05
Gerard
«Y nos van a preguntar el secreto para durar
Nunca tuve ojos para nadie más»
— ¿Sabes una cosa? — Reí, dándole un sorbo a mi segunda cerveza de la noche. — Yo estaba sentado aquí cuando hablamos por teléfono por primera vez... ¿Recuerdas esa noche?
— Un poco. — Mi esposo ríe conmigo. — Te llamé porque... — Se quedó pensativo. — Por... Algo sobre Miles, ¿No?
— Oh... Creo que sí. Yo tampoco recuerdo mucho, sólo sé que hablamos muchas tonterías hasta la madrugada.
— ¡Sí! ¡Hablaste sobre tu miedo a los fantasmas! — Volvimos a reír con un deje de nostalgia.
Estiré mis piernas, sacándolas por las rejillas del balcón para balancearlas en el aire, por lo que Frank se acercó más a mí para sentarse en la misma posición y recostar su cabeza sobre mi hombro. Ambos soltamos un largo suspiro mientras nos quedamos viendo un paisaje que, a pesar de los años, no ha cambiado mucho.
Estamos en Malibú desde hace una semana, ya que la boda de nuestro hijo se realizará en el hotel familiar. Frank, Olivia y yo nos estamos quedando en la casa de mis padres. Mientras nuestra hija duerme en el cuarto de huéspedes, mi esposo y yo estamos en la que solía ser mi habitación cuando era adolescente.
El estar aquí, en el punto de inicio, después de más de dos décadas conociéndonos, desató muchos recuerdos. Logré reconectarme con mi "yo" del pasado, con quien ya no tengo mucho en común, y aun así, hay cosas que jamás cambiarán, como el hecho de que amé a Frank antes de conocerlo, lo amo ahora después de tantos años y lo seguiré amando hasta el fin de los tiempos.
Por eso la nostalgia es tan fuerte; porque Miles siempre fue una parte muy importante de esta "coincidencia" de que Frank y yo nos encontráramos, y estuvo presente en los momentos más trascendentales. En esa misma habitación, alguna vez, ellos me dibujaron tatuajes en los brazos con plumones... Son ese tipo de recuerdos los que nos hemos dedicado a repasar esta noche, la noche antes de la boda.
Hemos estado sentados en el balcón, escuchando nuestras canciones favoritas, bebiendo cerveza y revisando las páginas del álbum de fotos que le regalé a Frankie en nuestro aniversario número seis.
— ¿Ho-Hola? ¿F-Frank...? ¿P-Por qué me estás llamando? — Dije fingiendo nerviosismo, sosteniendo mi teléfono en mi oreja.
Ya que somos idiotas, decidimos jugar a que regresamos en el tiempo, a la noche de esa llamada, y que nuestra memoria de ese día se refresque.
— No creo que hayas estado tartamudeando tanto. — Soltó una carcajada y me dio un empujón cariñoso.
— ¡Quise dar la ilusión de inocencia! — Dije con dramatismo, citando una frase de la película Hércules.
— Apégate a la realidad. En aquel entonces aún fingías ser una persona normal.
— ¿Fingía? ¡Qué malo eres!
— ¿Estoy mintiendo? — Rió. — Apégate a los hechos ¿Sí? — Volvió a poner su celular en su oreja. — ¿Hola? ¿Gee? ¿Es muy raro que esté llamándote?
— ¡Sí! ¡Eso fue justo lo que dijiste! A ver si recuerdo lo que dije... — Puse mi celular en mi oreja. — Yo... Eh... Creo que sí... Es un poco raro que me llames. Es decir, ¿Por qué lo harías?
— No lo sé...
— Quizás me estás llamando porque... ¡Me amas!
— ¡¿Quéééé?! Obviamente no dijiste eso.
— ¿Y por qué no? Quizás no lo dije, pero probablemente lo estaba pensando. Escucha. — Me aclaré la garganta. — Frank Iero... — Pronuncié con dramatismo al teléfono. — Eres el sol que ilumina mis mañanas... Te amo... Te amo y... ¡No! — Caí acostado boca arriba en el suelo. — ¡No puede ser! ¡Cambié la línea de tiempo porque yo no te dije eso esa noche! ¡Este futuro ya no existe! ¡Me estoy desvaneciendo!
Me retorcí haciendo gestos teatrales, escuchándolo reírse a carcajadas, hasta que no pude aguantarme y terminé riendo también. Él se inclinó y me miró a los ojos. Sentí mis mejillas arder. Es increíble poder sentirme así aún. Instintivamente, levanto mi mano, y con mi dedo índice, acaricio suavemente su rostro, delineando las pequeñas arrugas que se han formado con los años. Luego acaricio su cabello castaño, que ya no es tan natural como antes; se lo tiñe, sólo mantiene el tono blanquecino de sus canas a los costados. Pienso que se ve muy guapo, aunque en realidad él siempre será el hombre más hermoso del mundo ante mis ojos... Y amo... Amo la manera en la que sus hermosos ojos avellanas brillan cuando me ve, muchos detalles en su aspecto físico pueden cambiar, pero el amor en su mirada nunca se irá.
