.
—Debo de ir a un lugar, por favor alguien acompañe a Rinrin a casa.
Y salió corriendo dejándolos con la duda de a donde iba.
La castaña se sentía de lo peor, no había podido ayudar a sus amigos e incluso Yamamoto había salido herido cuando el no daba pelea.
—Lo siento chicos... –murmuró–. No pude ayudarles.
—¿Estas bromeando? ¡Estuviste genial! –trataron de animarla–. Apenas te conozco, pero ya me casaría contigo.
—Tranquilo Yamagishi, pero la verdad si estuviste increíble, ni yo pudiese haber dicho algo así –agregó Makoto–.
—Solo debes aprender a ser un poco más fuerte –añadió Atsushi–.
Todos juntos caminar hacia sus casas, solamente quedaban el chico de cabellos largos y la fémina.
—No era necesario que me acompañaras Yams –dijo una vez pararon frente al complejo de apartamentos–. Este es un lugar muy incómodo en el cual estar.
—Es lo mínimo que podía hacer después de que te pusimos en una situación complicada...
—Si hablas por lo que dijo aquel chico, está bien, estoy bien, mientras que nos les haga nada más.
—... aún así, perdona por no ser fuerte.
—No digas eso, todo está bien, ahora vuelve a casa, es tarde.
—Sí, tienes razón, descansa.
—Tu igual.
Ella entró al lobby y subió por el ascensor hasta el penthouse. Se preguntaba cómo era que habían agarrado tanta confianza ella y los amigos de su primo, pero a pesar de todo eran buenos chicos así que no le molestaba aquello.
—¡Ya llegué! –gritó una vez en la entrada, pero como la mayoría del tiempo, no había nadie–. Cierto...
Hace doce años, en ese preciso momento, era cuando su padre tenía más viajes de negocios que nunca y su madrastra estaba fuera de la ciudad porque debía de cuidar de su madre que estaba gravemente enferma.
—Si mal no me equivoco, esto duró un año entero.
Suspiró con pesadez y entonces un gran canino empezó a correr a su dirección para parar frente a ella y empezar a lamerle las piernas.
—Mochis, ¿estabas dormido?, ¿te desperté acaso?
Su perro era un pitbull pinto de unos cuatro meses de edad, se lo habían dado para que no estuviese sola todo el tiempo. Durante el día él se quedaba con un entrenador que se aseguraba de su excelente comportamiento y una vez acabada la jornada, ella iba a recogerlo unas horas después aunque claro, cuando no se presentaba el hombre no tenía problema en venir personalmente a dejárselo a Yagami, el encargado de recepción que con él mismo gusto, lo escoltaba hasta su hogar.
—Esos dos se gustan, yo lo sé... aunque al final nunca supe se se había quedado juntos o no.
Le dio de comer al cachorro y se fue a dormir sin siquiera cambiar su uniforme.
Cuando despertó estaba en una camilla al lado de su primo versión pelinegro junto a un suero intravenoso conectado....
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