06
Frank
«Hasta que pierda el color de mi pelo
Y que los niños nos digan abuelos
Cuando mis piernas no puedan andar
Hasta ese día me voy a quedar»
— ¿Cómo te sientes, hermano? — Me pregunta Reggie, palmeando mi hombro.
Después de un largo e inesperado viaje que me obligó a pausar mi gira, me encuentro con mi mejor amigo a las afueras del hospital Kindred de Los Ángeles.
— Aún lo averiguo. — Respondí con honestidad.
Necesito coraje para cruzar las puertas de ese hospital.
¿Qué voy a decirle a Gerard? ¿Qué voy a decirles a Miles y a Nina? ¿Qué voy a decirle a Olivia si es que está aquí?
Estos han sido momentos difíciles...
Después que renovamos nuestros votos matrimoniales hace dos años, mi esposo y yo nos dedicamos a vivir aventuras; hicimos un viaje por Asia en nuestra luna de miel, donde visitamos distintas regiones, muy diferentes la una de la otra, conocimos muchas culturas, probamos comidas exóticas, aprendimos cosas interesantes y nos divertimos, ¡Incluso pudimos ver elefantes!... Fue muy emocionante compartir ese viaje juntos, el cual duró un par de meses.
Después de ese tiempo pasamos una bonita navidad en familia donde nuestros hijos regresaron a casa y compartieron a detalle con nosotros cómo les está yendo viviendo sus nuevas vidas, haciéndonos sentir orgullosos.
Al quedarnos solos de nuevo, tuvimos otra aventura; un viaje en carretera por el país donde sólo nos dedicamos a conducir sin un destino específico, por lo que dejamos que dicho trayecto estuviera plagado de sorpresas y atracciones increíbles.
Luego regresamos a casa, y yo estaba más que inspirado y listo para trabajar en lo que más me apasiona: La música.
Toda mi vida, mi amor por la música me ha hecho desear seguir dedicándome a ello hasta que mis manos no puedan volver a tocar un instrumento. Esto, sin embargo, nunca fue algo que me quitara el sueño, o en lo que pensara todos los días. Se podría decir que, para mí, era una "realidad distante"... Muy distante. La verdad es que uno realmente nunca espera que ese día llegue; es un futuro, un después.
Pero el después en algún momento se convierte en el ahora. Eso es lo difícil de asimilar.
El año pasado, empecé a sufrir de fuertes dolores en mis dedos que muchas veces se extendían hasta mis antebrazos. Al ir con un médico, éste me diagnosticó artritis reumatoide, y me advirtió que seguir tocando la guitarra de manera constante lo empeoraría. Aún puedo hacerlo, pero me duele mucho, y a veces se me hinchan los dedos. El doctor me advirtió que con el paso del tiempo, la artritis reumatoide puede provocar que las articulaciones se deformen y se salgan de lugar, por eso debo cuidarme, cumplir con un tratamiento.
En ese momento, me sentí fuera de mí mismo.
No sé de qué otra manera describirlo, pero la situación me recordó a una frase que mi hija suele decir: "Un bailarín muere dos veces, una cuando deja de bailar, y esta primera muerte es la más dolorosa". Y entendí que dicha frase se aplica perfectamente para todos los artistas... Refleja al pintor que ya no puede pintar, el escritor que ya no puede escribir, y el músico que ya no puede hacer música.
Yo me encuentro en una especie de limbo entre la vida y la muerte de un artista.
Gerard me acompañó durante esa consulta médica; regresamos a casa en silencio, el ambiente se sentía denso y fúnebre. Mi esposo y yo siempre hemos tenido la increíble capacidad de saber lo que el otro piensa, o cómo se siente, sin necesidad de palabras; ese poder se ha agudizado con el correr de los años, por eso él tampoco dijo nada, me dio mi espacio y me regaló el momento a solas que necesitaba. Él se quedó en su estudio de pintura, mientras yo entré en nuestra habitación y me acosté en la cama, contemplando el vacío existencial con melancolía.
«No es para tanto, Frank». Me dije con ánimos de auto-compasión.
No lo sé... Quise convencerme de que no era el fin del mundo, pero... Era el fin de mi carrera. El álbum que estaba planeando tendría que ser el último, y no estaba preparado.
Era mucho, ¡Demasiado! Para procesar.
Me sentía limitado, como si me estuvieran cortando las alas de un momento a otro.
Tuve una gran crisis existencial.
Comencé a plantearme el después... El gran después.
Asimilé lo rápido que se va el tiempo, y cómo todo puede cambiar de un día para otro. Me causó mucha ansiedad el preguntarme qué sigue, cuánto me queda exactamente para la última página del libro.
Gerard entró a la habitación después de lo que percibí como una hora, y me halló llorando abrazando la almohada.
En silencio, se acercó, se sentó a la orilla de la cama, y acarició suavemente mi cabello.
