Capítulo 12

Caroline durmió mal, por lo que se levantó bien temprano. A Justin le sorprendió encontrársela ya lista a la hora prevista para iniciar el trabajo. La princesa llevaba pantalones de color crema, una blusa blanca de mangas largas de algodón, para evitar el Sol, unas botas de piel marrones y un sobrero de fieltro.

―¡Qué guapa estás! ―le dijo su mejor amigo.

―Gracias, tú también ―respondió Caroline―. Charlie se ruborizará cuando te vea...

Justin sonrió. Era cierto que tenía un crush con el guardaespaldas, pero no habían avanzado mucho. Solo eran amigos.

―Ayer en la noche pasó por mi lodge casualmente ―confesó―. Le brindé una taza de té y estuvimos conversando un poco. Se le escapó que te había llevado a casa de Luan. ¿No tienes nada que contarme?

Caroline asintió, nerviosa, recordando la víspera. De alguna forma lo que había iniciado como una confesión por parte de Justin, se había vuelto por completo hacia ella, poniéndola en la difícil posición de explicar lo sucedido.

―Fui a su casa, es cierto. De alguna forma él se imaginó lo que le diría: que aún no he tomado una decisión respecto a Franz y en consecuencia no estoy libre para salir con él. Me acompañó de regreso hasta acá, nos pescó la lluvia y... ―Se ruborizó por completo.

―¿Se besaron? ―Justin dio un salto sobre la silla en la que estaba sentado.

―No, pero casi... Se creó una atmósfera un tanto atrayente, pero Luan se fue corriendo antes de que sucediera algo.

―¿Qué? ¿Se fue? ―Jus estaba muy decepcionado con lo sucedido.

―Creo que fue lo mejor. Un beso hubiese complicado demasiado las cosas entre nosotros.

―Te gusta, ¿verdad?

―Es... ―Se quedó pensativa―. Es un hombre muy interesante y cuando estoy a su lado creo a veces que voy a perder la cabeza... Pero no es amor ―se interrumpió―, y no puedo echar por la borda una relación como la mía con Franz solo por una atracción.

Justin se encogió de hombros y se guardó su opinión. Pensaba que su relación con Franz no llegaría a nada, pero se mordió la lengua.

―Muy bien, haz acopio de toda tu entereza porque nos vamos a filmar al laboratorio de Luan.

―¿Cómo? Creía que el plan de rodaje...

―Se cambió ayer antes del almuerzo. Lo siento, se me pasó decirte. Todos coincidimos en que es importante trabajar en el documental sobre la inseminación. La leona ya está embarazada.

―Tienes razón. Mis problemas con Luan no deben interferir nuestro trabajo. ¿Nos vamos?

―¡Nos vamos!

Caroline salió con su mejor amigo. Charlie los estaba esperando para llevarlos al punto de encuentro, que era la carpeta del hotel. Allí saludaron a sus compañeros de trabajo, y a Kande y Quentin.

―¿Qué tal la primera noche? ―preguntó la mujer.

―Maravillosa ―respondió Jus sonriendo―. ¿Cierto, Caroline?

―Sí, por supuesto. ―Se ruborizó al pensar en Luan. Kande le habló de él como si le estuviera leyendo la mente.

―Mi hijo los espera en su laboratorio. Quentin los va a llevar. Es cerca de aquí, en la misma reserva.

―Muy bien, gracias ―respondió Caroline.

Al cabo de unos minutos, un pequeño autobús con los chicos y el equipo técnico, tomó rumbo hacia el laboratorio del biólogo. Charlie, y los de seguridad, seguían al autobús como parte de su misión. Caroline iba perdida en sus pensamientos, que eran en extremo contradictorios.

En un sencillo edificio de dos plantas de color arena, con un área cercada detrás, se encontraba el laboratorio de Luan en Timbavati. Según les había explicado Quentin, la construcción del edificio lo había sufragado la Universidad de Pretoria y el propio Luan con sus ahorros.

―Aún le faltan muchas cosas, pero al menos se va abriendo paso ―les contó―. El laboratorio se ha construido en nuestras tierras, pero el objetivo es que preste servicio a toda la reserva e incluso al parque Kruger. Somos una sola comunidad con un mismo interés.

Caroline bajó del autobús, y se encontró con Luan quien ya los estaba esperando fuera para recibirlos.

―Buenos días. ―Fue lo único que le dijo.

―Buenos días ―respondió ella bajando la mirada.

Luan continuó caminando para saludar al resto de los chicos: Eva, Kate, Percy, Mila, Chris, Marc, Martin. Todos estaban muy emocionados con la oportunidad de estar allí.

―Luan, ¿nos muestras el lugar? ―pidió Justin.