Él me sonrió con dulzura, me llamó "tonto" cariñosamente y luego me besó.
Yo también he cambiado mucho... Aumenté de peso, y también tengo arrugas, sólo que las mías están en las esquinas de mis ojos. Muchas personas odian las "patas de gallo" y las llaman despectivamente de esa forma. De hecho, hay quienes me han sugerido inyectarme bótox, pero ¿Por qué lo haría? Estas arrugas se formaron por todas las veces que, durante mi vida, achiné mis ojos mientras reía o sonreía; son el eterno recordatorio de lo feliz que he sido. He reído tanto, que han quedado evidencias en mi rostro, ¿No debería sentirme orgulloso?
Después de todo... Aún puedo reír mucho por cualquier bobada que mi esposo y yo hagamos. A pesar de que hemos envejecido y cambiado juntos, de alguna forma, siempre podemos volver a ser los mismos. Nuestro humor no ha cambiado, aún es muy simple e infantil; basado en el sinsentido. No importa cuántos años pasen, siempre se nos ocurrirán tonterías que nos hagan reír por muy absurdas que sean, y no hay nada mejor que eso.
— Oh... — Suspiré ante la nueva canción que empezó a sonar. — ¿Escuchas eso?
La canción es Forever, de Kiss; fue esa la canción que bailamos juntos en nuestra boda. Esa canción es especial para nosotros; yo la elegí para nuestra ceremonia porque esa misma canción me la dedicó Frank cuando me pidió casarme con él... Recuerdo cuánto lloré cuando la cantó para mí con su guitarra.
Lloré porque entendía lo que la letra representaba para él: "I lived my life believin' all love is blind, but everything about you is tellin' me this time it's forever". Pasamos por mucho, él vivió tiempos difíciles en una relación abusiva, sin embargo, esta vez, estando él y yo, el amor duraría para siempre. Es para siempre. Cuando él cantó esa canción para mí, fue como decirme cuán seguro estaba de que, esta vez, no se estaba equivocando, que esta vez, hizo la elección correcta.
— ¿Quieres bailar? — Dijo levantándose del suelo, y extendiendo su mano para ayudarme a levantarme.
Manteniendo mi sonrisa, me levanté, él sostuvo mi cintura con una mano y con la otra tomó mi mano, por lo que yo poso mi mano libre en su hombro, y sin decir nada, comenzamos a bailar lento al ritmo de la canción.
La nostalgia me invade...
Frank se pierde en la música. Incliné mi cabeza, mi frente se unió a la suya, cerramos nuestros ojos, y yo siento la más inmensa paz al escucharlo cantar.
— I see my future when I look in your eyes. It took your love to make my heart come alive...
Nuestros pasos comenzaron a hacerse cada vez más lentos.
— Well, I lived my life believin' all love is blind, but everything about you is tellin' me this time it's forever. This time I know and there's no doubt in my mind. Forever...
Hasta que nos detuvimos completamente.
Y él me abrazó con fuerza.
Una vez más en esta noche, se me escaparon algunas lágrimas.
— Te amo muchísimo... — Musité.
Él soltó mi cintura para sostener mis mejillas cuidadosamente, y mirándome a los ojos, preguntó:
— ¿Te quieres casar conmigo?
— ¿Qué? — Solté una risita.
— Que si te quieres casar conmigo. — Reiteró.
— Ya estamos casados, Frankie.
— Sí, pero... Deberíamos hacerlo de nuevo, es decir... Miles se casará, Olivia se irá a París... Nuestros hijos ya crecieron, están haciendo sus propias vidas y sólo quedamos los dos. Es una nueva etapa donde todo será más sobre nosotros como pareja, entonces... ¿Por qué no hacerlo oficial casándonos otra vez?
— Hablas de algo así como... ¿Renovar nuestros votos?
— Exacto. — Esbozó una gran sonrisa. — Será como iniciar una nueva aventura, donde, por primera vez, seremos solo dos y podremos hacer cosas como viajar por largas temporadas... ¿Qué dices?
— ¡Acepto! — Volví a abrazarlo fuerte.
— Te amo, Gee.
Nos sonreímos mutuamente, y una vez más, compartimos un beso cargado de sentimiento.
— ¡Hey! Heeeey. — Nos separamos con torpeza al escuchar las voces de nuestros hijos, quienes nos sacaron de nuestro trance de una forma muy abrupta.
— Gracias por interrumpir nuestro mágico momento, chicos. — Dijo Frank.
— ¿Por qué tanta miel? — Pregunta Miles, haciéndonos reír.
— Estamos celebrando. — Respondí. — Tenemos noticias que darles.
— ¿Vamos a tener un hermano? — Olivia se queda boquiabierta. — Aviso de una vez que yo no me haré cargo de ese bebé.
— Nada de eso. — Dijo Frank, mientras ambos reíamos por su ocurrencia. — Gee y yo vamos a casarnos de nuevo.
