Capítulo 39
Ginebra, junio de 2018.
Caroline tuvo semanas de mucho trabajo. Ayudaba a Justin en el ajuste de la narración del documental, mientras recibía clases con un actor de doblaje y un locutor. Luego debió grabar en una cabina durante varios días. El resultado había satisfecho al director, quien la felicitó emocionado.
―¡Sabía que lo harías genial! ―exclamó Jus con los ojos brillantes cuando la escuchó por primera vez.
―Gracias, Jus. Ha sido todo un reto para mí...
―Pero lo has hecho y muy bien, Caroline. Puedes estar orgullosa de ti misma. Ahora tendré que ponerme manos a la obra para terminar de editar el documental. Quiero contarte que su premier será aquí en Ginebra el diez de agosto.
―¿Y por qué ese día? ―preguntó Caroline con curiosidad. Faltaban dos meses aún.
―Porque es el Día Internacional del León. ¿Qué mejor manera de conmemorarlo que esta?
―Tienes razón, es una idea maravillosa ―respondió la princesa.
―Y quiero que ese día, antes de la presentación del documental, hagas una firma de libros.
―Jus, ni siquiera he podido terminar de editar las fotos, ¡mucho menos de publicar el libro!
―Pues es momento de que te encargues de ello, pues esa noche presentaremos el libro y el documental, ambos con tu sello y amor hacia Timbavati.
Caroline permaneció perdida en sus pensamientos, recordando a Luan... A veces compartían algún mensaje escueto para saber de sus vidas, pero no había palabras de amor. Luan estaba decidido a dejar las cosas como estaban, y Caroline no se sentía con el valor de presionarlo en otra dirección. Su lejanía hacía que Luan, cada día, la comprendiera menos, y ella tampoco le había vuelto a hablar de regresar. Se sentía tan mal de hablar de eso con alguien que ni siquiera le decía que la amaba.
―¡Hey! ―Justin chasqueó sus dedos―. Despierte, su Alteza. Imagino en qué estaría pensando... Por cierto, voy a invitar a Luan a la presentación del documental y del libro. ¡Tiene que estar aquí!
―Dudo que acepte, por los bebés.
―Para entonces tendrán casi seis meses, no tiene excusa. Estoy seguro de que vendrá, Caroline.
Ella movió la cabeza, no estaba tan convencida. Luan se estaba convirtiendo casi en un imposible, y a pesar de ello continuaba firme en su resolución de hacer las cosas bien. Seguiría adelante con sus proyectos, fundaría la ONG... Con vistas a esa cuestión, se entrevistaría con un abogado para ver los detalles del proceso.
―Hablaremos luego, Jus. Tengo una entrevista con el abogado que me está asesorando respecto a la organización. Me ha ayudado a redactar su objeto social, y un proyecto de estatutos.
―Eso es bueno, Carol. ¡Te deseo muchos éxitos! ―Jus la abrazó―. Sabes que parte de mis ganancias con el documental irán directamente a la organización.
―Gracias, Jus.
―¿Has pensado en otras maneras de lograr ingresos?
―Sí ―afirmó la joven―. He hablado con un diseñador para realizar una página web. También abriremos un canal de YouTube. El de Luan ha tenido mucho éxito, y otro sobre Timbavati y los resultados de las investigaciones correrá con la misma suerte. Los ingresos que obtenga con mi libro de fotografías y otras fotos que en el futuro haga, también irán destinados a la ONG. En la página web se habilitará una manera para realizar donaciones. He visto una fórmula muy hermosa para captar dinero, y es adoptando virtualmente a un animal. Las personas eligen uno, se les envía un certificado y foto del mismo, con algún obsequio, a cambio de su "adopción".
―Has pensado en muchas cosas, Carol. Estoy orgulloso de ti. Y me encantará adoptar a un elefante ―añadió mientras batía palmas.
Caroline le dio un beso y finalmente se despidió para marcharse a su junta. Fundar una ONG requería de diversos pasos: entre ellos definir la causa social, y elaborar los estatutos. Por último, el acta fundacional y la inscripción en el registro correspondiente.
La princesa había estudiado mucho cómo llevar el proyecto a la práctica. La idea era que la organización financiara un proyecto de reproducción asistida y estudio genético de poblaciones en Timbavati y el parque Kruger, en función de la conservación de la biodiversidad. Esa sería el objeto social de su organización.
A fin de obtener mayor claridad sobre su trabajo, estuvo hablando con investigadores de Suiza, ambientalistas y académicos. Su padre había movido sus hilos para obtener donaciones, aunque la propia Caroline iba a entrar en la organización con una importante aportación monetaria.
