Capítulo 26
Aquel día no había trabajo, al menos no para Caroline. Justin insistió en que esperara a su hermano mientras él y los chicos discutían en su lodge sobre algunas modificaciones del plan de rodaje. Caroline se lo agradeció, puesto que aguardaba por Maximilien llena de expectación en el suyo, esperando tener noticias de su entrevista.
Su hermano había llegado antes a Pretoria para su charla con Brown. Desconocía si también habría visto a Franz en la Embajada y eso la inquietaba pues no deseaba un enfrentamiento entre ellos. Jus, Luan y ella habían viajado después por la aerolínea regular.
Cuando llegaron a la reserva, Luan la había dejado en su lodge con un beso para ir a ver a Gertrude. Llevaba unos días desaparecido, y aunque estaba bajo el cuidado de Leila y John, él no estaría tranquilo hasta comprobar por sí mismo que todo estaba en orden con su chica. Caroline lo despidió, agradeciendo en ese momento la soledad, puesto la conversación que tendría con Max podría volverse un tanto difícil.
Tras una larga espera, el príncipe arribó al fin a las cuatro de la tarde, de perfecto humor. Caroline estaba más nerviosa que él, pero Max estaba disfrutando de lo bonito del lugar y eso lo ponía alegre.
―¡Qué lástima que tenga que marcharme mañana! ―exclamó―. Por lo poco que he visto es un sitio precioso. Nos hemos topado con un par de elefantes entrando a la reserva, y hemos visto a unas suricatas también…
Caroline le dio un abrazo.
―Me alegra que hayas llegado. ¡Estaba preocupada!
―Todo está bien, hermana ―le aseguró―. Por cierto, qué bonito lodge. ¡Estás muy bien instalada!
―Lo estoy. Me siento en casa. ―Utilizó la palabra con todo propósito. Max, que la conocía como a la palma de su mano, le dedicó una mirada significativa, pero no objetó nada. Era lo suficientemente inteligente para comprender lo que esa palabra podía llegar a significar.
―Dormitaré un rato en el sofá antes del safari con Luan. Me recoge a las seis de la tarde y quiero reponerme un poco.
―Estupendo. Tengo mucho interés en que recorras la reserva lo más que puedas para que te lleves esta experiencia. Por favor, pídele a Luan que te muestre al menos por unos minutos su laboratorio. Quiero hablarte de su trabajo después, pero no quiero que Luan lo sepa… ―Caroline tenía una idea dándole vuelta a la cabeza, pero para ello necesitaba a su hermano.
―De acuerdo.
―Si quieres puedes ir a descansar a mi habitación para que estés más cómodo, pero necesito saber cómo ha ido todo. ¡Me tienes en ascuas! ―se quejó la joven.
―Vamos.
Caroline lo guio hasta su amplia recámara. Max se dejó caer en la cama, y Caroline se quedó a su lado viendo como su hermano tenía intenciones de dormir y no de hablar.
―¿Viste a Franz?
―No, no estaba. Y pienso que fue mejor así porque no hubiese podido contenerme y es probable que le hubiese propinado un golpe.
―Se lo merecería ―opinó Caroline quien no lo había perdonado―, pero creo que es mejor que no se vieran para evitar la violencia física. ¿Y tu charla con el Embajador?
―Le presenté una queja. Le expuse cómo fueron los hechos y la manera en la que Franz había utilizado a la Casa Real e incluso a tu equipo de seguridad para sus propósitos personales. Brown, muy apenado, alude que él confió en su palabra y que no tenía cómo pensar que alguien como él le mintiese sobre un tema tan importante…
―¡Debió haberlo comprobado!
―Es cierto, pero también Franz fue bastante osado. Se arriesgó mucho con lo que hizo y perdió…
―¿Qué conducta tomará el Embajador?
―Va a presentar al Ministerio de Asuntos Exteriores un informe sobre su desempeño. No es el primer error que comete, aunque sin duda es el más serio…
―No siento pena de él ―expresó Caroline―. ¡Nos hizo tanto daño que cualquier decisión que se tome respecto será bien merecida!
