Capítulo 38

Ginebra, Suiza.

Caroline llegó al departamento de Justin, recordando las veces que se encontró con Luan allí. Parecía que hacía mucho tiempo, y apenas eran unos meses. Había vivido intensamente, y eso en ocasiones nos hace creer que la vida trascurre demasiado aprisa..

―¡Jus! ―gritó la princesa al abrazarlo. El director reciprocó su gesto de cariño, pero Caroline enseguida le permitió a Charlie que se reencontrara con su novio. Llevaban días esperando por ello y Carol no quería arruinarles el momento.

Justin, tan escandaloso como solía ser, lo llenó de besos y lo hizo entrar con una nalgada en el trasero que lo ruborizó. Charlie miró a ambos lados asegurándose que no hubiese vecinos mirando, y finalmente entró.

Jus les sirvió un poco de zumo y galletas, su despensa estaba vacía pues acababa casi de llegar.

―¡Los extrañé!

―Y nosotros a ti, Jus ―respondió Caroline―. ¿Cómo está Luan? ¿Y los cachorros?

―Todos están bien.

―No quiere hablar de mí, ¿cierto?

―Habla poco ―reconoció―, pero es porque le duele. Cree que… Ya sabes, Caroline, no piensa que tengas una buena justificación para estar lejos de él en un momento así. Si fuera tú, le diría la verdad.

Caroline se quedó en silencio. El proyecto de la ONG continuaba siendo solo eso: un proyecto, y no quería adelantar nada por el momento. Él no lo entendería, o se opondría a ello.

―Tengo algo que contarte… ―prosiguió Jus con gran seriedad.

―¿Qué?

―Aprehendieron a la verdadera responsable del sabotaje.

―¿Por qué dices “la”? ¿Es una mujer? ―Caroline frunció el ceño pensando en la única persona que la parecía capaz de hacer algo así.

―Tina.

―¡Qué horror! ¿Cómo pudo hacerle eso Luan? ¿Entonces no fue su padre?

―El viejo, a pesar de ser racista, ama a los animales ―respondió―. Su hija es la loca en toda esta historia.

Charlie se disculpó para salir a hacer unas compras de comida. Jus se lo agradeció y aprovechó el momento a solas para contarle con lujo de detalles a Caroline lo que había sucedido aquel día en casa de Luan.

―Pobre Luan. ¡Qué decepción! Él la quiso y confiaba en ella como amiga…
―La princesa estaba atónita. Aunque no le agradaba Tina, jamás hubiese esperado que fuese alguien sin corazón. Pretender matar a una leona embarazada solo podría ser obra de una demente.

―Luan ha recibido una decepción tras otra. Empezando por tu partida. No eres una criminal, Caroline, pero sí una mentirosa al no contarle tus motivos ―le recriminó Justin.

―No me digas eso… ―Los ojos se le llenaron de lágrimas. No podía compararla con Tina, aunque lo hubiese dejado solo y no le hubiese dicho la verdad.

―Lo siento, perdóname. ―Jus corrió a abrazarla―. Sé que tienes tus motivos para no decirle aún.

―Espero que cuando sepa no sea muy tarde ―confesó―. Pero ahora cuéntame de Tina. ¡Sigo sin poder creerlo!

Justin continuó hablando de lo que sabía: de la fianza que había pagado su padre para que pasara el proceso en libertad, de los cargos que enfrentaría, y de cómo la noticia se había convertido en titular de los espacios informativos y periodísticos.

―Timothy ha perdido prestigio, y su hija ha echado a perder su vida por un delirio de su cabeza… La parte positiva es que Luan ha recibido ayuda de la provincia para limpiar y restaurar un poco la clínica. Ya sabemos que no podrá trabajar más hasta que tenga una buena donación, pero al menos mejorar su situación.

―Me alegro mucho. ―Caroline se perdió en sus pensamientos. Lo echaba mucho de menos y daría cualquier cosa por estar a su lado, por ver a los cachorros, charlar con Kande y vivir en Timbavati con todos ellos.

―Hay algo más que quiero decirte. ―Acto seguido el director le compartió un enlace que conducía a un canal de YouTube―. Es un canal que le creé a Luan para que subiera videos sobre el crecimiento de los cachorros. Apenas ha subido tres y el último ya tiene miles de visualizaciones.

El rostro de Caroline se iluminó. Tomó su teléfono en las manos y comenzó a ver los videos. En el primero de ellos aparecía Luan, explicando cómo habían sido concebidos y todo lo que tuvieron que pasar antes de nacer. Como el caso del sabotaje era conocido en los medios de Sudáfrica, muchas personas se habían acercado al canal, agradeciendo saber que los cachorros estaban bien. En ese mismo video, Luan mostraba a cada uno y explicaba el nombre que tenían:

―Él es Simba ―dijo―. Fue el primero en nacer. Sí, ya sé que es un nombre nada imaginativo, pero me encanta. Es el indicado para él, y la persona que se lo puso acertó…

Caroline sabía que se refería a ella. Le dolió un poco saber que ella era esa “persona” y no su novia.