— ¡¿Qué?! — Exclamaron al unísono.
— ¡Sí! — Mi esposo asiente efusivamente. — Acabo de proponerle a su mamá renovar nuestros votos matrimoniales, ¡Y dijo que sí!
Ellos se entusiasmaron mucho al escuchar la noticia y, entre saltos de emoción, vinieron a abrazarnos.
— ¿Y cuándo lo harán? — Inquiere Miles.
— E-Es una pregunta repentina, ¿No crees? — Contesto. — Aunque... Si lo pienso bien, falta un mes y medio para nuestro aniversario de bodas.
— Sería una buena fecha. — Sugirió nuestro hijo. — Para entonces Nina y yo habremos regresado de nuestra luna de miel, y el verano no habrá terminado, así que Liv aún no se irá.
— Es una gran idea. — Acaricié su cabello. — Vengan aquí...
Mi esposo y yo los guiamos al área donde estábamos sentados hace un momento, y les pedimos que se sentaran con nosotros.
— Hemos estado muy nostálgicos hoy... — Les comentó Frank, mientras le entregaba a Miles una lata de nuestras cervezas.
— Hey, ¡Yo también quiero una! — Pidió Olivia.
— Silencio, enana, tú no tienes el sello de aprobación para ello. — Le dijo Miles, dándole un golpe cariñoso en el hombro.
— ¿Sello de aprobación? — Lo miró divertida, arqueando una ceja.
— Sí, el sello de aprobación es beber tu primera cerveza con papá en la cochera el día que cumples la edad suficiente para beber. Que yo sepa, tú no has tenido eso.
— Eso es cierto. — Frank rió. — Lo siento, Liv.
— ¡Hey! Recuerden que en Francia tengo la edad legal para beber... Eso me absuelve, ¿No?
— No mientras sigas pisando tierras estadounidenses, cariño. — Le dije.
— Bueno, si no quieren darme una cerveza, no lo hagan, pero beberé mucho mientras esté en París. — Dijo con un exagerado acento francés, haciéndonos reír. — Lo haré en mi balcón con vista a la torre Eiffel, mientras escribo poemas para los muchos amores que tendré.
— No habrá un balcón con vista a la torre Eiffel en el cuartito donde vivirás.
— Shhh ¡No lo arruines, Miles! — Fingió llorar.
— Te voy a dar una cerveza, Liv. — Le dijo Frank. — Sólo para que brindes con nosotros, pero si llega la policía para arrestarnos por darle alcohol a una menor, te acusaremos por difamación; tenemos buenos abogados.
— Correré el riesgo. — Respondió risueña.
Brindamos por nuestra familia, por esta nueva etapa de nuestras vidas, por el largo y satisfactorio viaje que hemos hecho, el cual, a pesar de tener un bache por aquí y otro por allá, sigue siendo uno que vale mucho la pena. Chocamos nuestras latas de cerveza y celebramos por ello.
Así, terminamos revisando nuestro álbum de fotos una vez más, pues nuestros hijos, quienes son quizás la parte más importante de este viaje, quisieron sumergirse junto a nosotros entre páginas llenas de fotografías y mensajes que escribimos a los costados de las mismas, para recordar siempre lo especiales que son esos momentos.
Las lágrimas llegaron pronto, pues en la mayoría de las fotos de las primeras páginas aparecen Lois, Waffles y Soup; nuestros amados bebés. Todos ellos cumplieron su ciclo de vida, y aunque la pérdida de cada uno fue totalmente natural porque llegaron a vivir una larga vida, sufrimos mucho y nos costó asimilar el hecho de que ya no estarían más, pues a fin de cuentas, eran parte de la familia. Fueron nuestros hijitos perrunos, y también los compañeros más fieles para nuestros hijos humanos. Hay muchas fotos de Miles y Olivia con ellos.
La pérdida de nuestras mascotas nos ha enseñado que por más bonita que pueda ser la vida, siempre perderemos a nuestros seres queridos y aunque duela mucho, tenemos que seguir adelante con ello, guardándoles un lugar especial en nuestra memoria; es algo tan natural como respirar. Los años vuelan, las etapas terminan, la vida cambia, perdemos, ganamos, pero lo reconfortante es saber que, al menos, no estamos solos en el proceso.
Así es la vida; siempre habrá momentos para reír y otros para llorar.
Nosotros, a pesar de nuestras lágrimas, reímos cuando llegamos a una foto de cuando Miles tenía nueve años y Olivia era una bebé de diez meses. Esta imagen la capturó Frank; Miles aparece tocando el ukelele y cantando, yo estoy en el sofá aplaudiendo y sonriendo alegremente, y Olivia se ve borrosa debido a lo mucho que se estaba moviendo, ya que estaba saltando en el Jolly Jumper que tenía en aquel entonces.