— Sé que no quieres hablar... — Musitó. — Pero también sé que hay muchísimas cosas dando vueltas en tu cabeza... Quizás te haga bien compartirlas... O si sólo necesitas llorar, al menos permíteme acompañarte.
— ¿Qué será de mí, Gee? — Dije entre sollozos.
— ¿Qué será de ti? — Procedió a acostarse a mi lado. De forma inmediata, la almohada que estaba en mis brazos fue reemplazada por él. — Pues... Seguirás siendo el amor de mi vida, mi mejor amigo, el padre de mis hijos... Seguirás siendo un músico increíble y yo seguiré siendo tu fan número uno. — Su rostro se acercó al mío, y besó mis labios suavemente. — Seguirás siendo todas esas cosas incluso si decides retirarte.
— Tengo miedo...
— ¿De qué?
— No lo sé... De todo... Es que no me puedo imaginar una vida donde apenas pueda tocar acordes como sol, mi, do. No lo sé... Yo... Me sentiría inútil. No podré hacer música... ¿Y luego qué? ¿Perderé la audición? ¿La vista? ¿Dejaré de caminar? ¿Voy a olvidar mi vida entera...? Eso es lo que más me asusta; el ritmo en el que van las cosas.
— A mí también me asusta. — Siguió acariciando mi cabello, y mi rostro.
— ¿E-En serio?
— Sí... No creas que no he pensado en eso; en que algún día mis manos dejarán de hacer arte, y perderé muchos de mis sentidos hasta sentirme nada, como un presagio del final... Es algo aterrador de pensar, y por eso trato de no hacerlo, y mantener mi mente en el presente. También hay otra cosa muy importante que me calma.
— ¿Y qué es?
— Saber que te tendré a mi lado, que tomarás mi mano y ya no volveré a tener miedo porque sabremos afrontar ese "después" como una etapa más de nuestras vidas donde podremos... No sé... — Dejó ir una risita. — Sentarnos en mecedoras, relajarnos viendo el paisaje desde nuestro pórtico y sentir que hemos tenido una vida plena y feliz.
Sin dejar de llorar, recosté mi cabeza sobre su pecho.
— Sé que esto es muy difícil para ti, Frankie. Por eso espero que te ayude saber que no estarás solo... Voy a acompañarte y cuidarte mucho, mucho; me aseguraré de que cumplas con tus tratamientos y tus terapias para las articulaciones, y te apoyaré en cualquier decisión que tomes a partir de ahora.
— S-Sé honesto, Gee... ¿Piensas q-que debería retirarme?
— Honestamente... Sí. Creo que es lo mejor, porque me preocupa mucho tu salud; quiero que te cuides, amor. — Me abrazó con fuerza. — Sé que la música es parte de ti, pero no dejará de serlo si tú no vuelves a trabajar de ello. Me refiero a que... Quizás con el tiempo puedas seguir tocando la guitarra de vez en cuando, aunque ya no lo hagas de forma profesional. Además, sigues teniendo voz para cantar y lo más importante es que un retiro nunca eliminará todo lo que has construido en tantos años... Si no vuelves a pisar un escenario... Tu trabajo seguirá llegando a la gente; siempre habrá quien se sienta bien con tu música, y encuentre compañía y consuelo en ella... Si lo piensas bien, deberías sentirte realizado; te volviste inmortal.
No respondí.
Sus palabras, sin embargo, lograron calmar mis sollozos, ahora sólo quedaban las últimas lágrimas que corrían de manera tan involuntaria como necesaria, pues a la vez que dichas lágrimas corrían, el peso en mi corazón se estaba aliviando, y sintiéndome protegido en los brazos de mi esposo, me quedé dormido. Él se durmió también.
Al despertar... Estaba muy inspirado. El título del álbum llegó solo a mi cabeza: Inmortal.
Al asimilar que se trataba del cierre, la realización, la despedida, aspiré a crear lo mejor que he hecho, superando mis límites.
Aun así, hubo decepciones en el camino, y realidades duras que afrontar gracias a mi nueva condición de salud.
Yo no toco la guitarra en la grabación de dicho material, lo hace Miles. Mi hijo, al enterarse de mi situación, quiso venir y colaborar conmigo musicalmente; se quedó con nosotros durante todo el mes de abril, nos acompañó con la composición musical, regresó a California en mayo, y desde la distancia, grabó su parte en la guitarra, y luego en la producción se unió todo.
Fue duro sentirme inútil cuando el dolor en mis dedos hacía que fallara los acordes, por lo que tenía que decirles a los demás qué hacer y que ellos los tocaran por mí.
Por supuesto que, aunque estés consciente de que ahora tienes una enfermedad, siempre será doloroso sentir que ya no puedes hacer aquello a lo que te has dedicado prácticamente tu vida entera... Hacer este álbum me ayudó mucho a desahogar esos sentimientos.
