03

Gerard

«Y sí, y sí... A veces va a ser todo gris

Y sí, y sí... Tal vez dudemos si seguir»


— Frank me está ocultando algo muy importante, Bert...

— ¿Por qué creerías eso? — Sus ojos se abren de forma desmesurada.

Entiendo que él no puede creer lo que estoy diciéndole, es decir, yo tampoco he podido, y no quiero pensar lo peor pero... Han pasado cosas que sólo me hacen sentir cada vez más inseguro.

Odio sentirme de esta manera. Frank y yo llevamos nueve años casados y él nunca, pero nunca me había dado motivos para desconfiar de él. Pero hoy... Hice algo muy malo... Algo muy malo que me llevó a resultados peores.

He estado nervioso todo el día gracias a esto, estoy todavía más nervioso ahora sabiendo que Frank debió ya haber regresado a casa con los niños y no lo ha hecho. Estos nervios son los que me motivan a contarle a Bert aunque juré que no le diría esto ni siquiera a mi almohada.

Bert y yo hablábamos por videollamada de nuestros planes de ir con Frank y los niños a su granja en Utah para pasar el verano con él, Jepha y su hija Cleopatra, quien nació este año. Fue hace mucho tiempo cuando visitamos la granja por última vez, así que regresar y conocer a la bebé de uno de mis mejores amigos suena lindo, en especial porque también irán Mikey, Frances y su hijo Julian, de tres años.

A pesar de que apenas es noviembre y falta mucho para el verano, el "yo" de siempre se entusiasmaría y empezaría a hacer planes, pero... El "yo" de ahora tiene la mente hecha un desastre y no sabe disimularlo, por eso fue fácil para Bert darse cuenta de que me pasa algo, y aunque al principio quise mentir y decir que sólo estoy cansado porque he estado trabajando mucho, elegí desahogarme y deshacerme de la presión en mi pecho.

— Él... Lo he visto muy raro este último par de semanas.

— ¿En qué sentido?

— Bueno, ha estado muy callado y distraído, y cuando él está así es porque algo le preocupa mucho, aunque otras veces no es por algo malo sino porque se obsesiona con alguna canción en la que esté trabajando y se pierde por mucho tiempo en su cabeza, pensando en las letras, la estructura, la composición musical... — Asintió. — Pero sea por algo bueno, o algo malo, cuando le pregunto qué tiene, él siempre me dice la verdad para que no me preocupe, ¿Pero sabes qué me dice ahora? ¡Nada! Me dice: "No me pasa nada, amor", cuando claramente le pasa algo.

— Suena frustrante... — Me mira compasivo.

— Oh, sí que lo es. — Suspiré. — No entiendo qué le pasa.

— Tengo una idea loquísima. De verdad, Gee, no me lo vas a creer.

— ¿Qué? ¿De qué se trata?

— Es algo impensable, pero... Uff... — Suspira dramáticamente. — Se me ocurrió que... Hables con él en lugar de hacerte un lío en la mente.

— Ja ja, muy gracioso. — Expresé con sarcasmo. — ¿Crees que no lo he intentado? Pero él me evade, Bert, ¡Me evade! O al menos eso me hace sentir; hace tres días se quedó a dormir en casa de su padre, y así de la nada le han surgido miles de compromisos, los cuales, casuaaaalmente, coinciden con mis ratos libres. Ayer dijo que tenía una reunión importante y no sé qué, pero no tuvo dicha reunión, o eso parece, y la razón por la cual lo sé, me hace sentir psicópata.

— ¿Y cuál fue esa razón?

Hashtags de Instagram... Los he revisado porque pensé: "Si Frank va algún lugar público, seguro alguien lo verá y sabré con quién está". Entonces me enteré de que en realidad estaba en una cafetería porque unos fans se tomaron fotos con él, pero aparentemente estaba solo.

— Ay, Gee... Nunca pensé que te escucharía hablando así.

— ¡Lo sé! Estás en todo tu derecho a juzgarme, especialmente por lo que hice hoy.

— ¿Hay más?

— Me temo que sí... — Suspiré. — Esto es lo peor que le he hecho... Y me hace ver mi relación con Frank desde una perspectiva distinta. Y es que yo... Revisé su celular. Sé que está mal; él me confió su contraseña un día que recibió un mensaje y me pidió leérselo porque él estaba ocupado, además, se suponía que él confiaba en mí y que yo nunca invadiría su privacidad... Pero ambos fallamos.

— ¿A qué te refieres con eso? — Su semblante denota preocupación.