Aquello sucedía casi todas las noches; nos reuníamos en la sala y poníamos a la bebé en aquel arnés porque le gustaba saltar y columpiarse, luego Frank aparecía frente a nosotros y, con voz profunda de locutor decía: "Señoras y señores, con ustedes... ¡Miles Iero!", entonces yo aplaudía y gritaba, por lo que Olivia me imitaba mientras reía, y Miles aparecía para tocar varias canciones. Esta historia la hemos contado bastante seguido este último par de años, pues desde que la banda de Miles firmó con una disquera y han estado ganando popularidad, Olivia les dice a todos que es la fan número uno de su hermano, y Frank y yo decimos: "Es cierto; cuando era bebé saltaba y aplaudía como loca en su Jolly Jumper cuando Miles cantaba para nosotros".
— El tiempo se va más rápido de lo que uno piensa... — Musitó Miles, limpiando sus lágrimas.
— Lo sé... — Suspiró Frank. — Tú eres todo un hombre, y tu hermana una joven mujer, y ambos nos hacen sentir orgullosos; los dos son fuertes, perseverantes, ingeniosos, creativos, y sobre todo, compasivos y amables. Y creo que lo más importante es eso; que ambos son buenas personas. Estamos muy orgullosos de ustedes.
Asentí, estando completamente de acuerdo; esa ha sido la filosofía que Frank y yo hemos compartido todos estos años... Nuestros hijos pueden ser y hacer lo que quieran, no importa si no son los más sobresalientes, lo único que importa es que sean buenos. El ver que se han convertido en grandes personas, nos hace sentir realizados como padres.
— Normalmente... — Dije. — Cuando la gente se aferra al pasado, es porque aquellos tiempos eran mejores. En nuestro caso... Somos felices y no hay nada que cambiaríamos, sin embargo... A veces sentimos que todo pasa muy rápido e inevitablemente queremos volver a cuando ustedes eran pequeños, y corrían por toda la casa junto a nuestros perritos... A veces extrañamos mucho eso; tener en nuestros brazos a la pequeña Olivia, y al pequeño Miles.
— Si los hace sentir mejor... El pequeño Miles no ha desaparecido por completo; sigue vivo en mi torazón.
— Oh, ven aquí. — Reí, y lo acerqué en un abrazo, para luego besar su mejilla. — Frank y yo somos muy afortunados de tenerlos a ustedes dos como hijos. Extrañamos muchos momentos del pasado, pero... Ver este viaje que hemos hecho me llena el alma.
— Y aún queda camino por recorrer. — Dijo Frank.
— Sí... Y aun así me siento satisfecho al ver dónde hemos llegado... Miles se casará mañana con el amor de su vida, y Olivia se irá a Francia porque fue aceptada en el ballet de la Ópera de París ¡Eso es increíble!
— Aún no me lo creo... — Suspiró ella. — Todavía me parece muy surreal que cumplí mi más grande sueño; cuando llegue allí, seguro lloraré. Cuando cruce la entrada, voy a estar escuchando la canción de Hércules que dice "llegaré a mi meta"... Para motivarme a cumplir mi nuevo sueño.
— ¿Y cuál es ese sueño, nena? — Pregunto dulcemente.
— Ser una Étoile del ballet de la Ópera de París. Ese siempre fue el "sueño imposible" para el cual me preparé a pesar de creer que nunca sucedería; por eso es que cuando era pequeña le supliqué a mamá que me enseñara francés. — Sonreí al recordarlo. — Ahora estoy cerca de lograr lo imposible... Aunque tal vez me tome años de trabajo duro y disciplina, pero no me voy a detener ahora que he llegado tan lejos.
— ¡Así se habla, cariño! — La apoyé. — Frank y yo estamos orgullosos de ambos. Y mientras ustedes estén lejos... Nosotros vamos a verle el lado bueno de esta nueva etapa.
— ¿Saben qué es curioso? — Mi esposo rió para sí mismo, dándole un sorbo a su cerveza. — Nuestra vida en pareja es muy rara... Me refiero a que lo "normal" es empezar siendo dos, vivir muchas aventuras y experiencias, pasar por toda clase de cosas juntos y ganar la madurez suficiente para poder ser luego tres o cuatro. Nosotros, al contrario, fuimos primero tres, luego cuatro, y ahora, por primera vez, somos sólo dos.
— ¡Exacto! — Sonreí. — Es por eso que ahora, a pesar de la nostalgia, tomaremos la oportunidad de tener las cosas en pareja que nunca pudimos tener porque, antes de ser pareja, siempre fuimos una familia, como por ejemplo, una luna de miel.
— ¿No tuvieron luna de miel? — Pregunta nuestra hija, frunciendo el ceño.
— Claro que la tuvieron, mentirosos. — Replicó Miles de forma burlona.
— Bueno, sí... — Respondió Frank. — Pero no fue una luna de miel larga como se supone que debe ser una, fue en realidad un fin de semana, ¿Recuerdas?
— Y ni siquiera salimos de Nueva Jersey, estuvimos en un hotel en la costa.
— Pero igual fue un buen fin de semana, ¿No?