Escribí sobre esta nueva etapa de mi vida, no sólo sobre lo horrible que puede ser sentirte inhábil, sino el sentir que estás llegando al final del camino. Hablé sobre mis crisis existenciales, sobre el significado de la vida; todo con metáforas elaboradas que ayudan a que cualquiera pueda relacionarse y adaptar el mensaje a sus propios sentimientos o situaciones, ya que, en distintas circunstancias, ese "después", ese "qué haré", ese "qué será de mí", son cosas que preocupan a cualquier persona, sin importar la edad o la condición social.
Expresar todas estas cosas me ayudó a no obsesionarme y volverme loco, la presencia de mi hijo en casa también me hizo bien, y Gerard... Gerard, como siempre, fue mi mayor aliado; me apoyó, estuvo conmigo cuando lo necesitaba, me consolaba cuando me daban esos bajones emocionales repentinos que no podía controlar... Hizo todo lo posible para que me sintiera bien, porque él sabía que yo haría lo mismo por él. En eso me basé para la última canción del álbum, la cual, para mí y para los fans, es la más emocional de todas; ahí hablo de lo importante que es no sentirse solo. Y es cierto, durante el proceso que fue la creación del álbum terminé sintiéndome verdaderamente inmortal, y fue gracias a que recibí el apoyo de mi familia, de mis amigos, e incluso de la gente que me aprecia por mi música.
Ahora estoy por terminar mi última gira...
Y me siento de regreso al punto de inicio.
Regresó el vacío existencial, pero ya no es por mis nuevas limitaciones, sino por otras eventualidades que, si bien son inherentes a la vida, siguen siendo tan dolorosas que marcan.
La vida ha sido una montaña rusa desde el año pasado... Me diagnosticaron artritis a finales de marzo, el álbum estuvo listo en julio; ese mismo mes, Miles nos dio la noticia de que Nina estaba embarazada. Se lanzaron algunos singles promocionales, mi esposo y yo adoptamos una cachorrita a la que llamamos Sky, y nuestros días se alegraron mucho más. El álbum salió oficialmente en septiembre, ese mismo mes papá fue hospitalizado por un accidente cerebrovascular que devino en una parálisis en la mitad de su cuerpo que lo dejó en silla de ruedas... Cancelé los planes del tour para quedarme con él.
Gerard y yo lo llevamos a vivir con nosotros para cuidarlo, y contratamos a una enfermera que nos ayudase. En noviembre, él mismo me pidió que no me detuviese por él y me fuese de gira; me dijo que aún no se iría, que estaría esperando por mí, y que cuando los conciertos terminaran, quería ser el primero en escuchar todos los detalles.
Empezaron los preparativos para la "La gran gira".
Llegó la navidad y papá seguía con nosotros; seguía insistiendo en que no me preocupara, que no se podía ir sin conocer a sus bisnietos. Durante esa temporada, Olivia regresó de París y se convirtió en la gran compañera de su abuelo; pasaba tiempo de calidad con él todos los días. Miles no vino a casa para las fiestas, pues para entonces Nina tenía siete meses de gestación, y no podía viajar porque debía cuidarse muchísimo debido a que su enfermedad de la tiroides ponía en riesgo su embarazo de gemelos; eran altas las probabilidades de un aborto espontáneo, que los bebés nacieran prematuramente o con un peso muy bajo.
El tour inició en enero, el mes pasado. Debido a mi condición de salud, no fue la enorme gira mundial que soñé desde joven para mi retiro, pero sí tracé bastantes destinos en mi país, no me limité a ir de estado en estado, sino a varias ciudades de cada uno de ellos, y todos los conciertos se han transmitido en vivo de manera gratuita, pensando en las personas de otros países. Hemos tocado los set lists más variados e inesperados, incluyendo canciones que nunca canté en vivo, y todos los compañeros de banda que he tenido han colaborado en el proyecto y se han subido a los escenarios a acompañarme.
Al igual que en la realización del álbum, sólo presté mi voz, excepto por un espacio en cada show donde toqué en guitarra una especie de obertura con mis riffs favoritos. Por supuesto, no fueron los solos de gran leyenda de rock que me hubiesen gustado, porque mi situación me llevaba a hacerlo muy lento, con distintas pausas, y en los peores días, cuando mis dedos estaban hinchados, fallaba algún acorde; parecía un niño que apenas está aprendiendo, y esto me habría causado frustración de no ser porque durante esas pequeñas oberturas recibía aplausos y gritos de apoyo como si estuviese tocando los solos más alucinantes del mundo. La gente me hizo sentir muy amado, y comprendido; me hicieron sentir como si fuera "el de siempre".
Mientras tanto, desde la distancia, mi familia se comunicaba mucho conmigo; Olivia me hablaba de sus romances, de sus amigos del restaurante donde es mesera, de su lucha por hacerse notar en el ballet de la Ópera de París por algo más que ser simplemente "la chica americana", e incluso de las películas que veía los fines de semana, o los libros que estaba leyendo. Miles me ponía al tanto de su vida también, y de cómo se preparaba para ser padre; al principio quería que él me acompañase también en los conciertos, sin embargo, entendía que su prioridad era cuidar de su esposa.
