Capítulo 24

La playa se había vuelto un remanso de paz para su amor. Caroline devolvió cada beso, se dejó llevar por sus expertas manos y suspiraba cada vez que Luan rozaba aquellos lugares que abrían las puertas a un placer mayor. La princesa se sentía en las nubes, pero sabía que no era dueña de sí misma y que debían contenerse pronto.

―No estamos solos... ―le recordó al oído en contra de su voluntad.

―Solo están los pingüinos... ―respondió él echándole una ojeada por encima del hombro a los cómplices de aquel encuentro

Caroline se rio. "¡Qué poco habituado estaba Luan a la seguridad!"

―Aunque no lo creas, en algún punto se encuentra la gente de Max, vigilándolo todo...

Aquello bastó para que Luan suspirara y se dejara caer a su lado, frustrado, aunque la tomó de la mano y se la llevó a los labios.

―Pensé que tu hermano me daría un respiro... ―se quejó sonriendo.

―Es mi hermano, tampoco te lo pondrá tan fácil.

Luan se acercó a ella y volvió a abrazarla. El Sol se había escondido detrás de algunas nubes y ya no era tan fuerte.

―Siempre le agradeceré lo que hizo por nosotros.

―Yo también ―afirmó la princesa―. De lo contrario no sé si hubiésemos llegado hasta aquí.

―No lo sé ―reconoció―. Imagino que en algún momento no hubiese podido controlar mis sentimientos por más tiempo y me hubiese acercado a ti nuevamente... De cualquier forma, tu hermano me ha hecho ver muchas cosas de manera distinta. Por ejemplo, me habló de la esposa de tu tío, Ángela, y me mostró una foto....

―Es afrodescendiente ―confirmó Caroline―, pero eso no importa.

―A mí me importa. Ahora comprendo que para tu familia el color de mi piel no es un problema...

Caroline colocó su cabeza en el hombro de Luan.

―Jamás ha sido un problema, Luan. Te lo hubiese dicho antes de haber imaginado que era algo tan importante para ti.

―Lo es.

―¿Por qué? ―le preguntó.

―Porque he sufrido el rechazo por parte de la familia de mi exnovia a causa de la tonalidad de mi piel ―confesó―. Cuando pensé que ya eso no era relevante, ellos me demostraron que continuaba siendo un estigma.

―Lo siento mucho ―susurró la princesa dándole un beso e incorporándose en la arena―. ¡Qué personas tan horribles!

―Así es.

―Que menciones eso me hace querer preguntarte por ella, por Tina ―le dijo con un poco de celos―. ¿Sucede algo entre ustedes?

―¿Crees que estaría aquí, contigo, declarándote mi amor si así fuese? ―replicó él con una sonrisa de medio lado.

―Me dolió mucho cuando los vi juntos, pensé que...

―Lo siento. Fue una casualidad que nos encontráramos luego de mucho tiempo sin vernos. Tina quiso conocer mi laboratorio, pues es bióloga como yo, y con ese propósito fue a Timbavati. Sin embargo, te puedo asegurar que el pasado es solo eso: pasado. Me sentí incómodo cuando nos encontramos contigo aquel día en el safari. No quería que malinterpretaras la situación. Las flores y la canción fue mi manera de hacerte ver que era en ti en quien pensaba ―confesó.

―Eso me devolvió un poco de esperanza ―respondió ella.

―Yo jamás volvería con Tina. Aunque no te hubiese conocido y ella fuese la única mujer sobre la faz de la Tierra, no volvería atrás.

―¿Por qué? ―Caroline no pudo evitar la curiosidad―. ¡Tienen tanto en común!

―Eso no importa. Tina se avergonzaba de mí frente a su familia por mi color de piel. Cuando ellos se opusieron a nuestra relación, ella no luchó por nosotros. No podría estar con alguien que no me respetara o valorara... ―le contó.

―Tienes razón. ¡Tú vales tanto! ―La princesa se inclinó y le dio un beso.

―Como cualquier ser humano. Quizás por esa experiencia que viví fue que opté por no decirte la verdad antes, Carol. No quería ponerte en la difícil posición de escoger entre tu familia y yo... ¡Hubiese quedado destrozado si, nuevamente, perdía a alguien por el color de mi piel! No podía perderte por eso, cariño. Prefería alejarme yo, que no vivir con el dolor de saber que no era tu elección. ―Pocas veces Luan se había mostrado tan vulnerable, pero en esta ocasión le abrió su alma y le mostró todo el sufrimiento que había llevado por dentro.

Caroline volvió a besarlo, apasionadamente, abrazándolo contra su pecho:

―Eres mi elección, Luan.

Él le devolvió el beso, y se perdió por un instante en el dulzor de sus labios. Sin embargo, había algo más que tenía que decirle, para que no quedasen más sombras que pudiesen hacerle daño.

