Capítulo 4

Luan apenas tuvo concentración para repasar su conferencia esa noche, ya que su investigación sobre Caroline le robó por completo la cabeza. Al menos sabía algunas cosas sobre ella: tenía veintitrés años; residía en Ginebra con su novio ―sí, decían que tenía novio―; y había estudiado fotografía en Nueva York en la prestigiosa Universidad de Parsons. Fuera de eso, no se sabía mucho más. A diferencia de otras casas reales, la de Liechtenstein era muy discreta. Era un Estado diminuto, pero una de las familias con mejores finanzas.

Hastiado de su curiosidad, dejó el asunto así. Se sentía avergonzado. No quería tener más detalles sobre ella o su familia: no valía la pena. Finalmente, se quedó dormido y despertó bien temprano para releer un poco la conferencia que impartiría en el zoológico.

Estuvo listo a las siete de la mañana y se colocó un traje. Justin había quedado en pasar por él, pero un mensaje del norteamericano le hizo fruncir el ceño:
"Buenos días. Caroline finalmente viene con nosotros. Iremos en su coche. Nos vemos pronto".

Luan no supo por qué se agitó su corazón con aquel mensaje. Lo cierto es que estaba muy nervioso. Él la había invitado, pero no pensó que aceptaría, mucho menos luego de saber quién era. Creía que tendría mejores cosas que hacer. Al parecer, se había equivocado por completo.

Un hermoso auto de color azul eléctrico se estacionó frente al Hotel Astoria, donde estaba parando. La ventanilla del copiloto bajó dejando al descubierto el rostro sonriente de Justin.

―¡Sube a bordo, camarada!

Luan asintió y se sentó en la parte trasera. Para su sorpresa, la princesa estaba conduciendo. ¿Dónde estaría su equipo de seguridad? Lo descubrió muy pronto al comprender que un auto negro los seguía.

―Buenos días ―saludó Caroline. Tenía mejor cara.

―Buenos días, gracias por recogerme.

La joven habló poco; el silencio fue llenado por música clásica que era tan agradable como monótona. Luan bostezó par de veces y el viaje se le hizo interminable.

Caroline bajó del auto cuando llegaron al Sikypark en Crémines. La princesa llevaba unos jeans y un abrigo blanco de cuello alto; el cabello suelto, y unas botas negras, completaban todo su atavío. Luan se fijó en ella y advirtió que, salvo por unos sencillos pendientes, no llevaba otra joya.

―Es la primera vez que vengo a aquí ―apuntó la joven echando una ojeada.

―Yo también ―contestó Luan―. Este sitio es un parque de rescate para animales que no tienen cabida en otro sitio, incluyendo a grandes felinos como tigres y leones. Muchos son de la tercera edad; han sido rescatados de circos y zoológicos donde ya no pueden tenerlos ni darles la atención que necesitan.

―¡Excelente! ―exclamó Justin.

―Requieren de mucho cuidado y protección y aquí la encuentran. Los costos son altos, pues estos animales requieren de mayores recursos que uno sano o más joven. De no contar con sitios como este, su destino sería la muerte segura.

―¡Qué terrible! ―expresó Caroline conmovida.

―Así es.

La conversación se interrumpió cuando Charlotte y Charles se acercaron un poco. Por un momento Caroline había olvidado que le estaban pisando los talones. Luan levantó la mirada y los observó en silencio. Ya los conocía, y ahora entendía mejor su presencia.

Caroline se acercó a ellos para decirles que todo estaba bien, pero Charlotte le recordó que debían acompañarla y que aquello no era negociable. Carol asintió, pero al menos durante la conferencia de Luan estaría libre de su equipo de seguridad.

La chica regresó con sus amigos, estaba dispuesta a darle a Luan una explicación, pero él se encogió de hombros:

―Pueden pasar también, si lo desean ―le dijo lleno de buena voluntad.

Caroline asintió, pero la llegada de una nueva persona la distrajo de nuevo. Se trataba de Tomas Fischer, el director general del parque quien les dio una calurosa bienvenida.