— Descubrí unos mensajes donde él... — Tomé una respiración profunda al sentir mis ojos arder de tan sólo recordarlo. — Él le pidió a Evan la dirección de... J-Jamia.

— ¡¿Qué?!

— Es muy fuerte, ¿Verdad?... Y yo estoy volviéndome loco; no sé qué pretende. Sé que Jamia salió de la cárcel hace dos o tres años, pero ella hizo su vida, ni siquiera se interesó en buscar a Miles, simplemente se fue y yo pensé que ya estaba más que enterrada en el olvido para todos nosotros, pero de repente... Frank decide buscarla.

— ¿Y Evan le dio su dirección?

— ¡Sí! Se la dio hoy, ¡Y eso es lo que más me preocupa! Salió mucho más temprano de lo normal para "ir por Miles a su clase de música". — Hice comillas con los dedos de una sola mano para seguir sosteniendo el celular con la otra. — Me asusta que haya ido a buscarla... Y la verdadera pregunta es, ¿Por qué lo haría? — Bert mira con lástima cómo mis lágrimas comienzan a fluir y yo trato de limpiarlas. — ¡¿Y por qué me lo ocultó?!

— Gee... Sé que esta situación es difícil y te duele, pero nunca podrás responder esas preguntas si no hablas con él. — Insiste.

— Y si... ¿M-Me miente? Me asusta enfrentarlo, p-porque sólo puedo pensar en que me mentirá en la cara... O me dirá una verdad que no me gustará escuchar y que me destrozará.

— Una verdad que probablemente no exista. Todo esto puede ser un gran malentendido, Gee, y tú crees que es el fin de tu matrimonio.

— Sé que todo suena demasiado dramático, pero... Sí, la verdad es que ahora siento que sí es posible que en catorce putos días la persona que crees conocer como la palma de tu mano se puede convertir en un total desconocido, porque no me explico; realmente no me explico por qué él se esforzaría en dar con el paradero de la mujer que les jodió la vida a él y a nuestro hijo hace muchos años atrás, y por qué me lo ocultaría... Nuestra relación siempre se basó en el apoyo mutuo, confianza, buena comunicación y honestidad... Y si ya no tenemos eso, no tenemos nada.

» Esta situación se siente horrible, duele, y no puedo ni quiero imaginarme que las cosas seguirán siendo así de ahora en adelante; que él seguirá alejándose y yo tendré estas horribles actitudes de pareja celópata, las cuales me hacen sentir mal conmigo mismo.

— Me parte el alma verte así... En serio que sí, pero... Ya escuchaste mi consejo y no lo cambiaré. Yo personalmente no creo que de la noche a la mañana Frank haya dejado de amarte y confiar en ti, porque lo he llegado a conocer durante estos años y sé cómo es su relación, y es fuerte, muy fuerte como para venirse abajo como por arte de magia, por eso sostengo que, quizás, todo esto es un malentendido... Pero si no lo es y de verdad Frank está haciendo algo malo, pues él debería ser lo suficientemente valiente para decirte... Y tú para enfrentarlo.

— Gracias, Bert... — Respiro hondo para poder serenarme un poco. — Siempre estás para mí y me das los mejores consejos.

— Para eso están los amigos. — Sonrió con dulzura. — Espero que de verdad hables con él y ya no te hagas más daño sacando conclusiones por tu cuenta.

— Lo haré. — Suspiré. — Esperaré que regrese a casa y lo enfrentaré; le diré lo que descubrí y cómo lo descubrí, porque es justo que yo me disculpe por revisar su celular y estar como un maniático queriendo saber dónde y con quién está...  Me disculparé por las cosas que hice y que reconozco que están mal, pero él también debe reconocer que me debe explicaciones.

— Está bien, resuélvanlo hablando como los adultos que son. Tienes todo mi apoyo. — Dijo con cariño. — Yo ahora debo irme porque debo ver si Cleo ya despertó de su siesta. Luego me cuentas qué sucedió.

— Claro. Hablamos después; salúdame a Jeph y Cleo.

Nos despedimos agitando la mano, y la llamada finalizó. Dejé mi celular en la encimera y solté un largo suspiro.

Waffles llegó de repente y frotó su cabeza contra mi mano, buscando mis caricias.

— Hola, cariño. — Me senté en el suelo para mimarlo propiamente.

Por un momento, mis nervios se disiparon un poco al sentir las lamidas amorosas de Waffles en mi rostro a medida que lo acaricio.

— De veras que te quiero, chiquito. — Lo abracé fuerte y le di muchos besitos en su cabecita.