Y como en todos los tours, he tenido las videollamadas más largas del mundo con Gerard. Él siempre me ha hecho sentir en casa cuando estoy lejos, pues, como puede, me hace parte de lo que está aconteciendo; me mostró cómo estaba papá, cómo estaba Sky, y los progresos la nueva pintura en la que estaba trabajando. Me contaba sobre las cosas más cotidianas, como sus idas al supermercado, o qué canciones había estado escuchando recientemente, y también me preguntaba cómo me sentía, tanto física como emocionalmente, mostrando su preocupación por mí y recordándome cuidarme siempre... Dichas conversaciones eran tan largas que, en algún punto, nos quedábamos dormidos; para mí era normal despertar muy temprano y ver a través de la pantalla cómo él seguía durmiendo.
Luego vino la caída en picada.
El 26 de enero papá falleció.
Hablé sólo con Gerard, quien me hizo saber la última voluntad de mi padre.
— Él me d-dijo... Que no quiere que tu última gira tenga un final triste, y mucho menos quiere ser la causa de ese final, así que por favor, no la detengas. — Me sentía débil, en especial porque él estaba llorando, aunque se notaba que intentaba no hacerlo. — M-Me dijo que estaba muy orgulloso de ti, d-de lo que eres... Dijo que tú hiciste que su vida se sintiera completa.
Yo también lloraba al sentir la impotencia de no haber estado allí para mi padre y escuchar esas palabras directamente de él.
— Frankie, él quería que lo llevaras en tu corazón durante tus últimas presentaciones... También dijo que él te daría la fuerza para dar lo mejor de ti aunque sientas que no puedes.
Por más que me doliera, prometí que lo haría.
Esa fue la última vez que hablé con mi esposo aunque él quiso, ahora más que nunca, estar cerca de mí.
Corté mi vinculación con el mundo, excepto con quienes inevitablemente me rodeaban, es decir, mis compañeros de gira, entre ellos Reggie; mi mejor amigo ha estado conmigo todo este tiempo porque también he incluido a los set lists canciones de Death Spells.
Volví a plantearme el sentido de la vida.
El día que me enteré de la muerte de papá, estuve llorando un montón, siendo consolado mis compañeros. Creí que no tendría fuerzas para subir al escenario y cantar todo un set, pero la conversación que tuve con Reggie (compartimos los mejores recuerdos con mi padre en nuestra infancia y adolescencia) me dio dicha fuerza, y me hizo pensar en la última voluntad de papá. Entonces me presenté. El público, por supuesto, ya sabía la noticia; me dieron muchos ánimos. Me quebré frente a ellos cuando dediqué a mi padre su canción favorita.
El segundo día no solté una sola lágrima... Pero sentí un gran vacío ahuecando mi pecho. Cada parte de mi cuerpo me brindaba una sensación extraña, hasta respirar resultaba incómodo. Era como no sentirme yo mismo. Había olvidado lo que era sentir ese vacío tan profundo, y es raro después de tantos años sin haberlo experimentado; no tenía energía ni para salir de mi litera del bus. Mientras tanto, mi mente se saturaba de verdades crueles.
No estoy listo para el después.
Mi manera de lidiar con todo fue pésima; me aislé de todo el mundo.
La primera noche apagué mi teléfono, y no lo encendí al segundo día debido a que me sentía tan débil que realmente no quería atender llamadas ni contestar mensajes. Me abrumaba pensar el hecho de recibir condolencias a las que no sabría responder, o escuchar sobre el funeral. Sólo... No estaba listo; quería desaparecer por un rato.
«Mañana hablaré con todos». Pensaba de forma optimista, creyendo que ese horrible vacío sería pasajero.
El "mañana" nunca llegó.
El vacío no se fue, más bien, se agravó. Mi comportamiento fue autodestructivo; me encerré en un pozo muy profundo e inaccesible, y lo hice en un momento donde mi fragilidad estaba por los cielos al igual que mi miedo de lo que siempre pensé que sería un futuro muy lejano.
El tiempo se va y no espera por ti. Lo mires por donde lo mires, da mucho miedo.
Pensé en la manera tan veloz en la que Miles y Olivia se volvieron adultos, en cómo nuestros perritos envejecieron y nos dejaron, en cómo mi cuerpo cambió, mi cabello empezó a emblanquecer, y cómo mis articulaciones se degradaron... Muchas cosas se van, y tú las extrañarás, lo quieras o no.
Aunque tu presente sea feliz, se te estruja el pecho al saber que muchos momentos del pasado ya no volverán. Ahora cambiemos los momentos por los miembros de tu familia; esa es la peor pérdida.
Con nuestros perritos, creo que lo que me ayudó a confrontar su muerte fue el hecho de estar muy consciente de cómo para ellos los años de vida se cuentan de una manera muy distinta a los años humanos, entonces desde el principio sabes que los verás irse. Con ciertas personas pasa exactamente lo mismo, los abuelos son ejemplo de ello; desde el inicio estás consciente de la inevitable realidad, pero también se mantiene latente el empeño en creer que estarán contigo toda tu vida.
