Capítulo 13
Vestido de impecable traje oscuro, Franz la estaba esperando en la puerta del lodge. Al verla llegar la abrazó y le robó un rápido beso en los labios.
―Estoy feliz de verte, cariño.
―No me avisaste que vendrías, Franz. Recuerda que estoy trabajando...
―Yo también, pero moría de deseos de tenerte en mis brazos. He salido más temprano hoy y regreso mañana a la oficina.
Caroline frunció el ceño, estuvo a punto de protestar, pero se detuvo. "¿Qué le diría?". Se alegraba de que hubiese ido a verla, pero no creía que pudiese complacer todas sus pretensiones.
―¿Entramos?
―Por supuesto. ―Él diplomático le abrió la puerta y pasaron al interior―. Es un lugar muy bonito.
―Es precioso.
―¿Qué tal el documental?
―Comenzamos a rodar esta mañana. Es mucho trabajo, y nos llevará bastante tiempo.
―¿Por qué? ―preguntó con curiosidad mientras se sentaba.
―Pues porque parte del documental es el nacimiento de tres cachorros de león. Aún faltan dos meses para que eso ocurra.
―Estoy feliz de tenerte por acá. Agradezco a ese documental el haberlo hecho posible y me siento cada vez más arrepentido por mi comportamiento. Te quiero, Caroline ―le dijo tomándole una mano.
―No hablemos más de lo que sucedió, por favor. El pasado no se puede cambiar, es el presente a lo que debemos dedicarle mayor atención.
―Tienes razón ―afirmó―. Por mi parte pretendo venir a visitarte cada vez que pueda. Podremos hacer escapadas románticas los fines de semana e iremos recuperando poco a poco el tiempo perdido. Cuando termines tu trabajo decidirás entonces qué hacer. Por mi parte lo tengo más que decidido: quiero que te quedes a mi lado, Caroline.
La princesa suspiró. Su novio o exnovio iba demasiado acelerado en su pensamiento, pero no entendía por qué se sentía tan incómoda, si estaba escuchando justamente lo que siempre deseó.
―Franz, necesito tiempo para sanar, ya te lo he dicho. Esos planes me hubiesen parecido maravillosos hace dos meses, pero ahora... ―La voz le tembló―. No sé qué me sucede, pero no creo que pueda volver al mismo punto en el que estábamos cuando nos separamos.
Franz frunció el ceño a medida que la escuchaba.
―¿Qué quieres decirme?
―Que te quiero, y estoy feliz de verte, pero no me pidas más que eso... Necesito tiempo, por favor.
―Ya te pedí disculpas, Carol. ―Él la rodeó con sus brazos y la atrajo hacia él―. Te necesito mucho. No imaginaba cuánto hasta que no te tuve conmigo.
La joven recostó su cabeza en el hombro de él, luego levantó la mirada y le dio un beso en los labios. El sabor tan familiar la embriagó poco a poco, era como retornar a un lugar en el que fuiste feliz, donde conoces todo lo que hallarás, pero que el sosiego que te brinda es inconmensurable y es justamente lo que precisas.
Luan caminó con pasos ágiles hasta llegar a su carro eléctrico. "Franz estaba en Timbavati" ―era en lo único en lo que podía pensar―. Aquello lo disgustaba tanto, que necesitaba llegar a su casa, darse un baño de agua fría y beber una cerveza, para calmarse un poco.
―¡Luan! ―Un llamado lo hizo detenerse y girar sobre sus talones.
―Creí que te habías ido ―le dijo a Justin que intentaba correr y llegar a él.
―Los demás ya se marcharon. ¿Crees que pueda irme contigo?
―Claro. ―Luan no tenía un buen día, pero a su amigo no podía negarle eso―. ¿Por qué te quedaste?
―Estuve charlando un poco con John y Leila, y también quería hablar contigo ―le confesó. Luan encendió el carro y lo movilizó.
―¿Es del trabajo?
―No. Para ser el primer día, creo que lo hemos hecho bien. Es sobre Caroline ―añadió.
―No tienes por qué preocuparte ―le contestó cortante.
―Por supuesto que sí. No soy tonto, y sé que algo sucede entre ustedes. Caroline me ha contado un poco. Hoy en la mañana estaba hecha un lío luego de su encuentro de la víspera ―insinuó―. No quiero quebrar su confianza, es mi mejor amiga, pero tú también eres mi amigo, así que te pido que tengas paciencia.
―Caroline y yo no tenemos ni tendremos jamás futuro. No ha sucedido nada entre nosotros. Es una... ―No sabía cómo llamarlo―. Es solo una atracción, una fantasía.