―Es un placer recibirlo, señor Edwards. Nuestra junta directiva y demás trabajadores están aguardando ansiosos por su conferencia. Esperamos que haya tenido un buen viaje.

―Muchas gracias, así fue. Es un honor para mí estar aquí con ustedes. Les presento a mis amigos... ―Luan hizo la consabida presentación, pero al no mencionar el título de la princesa, Fisher no se percató de su identidad y saludó con normalidad.

Sin embargo, Charlotte se encaminó para hablar con el director de la institución y solicitarle realizar una pequeña inspección previa. La petición la hizo en privado y a par de metros de distancia de los otros, pero el rostro de Caroline se ruborizó. Esta vez, sí se forzó a hablar.

―Luan, es probable que mi presencia perjudique un poco tu conferencia. Lo siento, debí haberlo pensado mejor antes de venir.

Él se encogió de hombros con naturalidad, y le sonrió.

―No hay problema. Es la primera vez que conozco a alguien de la familia real ―apuntó―. Antes solo conocía a la del Rey León ―añadió divertido, haciendo alusión a su trabajo con los grandes depredadores.

Carol sonrió, pero también estaba sorprendida.

―¿Cómo...? ―No terminó la frase, pero Luan la comprendió perfectamente.

―Google ―le respondió con sinceridad y volvió a reír.

La naturalidad de aquel hombre la estaba dejando sin palabras, así que apenas pudo hilvanar una respuesta. Justin, a su lado, le guiñó un ojo, y ella se ruborizó.

La escena se desvaneció cuando entraron al edificio y les presentaron al resto de la junta directiva del parque. Para su suerte, la atención se centró en Luan, como debía ser, y una vez que su equipo de seguridad revisó el lugar con discreción, pudieron finalmente entrar al salón de conferencias.

Tomaron asiento, era un local pequeño. Luan fue presentado una vez más como una "prometedora promesa de la investigación en Pretoria" y un "experto en grandes felinos". La princesa advirtió que el invitado estaba algo nervioso, pero una vez que se aclaró la garganta y comenzó a proyectar las diapositivas, el temor dio paso a su locuacidad y gran dominio sobre el tema.

―Quiero agradecer nuevamente por la oportunidad que me han bridado. A Sikypark y a Timbavati los une la protección de la biovidersidad, así que me siento como en casa esta mañana. Muchas gracias ―repitió con su espléndida sonrisa.

―Es guapo e inteligente ―le dijo Jus al oído con una sonrisa.

―Cállate ―sonrió Caroline. Se había vuelto a ruborizar, pero más que nada quería prestarle atención.

―Los mecanismos reproductivos son enormemente diversos y difieren entre las especies ―comenzó Luan―. A pesar de ello, todas las formas de vida actuales tienen un origen único, lo que se manifiesta por tener todas, un mismo código genético. Sobre la base de toda esta diversidad molecular, celular, de sistemas y de organismos, cabe preguntarnos, ¿qué amenazas tiene la diversidad biológica y qué podemos hacer para frenarla? ¿Qué se puede hacer en el área específica de grandes felinos y en el caso especial de los leones? A esto, señores, he dedicado los últimos años de trabajo e investigación. Los principales factores, que inciden en la pérdida de la biodiversidad son la fragmentación y pérdida del hábitat; la caza indiscriminada; la sobre-explotación, la contaminación ambiental y el cambio climático ―prosiguió―. Estamos de acuerdo en que la mejor estrategia para la conservación de la diversidad biológica es la preservación del medio natural, aunque no siempre es la causa del declive de ciertas poblaciones. La conservación del hábitat, también llamada conservación in situ, puede complementarse con otras acciones de conservación que impliquen actuaciones más directas sobre las especies, obteniendo y usando materiales bilógicos, aunque esto no sea una tarea sencilla. Se requieren de muchos recursos, capacitación y estudio para formar científicos que puedan llevar esta tarea adelante.

Luan tomó el cursor y colocó en pantalla la imagen de un cazador junto al cadáver de un león. Lo exhibía como un trofeo, y sonreía lleno de orgullo, todavía con el rifle en la mano. Caroline sintió un escalofrío nada más de ver aquella instantánea. ¿Cómo era posible que se cometieran actos así?

