Time After Time

TIME AFTER TIME

Autora: Clumsykitty

Fandom: Marvel MCU salpicadito con AA.

Parejas: Stony.

Derechos: a tomar una siesta.

Advertencias: esta historia combina en realidad dos cosas, el mundo de Battleworld de Secret Wars 1872 -córranle al Google- y ciertas partes del MCU, siempre combinando a gusto personal para más placer. Algo de angst, algo fluff, todo para ser felices. Una historia encargada.

Gracias por leerme.


*****


If you're lost, you can look and you will find me
Time after time
If you fall, I will catch you, I will be waiting
Time after time

Time after time, Cindy Lauper.


Timely

Valle de Doom



Lobo Rojo miró a las estrellas, leyendo en ellas un destino que no era el suyo con una mirada un tanto adolorida por despedirse de Tony Stark. Décadas habían pasado desde que el Sheriff Rogers muriera y Timely sufriera el cambio que estaba necesitando. El buen herrero e inventor dueño de Industrias Stark no permitió que el legado de Steve Rogers fuese olvidado, ayudando al pueblo como a los nuevos protectores de generaciones nuevas a darle vida al lugar que una vez estuvo sumido en la miseria y el dolor en el perdido Valle de Doom. Una mano arrugada de Natasha Romanoff llamó su atención, era momento de acompañar en sus últimos momentos al hombre que dio todo por su mejor amigo.

Anthony Stark yacía en su cama, ojos cerrados con el cabello blanco como la nieve que nunca caía en Timely, como la punta de las montañas o las nubes en lo alto. Lucía tranquilo con ese rostro arrugado, delgado con su barba conocida tan nívea como sus cabellos. Uno de los jóvenes Vengadores como se llamaron a los protectores de Timely sujetaba su mano, acariciándola entre sollozo y sollozo. Lobo Rojo quiso amonestarlo, eso no era lo que Tony deseaba con su partida. Había tenido una vida dichosa al final, ahora podía descansar sabiendo que el pueblo que tanto cuidó y amó no sufriría, tomaría el camino hacia un mejor futuro donde nadie recibiría nunca una bala traicionera en el pecho.

—Steve... —murmuró el herrero y dejó de respirar.

Hubo llantos ahora, abrazos y cabezas bajas, Lobo Rojo salió de nuevo mirando esas estrellas que esperaban por el alma de Anthony Stark, comenzando a cantar para que su andar por el cielo fuese alegre y quizá con la bendición de los ancestros, volver a encontrar la felicidad que le fue arrebatada. No lloró por él, porque así no eran sus maneras, tampoco hablaría de Tony, los muertos pertenecían al pasado igual que viejas afrentas. El genio y valiente Vengador de Timely caminaba entre los grandes espíritus quienes seguramente lo llevarían a donde era su lugar. La tristeza no entraba en tal destino.


*****


Época actual

Torre de los Vengadores

Nueva York



Una nueva pelea en la sala de videojuegos obligó a Steve Rogers a poner un alto, amenazando a Clint Barton y Sam Wilson con enviarlos a sus dormitorios de no parar ese alegato bajo la mirada divertida de Tony Stark. El millonario torció una sonrisa, rodando sus ojos antes de beber su café de las tardes -porque tenía el café de las mañanas, de los mediodías y la hora inglesa- al pasar por ahí rumbo a su taller, solamente para asegurarse de que todos los Vengadores estuvieran a gusto con sus recientes remodelaciones luego de que la torre perdiera una parte de su estructura por un enorme pulpo rosado gelatinoso proveniente de otra dimensión.

—¡Él comenzó!

—Clint.

—Lo defiendes porque es oscuro.

—¡Clint!

—Ay, perdón, que hay que ser correctos. Afroamericano aunque Wilson jamás haya nacido en África, lo sé porque me infiltré en su expediente.

—¡CLINT, POR DIOS! Sam, cuanto lo siento.