―También lo creo.
―Max ―recapacitó Caroline de pronto―, ¿cuándo me dirás acerca de la infidelidad de Franz? Hace mucho que me hiciste aquella llamada, pero no has querido hablarme al respecto…
―Tienes razón. ―Max se incorporó en la cama―. Debería decírtelo antes de marcharme, no quiero que te enteres por otra fuente…
―¡Me estás asustando!
―Es algo… ―no sabía cómo llamarlo―. Delicado.
―¿Me engañó?
―De eso no tengo pruebas, solo te puedo asegurar que, después que se separaron, Max se involucró con otra persona.
Caroline suspiró.
―Pero si no me engañó, y fue algo que sucedió durante nuestra separación, no es tan grave…
―Carol… ―Max dudaba de hablar, pero finalmente lo hizo―. Franz es homosexual. O bisexual, no lo sé… Lo cierto es que le interesan otros hombres y ahora mismo está involucrado con uno.
―¿Cómo? ―Caroline se rio―. ¡Es imposible, Max! Viví con él… Sé que no. ¡Franz detestaba a Justin precisamente por eso! ¡Tantas discusiones tuve con él por su homofobia! ―recordó.
―Quizás estaba en un período de negación. El asunto llegó a oído de nuestros padres poco después que Franz se mudara a Sudáfrica. Luego me contaron a mí y yo me di a la tarea de investigar. Es cierto, Caroline.
―¡Sigo sin poder creerlo!
―Tiene una relación con Morgan, el Cónsul de la Embajada en Pretoria ―explicó.
Caroline recordó el día de la fiesta, y cómo aquel hombre alto, de tez pálida y cabello negro los había interrumpido cuando estaban a punto de besarse.
―¡Sé quién es! ―La princesa se llevó una mano a la boca, todavía estaba en shock. “¿Aquel funcionario tan amable era el amante de Franz? ¿Cómo había tenido la desfachatez de decirle que Franz hablaba de ella? ¡Qué hombre sin escrúpulos!”.
―El Embajador aún no lo sabe, no era mi deber informar sobre esto. La orientación sexual de Morgan o de Franz no es relevante para su cargo, pero Morgan está casado y su esposa está con él en Pretoria… Esta relación puede afectar el trabajo del Consulado si continúa y es probable que el señor Brown deba tomar una conducta sobre esto cuando le informen. Esta situación, unida a mi queja, pondrán a Franz en un trance difícil en su carrera.
―¿Cómo puede involucrarse con un hombre casado? ―inquirió Caroline.
―Hace mucho tiempo que me di a la tarea de no juzgar a nadie, mucho menos los sentimientos de otro, Caroline. Sin embargo, no podía permitir que te engañara a ti. ¡Eso sí es inadmisible!
―¿Cómo pude imaginar mi vida con él, vivir con él? ―Dijo con lágrimas en los ojos―. ¿Sabes que estuve a punto de ahogar mis sentimientos por Luan para volver con él? Aquel día que me llamaste estuve a punto de…
―Me alegra que no lo hicieras, no vale la pena y te hubieses arrepentido.
―¡Ay, Max! ―Caroline siguió llorando―. ¡No sé por qué me siento así!
Él la abrazó y le dio un beso en la cabeza.
―Es natural, Carol. Lo amaste, vivieron juntos por mucho tiempo y creíste que sería tu esposo. Sientes ahora como si no lo conocieras y, aunque no tengas certeza de que te engañara antes, te encuentras traicionada de alguna manera. Sabía que te sentirías así, fue por eso que tardé en contarte la verdad. No deseaba que este asunto empañara en lo más mínimo tu reconciliación con Luan. Sin embargo, no podías continuar ajena a ello, sobre todo porque cuando Brown sea informado al respecto, esto trascenderá y quizás llegue a tus oídos. Debía ser yo quien te contara.
―Eres el mejor hermano, Max. ―Le dijo ella en su hombro―. ¡El mejor!
