Capítulo 27

Caroline se había quedado dormida en el sofá sin darse cuenta. El sonido de la puerta la regresó a la realidad, percatándose de que ya había anochecido. Su primer pensamiento fue para los chicos, ¿habrían regresado? La joven se desperezó y se encaminó a atender. Para su sorpresa se trataba de Charlie. Lo conocía lo suficiente como para saber que su ceño fruncido se debía a algo.

―¿Qué sucedió?

―El señor Franz ha venido a verla. Aguarda por su autorización para poder pasar. Pienso que no sería oportuno que…

―Gracias, Charlie ―lo interrumpió ella―. Por favor, hazlo pasar. Necesito hablar con él.

―Su Alteza, pero su hermano ha dicho que…

―Caroline, llámame Caroline. Puedes estar tranquilo, no sucederá nada. Puedes decirle que pase y gracias por tu preocupación.

Charlie asintió y no discutió la orden de la princesa. Sin embargo, a pesar de ello, pensaba poner a Max al tanto pues sabía que la visita de Franz no era grata para ninguno de ellos.

Caroline aguardó ansiosa durante el par de minutos que Franz demoró en entrar al lodge. Estaba a cierta distancia, pero sintió un escalofrío cuando lo vio. Vestía su acostumbrado traje y su cabello continuaba perfectamente peinado. Franz dio dos pasos hacia ella, se notaba airado, apreciación que corroboró cuando lo escuchó hablar.

―¿Sabes lo que ha hecho tu hermano? ―inquirió.

―¿Qué? ―Caroline se cruzó de brazos y lo encaró―. ¿Presentar una queja luego de comprobar que utilizaste a la Casa Real para tus engaños? ¿Hacerle ver al Embajador que le mentiste sin reparo? Si te refieres a eso, estoy muy bien enterada y lo aplaudo. Gracias a Max sé que eres un vil mentiroso, y que eres capaz de poner en riesgo mi felicidad.

Franz jamás había escuchado a Caroline tan molesta, pero no se dejó intimidar.

―Puede que haya mentido, pero lo hice por tu bien ―replicó―. ¿Así es como Max me agradece que vele por tu seguridad? Los dos sabemos, Caroline, que de haberse enterado tus padres habrían actuado de la misma manera que yo lo hice.

―Eso no es cierto. De cualquier manera, no lo hiciste por mi seguridad sino para alejarme de Luan.

―Lo hice por los dos motivos ―admitió mientras daba un paso más hacia ella―. Porque te amo, Caroline.

―¡No seas cínico! ―El estómago se le revolvió al escucharlo.

―Por supuesto que te amo, Carol ―repitió.

―A mí y a Morgan también, ¿verdad? ¿O lo que tienes con él es solo sexo? ―Franz palideció cuando la escuchó.

―¿Qué estás diciendo?

―La verdad. Ya estoy enterada de tus preferencias… Realmente no me importa lo que hagas con tu vida. No lo esperaba, me sorprendió saberlo, pero lo que no pienso admitir es que te aparezcas frente a mí a hablarme de un amor que no existe. ¡Qué desfachatado eres, Franz!

El aludido se quedó en silencio, continuaba desconcertado. No esperaba eso. ¿Cómo Caroline sabía algo tan íntimo? ¿De qué manera se había filtrado esa información?

―Eso no es cierto. ¡Que vil mentira! ¿Acaso es otra obra de tu hermanito para separarnos?

―¿Vas a negarlo? Al menos ten la valentía de admitirlo…

Franz continuó aproximándose.

―¿Recuerdas cuando estábamos juntos? ―dijo meloso y con un tono de voz que resultaba sobrecogedor―. ¿Te parece que puedo ser gay?

―Aléjate, Franz. ―pidió ella.

No supo cuándo sucedió, pero el diplomático la sujetó contra su cuerpo con un rápido ademán que le impidió reaccionar. Caroline intentó zafarse de su agarre, pero era demasiado fuerte. Jamás Franz la había tratado así, tal parecía que buscaba, desesperadamente, probarle algo.

―¡Suéltame! ―gritó.

Él se abalanzó para besarla a la fuerza, pero se detuvo cuando la puerta de la entrada se abrió abruptamente. Eran Charlie, Max y Luan. Este último fue el más rápido en actuar y corrió hacia Franz como un loco. Lo tomó de los hombros para separarlo de Caroline, y luego le dio un fuerte puñetazo en la mandíbula que lo hizo caer, sentado, en el sofá.

―¡Vuelves a ponerle una mano encima, y te arrepentirás por el resto de tu vida!

―¿Qué? ―Rio Franz, a pesar de que el labio le sangraba―. ¿Vas a matarme? Soy un diplomático, no puedes golpearle, tengo inmunidad…

Luan lo levantó del sofá por las solapas de la camisa.

―No voy a matarte, pero te dejaré en medio de Timbavati, solo, y verás como mis leones acaban contigo… ―amenazó―. A Oliver, por ejemplo, le encantaría conocerte.