―Yo le puse el nombre ―le contó a Jus.

―Lo sé.

―El más grande de los tres ―continuó Luan―, es Sneeu. Para los que no saben, significa “nieve” en afrikáans. Es un león blanco. Su color se debe a la mutación de un gen, no porque sea albino como muchos creen. Una de las razones por las cuales decidí llevar acabo la inseminación de leones fue precisamente para intentar obtener leones blancos, que son muy escasos. La madre de los cachorros es dorada, pero el padre es un ejemplar blanco que vive en Timbavati y se llama Oliver. Y la más pequeña ―dijo señalando a la leona―, es Caroline, nuestra princesa. Lleva el nombre de mi novia.

Fue en ese momento que Caroline soltó el teléfono, el cual salió disparado directo al suelo. Por fortuna no se rompió.

―¡Dijo novia! ―gritó.

―Sí, ya cállate ―se burló Justin―, pareces adolescente.

Jus debió soportar que Caroline reprodujese el metraje todas las veces que quiso. El propio Luan, una vez dicho esa frase, parecía sorprenderse de su desliz, pero jamás se retractó. ¡Caroline se sintió tan feliz por aquel detalle que no podía estarse quieta!

―¡Qué gran idea has tenido con esto, Jus! Será tan bueno para mí saber de los cachorros y de Luan…. ¡Y ha dicho “mi novia”! Es lo mejor de todo.

―Sabes que tengo grandes ideas, Alteza, y una de esas ideas tiene que ver contigo…

―¿Cuál idea es esa? Yo por ejemplo tengo una: ponerte una multa cada vez que me llames Alteza.

Justin se rio.

―¿Tan poco dinero tienes que necesitas recaudar así? ―se quejó―. Bueno, eso no importa. Pongámonos serios pues quiero hablar de trabajo ahora.

―Adelante.

―Dentro de poco iniciaremos con el proceso de edición del documental. Hay una parte importante que es el narrador. O, mejor dicho, la narradora.

―No te entiendo, Jus…

―Siempre pensé contratar a un locutor profesional para que narrara el documental. Su voz se proyectaría en off, ya sabes. Sin embargo, he tenido una idea mejor: quiero que seas tú quien lo narre.

―Ahora sí sé que estás completamente loco. ¿Cómo voy a narrar el documental? ¡Jus, no sé nada de eso! ―expresó.

―Eso no importa, aprenderás un poco antes las técnicas, y el resto es el corazón que le pongas al proyecto. Nadie como tú podrá narrar esto, créeme. Además, tienes una voz hermosa. Siempre quise para mi documental algo diferente, y lo cierto es que generalmente son voces masculinas las que narran este tipo de producto audiovisal. ¿Por qué? Eso no tiene sentido, las mujeres también son capaces de hacerlo, y tienes un timbre de voz precioso. Piensa lo sorprendido que quedará Luan cuando te escuche hablar de Timbavati, de él y sus leones…

Fue con ese último argumento que Caroline se sentó y comenzó a entrar en razones. No estaba decidida, pero… ¡Quería demostrarle a Luan cuán implicada estaba con Timbavati, con su proyecto, con su vida!

―Necesitaré de clases para ello, Jus ―dijo al fin―. Y tenemos que preparar un guión.

―Eva, tú y yo nos encargaremos de escribirlo, con base al script original. Quiero cambiar algunas cosas, debe ser emotivo, debe calar en los corazones de las personas… ¡No puede ser un documental más sobre leones!

―Eres todo un artista, Jus, y te amo por eso ―confesó―. Solo tú eres capaz de sacarme de mi zona de confort y hacerme participar en algo así. Pondré todo mi empeño para que quede a la altura del gran documental que has hecho.

―Que hicimos, querrás decir ―le rectificó él―, y sé que lo harás genial. Tienes talento, Carol, pero debes confiar más en ti misma, y confiar en Luan también. Lo que ustedes tienen sobrevivirá cualquier prueba, por difícil que sea.

―Ojalá que en esa parte tengas razón.

―Yo siempre tengo la razón, cariño. Es parte de mi encanto.

Caroline se rio con sus ocurrencias.

―Eres único.

―Eso también es verdad.