No lo sé... Creo que uno realmente nunca está listo para ninguna de estas pérdidas, pero es curioso pensar en los distintos efectos que causan.
El tema de la muerte nunca será algo que todos afronten igual; hay personas que tienen que sufrir pérdidas importantes desde muy jóvenes. Supongo que soy afortunado porque todos estos seres importantes de mi vida se fueron a su debido tiempo.
Sin embargo, con la muerte de papá comencé a plantearme eso de irse "a su debido tiempo".
A veces el tiempo se burla de ti, te promete una longevidad que al final no existe. A pesar de todo, papá se fue con algunas cuentas sin saldar; no pudimos despedirnos, no pudo ver el final de mi gira, tampoco pudo despedirse de sus nietos, ni conocer a sus bisnietos... Empezó a aterrarme la idea de que eso que siempre vi lejano, llegue tan rápido que ni siquiera me lo espere. Me asusta no estar satisfecho cuando todo termine; dejar asuntos pendientes, metas sin cumplir.
Lo que más me da miedo es, sin duda, pensar qué será de Gee...
Al ser mayor que él, lo más probable es que yo me vaya primero, y entonces él se quedará solo con Sky en nuestra inmensa casa. Sé que sentirá un gran vacío al perder a su compañero de vida, al despertar solo por las mañanas, al no volver a tener nuestras largas y absurdas charlas, al no volver a recostarse sobre mi pecho... Es el mismo vacío que yo sentiría si él se fuera primero, lo cual no deja de ser otra posibilidad aún más cruel.
Me asusta irme sintiendo que no tuve suficiente, que toda esta vida junto a Gee se sienta tan corta, que me dará la impresión de que faltó mucho más camino por recorrer y fui privado de ese privilegio.
Y mis hijos... ¿Qué será de ellos también? ¿Cómo se sentirán? ¿Me perderé de más momentos importantes de sus vidas?
¿Hasta cuándo podré ver crecer a mis nietos? ¿Ellos me recordarán?
Me siento egoísta.
Porque mientras me echaba a morir en la cama pensando en mi familia sufriendo mi pérdida, ellos, de alguna manera, ya lo estaban haciendo; sólo podían saber de mí gracias a los live streams de los conciertos y porque hablaban con Reggie, quien les solía suplicar que me dieran un poco más de tiempo para recuperarme. Una vez el malestar emocional provocó que me enfermara físicamente; salí a cantar con mi cuerpo encendido en fiebre, y tomé la enfermedad como excusa para seguir desaparecido sin hablar con ellos.
Es por eso que tengo un poco de miedo de entrar al hospital, hoy, 22 de febrero, un día después del nacimiento de mis nietos.
— Vamos, Frank. Ya es hora. — Musitó Reggie con cariño.
Lo miré y, a pesar de los nervios que me carcomen por dentro, le sonreí con sincero agradecimiento por acompañarme siempre.
Tomé una bocanada de aire y, por fin, decidí entrar, seguido de mi mejor amigo.
Fue Reggie quien habló con mi hijo cuando él quiso que yo supiera que los gemelos habían nacido, lo cual me hace sentir peor con respecto a mi aislamiento.
Atravesamos los distintos pasillos, guiados por una enfermera, a quien amablemente le pedimos ayuda para llegar a la habitación donde tienen a Nina. Nos llevó al elevador, nos indicó el piso que debemos marcar y nos dijo que el número de habitación que buscamos está al final del pasillo, a la izquierda.
Tomé otra respiración profunda al estar parado frente a la puerta, y en un intervalo de tiempo que sentí tan lento como una eternidad, puse mi mano sobre la perilla y la giré.
Cuando la puerta se abrió, el instante se congeló.
Los leves cuchicheos que se escuchaban desde afuera, se convirtieron en un profundo silencio.
Nina está en la cama con una bandeja con comida sobre su regazo, estaba desayunando, pero soltó el tenedor cuando su vista se fijó en mí. Sólo mi esposo y mi hijo están con ella en la habitación, Gerard está sentado en el pequeño sofá de la esquina sosteniendo a un bebé, y Miles está parado junto a la ventana dándole suaves palmaditas en la espalda al otro; ambos se quedaron paralizados al verme, yo también me petrifiqué. Se creó un momento de tensión donde nos miramos fijo esperando que alguno rompiera el silencio.
Mi mejor amigo tomó dicha iniciativa cuando, después de cerrar la puerta, se adelantó a abrazar a Miles, felicitarlo y poder detallar al bebé en sus brazos. Eso ayudó un poco, pues a pesar del impacto que causó mi llegada, mi hijo habló alegremente con su tío, al igual que Gerard y Nina.
Mi nuera le contaba a Reggie que se encontraba muy mal de salud ayer, pero que hoy se siente mejor y dependiendo de unos exámenes que recién le hicieron, podrían darle de alta mañana. Mientras esto ocurría, mi esposo volvió a mirarme fijo, luego se aclaró la garganta y dio algunos pasos hacia mí, mientras yo seguía estático, pegado a la puerta.