—No pasa nada, Steve, deja que el avezucha grazne todo lo que quiera.

—No te muerdas la lengua, halconcete de pacotilla.

—Niños, dejen de pelear o no habrá sesión en el arenero —Natasha entró caminando hacia Steve a quien miró divertida— ¿Te dan problemas?

—Para nada.

—¡Ja! —Clint le sacó la lengua a la pelirroja. Steve solo rodó los ojos.

—Chicos, estaré en el gimnasio, recuerden estar atentos a la alerta.

—¡Señor, sí, señor! —los tres corearon mientras el capitán salía alzando sus manos al cielo como pidiendo clemencia para su persona.

Luego de que despertara de un sueño bastante largo en el Ártico, el Capitán América había aprendido a adaptarse a ese nuevo mundo más caótico de lo que recordara. Se había despedido de viejos amigos, encontrado algunos y formado una nueva familia como lo eran ahora sus Vengadores, incluyendo al siempre desesperante irremediablemente rebelde Tony Stark. Tenía que aceptar que las ideas del millonario aunque algo arriesgadas, eran bastante buenas para salir de grandes problemas que llegaban de vez en cuando a interrumpir la paz en la Tierra. Contaban con la ayuda de SHIELD, pero Ironman no les tenía mucha fe -de hecho no les tenía nada de confianza- así que en general estaban trabajando solamente ellos, ese equipo ahora conformado por el doctor Bruce Banner, Natasha Romanoff, Clint Barton, Sam Wilson, Thor, Carol Danvers, Tony Stark y él, con ayudas esporádicas del Hechicero Supremo o de Wakanda.

Vivir en la torre fue toda una experiencia, sobre todo por la convivencia no con los tan dispares miembros sino por Jarvis, esa inteligencia artificial que estaba prácticamente por todas partes y sabía muchas cosas. Gracias a él, es que Steve estaba aumentando drásticamente su lista de reproducción, añadiendo más tópicos a su libretita de "actualizaciones para un viejo soldado" como la llamaba Tony. Jarvis era amable e increíblemente paciente, dispuesto todo el tiempo a ser una mano virtual extra en sus misiones o simplemente compañía cuando la melancolía atacaba al capitán. No tenía mucho que habían encontrado a su viejo amigo Bucky Barnes, quien luego de su pelea contra HYDRA ahora se recuperaba en un hospital psiquiátrico bajo la mirada atenta de SHIELD como de los médicos particulares de Stark.

Sí, las cosas iban bien, por alguna extraña razón sentía que eso no era del todo bueno.


"¡ALERTA! ¡ALERTA! DRONES DE HYDRA SOBRE SHANGAI"



Quizá se había adelantado.

—¡Vengadores, reunidos!

—¿Puedo llevar mi mantita?

—¡Clint!

—Si lo dejas llevar la mantita entonces yo quiero mi peluche de apoyo emocional.

—Sam, en serio...

—Legolas, Cabeza de Pájaro Dos, muévanse.

—¡Argh! Mamá ya llegó.

—Gracias, Tony.

—Es un gusto, capitán.

HYDRA nunca dormía, eso lo sabía demasiado bien Steve. Los nuevos drones que le parecieron algo simiescos fueron más difíciles de perseguir, igualmente frágiles ante el impacto de su escudo. Con el apoyo aéreo de Ironman, Falcon y Thor, pronto restringieron sus movimientos sobre los ciudadanos de Shangai quienes apenas veían un amanecer llegar. Jarvis localizó un extraño dispositivo en uno de los drones fugitivos, Natasha y Clint fueron tras él mientras él se aseguraba que no hubiera inocentes cerca de la zona de combate, encargándole a Hulk impedir cualquier otro escape en lo que alcanzaba a esos dos espías en sus motos. No le sorprendió encontrar el susodicho robot hecho pedazos por las armas de Black Widow y de Hawkeye, los dos muy sonrientes arrastrando el metal inservible a la pila que todos ellos ya habían formado junto a un edificio.