— Sí... Es decir, nos relajamos, hicimos muchas cosas divertidas. — Dice Frank. — Pero aun así estuvimos todo el tiempo llamando a mi papá para saber cómo estabas, Miles. Así que se nos ocurrió que esta vez podemos hacer un viaje largo, con muchas paradas y vivir distintas aventuras.
— Eso es lindo. — Olivia aplaude contenta. — Se lo merecen, después de todo.
— Así es, lo merecemos... Todos estos años de nuestras vidas han valido la pena. Al final, nos amamos... Nos hemos amado todo este tiempo, y ese amor es tan grande que gracias a él pudimos criar y ver crecer a dos seres humanos maravillosos que ahora están haciendo sus vidas por su cuenta.
— Dios... ¡Voy a llorar otra vez! — Exclama nuestra hija. — Pero ahora será porque me siento jodidamente sola; ustedes son muy goals... Miles y Nina también... — Finge limpiar una lágrima. — Pero no importa, cuando me vaya de aquí, tendré muchos amores: Platónicos, prohibidos, pasionales, dulces y románticos, breves, largos... Todo. — Su ocurrencia nos provocó una carcajada. — Pero mientras tanto, me ocuparé de mis metas profesionales; seré una mujer regia y poderosa que sabe lo que quiere y que quiere lo que sabe.
— Oh... Algún día conocerás a tu gran amor, enana. — Le dice su hermano en tono burlón.
— ¡Deja de decirme enana, Moiles! — Exclama apartando la mano de su hermano, quien empezó a revolverle el cabello para molestarla.
— ¡Van a echarte de la Ópera de París por ser la más enana!
— ¡Tú tampoco eres muy alto que digamos!
— ¡Soy un hombre de estatura promedio!
— Mira eso, Gee... — Dice Frank suspirando y negando con la cabeza al momento en que, mientras ríen como tontos, nuestros hijos entraron en una pelea física bastante infantil. — ¿Y hace un momento estábamos llorando porque nuestros niños se habían convertido en adultos?
— Así es... — Reí. — Nos preocupábamos por nada.
— En nuestra defensa. — Dice Liv. — Miles ya dijo que su "yo pequeño" sigue vivo en su corazón.
— ¡Torazón! — Corrigió, volviendo a revolverle en cabello. — Eres una intulta, no puedes hablar tomo hablamos los pros.
— Ya vengan acá, niños. — Digo entre risas, invitándolos a abrazarme.
Mi esposo pronto se unió nuestro largo y afectuoso abrazo.
— Entonces... Niños. — Hago énfasis en la palabra. — Es hora de que se vayan a dormir.
— ¡Pero mamááá! — Protestaron, como cuando eran pequeños.
— No quiero quejas. — Aseveré, poniéndome "firme". — Es hora de dormir porque mañana es un día muy importante.
— Hagan caso a su madre. — Me apoyó Frank, aunque él mantiene su sonrisa tranquila. A pesar de seguir quejándose y pidiendo "un rato más", los chicos se levantan, y nosotros nos levantamos para guiarlos a la puerta. — Y quiero una buena actitud, ¡Vamos! ¡Marchando! — Nuestros hijos comenzaron a reír, y continuaron su camino marchando como soldados, mientras Frank se burla de ellos.
Al llegar a la puerta, aún de forma chistosa, ambos llevaron una de sus manos a su frente, como lo haría un militar.
— Hasta mañana... — Le di un beso en la frente a Olivia. — Descansen. — Luego procedí a besar la frente de Miles. Acaricié su mejilla y le pregunté: — ¿Cómo te sientes? ¿Estás nervioso?
— Más que eso... Estoy muy emocionado. — Suspiró. — Siento que no podré dormir de la emoción.
— Prepárate un té; eso ayuda. — Le sugirió Frank. — Tienes que estar bien descansado, príncipe. — Se acercó y le dio un abrazo, para después abrazar a Olivia. — Tú también descansa, princesa.
— Descansen, mamá y papá... Los amamos.
— Y nosotros los amamos a ustedes. — Sonreí con ternura.
Seguidamente, ellos se fueron y nosotros cerramos la puerta.
Una vez que nos quedamos solos, nos sonreímos con complicidad. Tomé sus mejillas inicié un profundo beso ante el cual él se dejó llevar, tomándome de la cintura.
Entre tropiezos y risas, llegamos hasta la cama, e hicimos el amor... Aquí... En la misma habitación donde lo hicimos por primera vez hace veintitrés años.
Es muchísimo tiempo, y aun así se siente como nada. Lo dije alguna vez y aún lo sostengo; una vida entera es muy poco tiempo cuando estoy con Frank. Creo que nunca podría tener suficiente de él. A fin de cuentas, él ha sido el primer y único hombre en mi vida... Nunca he tenido ojos para nadie más que él.
Somos muy afortunados de tenernos el uno al otro, de haber formado una hermosa familia juntos. Aún no sé lo que hicimos para merecer tal privilegio, pero... Sólo nos queda agradecer; agradecer porque la magia del universo nos eligió a nosotros... Y posteriormente eligió a nuestro hijo; él es muy afortunado también de haber conseguido a su persona especial.