―Por supuesto ―les respondió él―. También les voy a presentar a unos amigos y colaboradores veterinarios que trabajan conmigo. Están ansiosos por conocerlos.

―Estupendo. Caroline y yo debemos ver con cuidado las locaciones para decidir dónde comenzar a grabar. Como discutimos ayer, queremos comenzar con una breve explicación tuya acerca de este lugar, su objetivo y el trabajo que han hecho y, sobre todo, en qué consiste el procedimiento.

―De acuerdo.

Luan los guió al interior. En un área que hacía las veces de salón de reuniones se encontraba una pareja: Leila y John, que eran amigos y veterinarios de Luan.
También serían entrevistados ese día. El biólogo contaba además con par de asistentes y equipo de vigilancia para las noches. De igual forma colaboraban con ellos investigadores de la Universidad de Pretoria.

―Leila y John son mi mano derecha y la izquierda también. ―Rio Luan al hacer las presentaciones―. Sin ellos, nada de esto hubiese sido posible.

Los veterinarios saludaron al nutrido equipo del documental, haciéndoles sentir como en casa. Luego Luan llevó a los recién llegados a dos salones más que tenían preparados para realizar los procedimientos:

―Aquí hicimos el procedimiento de electroestimulación para la obtención de semen del macho.

―De Oliver ―señaló Caroline en voz baja pero audible. Recordaba a la perfección la conferencia de Luan en Sikypark.

―Exacto. De Oliver. ―Él asintió con la cabeza, le sorprendía y halagaba que ella lo recordara―. También aquí realizamos la inseminación de Gertrude. Lo intentamos varias veces, hasta que finalmente lo logramos.

―¿Tienen todos los recursos? ―preguntó Justin.

―Contamos con lo mínimo necesario. La Universidad ha puesto dinero, equipamiento, y ha comprado materiales gastables. Yo he sido quien he invertido en la construcción de este laboratorio, que hace también las veces de clínica veterinaria para los animales de la reserva ―explicó―. Sin embargo, todavía queda mucho por hacer: procedimientos más complejos como la fecundación in vitro, que genera el embrión fuera del animal, requiere de mejores condiciones técnicas. También resultaría muy útil poseer equipos de criopreservación, para la congelación de gametos y embriones de animales, por tiempo indefinido. Sería una labor importante en función de la conservación de la biodiversidad en Timbavati y en el continente. Por supuesto, son planes demasiado ambiciosos para este momento. Hoy nos sentimos satisfechos con haber logrado la gestación de Gertrude y esperamos llevarla a feliz término.

―¿Qué haría falta para lograr mayor financiación? ―volvió a preguntar Justin.

―No pienso que la Universidad pueda ayudarnos mucho más de lo que ya lo ha hecho ―confesó con sinceridad―. Creo que este trabajo con los leones de Timbavati, de salir bien y ser publicado, atraería a personas de buena voluntad, ONGs y otras organizaciones, dispuestas a invertir. Sin embargo, como ya dije, es un proyecto a futuro, que depende mucho de lo que logremos hacer hoy. Gertrude es muy valiosa para nosotros, por eso necesitamos que todo con ella salga bien. El documental de ustedes también ayudará a que nuestro trabajo tenga la visibilidad que necesita, así que les estaré eternamente agradecido por ello.

Caroline se mantuvo en silencio, maravillada con lo que le escuchaba decir. Era un hombre increíble, y hablaba de una manera que impactaba. Estaba impresionada con él, con su trabajo, con su manera de ver la vida... Cada día lo admiraba más.

―Queremos ayudarte en lo que sea preciso ―le respondió Justin―. Es por ello que hemos preferido comenzar a filmar todo lo relacionado con tu proyecto. Mostrarle al mundo el nacimiento de un león logrado por inseminación artificial es un acontecimiento histórico para la ciencia, y me siento feliz de ser parte de ello.

―Gracias, amigo. En este caso son tres leones, lo hemos sabido por ecografía ―le contó orgulloso.

―¡Enhorabuena!

―Es una gran noticia ―dijo Caroline al fin, aunque ya lo sabía por él mismo. Luan asintió, pero no le respondió.

Continuaron caminando por la instalación, hasta que salieron al exterior. En un área controlada, se encontraba Gertrude descansando bajo la sombra de un árbol.

―Es hermosa ―comentó Mila, quien rodeaba a su marido con el brazo. Caroline estuvo de acuerdo.
La leona descansaba apacible, sin importarle que la estuvieran observando. Eva, Kate, y Martin también la miraban encantados. Marc y Chris filmaban aquel primer encuentro.

―Aquí está nuestra chica ―explicó Luan―. La tenemos en este espacio cercado para poder monitorear el parto y proteger a las crías. Normalmente los cachorros nacen en guaridas, arbustos, y otros lugares que la madre busca para tener un poco más de seguridad. Por regla general se suelen alejar de la manada para dar a luz y permanecen en fase de aislamiento por unas seis u ocho semanas hasta que se reincorporan a la manda.