"Capitán Rogers" —habló Jarvis en su oído— "Estoy detectando un civil en el sótano del edificio, parece herido."

—Eso es algo para ti —sonrió la rusa.

—No hagan travesuras.

—Uf —se quejó el arquero.

El capitán sonrió, corriendo al interior del abandonado edificio con Jarvis guiándole para encontrar ese nivel del sótano donde estaba una persona herida. Se detuvo a pocos metros, claro que era una persona, una que estaba muriendo con un explosivo incrustado recién en el pecho cuyo reloj hizo que Steve abriera sus ojos de par en par, comunicándose tan aprisa como pudo.

—¡Explosivo! ¡Salgan del edificio!

Un dron salió del techo atrapando al rubio cuando los últimos segundos chillaron cerca de ellos. Steve solamente apretó sus párpados usando el cuerpo del robot como protección cuando el pitido bien conocido del contador llegó a su fin antes de que alguno otro de los Vengadores pudiera hacer algo. Ese calor intenso con un rugido ronco fue lo último que vio antes de que la oscuridad se lo tragara. Imágenes pasaron por su mente que le hicieron de verdad moriría esta vez, salvo que fueron extrañas, demasiado... más bien como recuerdos que hasta entonces no había podido revivir.

Muy viejos recuerdos.

Se vio montando un caballo por una zona desértica, bebiendo whisky en un bar con chicas bailando sobre un viejo piano de madera que un hombre bigotudo tocaba más o menos bien entre aplausos de los ebrios clientes. Arreglando sus armas, limpiándolas sobre una mesita destartalada en su comisaría. La sonrisa de Anthony Stark, herrero e inventor mientras le cantaba Danny boy al pie de su ventana. Una tarde de lluvia cuando murió el Sheriff Barnes. Ese fastidioso sonido de la botella chocando con la madera porque Tony estaba demasiado ebrio para saber qué hacía. Los rostros de la gente de Timely, angustiados, temerosos ahora que Wilson Fisk tomaba el control.



Tony cantando.

Tony arreglando las herraduras de su caballo.

Tony mirándolo a punto de decirle algo.

Tony palideciendo cuando la bala atravesó su pecho.



Recordó, recordó quién había sido en una vida pasada, lo que ocurrió y sintió en esos momentos. Ahora estaba de vuelta una vez más como un hombre queriendo hacer lo correcto en pleno Siglo XXI... al lado de Tony Stark. Estaban juntos de nuevo. Piezas de un rompecabezas que Steve no sabía tenía incompleto fueron armándose en su corazón mientras de nuevo era llevado por una suerte de torbellino de voces, imágenes y sentimientos de vuelta a donde pertenecía. Cuando volvió a abrir sus ojos, estaba en una camilla de hospital con el cuerpo adolorido, una intravenosa en el brazo y la cánula de oxígeno sujeta a su nariz. Steve jaló aire, con un nudo en la garganta queriendo llorar.

¿Dónde estaban esos rostros ausentes de Timely?

Fijó su atención en un solo nombre, mirando el techo iluminado por los reflejos de la luz de la enorme ventana no lejos de su camilla, recordando esa expresión en el herrero mientras él sentía que su cuerpo perdía fuerzas y que el suelo estuvo más cerca que antes con una dolorosa punzada en el pecho. Respiró hondo, cerrando y abriendo sus ojos para calmarse. Por unos segundos creyó que estaba solo, pero en una esquina donde había obsequios con notitas adheridas estaba nada menos que Tony Stark arreglando un florero. Su figura casi lo hizo levantarse y abrazarlo por su espalda, apenas recordándose que era bastante probable que el castaño ni siquiera recordara algo. En el tiempo que llevaban juntos no le pareció ver un indicio de ello, pero que estuviera ahí le sacó una enorme sonrisa.

—T-Tony...

—¡Capipaleta! —el millonario se giró, dejando su pelea con esos girasoles para ir a la camilla, sonriendo aliviado mientras le acomodaba la almohada— ¿Qué se siente volver al mundo de los vivos?

