FIVE || CINCO
Era un nuevo día, para mala suerte de nuestra protagonista, era día de escuela así que una vez arreglada se dirigió a su colegio.
—Pero miren nada más quién es, la "Gran" Asterin Williams.
—Hoy no estoy de humor, Ayaka –trató de seguir su camino, pero la de cabello rosado no la dejó avanzar–.
—Me han dicho por ahí que sales con un pandillero de secundaria, ¿has caído tan bajo porque nadie te hace caso? –hizo una expresión de querer llorar a modo de burla–.
—En primera, nunca saldría con ese estúpido orangután, me da asco –conservó la seriedad en su voz–. En segunda, con quien yo decida salir no es nada de tu incumbencia y por último... –la tomó del cuello de la camisa y la estampó contra los casilleros–. Te dije que hoy no estoy de humor, así que al menos de que quieras que mi puño desfigure tu cara, me dejarás en paz.
La mirada de la contraria reflejaba temor puro, la castaña nunca había actuado contra sus atentados en amenazarla y burlarse de ella, pero después de años de aquello y teniendo que abrirse camino en una estación de trabajo donde la mayoría eran solo hombres, aprendió a darse a respetar desde el inicio.
—Bi-bien, pero solo porque hoy estoy ocupada y debo ir a clase.
La soltó y ésta acomdó su mochila en su hombro para salir corriendo, los alumnos en los pasillos rápidamente regresaron a lo suyo, se notaba que Asterin no estaba de humor, no sabían de que era capaz después de mostrar aquel lado de su personalidad además de que era de las familias con más poder en aquella institución.
Suspiró cuando su celular sonó, era un mensaje de Atsushi.
Se alteró de inmediato, no podía creer lo que estaba a punto de pasar, si antes creía que estaba mal hacer que su primo y sus amigos pelearan, ahora que van a hacer a su Yams, su inocente amigo, estaba furiosa, era pasarse de la línea y por mucho. Así que decidió llamarle.
—¿Princesita?, por fin me llamas, ¿quieres ir a-...?
—Eres un monstruo Kiyomasa, si antes me dabas asco, ahora no se ni que me das, sabes que Yamamoto no pelea.
—Negocios son negocios.
—A mi no me importan tus estúpidos negocios –expresó molesta–.
—Y a mi no me importan tus estúpidos amigos, espero y disfrutes del espectáculo –le colgó la llamada–.
—¡¡Voy a matarlo!!
Quería salir de clase lo antes posible, escaparse de la escuela, pero sabía que no serviría de nada porque las peleas eran después de clases así que esperó lo más pacientemente que pudo.
—¡Presten atención! El combate de hoy es el que recibieron por mensaje de texto.
La pelea ya estaba por comenzar y Asterin había llegado corriendo a posicionarse al lado de sus amigos, pero uno de los hombres de Kiyomasa ya la estaba esperando allí y la llevó al lado de él.
—Si te atreves a intervenir ahora, no solo él estará a punto de morir, también los demás, incluyéndote –dijo sin siquiera mirarla–.
Yamamoto se puso en pose de pelea lleno de nervios, su contrincante estaba confiado, sus amigos preocupados y la chica al borde de las lágrimas por la impotencia y la rabia.
—Empiecen –dijo después de darle una calada a su cigarro–.
Pero antes de que algo más pasara, una voz se escuchó de lo más alto de los escalones, era Takemichi.
—¡¡Esperen!!
"¿Qué mierda vas a hacer Michi?", pensó la chica una vez le vió empezar a bajar los escalones en una pose tan confiada y hablando sin sentido.
—Por ejemplo, el rey contra el esclavo.
Había cavado su propia tumba al pedir una pelea contra Kiyomasa, pero ya no había vuelta atrás, debía salvar a su amigo y quería salvarlo, especialmente porque todo aquello había sido su culpa.
—Kiyomasa... peleemos a puño limpio.
—¿Takemichi?, ¿cómo se te ocurrió tal tonte-...?
Ella había tratado de hacerlo entrar en razón, pero el pelinegro se había puesto de pie haciendo que guardase silencio. Se dirigió al centro del "ring" todavía con cigarrillo en mano y siendo seguido por el rubio, los chicos se acercaron a Asterin que había quedado sola de pie en primera fila. No podía creer lo que estaba a punto de suceder, debía intervenir si la cosa se ponía muy a desfavor, con Kiyomasa nunca se podía esperar un juego limpio.
Una vez dado el primer golpe, la castaña había pegado un grito preocupado
—¡Michi!
Golpe tras golpe, la chica solo podía encogerse en su lugar, hasta el momento la pelea había sido "justa", así que no podía meterse, además ¿qué podría hacer? su cuerpo todavía era algo débil. Al mirar de reojo a sus amigos se dió cuenta de la mirada preocupada de todos y de como Atsushi metía su mano al bolsillo de su pantalón con algo de rabia.
"Si es lo que creo que es, tendré que detenerlo, Akkun terminaba en la cárcel por apuñalar a ese orangután". Trató de acercarse a él sin ser tan sospechosa, ya había visto que traía en la mano el objeto, se puso nerviosa hasta que su vista se dirigió a la pelea.
—¡Suéltame!
Su primo se encontraba aferrado al cuerpo del mayor, trataba de no alejarse aunque lo golpease.
—¡Takemichi detente! –sus amigos trataban de hacer que parara–.
—Michi, ya probaste tu punto, ahora para por favor.
—Aún no, esto no basta para enmendar lo débil que ha sido mi corazón estos últimos años.
Y fue en ese momento en que Asterin en realidad pudo darse cuenta de todo lo que había sufrido su primo a lo largo de los años, después de que él se mudara no lo vió durante seis años hasta que su madrastra y tía del chico murió poco antes de que ella acabase su carrera, ese día le había visto más apagado, pero dedujo que era por la reciente pérdida que tuvieron.
El pelirrojo guardó su navaja.
—¡Ya ríndete Takemichi!
—¡No puedo rendirme!, ¡tengo un motivo para no hacerlo! –dijo dejando a todos sorprendidos–. Kiyomasa de la Tokyo Manji... deberás matarme si quieres ganar.
Eso claramente preocupó a la chica y se acercó a ellos una vez el de pelo negro pidió un bate.
—Ja, ¿me has traído el bate para acabar con tu-...?
Trató de burlarse de ella, pero una vez se acercó lo suficiente, la chica le metió tremendo puñetazo, que casi le voltea la cara y le hizo escupir algo de sangre ya que se había cortado un labio.
—Están muertos.
Antes de que él pudiese hacer o decir algo más, una voz a sus espaldas lo detuvo.
—Oye Kiyomasa –el nombrado giró molesto, pero al ver quienes eran se sorprendió–. Estás asustando al público.
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