―¿En libertad corren demasiado peligro? ―preguntó Kate.

―Así es. La infancia en la vida de un león es dura. El destete no ocurre hasta los seis meses de edad. Al año es que mostrarán interés por la caza, y no estarán listos para valerse por sí mismos hasta que alcanzan los dos años de vida. Aproximadamente el ochenta porciento de los cachorros mueren antes de alcanzar su independencia a los dos años.

―¡Dios mío! ―exclamó Caroline ante semejante pronóstico.

―Es por ello que Gertrude está con nosotros en esta área, hasta que ella y sus hijos puedan ser reincorporados a una manada ―continuó―. Necesitamos de ellos por el momento para validar nuestra investigación. Sin Gertrude y los cachorros no tendríamos nada. De igual forma queremos protegerlos lo más posible. Es terrible que un cachorro muera, y si ha sido uno que has ayudado a nacer, el sentimiento de pérdida sería devastador.

―Y perderían todo el trabajo de los últimos meses ―apuntó Percy, quien a su edad y siendo especialista en presupuestos, se daba perfecta cuenta de la magnitud de los riesgos que corría tener a la leona en libertad―, incluidos el dinero y la posibilidad de futuros financiamientos.

―Así es ―confirmó el biólogo―, pero es la integridad de ellos lo que más me preocupa. Los leones neonatos son altamente vulnerables. Para que tengan una ida, nacen completamente ciegos, con un desarrollo psicomotor muy limitado y un peso que no sobrepasa los dos kilogramos.

―¡Qué pequeñitos! Una bolita de pelos ―dio Eva imaginando un cachorro.

―-Pequeños y débiles ―prosiguió el especialista―. Los depredadores que causan una mayor mortalidad en ellos son los leopardos, las hienas, los chacales, los elefantes y los búfalos. Es por ello que en las primeras semanas de vida la madre traslada a los cachorros con frecuencia hacia otros refugios. Los sujeta por la nunca y los va moviendo uno a uno...

―Como las gatas ―apuntó Martin.

―Exacto, a fin de cuentas, son felinos. Lo cierto es que, incluso estando en la manada ya, los cachorros continúan en peligro. Muchas veces perecen a causa de los machos de la manada que buscan de esta manera eliminar la competencia y su propia descendencia con las hembras del grupo.

―El tío Scar haciendo de las suyas... ―soltó Chris. Todos rieron con la referencia al Rey León. Tenía mucha razón.

―¿Qué les parece si comenzamos el trabajo? ―propuso Justin―. Luan, has estado magnífico, y me encantaría que muchas de esas explicaciones nos las dieras a cámara. Además, sería excelente que nos hablaras de Gertrude y Oliver.

―Oliver se encuentra en libertad, tal vez cuando demos un recorrido... ―se interrumpió al cruzar la mirada con la de Caroline. Le había prometido un safari juntos, pero, ¿tendría sentido aún luego de que las cosas estaban tan extrañas entre los dos? Luan dejó ir sus pensamientos y se centró en continuar con la charla―. Estoy seguro de que con un poco de suerte podremos verlo.

Caroline le dio la espalda y comenzó a discutir con Justin sobre el lugar donde grabarían: se decidieron por hacerlo en el área de Gertrude, dentro, tomando todas las precauciones. Leila y John estarían al tanto del comportamiento de la leona, mientras Luan hablaría a cámara. Solo Justin, ella y Marc estarían dentro para no abrumarla. El espacio era grande, pero aún así tener a una leona unos veinte o treinta metros de ti impresionaba y mucho...

―Les aseguro que no habrá problemas ―les tranquilizó John.

―Gertrude es buena chica, incluso se ha entrenado para dejarse tomar análisis de sangre sin necesidad de sedarla ―contó Leila.

Marc, Chris y Martin comenzaron a preparar el equipamiento para las primeras tomas, acompañados de Mila como sonidista y de Eva.

Justin, Kate y Caroline, por su parte, ultimaban detalles junto a Luan. El biólogo apenas le había dirigido la palabra a la princesa, por lo que, aunque intentaban aparentar cordialidad, lo cierto es que el ambiente estaba realmente tenso.

Llegó el momento de iniciar, Marc estaba con la cámara lista; Luan en su sitio, de espaldas a Gertrude, mientras Carol revisaba el plano desde la cámara con Jus.

―Necesita ubicarse más a la derecha ―opinó Caroline.

―Creo lo mismo. Luan, amigo ―le dijo al hombre que se encontraba a unos metros―, necesito que te desplaces un poco más hacia la derecha.

Luan lo hizo, pero infructuosamente.