Él se acercó, y sentí mis ojos humedecerse cuando puso frente a mí al recién nacido que duerme en sus brazos.
Una gran calidez invadió mi pecho, y de mis ojos comenzaron a brotar gotas enormes cuando, al ver a esa pequeña criaturita de piel rosada, tuve la vívida visión del momento exacto en el que una enfermera puso a Miles en mis brazos el día que nació.
— E-Es... Hermoso... — Fue lo único que pude decir entre lágrimas, mientras Gee pone al pequeño en mis brazos.
— Se llama Anthony.
Levanté la mirada para verlo a los ojos, él esbozó una sonrisa dulce, y extendió su mano para limpiar mis lágrimas con cuidado. Mis ojos volvieron a perderse en el encanto de mi pequeño nieto, hasta que Miles también se acercó a mí, para dejarme ver al segundo bebé.
— Y él es Arthur. — Añadió.
El hermoso sentimiento en mi pecho, se elevó al cuadrado, y entonces recordé el día que cargué a Olivia en mis brazos por primera vez; sólo tenía unos días de nacida.
El tiempo de verdad no espera por ti...
Mi hijo, mi pequeño hijo, acaba de darme nietos. Y mi hija, mi pequeña hija, está al otro lado del mundo persiguiendo sus sueños.
— Fue la última voluntad del abuelo Cheech. — Nina rompió el silencio que se formó de repente, por lo cual mis ojos se posaron en ella.
— Ha-Hablé por teléfono con él... La noche antes de que falleciera. — Agregó mi hijo. — Él dijo... — Suspiró, se nota que es doloroso recordarlo, y eso hace que me parta más el alma no haber estado para él. — D-Dijo que estaba orgulloso de mí. — Sus ojos empiezan a enrojecer. — Y que detrás del gran hombre en el que me he convertido hay dos maravillosos padres, y por eso me pidió llamar a los niños Anthony y Arthur en honor a ustedes... Y...
Al ver las lágrimas que comenzaron a brotar de los ojos de Miles, Gerard se acercó, y le quitó a Arthur de los brazos, éste comenzó a llorar. Al escuchar el llanto de su hermano, Anthony despertó y también lloró, en especial por darse cuenta de que se encuentra en brazos desconocidos. Reggie abrazó a mi hijo. Nina me pidió al bebé para calmarlo, y me sentí mal por interrumpir así su desayuno, pero una vez que Anthony estuvo en los brazos de su madre, se calmó, en especial porque ella tuvo que amamantarlo.
Arthur volvió a dormirse en los brazos de Gerard después de recibir algunos arrullos y palmaditas en su espalda, así que mi esposo procedió a dejarlo en una de las cunas bacinetes junto a la camilla donde está Nina. Yo fui por mi hijo, y lo abracé con fuerza, por lo que él continuó llorando, escondiendo su rostro en mi cuello.
— L-Lo siento, papá... No q-quería quebrarme a-así frente a ti.
— ¿Por qué no?
— N-No quiero preocuparte más. — Se separó de mí, y tomó una respiración profunda, limpiando sus lágrimas. — Cuando hablé con el abuelo, no sabía q-que sería la última vez que lo haría... Ninguno de nosotros lo sabía. L-Luego tú desapareciste y... Yo... Sabía que vendrías a conocer a los bebés... P-Por eso quise actuar calmado... P-Porque sé lo mucho que te afecta todo esto.
Me quedé pasmado; vuelvo a sentirme fuera de mí mismo. El vacío en mi pecho se siente más denso debido a la reacción de mi hijo.
— Oye, Frankie... — Habló mi esposo. — ¿Podemos salir y hablar a solas?
Me limité a asentir.
Él tomó mi mano, y caminamos juntos fuera de la habitación.
— Frank... Lo que pasó con Cheech fue un golpe duro para todos... Miles se puso muy mal, le afectó mucho el haber hablado con él por la noche y que por la mañana muriera; también le dolió no haber podido estar en el funeral... Tu mamá estuvo allí, y preguntó por ti. — Bajé la mirada con melancolía. — Olivia tampoco se queda atrás... Se quebró por completo en una videollamada que tuvimos; su llanto fue... Desgarrador... Le dolía profundamente el estar muy lejos mientras sucedían tantas cosas al mismo tiempo; el embarazo de alto riesgo de su cuñada, la muerte de su abuelo, tu desaparición... Y al mismo tiempo poner todas sus fuerzas en que esto no afectase en su día a día... Tenía que tragarse todo ese dolor para sonreírles a comensales del restaurante, o para darlo todo en su danza.
Sé que no era la intención de Gerard, pero una vez más, me sentí egoísta, por no haber pensado nunca en que yo no era el único que sufría.
— L-Lo lamento. — Sollocé, buscando sus brazos; él me acogió en ellos, aportándome caricias de consuelo.