―Las poblaciones de leones han sufrido un descenso estremecedor ―explicó―. En el último siglo, han desaparecido más del noventa por ciento de su área de distribución histórica en África. Solo en los últimos veinticinco años, su población ha quedado reducida a casi la mitad de lo que era. Las granjas de cría de leones para la caza enlatada, son un gran problema que debe erradicarse. No basta únicamente con los esfuerzos científicos para salvar la especie, es importante también la voluntad política y el apoyo de la sociedad civil para destruir un cruel negocio. La mayoría de los especímenes en Sudáfrica se encuentran en cautiverio con el fin de morir a manos de un cazador; solo un tercio de ellos tiene la fortuna de hallarse en refugios naturales. Timbavati es uno de ellos ―aseguró.

En la pantalla se observó esta vez un hermoso león de color blanco y ojos dorados.

―Los leones blancos, encontrados por primera vez en la zona de Timbavati, son considerados sagrados por los pobladores. Parte del trabajo que desarrollamos en la Universidad de Pretoria y en la reserva está encaminado a lograr una inseminación efectiva de una hembra con el semen de este hermoso ejemplar. Su nombre es Oliver ―añadió con una sonrisa.

―¡Qué hermoso! ―exclamó Caroline.

―¿Luan? ―preguntó Justin por fastidiar.
La princesa lo reprendió con la mirada.

―Me refería al león ―respondió, aunque le parecía que resultaba más que evidente.

―Aunque los leones se reproducen bastante bien en cautiverio ―continuó el biólogo―, la población silvestre está muy fragmentada y sufre de un aislamiento progresivo. La inseminación artificial puede ser útil para evitar los efectos de la consanguinidad y lograr obtener poblaciones más sanas y mayores ejemplares de leones blancos, que son tan escasos en el mundo. Con ese propósito, en la Universidad de Pretoria hemos diseñado un protocolo para la inseminación artificial de leones. Aunque hay experiencias satisfactorias en felinos como tigres, pumas, guepardos, y otros, no resulta igual en el caso de los leones por lo que se trata de algo novedoso en el mundo. Los protocolos suponen una alternativa no quirúrgica a las vías de fecundación empleadas hasta ahora, mucho más invasivas porque generaban el embrión fuera del animal. Nosotros lo que pretendemos es recoger el semen de un león macho, anestesiar a la hembra y depositarlo en ella mediante un catéter. Es un procedimiento poco invasivo para el animal y con apenas efectos secundarios. Sin embargo, también desarrollamos un protocolo para la ovulación, ya que no basta con introducir el semen si la hembra no ha ovulado. Como pueden apreciar, es un proceso complejo, pero que puede lograrse. Queremos usar este protocolo como punto de partida para otras especies que lo necesiten incluso más que los leones. Timbavati nos ha proporcionado una amplia población para hacer nuestros estudios, con la esperanza de que, dentro de unos meses, el trabajo de más de un año obtenga los resultados esperados.

Luan continuó hablando un poco más, pero a Caroline le quedó claro que su trabajo era muy importante. Las imágenes de los leones de Timbavati llegaron a su corazón, y se sintió cada vez más convencida de emprender aquel viaje con Justin. Era una locura, pero jamás se había sentido tan viva. Lo haría por sí misma, y no por Franz. Tras la conferencia de Luan, lo tenía claro.

La junta directiva y demás presentes aplaudieron al joven especialista, y fue el propio Thomas Fisher quien habló durante unos minutos sobre el parque, su origen y sus propósitos. La institución alojaba a más de 550 animales de 74 especies de diferentes lugares del mundo.

―Mediante juegos y actividades, nuestro equipo de cuidadores les muestra a los niños y las familias las increíbles destrezas de nuestros compañeros del bosque. Tenemos parques infantiles, una escuela de tigres blancos, un entrenamiento de vuelo con aves durante el verano, un aviario y muchos animales de granja. También tenemos a un león blanco, señor Edwards. Estoy convencido de que le encantará conocerlo...