La joven arribó a la oficina del despacho del abogado, Günther Wilkes, un hombre de mediana edad muy amable. Luego de estrechar su mano y de invitarla a sentar, el abogado le pasó copia de los documentos, tanto la causa social como los estatutos. Faltaba por decidir quiénes ocuparían los puestos de dirección, aunque lo más lógico es que fuera la propia Caroline quien presidiera la organización.
―Mi oficina se ha encargado de establecer diálogo con el gobierno de la provincia de Mpumalanga y con el Parque Kruger. Tanto el gobierno como la dirección del parque están emocionados con la posibilidad de que se cree la fundación y no han puesto ninguna objeción en desarrollar acciones de reproducción asistida y estudios genéticos en sus poblaciones.
―Son excelentes noticias ―respondió Caroline.
―Sin duda. Sin embargo, pienso que es conveniente hacer lo mismo con la Asociación de Propietarios de Timbavati, como le dije en una ocasión. Me he abstenido de hacerlo puesto que me pidió ocuparse personalmente de la reserva.
―Así es. ―Caroline no quería que Luan se enterara hasta su debido tiempo―. Hablaré con uno de los asociados quien buscará el apoyo del resto.
―También sería bueno que la Universidad de Pretoria participara en esto ―apuntó el abogado―. Tengo entendido que, antes del sabotaje, el señor Edwards había recibido parte de su financiamiento a través de la Universidad. El apoyo científico que podría dar a la organización será invaluable.
―Tiene razón. ―asintió Caroline―, me ocuparé de ello también.
―Aquí tiene los documentos por si necesitan revisarlos. Una vez que se pongan de acuerdo, necesitaríamos los nombres de los fundadores, sus datos personales, residencia, y demás generales, para proceder a la redacción del acta fundacional por parte del notario y luego su inscripción en el registro.
―De acuerdo.
Caroline discutió par de ideas con el abogado, hasta que finalmente se marchó. La princesa se dirigió al departamento que había rentado, se dejó caer sobre el sofá y llamó a Kande. No había dejado de tener comunicación con ella en todo este tiempo, pero no le había hablado del proyecto que deseaba desarrollar. Sin embargo, era momento de hacerlo, puesto que necesitaría del apoyo de ellos, en especial de Quentin como miembro de la Asociación.
Timbavati
Kande se puso feliz cuando vio la videollamada entrante, y de inmediato la aceptó. Caroline sonrió cuando vio la dulce expresión de su suegra, ¡la echaba mucho de menos!
―¡Carol! ¡Me alegra tanto tener noticias tuyas!
―A mí también, Kande. Sobre todo, porque llamo con buenas noticias.
―¿Significa eso que regresas?
―En agosto, si todo sale como espero ―respondió la princesa nerviosa―. ¿Está Luan allí?
―No ―respondió la mujer―. Está en su casa, con los chicos. ¡Han crecido bastante!
―Los sigo en el canal de YouTube. Son mi gran alegría, Kande ―dijo con cierta nostalgia―. Por otra parte, me alegra que Luan no esté allí, porque quiero hablarle del proyecto que tengo. Cuando me fui de Timbavati llegué al acuerdo con mis padres de estar seis meses en Europa, pero que, durante este tiempo, me encargaría de diseñar las bases para una ONG que financie un proyecto de técnicas de reproducción asistida y estudios genéticos en la población de Timbavati y el Parque Kruger.
―¡Oh, Caroline! ―exclamó Kande llevándose una mano a los labios―. Esto es algo importante, hija.
―Sí. ―Caroline sonrió con orgullo. ―Tenemos el visto bueno de la provincia y el Parque Kruger, pero necesito de la Asociación de propietarios.
―Llamaré a Quentin de inmediato, Carol. ¡Estoy tan feliz de escuchar esto! Siempre supe que estabas enamorada de Luan, y que buscarías la manera de ayudarlo, pero esto ha sido más de lo que imaginé...
―No es solo por Luan ―explicó―. Es también por Timbavati.
Kande asintió y comenzó a llamar a su marido a gritos, algo que nunca hacía. Fue por eso que Quentin corrió alarmado, creyendo que le sucedía algo. Para su sorpresa, se topó con Caroline en la pantalla de su Tablet, y luego de saludarla, fue su mujer quien le explicó la importancia del proyecto.
―¡Es maravilloso! ―dijo Quentin al fin.
―¿Cree que exista algún problema?
