· You Won't See Me ·
—¿No había uno más viejo? ¿O más feo? Me gusta lo vintage, pero mi gusto tiene un límite, mami.
Amelia llama "mami" a su madre porque sabe cuantísimo lo odia. A ella también le desagrada el apelativo, pero solo por ver a Imogen apretar los labios con disgusto, vale la pena. También porque sabe que genera cierta incomodidad escuchar a una chica de diecisiete años llamar así a su madre, porque suena muy infantil.
Pero Amelia no lo ha hecho por casualidad. Amelia quiere sonar infantil porque quiere dejar claro que, aunque ya sea mayor de edad, solo tiene diecisiete años, y la persona que tiene delante tiene veintinueve.
No es tan viejo, en realidad. Ha visto casos peores, de chicas de quince prometidas con hombres mayores de cuarenta. Tal vez, el hombre que hay frente a ella no deja de sonreírle, pero eso no es lo que repugna a Amelia.
Amelia critica que, a parte de ser más mayor, es un desconocido. Es alguien que le han impuesto sus padres. Es alguien que la ha comprado por su apellido y por su estatus. Su madre le había dicho que la había aceptado "a pesar de lo suyo".
Lo suyo es que es vidente. Que, desde pequeña, Amelia es capaz de ver el futuro y a veces el pasado. Han intentado taparlo de todas las formas, han intentado hacer que no dijera nada, pero a veces es imposible no saberlo. Amelia no tiene demasiado miedo a decir la verdad, porque le da mucho más miedo lo que pasa si no la dice.
La gente se muere y ella los ha visto morir antes, y aunque no se puede hacer nada por evitarlo, ella intenta hacerlo a menudo. Por si acaso. Y por eso algunos la alejan, por si les dice su muerte. O vete a saber qué. Los videntes no son bienvenidos.
Pero ese hombre viejo dice que no le importa, así que sus padres han decidido que será bienvenido a la familia si decide llevársela después de que termine sus estudios. Están deseosos de deshacerse de Amelia, que no genera más que peleas y disputas en casa, que ama perturbar el silencio y la tranquilidad de la familia.
—Amelia, compórtate —masculla Imogen con severidad—. Discúlpala, Eugene. Se piensa que tiene mucho sentido del humor.
—La prefiero así, me gustan las mujeres que hablan por los codos, la casa es bastante silenciosa.
—¿Tan aburrido eres que nadie quiere ir a visitarte?
—¡Suficiente, Amelia! —brama Augustus, agarrándola del brazo.
Evangeline y Richard observan el momento con atención. Están acostumbrados a una disputa silenciosa como aquella. Augustus le hace daño a Amelia, a veces con la varita, a veces de forma física, y Amelia no dice nada. No grita, no se queja, no pide que pare. Solo le mira a los ojos y le reta a hacerlo más fuerte. Jura que no le hace daño, aunque a veces se le caen las lágrimas del dolor.
Richard ama ver aquello. Jura que Amelia, de no ser tan testaruda, sería la mejor bruja de todos los tiempos y el Señor Tenebroso la haría su mano derecha. Evangeline lo odia. Lo odia porque odia ver a su hermana con hematomas por todo el cuerpo, cojeando por los pasillos y tratando de curarse ella sola, sin la ayuda de nadie. No entiende cómo lo aguanta.
Solo que Amelia pierde la concentración porque sus ojos comienzan a ver más allá. Los Lyne ya saben lo que eso significa.
—¿Está teniendo una visión? —pregunta Eugene con una sonrisa expectante, casi emocionada.
Imogen asiente, temiendo lo que dirá Amelia cuando abra la boca.
Las comisuras de la joven se tuercen en una sonrisa perversa. Evangeline tiene el impulso de dar un paso hacia delante y taparle la boca para que no diga nada, porque tiene pinta de que va a ser algo que inicie una discusión.