—¿Cuándo me fui?

—Qué buena broma. ¿Estás bien?

—Puedo hacer esto todo el día.

—No lo dudo, tienes suerte de que el suero haga milagros con quemaduras y heridas o no estaríamos hablando tan tranquilos. El edificio se vino abajo.

—¿Cómo salí de ahí?

—Con mucha suerte —bromeó Tony, mirándolo de una forma extraña, como si deseara decirle algo, pero todo lo que hizo fue darse media vuelta— Le contaré a los demás que papá está bien, los niños no han comido del susto desde que entraste a emergencias.

Steve quiso detenerlo, pero su voz no cooperó muy bien, todavía estaba agotado. El resto de los Vengadores llegó para armar un escándalo en su habitación, provocándole risas o sonrojos, dependiendo quién estuviera hablando. Tony se mantuvo de pie en una esquina de su camilla mostrando una sonrisa cordial, pero se le veía angustiado sin razón aparente. Cuando un bostezo se le escapó al capitán, es que Bruce Banner corrió a todos, especialmente a Thor fuera de ahí.

—Es hora de que el doctor haga lo suyo —así los ahuyentó, ajustándose sus lentes al volverse hacia el rubio sonriendo divertido— Sí que nos preocupaste, Cap.

—Fue una trampa.

—HYDRA no te perdona que hayas robado su mejor arma.

—Buck no es un arma.

—No me refería a eso —Bruce se sentó en la orilla de la camilla, revisando sus signos vitales— Afortunadamente SHIELD hizo algo bueno y halló un cuartel oculto desde donde estaban dirigiendo esos drones.

—Gracias por salvarme.

—Oh, Steve, yo no lo hice.

—¿Eh? Creí...

—Sé que el grandote y yo podemos lograr milagros, pero esta vez quien se debe llevar el halago es Tony. Fue él quien entró con el edificio colapsando para sacarte de ahí. Que si no hubiera actualizado su armadura, los dos estarían muertos, fue algo muy imprudente si me entiendes.

—Por supuesto —Steve frunció su ceño— ¿Por qué no me lo dijo?

—¿No te dijo nada? —Bruce negó, acomodándose sus lentes— Quizá piensa que tú pensarías que le debes un favor y por eso calló. A Tony no le gustan esas cosas, contrario a la opinión popular.

—¿No salió herido?

—Un poco, raspones y cortaduras más que nada. Tú, por otro lado... como dije, es una suerte que Tony te cuide tanto, mira que también anduvo moviéndose para que estuvieras bien atendido. Creo que durmió un par de noches aquí, no estoy seguro, casi no duerme.

—Espero se comporten en mi ausencia —el capitán desvió el tema.

—No te prometo mucho, acaba de llegar la nueva consola de videojuegos.

Cuando tuviera oportunidad de hablar con María Hill quien estaba con ellos en un Helitransporte, se daría cuenta que Thor había sido el más cercano -y la mejor opción para salvarlo- pero fue Ironman quien usó toda la fuerza de sus cañones repulsores para salvarlo a costa de quedarse atrapado en los escombros por imprudente. Mientras Steve esperaba que lo dieran de alta, ya más que aburrido en el hospital, se puso a reflexionar en algo. Tony no había mostrado señales de recordar esa vida pasada, sin embargo, desde que el capitán apareciera en su vida no había dejado de proveerle de todo cuanto quisiera sin rechistarle nada y por ello Clint los había bautizado con eso de "papá" y "mamá".

—Hey, ¿cómo está nuestro héroe americano favorito?

—Tony —Steve le sonrió, tomando su maleta— Dime que ya podemos irnos.

—Eres una capipaleta con suerte, mira que le pedí al director del hospital que te permitiera salir de pie y no en silla de ruedas para no herir tu orgullo patriótico.

—Gracias, Tony.

—Bah, el equipo te necesita.