―Puede ser, pero en todo caso, te pido que midas bien tus pasos. Estoy preocupado por ella, pero también por el proyecto. Lo que sea que tienen no puede afectar el documental, ni tampoco puede afectarla a ella.
―Te aseguro que no será así. No voy a buscarla más ―confesó resuelto―. Ella no es para mí, estoy muy lejos de su rango y...
―¿Qué estás diciendo? Eso no tiene sentido... ¿En qué siglo vivimos?
―En uno donde los prejuicios todavía están demasiado enraizados, amigo mío. Tú mismo podrás decirlo, porque también los sufres. ―Justin no lo negó―. Y aunque no fuera así, Caroline tiene novio, y ese mismo novio ha venido a pasar la noche con ella... No tengo ninguna posibilidad. Ninguna ―recalcó.
―Sobre eso no sé qué decirte... Estoy sorprendido, pero al parecer ella va a recibirlo. De cualquier forma, no te hagas juicios precipitados. Nuestra estancia será larga y cualquier cosa puede suceder.
―Solo me preocuparé por el hoy, Justin, y mi plan para esta noche es muy sencillo: me tomaré par de cervezas y me iré a la cama.
―Suena bien. ―Justin le sonrió―. Si te animas puedes ir a tomar esas cervezas a mi lodge. Y no te preocupes ―se apresuró a decir―, no eres para nada mi tipo.
Luan soltó una carcajada.
―Una vez aclaradas tus intenciones, puede que lo considere. Si no estoy demasiado cansado o con muy mal humor, iré a verte esta noche. ―Ya habían llegado al lodge donde se quedaba Justin―. Muchas gracias por la invitación.
―Gracias por traerme. Te estaré esperando.
Luan asintió y desapareció por un camino directo hacia su hogar.
Franz estaba tomando una ducha y Caroline se movía nerviosa por la habitación. Hacía más de dos meses que no tenían intimidad, por lo que no estaba convencida de que retomarla fuese lo que deseaba. Continuaba con dudas, aunque a veces los besos de Franz le hiciesen creer lo contrario...
Ahogada en su dilema, no dudó en tomar la llamada de su hermano Maximilien, quien siempre la hacía muy feliz.
―¡Hola! ¡Qué sorpresa! Creía que no darías de sí hasta que terminaras los exámenes.
―Tenía deseos de escucharte, hermana. Así de paso me das suerte para mi última prueba. ¿Cómo estás?
―Estoy bien. Hoy hemos comenzado a grabar. Ha sido un día largo, pero el trabajo me gusta mucho.
―Es bueno escuchar eso.
―Hay otra cosa que quiero contarte, Max. Franz está aquí ―le confesó.
―Lo sé ―dijo el heredero al trono desde el otro lado de la línea.
―¿Cómo lo sabes? ―Caroline estaba atónita.
―Le pedí a Charlotte que me mantuviera al tanto de una aproximación de esa clase ―le explicó.
Caroline permaneció en silencio por unos segundos. No entendía lo que estaba sucediendo o la razón por la cual su hermano solicitaría algo así.
―¿Me estás espiando? ―inquirió molesta y sorprendida a partes iguales.
―No, en lo absoluto ―respondió él con calma―. Quiero protegerte. Eres mi hermana.
―Soy tu hermana mayor ―replicó con acritud―. El hecho de que seas el heredero no significa que yo tenga menos capacidad para gobernar mi vida.
―Jamás he pensado eso ―se apresuró a decir―, pero me ha llegado información sobre Franz que me ha alarmado mucho. No pretendía decirte nada si él no se acercaba a ti, pero ahora que lo ha hecho no puedo permanecer impasible mientras pones en juego tu corazón por él una vez más.
―¿Qué quieres decir? ―Franz salió justo en ese momento envuelto en una toalla, por lo que la princesa salió al exterior para poder continuar hablando con privacidad―. ¿Qué información te ha llegado sobre Franz?
―No tengo pruebas, Caroline. Me gustaría hablarte de esto con evidencias, pero como no las tengo, solo te pido que seas cauta con él y que no te involucres por el momento. Por favor ―suplicó.
Se hizo otro largo silencio en el que Caroline intentaba procesar toda la información. Max jamás había tenido una mala relación con Franz. Jamás había hecho nada por demeritarlo ni se había opuesto a su noviazgo. El que quisiera prevenirla ahora le parecía de lo más sospechoso y grave.
―Dime lo que sabes.
―No puedo, Carol. Solo confía en mí, y ante las dudas... Por favor, no hagas nada de lo que puedas arrepentirte.
―¿Se trata de alguien más?
―Sí, se trata de alguien más, pero no puedo darte detalles...
Se hizo otra pausa, y Caroline intentó poner en orden sus pensamientos.