Hace años, cuando pensábamos en la idea de que alguno de nuestros hijos casándose, sabíamos que era algo que eventualmente pasaría, pero nos parecía un día tan lejano... Que cuando por fin llegó, estuvimos un poco desconcertados por lo rápido que se va el tiempo.
Sin embargo, ahora, que ya llegó el día, después de los eventos de anoche... Mi esposo y yo estamos más en paz, esperando lo mejor para el futuro de nuestros hijos; sólo queremos verlos felices y realizados.
Cuando llegó la hora, fui a buscar a Nina.
Observé con asombro lo hermosa que se ve en su vestido de novia; parece una princesa.
Sus padres son unos malnacidos por no estar aquí hoy...
Hace dos días, Frank y yo estábamos reunidos con nuestros amigos en casa de mis padres cuando Miles trajo con nosotros a una muy destrozada Nina. Los cuatro terminamos reuniéndonos en privado, y así ella nos contó que en una llama telefónica sus padres, cruelmente, le dijeron que no irían a su boda.
Tuve un déjà vu... Reviví en mi memoria cuando mis propios padres me hicieron lo mismo. Es por eso que yo fui el indicado para hablar con ella.
Sinceramente, tenía fe en que sus padres se arrepentirían y vendrían.
Pero ya que eso no sucedió... Entonces seré yo quien la acompañe al altar, de la misma forma que mi suegro me acompañó a mí cuando me casé con Frank, (ojalá que no se vuelva una tradición).
Espero que sus padres entren en razón, como lo hicieron los míos alguna vez; mamá y papá no estuvieron en mi boda, pero al menos estarán el día de la renovación de votos.
Mi relación con mis padres es algo que tomó mucho tiempo construir, por eso sé que es difícil.
Si bien ellos dieron el primer paso para nuestra reconciliación, yo no pude fiarme de ellos, en especial por la ocasión en la que se estaban disculpando; cuando me volví exitoso en aquello que siempre menospreciaron.
Pero el tiempo pasó... Y tuve charlas muy honestas con ellos. Creo que nunca había sostenido una sola conversación larga con Donald y Donna hasta entonces, y tampoco había tenido nunca tanto coraje como para decirles cómo me sentía. Fue un buen comienzo para una sanación que tomó años. Por esto mismo, le hablé a Nina desde la voz de la experiencia.
Le dije que no es fácil cambiar la mentalidad de alguien que toda su vida se ha aferrado a las mismas ideas... Pero tampoco es imposible, y por eso nunca hay que perder la fe.
El orgullo que manifestaron mamá y papá el día de mi primera exposición, se debía a las cosas que logré con mi trabajo; esa siempre fue su manera de medir el éxito, a través del dinero, o en mi caso, la fama.
Pero por esos tiempos descubrí que a veces los años ablandan a las personas, sobre todo si a cada rato se están golpeando en el rostro con las pruebas de que su forma de pensar siempre fue errónea. Donna y Donald antes no podían darse cuenta de que eran malos padres porque estaban muy ocupados con su amado hotel, pero ya jubilados y teniendo esas duras responsabilidades fuera del camino, pudieron ver que sus hijos son mejores padres de lo que ellos fueron, y eso se ve reflejado en la salud mental de sus nietos. Mis hijos y los de Mikey, a diferencia de nosotros, no tienen la autoestima en el subsuelo ni sufren trastornos generados por la presión de ser "exitosos".
Es así como empezaron a aceptar la realidad y a vernos a Mikey y a mí de una forma más humana. Tomó tiempo, pero las cosas mejoraron...
¿Por qué cuento esta historia? Pues porque es necesario, es tan necesario, que por eso se la conté a Nina para que ella tenga la esperanza de que sus padres, tarde o temprano, se arrepentirán de la manera que la han tratado.
Cuando me casé con Frank, mis padres decían que mi amor por él era un "capricho"... Porque él era mi "ídolo". También pensaban que Frank se aprovechaba de mi "obsesión" por él... Ellos sabían que Frank fue víctima de abusos en su primer matrimonio, pero debido a sus ideas retrógradas no le dieron la importancia que el tema merecía. Sin embargo, eso ya quedó en el olvido, ellos ya no son las mismas personas que antes, se arrepienten de cosas como esas.
Los padres de Nina le dicen que su matrimonio con Miles fracasará. Ellos odiaron a Miles desde que ella se los presentó... Y sí, sé que es difícil imaginarse que alguien podría odiar a un ser tan bueno como Miles, pero aquel primer encuentro fue problemático; él peleó con los padres de su novia, porque ellos, descaradamente, le dijeron que debió quedarse con su ex novio... Su ex novio el que la maltrató.
Claramente Miles se enojó y replicó; tuvo una pelea verbal con ellos para defenderla... Hasta que Nina lo tomó del brazo y se lo llevó de allí. La pobre se disculpó aunque no tenía por qué.