—Como a ti.

Dejó pasar unos días antes de hacer unas pequeñas pruebas que le permitieran averiguar si el millonario tenía esas viejas memorias como él. Intentos frustrados que no rindieron sus frutos. Steve se dio por rendido a la semana, consolándose al preparar una pequeña tarta de queso estilo Brooklyn como postre para los demás cuando se dio cuenta que no había crema para el relleno. Bien pudo simplemente ordenarla con Jarvis ahí pendiente, quiso el destino que caminara hacia el taller de Tony para notificarle. Y fue la mejor idea de todas, porque encontró al castaño entretenido en sus armaduras canturreando una melodía que lo dejó de una pieza.


Oh Danny Boy, the pipes, the pipes are calling
From glen to glen and down the mountainside.
The summer's gone and all the roses falling.
'Tis you, 'tis you must go and I must bide.


But come ye back when summer's in the meadow,
Or all the valley's hushed and white with snow.
'Tis I'll be here in sunshine or in shadow.
Oh Danny Boy, Oh Danny Boy, I love you so.


Con la misma entonación que un Anthony Stark de 1872, ese mismo cariño impreso que jamás floreció porque la culpa del herrero era tanta que ni todo el whisky del viejo oeste pudo consolar. Porque no era el tiempo, o ninguno de los dos quiso pensar en que podrían haberlo intentado. Ahí estaba su Tony de nuevo lamentándose por un cariño perdido. Steve recordó respirar, alejándose para volver a la cocina. Si de verdad quería pruebas sobre la memoria del millonario, había obviado a la mejor fuente de información que pudiera tener a la mano.

—¿Jarvis?

"Dígame, Capitán Rogers."

—Tony... ¿ha hablado de cosas que sucedieron hace mucho tiempo... más de un siglo?

"¿Se refiere a eventos históricos?" —preguntó la inteligencia algo socarrón.

Steve rio. —Tú sabes qué respuesta busco, Jarvis.

"Desde que se salvara de Afganistán, capitán."

—Tony...

"Había creído que jamás lo volvería a ver, hasta que el Director Fury lo trajo."

—¿Puedes decirme por qué no me ha querido hablar de ello?

"Me temo que me es imposible hablar acertadamente del asunto, capitán, pero le aseguro que hay algo más de por medio que se lo impide."

—Y creo saber qué es —el rubio asintió— Jarvis, necesito crema para mi tarta.

"Está por llegar a la torre, capitán."

Lo primero fue confirmar que Tony recordaba todo, cosa que no fue muy difícil porque si bien el millonario era un genio en todo lo relativo a inventos, números y esas cosas, cuando se trataba de relaciones humanas más bien era un completo desastre por lo despistado que era. Steve tuvo paciencia, mucha paciencia para no delatarse y asustarlo, entendiendo mejor esa expresión en sus ojos que gritaba por ayuda, porque lo salvara del pozo en donde se estaba ahogando.

—¿Café antes del desayuno?

—No soy nada sin café —replicó Tony sonriendo juguetón antes de beberse toda la taza— ¿Noticias de SHIELD sobre esos drones?

—Están investigando.

—O guardándonos secretos, Fury y Hill se piensan que usaré los drones para hacerme una suerte de armada que invada el mundo.

—Sabes que no.

—Claro que sí —el castaño desvió su mirada— Ya he probado que soy bueno haciendo armas que matan gente.

—Oppenheimer murió pensando lo mismo, solamente descubrió una fuente de energía que pretendía ser gratuita y más limpia que el uso del carbón —el capitán se acercó al otro— Justo como ahora lo hiciste, como siempre lo has hecho, Tony. Lo que inventas no está relacionado con el uso que la gente le da, tú no eres responsable por Obadiah, por HYDRA o por cualquiera que se vale de todo esto para lastimar a los demás. Nunca fue tu culpa.

Tony se alejó como si algo le quemara, mirándolo de arriba abajo con cierta extrañeza y nerviosismo.