Y lo es. Como siempre que sonríe estando en casa. El Sombrero Seleccionador no se equivocó ni un poquito con ella en la ceremonia.
—Vaya, padre. Yo que tú tendría cuidado al bailar. A veces, los techos se desmoronan y te aplastan y te quedas sin aire, y eso sí que agua las fiestas.
Ese día, en el que Amelia presagia la muerte de Augustus Lyne, recibe unos cuantos latigazos invisibles en su espalda antes de irse a dormir. Evangeline le unta una poción curativa cuando se queda dormida, porque antes la había echado de su cuarto jurando que estaba bien. Eugene Travers solo piensa en cuánto le gustan las mujeres con carácter.
—No, Eva. ¿Qué quiere decir esa digitación? ¡No puedes tocar los acordes como a ti te venga bien! ¡La técnica es obligatoria por una razón!
Eva asiente, mordiéndose la lengua, y vuelve a tocar el mismo acorde, esta vez prestando atención en qué dedo presiona cada tecla.
Su tía Sylvia es quien le ha enseñado todo sobre el piano. Es la única persona de su familia que se sienta junto a ella y tiene la paciencia suficiente como para enseñarle, unas cuantas horas a la semana, a amar el instrumento y amar la música.
A sus padres les parece una soberana tontería, pero Imogen sabe secretamente que tocar parece calmar las ansias de Eva y la estabiliza. No como Amelia, que tiene demasiada energía y la gasta diciendo estupideces o pensando en cómo fastidiarle el día. Aunque le parezca que Eva esté perdiendo el tiempo, al menos, la hace mansa.
Y mejor que pase el tiempo con su tía que con cualquier otra persona, eso piensa Imogen.
Así que Eva dedica hora tras hora a tocar el piano porque es lo único que le gusta. Lo demás no es tan interesante. ¿Leer? Está bien, pero solo un rato. Es Amelia quien devora novela tras novela, quien le presta de vez en cuando ejemplares escritos por muggles y le suplica que lo lea porque es demasiado bueno para ser cierto.
¿Estudiar? Evangeline no es mala estudiante. Pero ya tiene suficiente con estudiar un par de horas al día para no perder la práctica. No lo haría por placer ni aunque le pagaran.
¿Cuidar del jardín? Ya lo hacen los elfos. Cuando ella lo intenta, se le llenan las uñas de barro y el pelo se le encrespa por la humedad. Prefiere invertir su tiempo en algo mucho más limpio.
Así que toca sin parar y se frustra cuando algo no le sale bien.
Hasta que le sale bien. Qué bien se siente cuando algo le sale bien. Es lo único en lo que destaca en su familia, y aunque sus padres no le hacen ni caso y Richard se ríe porque dice que cualquiera podría tocar el piano —se nota que nunca lo ha intentado—, a veces, Amelia se acerca sigilosamente y le aplaude cuando termina una pieza y le dice que tiene mucho talento. Que a ver cuándo le toca algo de los Beatles.
Y eso hace que todo el esfuerzo valga la pena.
—¡Otra vez! ¿Qué quiere decir ese dedo anular? ¡Técnica, Eva, técnica! —exclama Sylvia, abanicándose con una partitura—. ¡Desde el principio!
—Estoy perfectamente bien, Eva. Deja de mirarme como si fuera a caerme en cualquier momento.
Eva se muerde el labio inferior mientras avanza por el andén detrás de los elfos que llevan su equipaje. Ya se han despedido de sus padres y de Richard y dejan atrás la mayoría de sus preocupaciones, pero ha visto a Amelia retorcerse de dolor cuando su hermano le ha dado una palmada en mitad de la espalda y ahora teme que esté sangrando.
El tren está casi lleno cuando entran. Amelia se yergue en cuanto sus pies pisan la tarima, saca la insignia de prefecta de su bolsillo y se la coloca con orgullo en la solapa de la túnica. Y es como si se quitara una piel llena de escamas y heridas y se quedara renovada y reluciente. Comienza a saludar a todos los que se encuentra, porque ella es así. Es popular, prefecta y buscadora del equipo de Quidditch. Si no la han nombrado capitana es porque es demasiado temperamental. Su vida en el colegio no tiene absolutamente nada que ver con su vida en casa.