El aludido asintió, sin duda tenía mucho interés. Una parte de los presentes, incluyendo a Caroline, Justin y Luan, dieron un paseo por el parque mientras un guía especializado les iba mostrando los lugares de interés. Subieron a bordo del Siky Express, un pequeño tren que recorría el centro del zoológico. Durante el trayecto pudieron ver a suricatas y monos capuchinos.

―¡Qué divinos! ―exclamó Justin riendo al ver a una suricata comer.

Caroline permaneció en silencio, aunque estaba disfrutando bastante del paseo. Aún no le había dicho a Luan lo mucho que le había gustado su conferencia. Él parecía ignorarla, al menos no le había hablado tampoco.

Luego de recorrer algunos sitios, llegaron al área donde se encontraba una majestuosa pareja de leones blancos: Zumba y Timba, un macho y una hembra. Los vieron a través del cristal. Era un área amplia con vegetación y los felinos descansaban apaciblemente.

―¡Son preciosos! ―exclamó Luan, quien siempre sonreía al ver a un león por muy acostumbrado que estuviese.

―Fueron rescatados y aquí tienen todo lo que necesitan ―les contó el guía.

―Hermosos ―apoyó Caroline en voz más baja, mientras veía al par de ejemplares.

Cuando terminaron el recorrido fueron invitados a una comida en la terraza del restaurante que tenía vista al parque. Todos lo agradecieron pues tenían algo de hambre. Thomas Fischer volvió a reunirse con ellos y aunque no comió, intercambió algunas palabras con los invitados. Luan prometió que volvería siempre que estuviera en Suiza, y con esa promesa el director estrechó su diestra y se despidió de los demás presentes.

―Iré un momento al baño ―anunció Jus antes de levantarse.

Caroline levantó la mirada de su teléfono y observó que su equipo de seguridad se encontraba a unos metros de distancia.

―¿Es un donativo? ―La pregunta de Luan la sorprendió. Al parecer el biólogo no había podido evitar mirar a la pantalla de su teléfono mientras estaba distraída.

La princesa se encogió de hombros, restándole importancia al asunto.

―Ellos lo necesitan. Su labor es importante ―afirmó.

El parque precisaba de donativos para subsistir y continuar brindándole un hogar a tantas especies amenazadas. Por tal motivo había habilitado varías vías desde su página web para efectuarlos. Caroline no había perdido la oportunidad de ser generosa, pero no buscaba crédito alguno, mucho menos la admiración de Luan.

―Me pareció magnífica tu conferencia ―dijo al fin para variar el tema de conversación y una vez realizada la transacción.

―Me alegra que te haya gustado. ―La sonrisa de Luan era realmente amplia y muy atractiva.

―Es imposible no sentirse conmovido con tus palabras, a pesar incluso del lenguaje científico. Posees un gran don para explicar y que parezca sencillo.

―Gracias. Caroline... ―Se detuvo―. ¿Puedo llamarte así?

―¿De qué otra manera podrías llamarme? ―Ella rehusaba todo tratamiento real.

―Tienes razón. Solo quería disculparme por lo sucedido en la noche de tu exposición. No sabía que hablaba con la artista.

Ella negó con la cabeza. Tristes recuerdos la rondaban cuando le mencionaban esa noche.

―Fuiste honesto. No puedes disculparte por tu sinceridad.

―Tal vez estaba equivocado ―respondió él―. No sé nada de arte.

―Varios críticos coincidieron contigo. Las emociones no se pueden forzar ―apuntó―. Las fotos impresionan o no. A ti no te impresionaron...

―Me impresionaste tú. ―Y cuando lo dijo la estaba mirando directamente a los ojos.

Caroline sintió un escalofrío, pero la llegada de Justin la libró de responder. Nunca antes había agradecido tanto su interrupción. No se había sentido incómoda por el halago, pero sí estaba nerviosa como una jovencita en su primera cita. ¿De dónde había salido todo aquello? Caroline ahogó su sobresalto con un sorbo de zumo y no volvió a mirar a Luan a los ojos por el resto de la tarde.

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