— No lo hagas, cielo... — Depositó un beso en mi coronilla. — No quiero reclamarte nada, sólo... Quiero que estés al tanto de cómo han sido las cosas para el resto de nosotros, no para que te sientas culpable por no estar, sino para que sepas que todos nosotros comprendemos tu dolor y queremos acompañarte en él, para así sanar todos juntos... ¿Eso te gustaría?
Asentí, sin dejar de llorar.
Claro que quiero eso, claro que quiero dejar de encerrarme en mi propia tristeza... Claro que quiero sentirme en paz otra vez.
— Sé que tu tristeza va mucho más allá de lo que nosotros pensamos, Frankie... Entiendo la manera en la que funciona tu mente; sé que has estado saturado de angustia, y ese miedo que tuviste cuando te diagnosticaron artritis creció... Y...Oye... Si necesitas nuestra ayuda para recuperarte, o incluso si necesitas ir con un profesional, dínoslo, pero... N-No te encierres, por favor. — Entonces pude sentir también tus lágrimas.
— Y-Yo... — Tomé una respiración profunda. — Q-Quería hablarles... Quería verlos, pero... Me sentía sin fuerzas, sentía que no podía hacer nada, con suerte dar un concierto... Y esto era sólo p-porque fue la última voluntad de papá.
— Te comprendo, sé cómo te sentías, nuestros hijos también entienden que no desapareciste por gusto... Quizás por eso es tan difícil estar lejos en estos momentos, porque... Si estuvieras en casa, creo que bastaría con que yo sólo te acompañara, sin necesidad de decir nada.
Si así hubiese sido, creo que mi corazón habría sanado más rápido, pues en este momento, ese vacío en mi pecho que me ha atormentado por semanas, poco a poco, es reemplazado con alivio estando en los brazos del amor de mi vida y recibiendo sus caricias. Si hubiese estado en casa cuando todo sucedió, probablemente él, comprendiendo perfectamente cómo me siento, habría respetado mi voto de silencio; se hubiese acostado junto a mí, abrazándome y haciéndome sentir que todo estará bien. Luego, eventualmente, yo estaría listo para hablar.
Pero como hayan sido las cosas... Agradezco tenerlo, tanto que me asusta pensar en perderlo algún día, o hacerlo sufrir con mi ausencia.
— He estado teniendo miedo de la rapidez con la que pasa el tiempo. Los años se han ido tan rápido... Que me aterra que en el próximo parpadeo, otra etapa de nuestras vidas se vaya y llegue el final. — Suspiré. — He estado muy atormentado con pensamientos así... Y odio pensar en que el tiempo se está yendo sin esperar por mí.
— A mí me dan miedo las mismas cosas, amor... Ya te lo he dicho antes y sólo... — Acarició suavemente mi rostro. — No pienso en eso, porque sé que si lo hago, voy a estar angustiado y llorando antes de tiempo, y quizás, ese miedo, al final, hará que no pueda disfrutar por completo de los momentos que tendremos antes de ese día.
— No... Lo había visto de esa manera.
— Te entiendo, Frankie. Sé que puede llegar a ser agobiante sobre pensar todo, en especial cuando se trata de pensamientos tristes. Así que por eso quiero que recibas ayuda, ya sea profesional o de nosotros como tu familia, cualquier cosa que necesites. Yo podría incluso hacer como... Como cuando dices cosas sin sentido... ¿Recuerdas cuando me preguntaste si el agua embotellada es en realidad sangre de muñecos de nieve? — Sonrió para sí. — Yo te dije que es imposible porque se supone que el agua embotellada viene de los manantiales, entonces la sangre de los muñecos de nieve en realidad es absorbida por la tierra y hace crecer las plantitas en primavera.
Inevitablemente, sonreí al tener el recuerdo de eso.
— Podemos hacer lo mismo justo ahora; así como yo siempre tengo una explicación que de alguna forma le da sentido a tus sinsentidos, también puedo encontrar una solución a cada problema que plantee tu mente; así estarás en paz. Dime una de las cosas que te asusta.
— B-Bueno... La muerte de papá me hace sentir que uno nunca está listo para irse, que la historia de la gente siempre termina a mitad de página y no en un punto y fin... Entonces me asusta no irme satisfecho, igual que papá, que no pudo cumplir sus últimos deseos.
— Estoy seguro de que Cheech se fue en paz. — Dijo con serenidad. — No pudo despedirse de ti, de Olivia, ni de Miles, pero al menos se fue orgulloso de todos ustedes, y no sólo eso, se fue sabiendo que sus últimos deseos se cumplieron aunque no de la forma que él esperaba; no vio todos los conciertos de tu gira, pero sí los suficientes, y aunque no llegó al final, sabía que seguirías subiendo al escenario y dando lo mejor de ti por él. Sus bisnietos nacieron sanos y tienen los nombres que él sugirió, crecerán en un hogar feliz, y si bien él no pudo conocerlos, ellos lo conocerán a él... Porque seguirá viviendo a través de ti, de mí, de nuestros hijos... Si lo ves de ese modo, tu padre realmente no se ha ido. Y lo mismo nos pasará a nosotros.