Eva avanza detrás de ella ligeramente agachada. A ella no la han nombrado prefecta, sino a su mejor amiga, así que no ha recibido la enhorabuena de sus padres. Amelia no la recibió porque es Gryffindor, aunque, secretamente, Eva piensa que habría sido peor si, encima, no lo hubiera hecho.
Tampoco juega a Quidditch porque su madre piensa que no es de señoritas. A Amelia le daba igual lo que pensara su madre, pero Eva no se atreve a subir a una escoba porque a ella sí que le da miedo. Por último, no es especialmente popular. No cuando su hermano mayor lo era por ser cruel y por acosar a los otros alumnos y cuando su hermana mayor lo es por todo lo contrario. Ella solo es la hermana pequeña de Ricky y la hermana Slytherin de Mel.
—¡Mel! —grita una pelirroja desde uno de los compartimentos.
—¡Rubia!
—¡Que no me llames así, pesada!
Amelia se abraza a Caitlin en cuanto la ve. La llama rubia a pesar de que la joven insiste en teñirse el pelo de rojo porque no le gusta su color natural. Amelia no entiende por qué quiere ocultar su precioso cabello dorado, así que la molesta con ello todo lo que puede. En el mismo vagón está la otra amiga inseparable de Amelia, Sybill, una Ravenclaw muy excéntrica que, al parecer, solo le cae bien a Amelia y a Caitlin.
—Hola, Eva —saluda Caitlin al ver que se ha quedado parada en la puerta—. ¿Qué tal el verano?
Eva se encoge de hombros. Sus padres no le permiten hablar con nacidos de muggles. Se despide de su hermana con un asentimiento y avanza en busca de su amiga, pero tiene que detenerse cuando empieza a oler muy mal por el pasillo.
Se tiene que echar a un lado porque dos figuras salen corriendo de uno de los compartimentos.
—¡Que ha sido Sirius, que ya te lo he dicho!
—¡Ven aquí, rata mugrienta! —grita el segundo.
Eva se queda pegada contra la puerta de cristal, intentando evitar que Peter Pettigrew y James Potter la atropellen al pasar. Tiene claro que quiere apartarse todo lo que puede del camino de cualquiera de ellos dos o de sus amigos, porque tienden a burlarse de los demás o a gastar bromas que solo ellos encuentran graciosas, y Eva no tiene humor para ese tipo de chistes.
La bomba fétida echa todavía más humo maloliente y Eva tiene que abrir la puerta del compartimento para intentar respirar algo de aire puro antes de seguir avanzando, y entonces lo ve.
En el vagón del que sale el humo de la bomba hay dos chicos. Y se están besando.
Eva no sabe qué es lo que le causa más estupefacción. Si el hecho de que sean dos chicos quienes se besan o el hecho de que sean ellos.
Remus Lupin y Sirius Black.
Siempre había sentido cierta admiración por Remus. Le parecía un chico secretamente interesante. Lo ve siempre encorvado, con la nariz metida en un libro y el pelo anhelando volver a ser cepillado con un peine. Va a un curso por debajo de ella, pero parece muy inteligente. Siempre está en la biblioteca cuando alguno de sus tres amigos no lo lleva por el camino del mal.
Así, tan retraído, tan misterioso, tan elegante, no le sorprende que le gusten los chicos. Eva sabe tan pocas cosas acerca de él que cualquier dato le encaja. Si le dijeran algún disparate, como que es un vampiro o que habla ocho idiomas, Eva se lo creería.