―Mi derecha, Luan, no la tuya... ―le rectificó el director. Luan se movió en sentido contrario, pero aún no estaba bien situado―. Un poco menos ―volvió a pedir Justin.

―Creo que necesita ayuda. ―Rio Caroline mientras hablaba por lo bajo. Luan estaba tan incómodo que no encontraba el lugar adecuado, por más sencillo que pudiera parecer.

―Ve a ayudarlo tú ―le pidió Jus.

―¿Qué? ¡No! ―protestó.

―Carol, es una orden de tu director, así que ve a auxiliarlo para poder grabar de una vez, por favor.

Caroline no lo discutió, Justin tenía razón. Se aproximó a Luan y este se sorprendió al verla tan próxima. No había estado tan cerca el uno del otro desde la víspera. Él la miró a los ojos en silencio, pero no le dijo nada:

―¿Me permites? ―le preguntó la princesa antes de tocarlo. Luan no sabía a qué se refería hasta que vio que lo tomaba por los brazos y lo instaba a moverse unos centímetros―. Aquí estás bien ―le dijo ella sin apartar su mirada. Sus manos todavía reposaban sobre los brazos del sudafricano.

―¿Me sueltas? ―inquirió él, aunque no le molestaba en lo absoluto.

―Eh... sí, por supuesto. ―Caroline dio un paso atrás muy avergonzada, pero se repuso al instante―. Había olvidado que me tenías miedo. ―añadió con sutil ironía.

Luan frunció el ceño, pero luego sonrió. Caroline, satisfecha ante su reacción, se dio la vuelta de regreso hasta Justin.

―¿Qué fue eso? ―preguntó el director riendo.

―Ni yo misma sé ―confesó ella encogiéndose de hombros―. Vamos a trabajar, ¿te parece?

Concentrados todos durante el resto del día, trabajaron bastante en el exterior. Luan grabó buena parte de sus intervenciones, e hicieron tomas de Gertrude, quien a media mañana se desperezó y caminó frente a ellos para saludarles y mostrarles el embarazo que se notaba perfectamente en su vientre.

En la tarde, agotados, se congregaron dentro del laboratorio. Kande había enviado comida y estaba deliciosa. El equipo se concentró entre la terraza, y el salón principal para comer. No había mesa, ni platos elegantes, era todo muy sencillo, pero Caroline lo prefería así.

La joven se encontraba recostada a la baranda de la terraza con el plato en las manos, cuando Luan se acercó a ella. Estaban bastante solos, salvo por Justin quien creyó oportuno retirarse para ir al baño.

―¿Te gusta? Es Vetkoek, una especie de empanadilla de carne ―le explicó el biólogo cuando llegó a su lado.

―Es deliciosa ―respondió ella, quien comía con verdadero apetito.

Él la miró en silencio mientras comía, intentando decirle algo, pero las palabras no salían de su garganta.

―No te tengo miedo ―le dijo por fin, luego de unos minutos―. No a ti.

―¿Y a qué le tienes miedo entonces? ―preguntó confundida.

―A lo que puedo llegar a sentir por ti ―respondió mirándola―. A lo que ya siento por ti.

―Luan... ―Ella dejó el plato sobre la baranda, en equilibrio.

―No me digas nada ―le interrumpió él―, ya sé que esto no tiene sentido, y me he prometido a mí mismo no alentarlo. No te tengo miedo, pero no estamos destinados a ser, Caroline.

La princesa estaba anonadada, quiso replicarle cuando fueron interrumpidos por Charlotte, la jefa de seguridad.

―¿Sucede algo? ―Caroline se sobresaltó.

―Nos han avisado que Franz ha venido a verla. Lo han conducido hasta su lodge y aguarda por usted ―anunció sin rodeos.

Caroline ni siquiera pudo mirar a Luan ante semejante noticia. Franz no la había llamado y se aparecía sin avisar, en el peor de los momentos.

―Adiós. ―le dijo él y desapareció rumbo a su oficina.

―Muchas gracias, Charlotte. Las grabaciones por hoy han concluido, así que me excusaré con Justin para regresar de inmediato al lodge. ¿Me llevan ustedes?

―Por supuesto. ―Asintió la mujer.

Caroline se retiró en busca de Justin, pero tenía el corazón abrumado. Estaba dividida entre un amor de años, y una pasión nueva y perturbadora. El primero era el hombre al que le hubiese entregado su futuro con los ojos cerrados, un hombre que fue su pareja, su hombro para dormir en las noches, su refugio... Y el otro era el desasosiego, lo imposible, lo desconocido: aquel a quien no había besado, pero que la estremecía con sus palabras, con sus ojos verdes y la manera en la que veía la vida. Sin llegar una conclusión clara, Caroline se marchó, esperando que pronto pudiese hallar el mejor de los caminos.

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