―No puedo culparlo por haber salido con alguien, Max, siempre y cuando hubiese sido durante estos dos meses que estuvimos separados ―consideró.
―No, Carol, la situación es más grave que eso ―expresó con preocupación―, y la relación todavía se mantiene. Te diría más, pero... ―dudó―. Te suplico que confíes en mí y no hagas nada más. No lo aceptes de regreso, Caroline, al menos no hasta que pueda saber toda la verdad.
Otro silencio pareció durar para siempre hasta que Max volvió a hablar.
―Caroline, por favor, ¿vas a hacer lo que te pido? ―preguntó desesperado.
―Sí, lo haré ―respondió por fin―. Confío en ti, Max.
―Te quiero ―le dijo su hermano―, y prometo que te llamaré pronto.
―Yo también te quiero. ―Caroline cortó la llamada.
Unos pasos tras sí la hicieron volverse. Franz ya se había vestido. En esta ocasión utilizaba ropa más informal.
―¿Estás bien?
―Sí ―mintió.
Franz se acercó a ella y comenzó a besarla despacio y apasionadamente. Ella lo permitió los primeros segundos, hasta que las palabras de su hermano la hicieron apartarse.
―¿Qué sucede? ―Franz frunció el ceño.
―Creo que debemos ir más despacio.
―Estás extraña ―observó―. ¿De qué se trata?
Caroline no era una persona que pudiese contenerse tan fácilmente. Tenía una duda en el corazón y necesitaba soltarla. No meditó bien lo que hacía, y cuando vino a darse cuenta ya lo había dicho.
―Me han contado que estás saliendo con alguien.
―¿Qué?
―¿Estás saliendo con alguien?
―¡Santo Dios! ―exclamó airado―. ¡Qué pregunta tan estúpida! ¡Por supuesto que no! ¿De dónde sacaste eso?
―Mi hermano Maximilien me lo ha dicho. No tiene pruebas, pero...
―¿Qué estás diciendo? ―Su rostro fue cambiando de color, estaba cada vez más colorado―. ¿Acaso tu hermano no está en Inglaterra? ¿Cómo demonios va a saber acerca de mi vida?
―Por favor, tranquilízate.
―¡No puedes pedirme que me tranquilice, Caroline! Tu hermano no tiene idea de lo que está hablando.
―Puede que mi hermano esté en Inglaterra, pero sabes que mi familia tiene maneras de saber ciertas cosas...
―Siempre supe que tu familia podía llegar muy lejos para separarnos, pero inventar algo así es inadmisible ―respondió en voz más baja.
―Lo siento, Franz. ―Caroline colocó su mano encima del hombro de él―. Yo puedo entender que te hayas involucrado con alguien mientras estuvimos separados. No tienes que mentirme, eso puedo entenderlo...
―¡No estoy con nadie más, Caroline! ―exclamó nuevamente―. No me he involucrado con nadie, tienes que creerme...
―De acuerdo, te creo ―respondió ella con tacto―. Quizás sea un malentendido.
―¡Por supuesto que es un malentendido! ―Franz se sentó y colocó sus manos en la cabeza. Permaneció totalmente abstraído por unos minutos, perdido en sus pensamientos.
Caroline iba a retirarse cuando él la detuvo.
―Por favor, ven. ―Ella obedeció. Franz enmarcó su rostro con ambas manos y le acarició sus mejillas―. Te quiero, Caroline. A ti. Solo a ti. ―Se inclinó para darle un beso, pero ella giró el rostro―. ¿Qué sucede?
―Franz, tengo dudas acerca de nosotros ―confesó en voz baja―. Te pedí tiempo. Realmente lo necesito...
Franz dio un golpe con el puño y se levantó de un salto disgustado rumbo a la habitación. Allí tomó el maletín que había llevado y comenzó a guardar su traje frenéticamente.
―¿Qué estás haciendo?
―Me marcho, Caroline ―gruñó―. No tiene ningún sentido que permanezca aquí.
―Por favor, quédate. Podemos pasar una buena noche a pesar de todo y conversar...
―No tengo nada que conversar contigo. Prefieres creerle a tu hermano que a mí. ―Tomó sus cosas y salió hasta la puerta para marcharse.
―Quédate ―le pidió―. Dentro de poco anochecerá y es peligroso...
―Estaré bien. ―Fue lo único que dijo antes de descender las escaleras y salir en busca de su auto.
Caroline permaneció con sentimientos encontrados. Sentía su corazón oprimido y no sabía qué hacer: confiaba en su hermano ciegamente, pero, ¿y si había cometido una injusticia? ¿Y si Franz estaba siendo sincero? Una lágrima bajó por su mejilla y se sintió una vez más profundamente perdida.
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