Charlie y Max mediaron en el asunto y lo separaron de Franz.

―Te voy a denunciar ―dijo Franz arreglándose el traje―. Eso que hiciste es un delito.

―Haz lo que quieras, lo volvería a hacer. Es más, puede que te marches con otro golpe. ―Luan cerró su puño, pero Maximilian lo tranquilizó.

―Si lo acusas, Franz, te aseguro que te denunciaré por agresión a mi hermana y eso complicaría aún más tu situación. Sí, eres diplomático, pero lo serás por muy poco tiempo porque estoy convencido de que serás separado de tu cargo. Además, siempre puedo decir que fui yo quien te golpeó. Sería tu palabra contra la nuestra. Tú tienes inmunidad y yo también. A mí no me sucedería nada, te lo garantizo y el golpe que te dio Luan te lo hubiese dado yo ―expresó Maximilian.

―Ya veo que se han confabulado todos en mi contra ―respondió Franz con desprecio―. ¡Qué lástima que Caroline crea en tus mentiras!

―Confío en mi hermano ―añadió la aludida―, y sé que me dijo la verdad.

Luan miró a los presentes un tanto confundido, no sabía a qué se referían. "¿Se trataba de lo que sucedió aquella noche o era algo más?"

―A mis padres les llegó un informe con mensajes, fotos y otras pruebas de tu relación con ese hombre ―explicó Max con aplomo―. No se los compartí a Caroline porque creí que no era necesario hacerla pasar por ese momento tan difícil. Sin embargo, si continúas sosteniendo que miento, me veré en la difícil posición de demostrar que eres tú, el único que nos ha engañado a todos.

Franz palideció. No contaba con que hubiese evidencias, pero al parecer lo habían preparado todo con mucho detalle.

―Carol, yo… ―se sentía derrotado―. Yo siempre estuve enamorado de ti, aunque dentro de mi corazón sabía que no estaba siendo del todo sincero contigo…

Luan se quedó de piedra cuando comprendió de qué iba toda aquella conversación. Dio un paso atrás para no quedar en medio de la charla, pero no se retiró.

―Siempre te quise ―prosiguió―, y nunca te fui infiel mientras estuvimos juntos, pero estaba seguro de que no era el hombre adecuado para ti. Fue por eso que vine a Sudáfrica sin ti, no estaba preparado para casarme contigo y el viaje fue mi vía de escape.

Una lágrima de vergüenza y dolor bajó por la mejilla de Caroline.

―¿Por qué no me lo dijiste?

―Porque no sabía cómo hacerlo y no quería perderte. Cuando viniste a Sudáfrica, pensé que podría recuperarte. Sin embargo, ya era demasiado tarde. Yo… Yo me había involucrado con otra persona y tú también.

―Hay algo que no entiendo… ―Caroline necesitaba saber―. ¿Por qué siempre despreciaste a Justin? ¡Peleamos tanto por causa de esto!

―Porque Justin estaba orgulloso de ser quién era, y me mostraba abiertamente una vida que yo no había explorado nunca. Además ―admitió con cierto pudor―, Justin siempre me ponía nervioso cuando estaba a mi lado.

―¡Santo Dios! ―Caroline se enjugó las lágrimas.

―Franz, te pido que te marches ―le dijo Max con voz firme.

―De acuerdo, me iré. Lo siento mucho, Caroline. ―El diplomático se dio la vuelta. Maximilien y Charlie salieron al exterior para acompañarlo.

Caroline se dejó caer en un asiento y suspiró. Ya no lloraba, pero estaba perdida en sus pensamientos. Había sido una escena en extremo desagradable para todos. Luan se acercó a ella y la rodeó con su brazo.

―¿Estás bien?

―Sí, estoy bien.

―¿Era esto lo que tenías que contarme? ―le preguntó mientras le daba un beso en la cabeza.

―Sí, lo supe hoy mismo. Lo siento, Luan, no sabía cómo decírtelo… Franz es mi pasado, ya no lo amo, pero esta noticia…

―Entiendo que te haya afectado, Carol. Hasta hace muy poco tenías planes con él, un futuro. No puedo competir contra tus recuerdos o tu pasado. Es algo que respeto y comprendo totalmente.

―Gracias. ―Caroline se puso de pie y le dio un beso en los labios. Luan la cobijó en sus brazos y ella recostó la cabeza―. Ahora los planes los hago pensando en ti, y mi futuro lo quiero compartir contigo.

―Yo no te defraudaré, te lo prometo.

La pareja se separó cuando Max regresó al lodge. Venía acompañado por Justin, quien estaba algo alarmado.

―¿Qué sucedió? ―preguntó el chico―. He visto a Franz marcharse de aquí y le he preguntado a Charlie pero no ha querido decirme nada…

Caroline se encogió de hombros y no pudo evitar sonreír, a pesar de los momentos de tensión que habían vivido.