—Lo sé, Cap.

—No, no lo sabes y necesitas que te lo digan.

—¿Estás bien?

—Yo sí, tú eres quien me necesita ¿no es así?

La huida sin más de quien podía enfrentar una horda de periodistas furiosos hizo sonreír al capitán. Tony estaba demasiado herido. Desde que supiera cómo habían usado sus inventos en la Guerra Civil se perdió en el alcohol y la culpa, verlo morir solamente empeoró su situación. Necesitaba de aliados y nadie mejor que una súper espía a quien no podías leer. Después de contarle todo a Natasha, recibir una mirada de escepticismo seguida de una maliciosa porque en el medio tuvo que aceptar que sí, además de recordar su vida pasada también recordaba que sentía algo por el millonario desde entonces que jamás murió, y que en su momento no pudo recuperar por todo lo que pasó, la rusa fue su cómplice.

—El Amigo de Hierro tiene algo extraño estos días —comentó Thor atacando la última ración de cereal— Se la ha pasado encerrado en su taller.

—Eso no tiene nada de raro —Clint negó, suspirando al ver que ya no había cereal.

—Lo tiene, Amigo de los Halcones, es un alma vieja que se siente atrapada.

—¿Alma vieja? —Steve parpadeó, dejando su periódico en la mesa para escuchar mejor.

—Sí, la llama de la vida solo puede encenderse una vez, luego entonces ese fuego puede sobrevivir por eones hasta que finalmente decide extinguirse o la voluntad de los dioses así lo pide.

—¿Y tú como sabes de eso? —preguntó Sam, aprovechando para robarle cereal.

Thor sonrió. —Soy el Hijo de Odín, reconozco a las almas viejas.

—¿Yo soy un alma vieja?

—No, Clint, eres un pajarraco que nadie quiere.

—Pues tú no te quedas atrás, Sam.

—Claro que no.

—Claro que sí.

Mientras esos dos volvían a discutir, Natasha intercambió una mirada con Steve, asintiendo luego antes de levantarse y comenzar su plan de conquista que consistía en tener más momentos a solas con Tony, para hablar, para acercarse. El mejor pretexto fue que su tableta se descompusiera misteriosamente, negándose a aceptar una nueva como primera opción del millonario.

—Hay nuevos modelos, Cap.

—Le tengo aprecio porque tú me la obsequiaste.

—Oh, vamos.

—Por favor.

Tony rodó sus ojos, tomando el trasto y llevándolo a su mesa, mientras la rusa ahuyentaba a todos los Vengadores dos pisos arriba y abajo, pidiéndole a Jarvis que bloqueara las salidas del taller aunque su creador le demandara abrir. Afortunadamente para el capitán, la inteligencia artificial era otro cómplice más que estaba bien dispuesto a rebelarse contra su amo por su felicidad.

—Gracias por cuidarme tanto, Tony.

—Bah. Solo no azotes esta cosa de nuevo que no resistirá ¿de acuerdo? Por algo sacamos del mercado este modelo. Frágil, las cosas frágiles no sirven.

—Eso es mentira.

—¿Ah? ¿De qué hablas, capipaleta?

—A veces, un corazón frágil es todo lo que el mundo necesita para ser salvado.

El millonario se detuvo unos segundos, mirándolo a través de sus lentes, volviendo a su labor con manos ya no tan seguras.

—Si tú lo dices.

—Me consta que fue un corazón roto lo que salvó a Timely.

Las herramientas cayeron de las manos de Tony, quien tragó saliva y se quitó sus lentes abriendo sus ojos de par en par como su boca que dejó caer, estupefacto. Steve se quedó muy quieto en su banquito, sin dejar de mirarlo con toda la determinación que podía su persona. El pecho del millonario subió y bajó por la respiración entrecortada, buscando ya una salida de su taller antes de que el rubio pudiera decir otra cosa que estaba evitando escuchar.

—Jarvis...