— Antes de morir... Me asusta olvidar todas nuestras vidas.
— Pues yo estaré siempre a tu lado para ayudarte a recordar.
— ¿Y si también olvidas?
— Dejaré nuestro álbum de fotos al lado de nuestra cama, y cuando despertemos por las mañanas, lo revisaremos hasta la última página... Y aunque no recordemos nada, nos veremos felices en esas fotos y nos sentiremos satisfechos de tener pruebas de que hemos tenido una vida increíble y nos hemos amado durante todo el camino.
— También me asusta... — No pude terminar la oración.
— ¿Qué? — Arquea una ceja.
— Me asusta dejarte solo... Y que tengas que continuar tu vida sin mí.
Bajó la mirada. Su expresión impasible cambió, me mostró melancolía, pero fue sólo por un pequeño instante durante el cual tuve miedo de haberlo entristecido, tocando la posibilidad más deprimente para los dos. Sin embargo, él volvió a levantar la vista, me miró a los ojos, y me sonrió.
— Tú me has dado mucho durante prácticamente toda mi vida, Frankie. — Dijo tomando mis manos de forma solemne. — Y uno de los mejores regalos que me has dado, me lo diste desde incluso antes de conocerte, y ese regalo fue... Coraje. En cada etapa de mi vida me has dado coraje; para seguir viviendo, para enfrentar mis miedos, para luchar por mis sueños, para luchar por nuestro amor... Entonces dime tú, ¿Por qué tendría que dejar de ser así si tú no estás?
Me dejó sin habla, no supe qué decir y volvió a sonreírme dulcemente.
— Es cierto que nunca estaré listo para el día en el que ya no pueda verte nunca más, y me da mucho miedo, no diré que no... Pero me gusta pensar que cuando pase, mostraré todo el coraje que me has dado, y viviré; viviré el resto de mis días con la convicción de que volveré a encontrarte después de la muerte. Y mientras tanto... Aunque no estés físicamente, no te habrás ido... Seguirás vivo dentro de mí, de nuestros hijos, de nuestros nietos, y en los corazones de miles y miles de personas, a donde llegaste gracias a tu música... Creo que pasará más de un siglo y tú seguirás vivo... Eso me alivia; es mi sentido de vida.
Sin pensarlo ni por un segundo, volví a lanzarme en sus brazos.
— Muchísimas gracias, Gee. — Las palabras salieron desde el fondo de mi corazón. — Te amo... Estoy infinitamente agradecido de compartir mi vida contigo.
Estar así con él me da una inmensa paz. Gerard hace que todos mis miedos pierdan el poder.
Desearía haber hablado antes con él.
Pero las cosas ya sucedieron de este modo, y al menos puedo agradecer que, a partir de ahora, pese a que deje de ser el mismo, pese a la rapidez con la que se va el tiempo, estaré en paz, y cuando llegue el final, estaré satisfecho, pues si bien no veré cumplir mis últimos deseos, estos se harán realidad, y mis seres queridos, al final, estarán bien.
Aún sostengo que el tiempo se va sin esperar por ti, es por eso que debes hacer lo que puedas para aferrarte a él; hay que sostenerlo fuerte y disfrutar cada segundo, cada momento. No es bueno distraerse pensando "qué será de mí" cuando sólo puedes vivirlo. Y al final, estar presente es lo más valioso.
Tomé a mi esposo de la mano, y entramos juntos en la habitación nuevamente. Esta vez, saludé a mis nietos como debería, con mucho amor, y con una enorme sonrisa ante la felicidad que me transmite el verlos existir, y el saber que los veré crecer, aunque no sepa exactamente hasta cuándo, pero eso realmente no importa; lo que importa es que estarán con nosotros, que viviremos a través de ellos, dejaremos una huella en sus corazones, les compartiremos enseñanzas que los acompañarán de por vida.
Más tarde conversaré propiamente con mi hijo, y luego llamaré a mi hija.
Dormiré por la noche abrazando al amor de mi vida, y cuando despierte volveré a la gira.Los últimos conciertos serán los más épicos porque, desde hoy, la vida tiene mucho más sentido que antes.
Me despediré de mi público con una gran sonrisa y, satisfecho con haber cumplido mis más grandes metas y sueños, volveré a mi hogar con mi familia...
Y la vida seguirá y nosotros la vamos a vivir amándonos. Es todo lo que importa.
Si bien ya no estoy en las mismas condiciones físicas y muchas cosas han cambiado, tengo un legado que se manifiesta en el amor que recibo constantemente por parte de tantas personas increíbles a quienes adoro con toda mi alma.
Si he ganado tanto amor, ya sea siendo yo mismo o a través de mi trabajo, es porque, al final, he hecho las cosas bien.
Y si yo desaparezco, ese amor no lo hará; me mantendrá vivo por siempre.
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