―¿Qué te sorprendería más? ¿Saber que Franz es gay o que tú le gustabas?

―¿Qué? ―Jus se llevó una mano al corazón―. ¿Estás loca? ¡Nunca nos llevamos muy bien!

―Pues es cierto. Max me lo ha contado y Franz ahora mismo ha confesado que lo ponías nervioso…

Justin se fue recuperando de la reacción inicial y también se rio.

―¡Diablos! ¡Jamás lo hubiese imaginado! Mi radar no lo captó ―bromeó―. Además de ser tu ex y por ende prohibido para mí, Franz jamás será mi tipo. ¡Es demasiado estirado y mala persona! Por suerte Charlie ―se ruborizó―, ha llegado a mi vida.

―Y todos estamos felices por eso. ―Caroline le abrazó.

―¡Ánimo, su Alteza! Ese estiradillo no merece que te sientas mal por algo como eso.

―Estoy bien ―afirmó. Y si bien no lo estaba del todo, pronto volvería a ser la misma.

Luan se acercó para despedirse, era tarde y creía que era lo mejor dadas las circunstancias. Le dio un breve beso a Caroline y un abrazo a Max. Justin se fue con él en su carrito eléctrico, para ponerse al día de los detalles de lo sucedido. ¡Aún no podía creerlo!

Era casi media noche cuando Max preparó un bocadillo para él y Caroline, lo merecían luego de momentos tan estresantes. Su hermana estaba más tranquila y tenía buen apetito. Comieron en silencio por unos minutos hasta que Carol quiso saber cómo le había ido en su safari con Luan.

―¡De maravillas! ―exclamó Max―. Lástima que no pueda estar más tiempo.

―Te echaré mucho de menos, hermano.

―Y yo a ti. Sobre todo porque tengo la sensación de que, si las cosas siguen bien entre tú y y Luan, intentarás quedarte…

―Es una posibilidad. ―Era más que eso, pero Carol no quería asustarlo―. ¿Qué opinas al respecto?

―Toda la vida creí que viviríamos cerca el uno del otro, que cuando terminara mis estudios podríamos pasar más tiempo juntos, pero si te quedaras…―no concluyó la frase―. Siempre estaré de parte de tu felicidad, Caroline, y si eso supone venir a verte a Sudáfrica, pues no será un sacrificio para mí.

―¿Y nuestros padres?

―Requerirán algo de tiempo para asimilarlo, pero tal vez sea más sencillo de lo que pensamos.

―Ojalá. ¿Fuiste al laboratorio de Luan? ―preguntó cambiando el tema.

―Sí, fui. Me imagino lo que quieres decirme a continuación: requiere de muchos recursos para lograr metas aún más difíciles con su investigación.

―Exactamente. Lo merece, Max. ¡Luan es brillante! Fue lo primero que noté de él, incluso sin imaginar que nos enamoraríamos después. Te lo estoy diciendo no como su novia, sino como alguien que valora su trabajo.

―Yo también lo valoro. Creo que es necesario. Podemos destinar una suma para…

―No, Max ―lo interrumpió ella―. Te estoy hablando de algo distinto. Conozco a Luan, por orgullo no aceptaría nuestro dinero. En cambio, si viniera de una organización, sería distinto…

―¿Donar dinero a una organización y que esta, a su vez, invierta en Luan? ―comentó.

―Algo así. También podríamos patrocinar, desde el anonimato, la creación de una nueva ONG que trabaje en función de la preservación de la biodiversidad en Timbavati, y el Parque Kruger. Los estudios genéticos y reproductivos para las especies son importantes, pero requieren de muchos recursos.

Max se quedó meditando al respecto.

―Es una buena idea. Llevará algo de tiempo y mover algunos hilos, pero quizás sea posible. Tendremos que buscar financiamiento, solos no podemos. No se trata de aportar una cifra, sino de crear una organización desde cero.

―Creo que es lo mejor, Max.

―¿Y estarías dispuesta a llevar adelante ese proyecto? Si vamos a hacerlo es para que dirijas la ONG.

―¡Oh, Max! ¡Yo no tengo experiencia en esto!

―Yo tampoco como Jefe de Estado y me estoy formando para ello ―replicó―. Si no vas a gobernar en Liechtenstein, dirige la organización. ¡Tienes talento, Caroline! Con un buen equipo y asesores puede ser algo hermoso.

―Gracias, Max.

―Hablaré con nuestros abogados y con nuestros padres. Te mantendré al tanto.

―Estaré esperando tus noticias. ―Caroline sonrió. Estaba emocionada. Se trataría de un proyecto grande, ambicioso, pero que sin duda valdría la pena―. Esto lo haré no solo por Luan o por mí, sino por Sudáfrica.

―Por Timbavati.

―Por Timbavati ―afirmó.

Max se levantó de su asiento y le dio un beso en la cabeza. Estaba orgulloso de ella, y sabía que Caroline lo haría muy bien.

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