—No, Tony —el capitán se puso de pie— Le pedí que nos encerrara aquí.

—¡¿Qué?! —aquel corrió a su celular para llamar a Bruce, encontrando que casualmente solo entraba su buzón, lo mismo que con Clint o Sam, con Thor no había manera— ¿Qué... qué pretendes?

—Tony, jamás fue tu culpa.

—¡Sí que lo fue!

—Yo no supe reaccionar, tampoco entendía bien que estábamos sintiendo y con Fisk atacando lo único que deseaba era proteger Timely...

—No hables, ¡no hables!

—Tarde entendí que era porque en Timely estaba lo que más amaba.

Tony ya estaba estampado contra una de las paredes de cristal como un ciervo al que le han caído las luces de un auto. El capitán simplemente se acercó para hacer lo que siempre debió haber hecho: tomar su rostro entre sus manos y estamparle un beso. Quizá Jarvis disminuyó la iluminación muy a propósito, le pareció que estaban a penumbras cuando dejó esos labios jadeando como los suyos, pegando su frente contra la del castaño cuyas manos temblaron al sujetarse de su camisa.

—No lo hagas... no lo hagas... si vuelves a estar a mi lado...

—Ya no me perderás.

—Pasará de nuevo.

—No, Tony, ahora las cosas son diferentes. Allá no tuvimos la oportunidad que ahora tenemos, allá el tiempo estuvo en nuestra contra, ahora está a nuestro favor.

—Pero...

—Mírame, Tony, solo mírame —pidió Steve sosteniendo aún su rostro— Jamás te consideré como el responsable de todas esas muertes, tú no lo hiciste, nunca quisiste que fuese así. Te usaron, como me usaron a mí en el pasado. Pero ahora estamos libres de ello, ahora tenemos esta vida para ser felices y voy a pelear contra el mundo de ser necesario si no están de acuerdo.

—Pf —el millonario se limpió una lágrima— ¿Tú contra las leyes? Alguien llame al New York Times.

—Por ti, lo haría.

—¿Qué pasa...?

—¿Qué pasa si no pasa? —le cortó con una sonrisa— Y estás evadiendo el comentario que espero.

—¿Comentario? ¿De qué o qué?

—Sobre mi beso.

—¿Me besaste?

—¿Sí?

—No lo noté.

Al final, Jarvis terminó apagando todas las luces para evitar indiscreciones, al menos por las horas siguientes porque cuando los dos volvieron a la sala donde el resto de los Vengadores jugaba con la nueva consola, los aullidos, aplausos y silbidos no se hicieron esperar. Steve miró enfadado a Natasha quien ya había puesto al equipo al tanto del asunto para cerrarles el pico y que no fueran al taller. Tony lo tomó bien, regañando como siempre con una sonrisa diferente, más auténtica.


"¡ALERTA, VENGADORES! SITUACIÓN DE REHENES EN LAGOS."


—Vengadores —llamó Steve, tomando de la mano al millonario— ¡Reúnanse!

—No van a usar el canal de comunicación para sus arrumacos ¿verdad? —Clint hizo caras, luego asustándose cuando no escuchó la respuesta— ¿VERDAD?

—Un alma nueva no podría entender las necesidades de un alma vieja.

—¿Sabes, Thor? Hay momentos en la vida en las que es mejor quedarse callado.

—¡Niños! —amonestó Tony.

—¡SÍ, MAMÁ, YA VAMOS! —corearon todos.

Steve había creído que su sueño en el Ártico no había valido la pena, ahora estaba seguro de lo contrario. Había esperado por Tony, para alcanzarlo. Ya no lo separarían, esta vez no sería ni tan ingenuo ni tan ciego, tampoco tan cobarde ni temeroso. Una bala en el pecho, una caída de avión eran suficientes lecciones para entender que debía siempre pelear por lo que era más importante. Esa armadura volando por los cielos que protegía a su herrero, su genio, su millonario.

Su Tony.


F I N

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