La única razón por la cual los padres de Nina percibían a su ex novio como alguien mejor que Miles es por el hecho de que aquel hombre era un exitoso empresario, mientras que Miles era un chico con sueños de ser un músico famoso, lo cual a ellos les parecía una tontería.
Sólo por una posición social, preferían a alguien que le hacía daño a su hija, antes que alguien que la ayudó a mejorar y a estar sana y feliz.
Es algo tan despreciable... Que me sorprende tener fe en que se arrepentirán.
Quizás es porque yo en el fondo deseo que pase, pues Nina no merece el rechazo de su propia familia. Pero... Si así serán las cosas, entonces nosotros nos encargaremos de ser la mejor familia del mundo para ella, pues Frank y yo la queremos como si fuese una hija más.
— ¿Cómo estás, linda? — Le pregunté.
— Me siento bien... — Sonríe. — A pesar de que no dormí en toda la noche.
— ¿Estás muy emocionada?
— Sí... Un montón. P-Pero... En realidad lo que no me dejó dormir fue el hecho de que... Las cosas que dijeron mis padres, como que este matrimonio es sólo otra mala decisión que he tomado... Han dado muchas vueltas por mi cabeza.
Es injusto; anoche Miles pudo disfrutar de un lindo momento familiar conmigo, su papá y su hermana... Y que Nina no tenga lo mismo, me rompe el corazón.
— Oh, Nina... — Le dedico una mirada compasiva, y me preocupo cuando veo sus ojitos cristalizarse. Sin embargo, ella no se permite llorar.
— No quiero que me afecte. — Aclara. — Perdí muchos años de mi vida siendo la chica con miedo de tomar una simple decisión porque sus padres pueden enojarse... Y ya no dejaré que saboteen mi felicidad.
— ¡Así se habla, cariño!
— También he estado pensando en la charla que tuvimos tú y yo... Y... Yo realmente no sé si corra con la misma suerte y mis padres algún día me valoren por lo que soy, pero... No me importa... Dentro de unos instantes tendré el apellido Iero, Miles será mi nueva familia, y con él me basta y me sobra.
— Oye, no sólo él será tu familia... No sólo ganarás un esposo... Ganarás una mamá, un papá, una hermana... Es una familia grande; también ganarás un tío que suele ser siempre la voz de la razón, una tía loca que te enseñará a pelear y defenderte, o que en todo caso lo hará por ti. — Reímos juntos. — Dos tíos que tienen una granja y compartirán contigo su hermoso mundo lleno de armonía con los animales y la naturaleza... También tendrás muchos primos, y unos abuelos increíbles.
— Ay... No quería llorar... — Soltó un pequeño sollozo, empezando a limpiar sus lágrimas. — G-Gracias...
— Está bien, nena. — Me acerqué para envolverla en mis brazos. — Bienvenida a nuestra familia.
Acto seguido, la tomé de los hombros, le sonreí con ternura y limpié cuidadosamente sus lágrimas para no arruinar su maquillaje.
— ¿Estás lista?
Asintió efusivamente.
— Entonces ven, ya es hora. — Le extiendo mi brazo.
Ella tomó su bouquet de gardenias, y entrelazó su brazo con el mío. Así, dejamos la habitación, y la guié a través de los pasillos en dirección al jardín trasero, donde todo fue decorado hermosamente para la boda.
En el camino, Frances apareció, y antes de que pudiésemos reaccionar, sentimos el flash de su cámara.
— ¡Hermosos! — Exclamó antes de tomar otra foto donde, ahora sí, estamos sonriendo.
— Vaya que te tomaste en serio tu papel de fotógrafa de bodas, Frannie. — Dije simpático.
— Miles me pidió tener recuerdos de absolutamente todo; tengo fotos muy buenas de él y Frank.
Ella se dedicó a fotografiar nuestro camino, hasta que llegamos a la puerta.
Mi mejor amiga fue quien, con una sonrisa radiante, nos abrió.
Nina respiró hondo, y cuando estuvo lista, dimos el primer paso fuera. Se quedó boquiabierta y soltó un gran suspiro de asombro cuando vio la gran sorpresa para ella; mi hijo formó una coral con los niños a quienes Nina ha dado clases. Los estuvo preparando por meses, y ahora, son sus pequeñas voces las que armonizan hermosamente mientras acompaño a una muy emocionada Nina por el altar. Me causa un poco de risa ver que ella señala a Miles y, desde la distancia le pregunta "¿Tú lo hiciste?", por lo que él asiente risueño y ella le dice "te amo".
Cuando ya estamos a nada de llegar al final, desvío nuestro camino y la llevo con los niños, ya que sé que ella amará saludarlos.
Honestamente, no sé cómo sus padres pueden criticarla por sus decisiones y hasta por su trabajo, cuando ella hace una labor muy indispensable para la sociedad; ayudar y hacer sentir incluidos a todos esos niños que muchas veces son marginados por sus limitaciones. Uno puede ver lo increíble que es Nina como maestra por la manera en la que todos esos niños se aferran a ella, y le dicen que la quieren.