Pero, ¿Sirius? ¿Sirius Black besando a un chico? Para lo joven que es, Sirius se ha marcado una reputación de mujeriego completamente merecida. Sirius avanza por los pasillos de Hogwarts como si su nombre estuviera escrito en las paredes y como si sus huellas fueran imborrables cada vez que da un paso. Lleva el pelo ligeramente largo y se lo peina hacia atrás con sorna y a Eva siempre le ha hecho gracia verlo así, tan digno, tan aparentemente inalcanzable.
Por eso le sorprende verlo besando a un chico. Y encima con tantas ansias, aunque Remus intenta llevar el beso y hacer que sea dulce.
Pronto, Eva siente que es testigo de una escena prohibida y secreta y que el humo maloliente que la envuelve no había sido lanzado por casualidad. No quieren que los encuentren. Se lleva el interior del codo a la nariz y a la boca y avanza en busca de sus amigos, intentando que su cara deje de mostrar estupefacción y un ligero sonrojo.
Se choca con alguien porque casi no puede ver. La chica está tosiendo por el olor, tratando de disipar el humo con el movimiento de su mano.
—¿Se puede saber qué es todo esto? —pregunta sin casi abrir los ojos.
—Es una bomba fétida —responde Eva antes de fijarse en quién es.
Es pelirroja también, aunque un tono un poco más oscuro que el de Caitlin. Lily Evans también es nacida de muggles y es una bruja brillante, y Eva no debería hablar con ella, pero le pasa lo mismo que con Remus: le parece una persona fascinante y no puede evitarlo.
—Déjame adivinar, han sido Potter y Black —comenta Lily llevando la vista al cielo.
Intenta hacerse paso hacia el vagón, pero Eva la frena.
—Sí, y están peleándose por ver quién tiene más barba en la perilla, así que yo que tú no entraría, porque se ponen violentos por estupideces como esa.
Lily suspira con cansancio.
—Chicos. No hay quien los entienda.
Lily se va por el otro lado y Eva la sigue, aliviada por haber salvado el secreto de Remus y Sirius. No les debe nada, ni siquiera los conoce tanto, pero si alguien se enterara... No se lo pondrían fácil.
Eva entra en el compartimento de Cascadia Greengrass, su mejor amiga, y se deja caer en el asiento con cansancio.
—Vaya, ni que hubieras visto un fantasma —comenta la chica con diversión.
—Como si lo hubiera visto, Cass.
Eva pasa casi todo el trayecto con otras chicas de su curso, pues Cascadia tiene que realizar su trabajo como prefecta. Eva solo puede pensar en que cierra los ojos y ve a aquellos dos besándose otra vez. Por alguna razón, aquello ha causado un gran impacto en ella y solo puede imaginarse lo que la gente diría de encontrarlos.
De nuevo, no piensa que la gente se sorprendiera tanto con Lupin, pero Black es completamente diferente. Y la peor parte no vendría de los compañeros, sino de su familia. Si hay unos padres que pueden competir en maldad con los Lyne, aquellos son Walburga y Orión Black. No sabe la de veces que ha visto a esa mujer gritarle a Sirius.
Sirius y Amelia parecen hechos con el mismo molde. Rebeldes, hijos de Slytherin en Gryffindor, jugadores de Quidditch, populares. Si no fuera porque Amelia es tres años mayor que Sirius, Eva pensaría que están hechos el uno para el otro. Y de no ser, claro, porque Sirius parece estar ya ocupado con alguien.
Eva no se quita ese pensamiento de la cabeza.
¡PRIMER CAPÍTULO!
Yo sé que Amelia de mayor despierta desconfianza y rechazo, pero Amelia joven... Amelia joven es otro rollo.
¿Y lo mucho que se parece Eva a Bella? Y a la vez no se parecen en nada, cuidado con eso.
Y solo diré Wolfstar porque Wolfstar también es otro rollo.
Si estás leyendo esto y no sabes quién es Bella, te animo a rebuscar por mi perfil, donde verás otras historias de este mismo universo :)
Nos leemos el próximo domingo. ¡Gracias por votar!
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