Él está muy dispuesto a darme mucho cariño para reconfortarme, como si pudiera sentir lo mal que estoy y trata de ayudarme. No me sorprende que así sea, pues a fin de cuentas, tenemos un vínculo muy fuerte desde el día que Miles y yo lo encontramos en la calle siendo apenas un cachorrito. Y ha sido mi compañero más fiel desde que me mudé solo con él a Nueva York en mis años universitarios.

Waffles ahora está bastante viejito, y ya no es tan enérgico y juguetón como solía ser, pero sigue siendo una gran compañía para toda nuestra familia, y siendo honesto, me da miedo perderlo uno de estos días, porque ya pasó con Lois y a todos nos dolió muy profundamente, pues tuvimos que resignarnos a que su momento de partir había llegado, y que vivió una vida larga y maravillosa siendo parte de nuestra familia, donde nunca le faltó amor.

— Desearía que fueses eterno. — Besé su cabeza otra vez.

En eso, me sobresalté al escuchar pasos repentinos, y luego la voz de Frank.

— ¡Gee! ¡Ya llegamos! — Anunció, y Waffles de inmediato salió a buscarlo.

Me levanté del suelo y restregué mi rostro con la esperanza de que no se note que estuve llorando.

Salí de la cocina y fui a la sala, donde Olivia fue la primera en saludarme, pues corrió a mis brazos muy emocionada.

— ¡Mami! ¡Adivina! — Dice dando saltitos felices.

— ¿Qué sucede, princesa? — Sonrío, tratando de mostrarme feliz.

— ¡Me dieron mi primer solo para el próximo recital!

— ¡Wow! ¡Cariño! — Mi sonrisa se ensancha, y me siento realmente emocionado con la noticia. — Estoy muy orgulloso de ti. — La levanté en mis brazos y le di un beso en la mejilla. — Esfuérzate mucho para que todo salga excelente. — Asintió con entusiasmo. Besé su mejilla otra vez y la bajé al suelo. — Ahora, es momento de que vayas a bañarte para luego cenar y hacer tu tarea ¿Sí?

Asintió obedientemente y se dirigió al baño, no sin antes preguntarle a Miles si después de terminar sus deberes podían jugar Mario Kart un rato. Y Miles, quien hasta ahora no ha subido la mirada, respondió un "tal vez" que sonó muy débil, haciendo que me preocupara de inmediato por su semblante melancólico.

Cuando estuve a punto de preguntarle a mi hijo qué le sucede, Frank se me acercó, y todo mi cuerpo se tensó cuando me besó en los labios; apenas pude corresponder.

— ¿Pasa algo? — Frunció el ceño.

— ¿Por qué...? — Apenas puedo mantener el contacto visual. — ¿Por qué tardaron tanto en llegar?

— Es que llevé a los chicos por un helado para celebrar que a Liv le dieron un solo. 

— Yo... — Miles al fin dice algo. — Estaré en mi habitación.

Comenzó a caminar hacia las escaleras sin esperar respuesta.

— Miles, espera. — Me preocupé aún más al verlo apresurar sus pasos. — ¡Miles! ¿Qué tienes?

Intento seguirlo, pero Frank me detiene, sosteniendo mi muñeca.

— Gee... Tenemos que hablar.

No me atrevo a mirarlo a los ojos.

— Estuvimos con Jamia esta tarde.

Volví a tensarme, sintiendo mis ojos arder otra vez.

— Bueno... No estuvimos, porque yo nunca llegué a verla; yo me quedé en el estacionamiento del complejo departamental donde está viviendo en Hoboken, y Miles entró con Evan... No ha dicho nada desde que salió de ahí, pero claramente está triste.

— Era obvio que lo estaría. — Respondo con voz gélida. Me sorprende mostrar frialdad cuando sólo puedo sentir que me quiebro nada más con pensar en esa horrible mujer regresando a nuestras vidas y haciéndole daño a mi hijo.

— Gee, por favor. — Intenta tomar mi mano, pero yo me aparto. — Estás en todo tu derecho de molestarte por esto, pero por favor, escúchame.

Levanto la mirada, y conecto mis ojos con los suyos.

Quisiera decirle que no me interesa escucharlo, y correr al cuarto de Miles para consolarlo, pero reconozco que pronunciar esas palabras sería un grave error.