―Quiero contarte algo más, Carol.

―¿De qué se trata?

―De algo que, al parecer, Franz ha descubierto acerca de mí, por un comentario que me hizo esa misma noche que desaparecimos. Él me investigó y...

―¿Es cierto que golpeaste a una persona? ―lo interrumpió ella recordando la advertencia de Franz sobre su carácter violento.

―¿Él te lo dijo?

―Sí, esa misma noche, pero no le presté atención. Te conozco, Luan, y sé qué tipo de persona eres...

Su confianza le llenó el corazón de alegría, pero tenía miedo de decepcionarla.

―Gracias, mi amor, pero es cierto que golpeé a una persona... ―admitió bajando los ojos hacia la arena.

―¿Fue muy grave? ―Caroline mantuvo la calma.

―No, pero le partí el labio.

―¿A quién?

―Al padre de Tina ―confesó―. Tuvimos una pelea. Esa noche comprendí por qué se oponía a nuestra relación. Me ofendió: me llamó "maldito negro".

Las palabras todavía le dolían, según pudo comprender Caroline. La princesa acarició su rostro y sus rizados cabellos. La frente le hervía, por el Sol y el recuerdo de aquel pasado disgusto.

―Se lo merecía ―respondió con tranquilidad―. No apoyo la violencia, pero hiciste bien en darle un puñetazo. No se puede tener contemplaciones con el racismo.

―La verdad es que no me arrepiento. Lo haría otra vez ―contestó―. No soy un hombre violento, pero en este caso... ¡No pude contenerme, Caroline! ¡Se siente tan doloroso ser despreciado así!

―No tienes que darme más explicaciones, Luan. Te comprendo perfectamente y te apoyo.

―Gracias. Sin embargo, debía decírtelo porque no quería que el asunto pudiese tergiversarse. El padre de Tina es un hombre muy prestigioso. Dirige una ONG ambientalista en Sudáfrica. Luego que lo golpease presentó una denuncia. Me arrestaron, se abrió un expediente... ¡Fue muy desagradable! Fue por eso que Franz, al investigarme, dio con ese incidente.

―¿Y cómo concluyó?

―Gracias a Tina ―respondió―. Intercedió ante su padre para que retirara la denuncia. Tampoco le convenía, puesto que en mi defensa saldría a la luz que su padre era un racista.

―Era lo mínimo que podía hacer Tina por ti.

―Es por eso que ella y yo, al menos, estamos en paz. El expediente se cerró, yo continué con mi vida y Tina con la suya. No nos volvimos a ver hasta hace muy poco y el resto lo conoces.

―Te agradezco que me contaras la verdad. A pesar de estar advertida sobre ese incidente por Franz, no di oídos a su acusación. Sabía que tendría una explicación como la que me has dado. Ahora no hablemos más de ellos, por favor ―le pidió con una sonrisa.

―Es mejor que ni siquiera hablemos. ―Luan, divertido, se aproximó a ella para robarle un beso. Aquella era la mejor forma de comunicación.

Los besos se sucedieron cual espiral envolvente, rodeándoles de una atmósfera que estremecía. Tenían ansias de más, de descubrirse lentamente sobre la arena de la playa, pero nuevamente fueron cautos en sus ansias. Soñaban con el momento en el que, libres de la vigilancia, pudiesen entregarse el uno al otro, como era su destino.

Luan dejó a Caroline en su hotel con la promesa de volverse a encontrar esa noche. Max iba a salir con una chica ―Wanda, la amiga de Alika que había conocido en su fiesta de cumpleaños―, por lo que él y la princesa irían a casa de su familia a cenar. Caroline lo había pedido así: quería compartir con ellos como su novia, ahora que las cosas se habían solucionado entre ellos. Además, no quería privarlo de compartir tiempo con su hermana y sobrina, puesto que le había dedicado a ella casi todo el día.

Caroline estaba feliz y eso Justin lo advirtió cuando fue a verla esa tarde. La princesa se había dado una ducha y se hallaba enfundada en una bata de baño de felpa. No dudó en recibir a su amigo pues estaba deseosa de conocer los detalles.

Jus le dio un abrazo y solo se rio. Se fue corriendo hacia la cama de Caroline y se dejó caer encima de ella. Él no sabía nada de protocolo, y poco le importaba lo que pudieran pensar de él.

―Estoy muy feliz por ti ―le dijo la joven sentándose a sus pies―. Intuyo, por tu rostro, que todo te ha ido de maravillas...

―Lo mismo puedo decir de ti, su Alteza ―Rio.

―Es verdad ―se ruborizó―, y en parte te lo debo a ti. ―Caroline se puso de pie para darle un beso en la cabeza―. Si no hubieses hablado con Luan primero y con Maximilien después, tal vez las cosas no se hubieran aclarado nunca, o la explicación hubiese llegado demasiado tarde...