―No lo hubo cuando Luan solicitó el permiso para hacer su clínica. No creo que ahora tampoco haya. La comunidad se ha quedado realmente afectada tras las acciones de Tina. No has estado aquí, pero la repercusión del caso ha sido enorme, por todos los medios, y se espera que en juicio reciba su merecido.
―Se lo buscó con su crimen ―respondió Caroline. Si no hubiese sido por ella, Luan no lo habría perdido todo ni ella hubiese tenido que marcharse de Timbavati como lo había hecho―. Quentin, dos amigos de la familia, suizos, van a entrar a la organización como fundadores y van a aportar capital, yo también lo haré. Si alguien de la Asociación deseara pertenecer a la organización, es bienvenido. No es necesario un aporte.
Quentin se quedó pensando por unos instantes.
―Yo soy miembro de la Asociación y también me encantaría pertenecer a la ONG, Carol. Tengo algunos ahorros, que Luan no aceptó por orgullo, pero que quisiera destinar a este proyecto.
Caroline sabía que no era necesario, pero no quiso dejar de aceptar lo que su suegro tenía para ofrecer. El gesto le llegó al corazón, simplemente le dio las gracias y añadió que le encantaría que trabajaran juntos.
―¿Quién va a dirigir la ONG? ―preguntó Quentin.
―En principio yo ―repuso la princesa―, salvo en el aspecto científico que correría por cuenta de Luan y sus investigadores. Nosotros solo apoyaríamos económicamente el proyecto y buscaríamos maneras de financiación, haríamos capacitación comunitaria y educación ambiental, y tareas de esa clase. Sin embargo, mi presidencia dependería de... ―no sabía cómo decirlo―, de si Luan y yo tenemos una oportunidad. La ONG se creará de una manera u otra, sin importar nada más, pero no estoy convencida de presidirla yo, si él ya no me desea a su lado. No tendría ningún sentido.
Quentin y Kande se miraron a los ojos, no sabían qué responder. Luan había sido muy hermético respecto a Caroline en las últimas semanas.
―Confío en que todo salga bien ―respondió Kande.
―Es por eso que le pido que no le digan nada de esto a Luan aún, ni mucho menos que yo estoy involucrada. Necesitamos, en algún momento, hablar sobre nosotros, pero para ello no puede confundirse una cosa con la otra. La ONG es un proyecto necesario, importante, que existirá independientemente de nuestro amor. No quiero que Luan se sienta presionado de alguna manera con ello. No pretendo mezclar los sentimientos con el trabajo.
―Te comprendo, Caroline ―contestó Quentin―, y te prometemos que lo haremos así. Espero que pronto puedan conversar y arreglar las cosas. Estoy convencido de que Luan sigue muy enamorado de ti.
―Gracias, Quentin. Necesitaría también de ustedes el contacto del tutor de Luan, para comunicarme con los investigadores de la Universidad de Pretoria, con suma discreción.
Quentin acordó en que se lo proporcionaría.
―Por último, Quentin, quería contarles que el diez de agosto será la presentación del documental de Justin en Ginebra, conmemorando el Día Internacional del león.
―¡Una excelente idea! ―exclamó Kande.
―Nosotros quisiéramos que Luan estuviera presente... ―añadió nerviosa―, y creo que sería una buena oportunidad para que él y yo... ―comenzaba a temblar― hablemos.
―Nos encargaremos de comprar su pasaje ―respondió Quentin― y de reservar un hotel.
―No se preocupe, yo pagaré el pasaje, aunque no se lo diga, por favor. Respecto al hotel, puede quedarse en casa de Justin. Él ya lo sabe y más adelante le escribirá para invitarlo formalmente. Solo quisiera que me ayudaran con Luan. Tengo miedo de que finalmente no asista a causa de los cachorros.
―Asistirá, sin duda alguna ―le aseguró Kande―. Nosotros nos quedaremos en Timbavati para cuidarlos, y te prometemos que Luan irá en ese vuelo.
―Gracias, Kande. Gracias, Quentin. ¡Nos hablamos pronto! ―Caroline les lanzó un beso, mucho más tranquila, y terminó la videollamada cuando sus suegros también se despidieron.
Kande miró a su marido con una sonrisa en los labios:
―¿No te dije que ella lo amaba y que incluso desde la distancia haría todo lo posible por ayudarlo?
Quentin le dio un beso en la cabeza a su esposa.
―Bien que lo dijiste, mujer. Como siempre tenías razón. Espero que todo salga bien para ellos.
―Yo también lo espero ―dijo Kande de corazón―, y sé que así será. Tengo un buen presentimiento acerca de esto.
Quentin la abrazó.
―Si tienes un buen presentimiento, es que en efecto todo irá bien.
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