Luan apareció en el lodge de Caroline sobre las cinco y media de la tarde para recoger a Max. Fue la propia joven quien atendió a la puerta. La sonrisa del biólogo se trasmutó en una expresión de preocupación al advertir que Carol había estado llorando. Aunque la princesa intentó sonreír y darle un beso, sabía que algo le sucedía:
―¿Estás bien?
―Sí, por favor, pasa. ―Ella le abrió paso―. Max vendrá en breve, se está cambiando de ropa. Tiene muchos deseos de ir a este safari contigo.
―Yo también. Me alegro que confíe en mí… Después de lo que sucedió con nosotros pensé que…
―Ya eso está aclarado ―lo interrumpió ella.
―Te noto extraña, Caroline. ―Luan se aproximó a ella y la tomó de las manos―. ¿Qué sucedió? ¿Todo está bien entre nosotros? ―Eso le preocupaba, no había podido superar aún esa sensación de estar siempre en riesgo con la princesa. Un mínimo desliz y podría perderla.
Caroline le sonrió, para su tranquilidad y le dio un breve beso en los labios.
―Todo está bien, mi pingüino.
Él se rio y dejó escapar todo el aire que estaba conteniendo en sus pulmones.
―Te quiero. ―El biólogo le dio otro beso―. Pero te conozco lo suficiente para saber que algo te sucede… ¿Tiene que ver con la charla de Max con el Embajador?
―Indirectamente, aunque este asunto viene desde antes ―confesó con un hilo de voz―. Max presentó su queja y se tomarán las medidas pertinentes al respecto.
―¿Y eso no es bueno?
―¡Por supuesto que sí! ¡Se merece cualquier cosa que le suceda! ―respondió con acritud.
―Sigo sin comprender, Caroline…
Ella suspiró, aún no estaba preparada para contarle, además sintió que la puerta de su habitación se abría y Max no tardaría en estar con ellos.
―Te prometo que mañana te cuento, ¿de acuerdo? Todo está bien, de verdad. Te quiero. ―Se inclinó para darle otro beso.
―¡Qué espectáculo! ―exclamó Max a sus espaldas con el ceño fruncido y conteniendo la risa―. Hey, Luan, ¡más respeto!
El sudafricano se apartó de Caroline con una rapidez casi felina. Había palidecido ante la intromisión del príncipe, pero luego no dudó en reír también.
―La echaba de menos ―admitió.
―¡Qué bellos! ―se burló Max―. Esperen a que me marche mañana para que… En fin, para que no sea testigo de esto.
―Max, te recuerdo que fuiste tú quién pasó toda una noche fuera con una chica que recién habías conocido… ―se defendió Caroline.
―Es cierto. ―El príncipe se ruborizó―. Y la pasamos muy bien, pero no pienso hablar de ello. Sudáfrica me dejará un grato recuerdo y espero volver pronto. Luan, amigo, ¿nos vamos?
―¡Nos vamos! ―Luan se puso de pie y le dio una palmada en la espalda―. Afuera tengo la camioneta y tu gente ya está lista.
―Esperemos no explote la batería ―volvió a bromear.
―¡Vete ya, Max! ―se quejó Caroline con una sonrisa.
―¿En serio estarás bien? ―Se acercó a verla antes de marcharse, en medio de su buen humor estaba preocupado por lo que le había dicho. Sabía que Caroline no lo había tomado muy bien y le inquietaba dejarla sola.
―Estoy bien, de verdad ―le aseguró ella―. Disfruten su paseo.
Carol le dio un beso a casa uno ―en el caso de Luan en los labios―, y los vio marchar con una sonrisa de satisfacción. ¡En poco tiempo Max y Luan se habían vuelto amigos y eso la ponía en extremo contenta! En su ausencia, se prepararía una taza de té y se acostaría a ver una película. ¡Era el mejor plan que podría tener!
―No ha querido contarme qué le sucede ―le dijo Luan cuando subieron a la camioneta―. Me dijo que mañana me lo diría, pero la noto triste… Eso me ha descolocado un poco, lo siento.