La charla se interrumpió cuando apareció Charlie con varias bolsas de comida y lo que era mejor: dispuesto a cocinar. Jus no sabía de sus talentos culinarios, pero quedó impresionado cuando probó aquel exquisito risotto que preparó para la cena. Bromeó diciendo que ahora sí podrían vivir juntos. Charlie se ruborizó por completo, pero no lo contradijo, y Carol observó con satisfacción que sus amigos estaban próximos a dar ese paso tan importante.

Comieron los tres juntos, hablando todavía de Timbavati y de los planes que saldrían a partir de ese momento. Caroline le contó a Jus que había comenzado a trabajar en sus fotografías y que publicaría con libro con ellas. Tal y como le había recomendado Max, las ganancias de aquella obra irían directamente a los fondos de la fundación cuando se creara.

Ese proyecto, unido al de prestar su voz a la narración del documental y de ayudar a la fundación de la ONG, la mantendrían ocupada en los siguientes meses… Aquello le parecía un tiempo demasiado largo, pero, ¿de qué otra manera sobreviviría sino era haciendo algo útil por sí misma y los demás?

Luego de cenar, Carol se despidió. Se marcharía con el segundo al mando de su equipo para que Charlie pudiese pasar la noche con Jus. El jefe de seguridad ya le había hablado de sustitución y Caroline le prometió encargarse personalmente de buscarle un buen empleo y de darle las mejores recomendaciones.

―Compórtense ―le dijo a Jus riendo.

Su amigo sonrió de oreja a oreja, sacudió la cabeza, pero no dijo nada. Estaba feliz de estar con Charlie de nuevo, solo deseaba esa misma felicidad para Caroline. ¿Era tan complicada de obtener?

―Escríbele, Carol. ―Fue lo único que le recomendó. Ambos sabían a quién se refería.

La princesa solo le dio un abrazo y luego se marchó a su hotel. Continuaba sin tener casa propia, y tampoco le apetecía comprar nada. Su sueño continuaba siendo regresar a Timbavati. Tal vez rentara un departamento, pero no adquirir un hogar…

Se sentía sola. Se acostó en su cama y volvió a mirar los videos de Luan. Sonreía a la pantalla como si él pudiera verla, aunque el corazón no dejaba de dolerle. Era una sensación extraña de angustia por no poder estar, y alegría por al menos ser parte de sus días, aunque fuera desde la distancia. No lo dudó más y comenzó a escribir un mensaje, tal como le había recomendado Jus:

“Hola, Luan. Espero que estés bien. Hoy me he reencontrado con Jus en Ginebra y me ha puesto al corriente de todo lo que ha sucedido. Lamento saber que fuera Tina y no su padre la responsable de esa tragedia. Estoy segura de que duele más el golpe cuando proviene de una persona en le cual confiamos. Lo siento. Lo importante es que se haga justicia y que lentamente todo vaya mejorando”. ―Caroline envió el mensaje. Iba a continuar escribiendo cuando advirtió que Luan la había leído. Su corazón se paralizó cuando comprendió que le estaba respondiendo, un escueto “Hola” apareció en su pantalla, pero era más de lo que esperaba.

“Me alegra saber que estés bien” ―añadió―. “Ha sido muy fuerte todo lo sucedido, pero hemos salido adelante”.

Caroline no sabía si ese “hemos salido adelante” incluía haberla olvidado a ella. Aquello le dolía. Por cualquier cosa se sentía sensible, incluso aunque no estuviera relacionado con su persona.

“¿Cómo están tus padres?” ―escribió ella. Era una pregunta neutral, alargaba la charla e impedía que él se despidiera tan rápido. Caroline deseaba pasar toda la noche hablando con él, pero no sabía cómo lograrlo.

“Ellos están bien. Siempre preguntan por ti”. ―Y por supuesto, Luan últimamente no sabía qué responder porque había mantenido solo silencio entre ellos.

“He visto el canal de YouTube. Es una gran idea para mostrar a los cachorros. He disfrutado mucho viéndolos”. ―Era la verdad. Caroline quiso hablar de la palabra “novia”, pero aquello era demasiado, no sabía si haría bien hablando de ese tema, no estaba ni segura de si aún fueran novios. Al menos la incomunicación de los últimos días evidenciaba que no, aunque él lo hubiese dicho.

“Gracias, Carol. Que tengas buenas noches”. ―Luan dio por terminada la charla. Caroline no tuvo más remedio que responder con otro “Buenas noches”.

Lloró en silencio con sus palabras. No sabía si era peor escribirse en aquellos términos o no hacerlo. Prefería mil veces reproducir el video de YouTube, escucharlo hablar de sus leones, de la pequeña Caroline, de cómo se nombraba así en honor a su novia… Aquel Luan le gustaba mucho más que aquel que le respondía con tanta frialdad.

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