―No tienes nada de qué agradecerme, boba. Hice lo mismo que hubieses hecho tú por mí si la situación hubiese sido al revés. Te confieso que me fue muy arduo ocultar por unos días todo lo que Luan me había dicho. ¡Moría de ganas de decirte que todo se trataba de un engaño, y que él en verdad te quería! Sin embargo, se lo había prometido, y sabes que yo cumplo con mis promesas.

―Lo entiendo ―repuso la princesa―, pero yo te hubiese guardado el secreto.

Justin soltó una sonora carcajada.

―¡Por supuesto que no lo hubieses hecho! Habrías corrido a los brazos de Luan de inmediato, te habrías peleado con Franz, y tal vez las cosas no hubiesen salido tan bien como ahora...

―Puede que tengas razón ―admitió ella―. Fue por eso que estabas tan seguro de que Luan no tenía relación alguna con su ex.

―Por supuesto que no. Del mismo modo que tú ya no tienes relación con Franz, aunque cada cierto tiempo estén en contacto.

―¡No me lo recuerdes! Aún no lo he visto, pero cuando lo tenga delante....

―Haz las cosas bien, Caroline. Deja que sea Max quien se ocupe de esto. Si Franz comprende cuándo te importa Luan, intentará hacerles daño de alguna manera.

―Es cierto.

―Siempre tengo razón, querida.

―También tengo que hablar con Charlotte ―continuó la princesa―. Ese es otro asunto que me ha disgustado sobremanera. ¡Me traicionó!

―Lo sé, y aunque Charlie ahora esté al frente, es mejor que Charlotte no sea despedida de inmediato. Max tiene la cabeza más fría y está evitando un problema. Cuando regreses a Ginebra podrás despedirla...

―Si es que regreso a Ginebra ―le rectificó ella.

―¿Estás hablando en serio?

―Sí ―afirmó―. Todavía no hemos hablado de eso, pero yo... ―No sabía cómo decirlo―. Estoy feliz aquí, Justin. Quizás regrese a Europa por una temporada, pero quiero hacer mi vida con Luan, y es en Sudáfrica donde deberá estar mi hogar.

―¡Oh! ―exclamó el chico algo sorprendido―. No sabía que las cosas fueran tan en serio...

―Yo pienso que sí, pero no hablemos ahora de eso. Tengo tiempo para pensarlo y trazar una buena estrategia. Max ni siquiera sabe de esto, es la primera vez que digo lo que pienso en voz alta y es a ti a quien se lo he dicho.

―Gracias por confiar en mí. ―Jus la abrazó―. Por lo único que no quisiera que te quedaras es porque estaría lejos de ti.

―Y de Charlie ―apuntó ella―. Y lo siento mucho. Creo que Charlie tendría que buscar otro trabajo, y si fuera así te prometo que haré todo lo posible por encontrarle un buen empleo.

―De acuerdo, pero no te apresures ―respondió Jus.

―Ahora cuéntamelo todo. ¿Qué tal las cosas con él? ―le preguntó Caroline entusiasmada.

―Todo ha sido maravilloso ―confesó Jus―. Tenía miedo de que las cosas no resultaran, puesto que Charlie no estaba muy seguro. Apenas si comienza a explorar esta área de su sexualidad que para él era un tabú anteriormente... Sin embargo, en contra de todos los pronósticos, nos hemos encontrado y descubierto. Estamos felices, Caroline...

Ella le abrazó.

―Estoy orgullosa de ustedes por haber encontrado el camino a pesar de los prejuicios.

―Lo mismo puedo decir de ti, Caroline ―contestó él―. Sabes cuánto ha sufrido Luan por pensar que no está a la altura.

―Lo sé, pero he logrado hacerle ver que no es así. Amo su color de piel, como cada milímetro de él.

―¿Y ya conoces todos esos milímetros, centímetros, y... ? ―Justin fue callado por una almohada que Caroline le lanzó.

―¡Indiscreto! ―exclamó riendo.
Justin se empezó a reír también.

―De acuerdo, no preguntaré nada más.

―Para satisfacer tu curiosidad ―prosiguió ella cediendo un poco―, solo diré que aún queda mucho por descubrir en él y que me encantaría ese safari por todo Luan, del mismo modo que he amado conocer Sudáfrica...

―¡Liechtenstein y Sudáfrica unidos! Solo cosas buenas podrían salir de ese amor y de ese... ―se rio―, descubrimiento.

―Eso espero, Jus.

―¡Estoy convencido de que así será!

Justin no demoró más a la princesa, él tenía planes para esa noche con Charlie y debía alistarse. Qué bueno era saber que cada uno era feliz, al fin. Solo podía desear para ambos que la vida les siguiera sonriendo como hasta ese momento y que Caroline pudiera cumplir su deseo de permanecer en Sudáfrica.

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