―Estará bien, no te preocupes. Es ella quien tiene que decirte, Luan, pero te aseguro que guarda vínculo alguno con ustedes. Las cosas marchan bien para los dos.
―Eso creo.
―¡Por supuesto que sí! ―exclamó―. Hacía tiempo que no veía a mi hermana tan feliz. ¡Está realmente enamorada! No recuerdo que estuviera así cuando… ―se interrumpió, no quería hablar de Franz―. Yo aprecio el cambio, te lo aseguro.
―Caroline me dijo que hablaste con el Embajador.
―Así es, presenté mi queja en tiempo y forma.
―¿Y Franz?
―No lo vi. Fue mejor para su pescuezo y mis manos ―respondió amenazante―, pero estoy seguro de que pronto tendrá su merecido, y cuando Caroline hable contigo mañana comprenderás mejor todo.
―De acuerdo.
Luan no preguntó más, debía esperar por Caroline. Ella tenía que contarle lo que sucedía cuando se sintiera preparada para hacerlo. Lo importante es que ya todo se había aclarado entre ellos y que podrían continuar con su amor.
Max disfrutó mucho del paseo, fue un safari algo corto porque estaba cansado, pero aún así pudo ver algunos animales, entre ellos a una manada de leones. El príncipe no olvidó su promesa y le pidió a Luan que lo llevara a conocer su laboratorio.
―Tengo mucho interés ―confesó―. Caroline me ha hablado de tu trabajo y sería un place para mí ver dónde ruedan parte del documental.
Luan agradeció su gentileza, no sin cierta sorpresa. El príncipe prefería dejar el safari para ir a hablar acerca de su trabajo. ¡Eso era algo que no hubiese esperado, pero que le satisfizo! Max era realmente amable.
―Gracias por el interés, iremos hacia allá entonces. Voy a presentarte a mi otra chica, que no es tu hermana…
―¡Oh, ya! ―exclamó riendo Max―. Y además está embarazada… Cuidado con mi hermana, amigo.
Luan sonrió, un tanto avergonzado. La imagen de Caroline en la arena se alojó en su mente, llenándolo de deseos de estar con ella, pero alejó aquel pensamiento.
Tardaron un poco en llegar al laboratorio, pero una vez allí Luan le mostró los salones, la parte exterior donde se encontraba Gertrude, y respondió a las preguntas que Max le hizo.
―¿Cómo se insemina a una leona? Quiero decir, ¿cómo se obtiene el semen de un león?
Luan soltó una carcajada, recordando que Caroline le había hecho exactamente esa misma pregunta.
―Tu hermana tenía la misma duda… ―le contó―. Esa fue una de las primeras conversaciones que sostuvimos acerca de mi trabajo. ―Acto seguido se puso a explicarle el procedimiento, las dificultades para elaborar un protocolo y lo complejo del proceso.
―Lleva mucho dinero, ¿verdad?
―Sí. ―Luan no dijo nada más, se sentía incómodo hablando sobre ese tema. Max, a su vez, no preguntó tampoco, imaginaba ya lo que Caroline pretendía y estaba de acuerdo. Aquel chico merecía una oportunidad para su trabajo.
La conversación se interrumpió cuando Max recibió una llamada a su teléfono. Frunció el ceño cuando advirtió que se trataba de Charlie, y con un mal presentimiento, puso al jefe de seguridad en altavoz:
―Su Alteza, soy Charles.
―Habla, amigo, ¿qué sucede?
―Estoy preocupado. El señor Franz ha venido a ver a su Alteza. Ella lo ha recibido, pero creo que era mi deber informar.
―Haz hecho bien. Por favor, quédate cerca por si Caroline te necesita. Enseguida iremos para allá. ―Max cortó con el semblante preocupado, y miró a Luan quien también estaba disgustado.
―Vayamos pronto ―le dijo el sudafricano.
―Es lo mejor que podemos hacer.
Luan y Max marcharon con paso rápido rumbo a la camioneta. El príncipe quería ahorrarle a su hermana un mal momento. Luan ignoraba parte importante de la historia, pero al igual que el príncipe moría por ajustar sus cuentas con Franz.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top