Ella ya no puede parar de llorar una vez que vio a sus queridos alumnos; los abrazó y besó a todos en las mejillas, le regaló su bouquet a la niña más pequeña del grupo, y regresó a mi lado. La dejé en el altar y ella inmediatamente se lanzó a los brazos de Miles; él sólo sonrió, la abrazó con fuerza y, antes de tomar mi lugar a un costado junto a mi esposo, alcancé a escuchar que le dijo que se ve hermosa.
Frank me miró con ternura, me tomó de la mano y observamos cómo inicia la ceremonia.
Olivia apareció caminando por el altar sosteniendo una almohadilla con los anillos. Mi mejor amiga, por su parte, hace un trabajo excepcional capturando cada momento con su cámara.
Miles le sonríe a su hermana y le da un zape cariñoso haciéndonos reír a todos, luego toma uno de los anillos, y lo coloca en el dedo anular de su prometida para luego pronunciar sus votos.
— Sé que lo usual es decir los votos primero y luego poner el anillo... Pero no importa. — Rió nervioso. — Nina... No sé si alguna vez te lo conté, pero cuando comencé a salir contigo, les pregunté a mis padres cuál es el secreto para durar para siempre con alguien... Y ellos me explicaron que... La vida es un viaje en montaña rusa; puede ser emocionante, divertida, a veces da miedo, otras veces lo pasas muy mal y te quieres bajar, pero... Siempre está llena de sorpresas y tú debes vivir al máximo cada una de esas emociones, incluso las malas.
» Tú ocupas el primer vagón en dicho viaje, y tu familia, tus amigos, y otras personas importantes ocupan los vagones de atrás... Algunos se irán, otros se quedarán para siempre... Y te preguntarás... ¿Qué hay del asiento sobrante en tu vagón? Ese asiento está reservado para la persona más especial de todas; tu compañero de vida. No puedes darle ese lugar a cualquiera, porque quien ocupe tu vagón, estará, o debe estar siempre a tu lado durante el resto del viaje, y vivirá junto a ti las mismas emociones intensas que la vida tiene para ofrecer; experimentará todo de primera mano al igual que tú, a diferencia de los que están en los vagones de atrás.
» La persona que debes elegir cuidadosamente para ocupar ese puesto, debe ser alguien que te haga sentir como si... — Suspiró. — Como si pudieras estar bien al hacer ese recorrido solo, sin embargo prefieres estar con ese alguien. Es una mera elección. Es algo que se siente correcto, y que nunca se basará en la necesidad o la dependencia... Y por eso yo te escogí a ti.
Sentí un apretón en mi mano por parte de mi esposo, volteé a ver su rostro y volvimos a compartir una significativa mirada. Siento una gran calidez en mi pecho, a la vez que mis ojos empiezan a arder por el sentimiento que me causa escuchar a nuestro hijo expresar esa lección de vida que Frank y yo le enseñamos.
— Desde ese momento en que mamá y papá me explicaron esto, supe que tú debías ser esa persona... Y ahora soy el hombre más feliz del mundo porque lo estamos haciendo oficial; me emociona saber que me acompañarás en este gran viaje.
— Y yo... Soy la mujer más afortunada del mundo porque tú me elegiste a mí, entre tantas posibles opciones. — Respondió ella tomando el anillo restante, y poniéndolo en el dedo de Miles. — Yo también te elegí para ser mi compañero.... Porque el regalo más grande que alguien me ha dado alguna vez, me lo diste tú. Y ese regalo fue enseñarme a pararme en mis propios pies, cosa que nunca antes nadie había hecho por mí; ni siquiera quienes durante mucho tiempo llamé "familia".
Oh, mierda... Ahora sí estoy llorando.
— Miles... Sé que este viaje contigo será el mejor del mundo, porque aun siendo tan libre y autosuficiente como tú me hiciste, quiero vivir el resto de mis días contigo. Quiero estar a tu lado como tu esposa... Pues te quiero por lo que eres, me haces sentir completa, y ¿Qué más puedo decirte? Te amo y quiero hacerte muy feliz. Siento que, sin ti, la vida puede ser muy bonita, pero contigo es muchísimo mejor y cada una de las cosas que vendrán, valdrán mucho más la pena si ocupas el mismo vagón que yo.
Después de pronunciar sus votos, ambos aceptaron amarse y respetarse por el resto de sus días, sellaron el pacto con un beso, mientras todos los presentes celebran su amor.
El momento es hermoso y especial; será algo que recordaremos por siempre.
— Gee... — Pronuncia Frank después de girarse hacia mí para limpiar mis lágrimas cuidadosamente. — Nosotros llevamos muchos años compartiendo el mismo vagón... — A pesar de mis lágrimas, asentí riendo por el hecho de que él mantiene la analogía de la que Miles habló. — Ahora nuestra montaña rusa dará nuevos giros y yo quiero preguntarte... ¿Estás listo?
Solté un suspiro que me llevó a esbozar la sonrisa más grande y honesta.
Y respondo sin vacilar:
— Más que listo... Porque estarás conmigo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top