Era muy joven cuando me enamoré de Frank, y cuando accedí a compartir mi vida con él, sabía que me estaba comprometiendo a una alianza que requeriría mucha madurez y paciencia de mi parte, pues formar una familia no es cosa fácil... Pero me comprometí a ello por amor, y porque sabía que no iba a estar solo en esto. Incluso siendo tan joven tenía claro que el amor, además de ser un sentimiento que siempre debe estar vivo, es trabajo de dos; ambos por igual debemos trabajar para hacer funcionar nuestro hogar. A mis treinta años no puedo olvidar algo tan importante y que logré aprender tan pronto.

Esta es nuestra primera "crisis matrimonial", los problemas que hemos tenido nunca han sido de grandes magnitudes, ni mucho menos frecuentes; suelen ser cosas que se resuelven fácilmente, pues si cometo un error, puedo disculparme y corregirlo, y Frank puede comprenderme y perdonarme. Asimismo, Frank puede admitir sus errores, disculparse y corregirlos, y yo puedo comprenderlo y perdonarlo. Al final, la experiencia se convierte en una enseñanza. El tamaño de este nuevo problema no debería hacer las cosas diferentes.

Negarme a poner de mi parte para resolver las cosas sería sólo rendirme, y si me rindo, sería porque ya no lo amo y no quiero seguir con esto... Y eso no es cierto, lo amo, quiero escucharlo, quiero tener todo el contexto de la historia, llegar a comprenderlo, y finalmente resolver esto. 

Ser impulsivo y dejarme cegar por los malos sentimientos que he tenido estos días sería crear una brecha entre mi esposo y yo.

Y no quiero eso.

«No importa la montaña, si es alta o complicada

Ahí estaré para subir»

— ¿Por qué me lo estuviste ocultando, Frank? — Pregunto bajando la guardia.

— Miles no quería que te lo dijera. Ven aquí... — Puso su mano en mi cintura y me guió hasta el sofá. — Quiero explicarte todo desde el principio, ¿Okay? — Asentí. — Sabes que nuestro hijo lo está pasando muy mal por los problemas que ha tenido este año... Su autoestima está casi destrozada y está perdiendo la fe en el mundo. Y eso es algo muy fuerte considerando que él solía ser un niño muy alegre e inocente que quería ser presidente para defender lo que cree correcto.

— Especialmente para cuidar a los animales... Lo recuerdo. — Limpio una de mis lágrimas.

La verdad sí me entristece pensar en lo mal que lo está pasando Miles; lo han tratado mal en la escuela debido a que participa en campañas de concientización y activismo con respecto al maltrato animal y la degradación del ecosistema en general. No se podría decir que es un chico solitario, porque no lo es; tiene su grupo de amigos en la escuela, quienes son buenos chicos... Pero estaban estos tres chicos de su salón, quienes son abusivos y desde el principio solían hacer comentarios despectivos sobre él, especialmente por el hecho de que su mamá sea un hombre. También se metían mucho con el hecho de que es activista, y se ensañaron más con él desde que se negó a diseccionar una rana en el laboratorio de ciencias, lo cual fue como una pesadilla para él.

Por alguna razón, a ese grupito de idiotas les parecía débil que Miles tenga más corazón que ellos y sea un chico sensible, especialmente cuando se trata de las cosas que cree, y aparentemente les jodía mucho que él tenga el sueño de cambiar el mundo, aunque no sepa cómo, y que quiera poner de su parte para que éste no sea tan injusto.

Miles sabe que hay cosas horribles que pasan cada día, no querría un mundo mejor si no lo supiera. El Miles de cuatro años se puso a llorar cuando se enteró de lo que sufren las tortugas marinas, el Miles adolescente llora cuando una noticia sobre un acto inhumano aparece en internet.

Por el lado contrario, sé lo que los chicos de dieciséis años son capaces de hacer; suelen impresionarse con las cosas mórbidas. Lo sé porque vengo de la época donde se viralizaban metrajes horribles y traumantes, para estómagos fuertes, y los chicos se los mostraban entre ellos. Al punto al que quiero llegar es que utilizaron armas así para hacerle daño a Miles cuando se dieron cuenta de que las mierdas que le decían no le afectaban; le enviaron videos de animal crush y fotografías de actos parecidos. La escuela no hizo NADA al respecto, Frank y yo tuvimos que tomar acciones legales.

Y a pesar de que al final la balanza se ajustó a nuestro favor, el daño ya estaba hecho. 

Esta situación tuvo lugar al mismo tiempo que perdimos a Lois, así que la ruptura dentro de Miles fue grave. Todas estas cosas horribles que han pasado este año, lo han hecho perder la fe en la humanidad.

Pero no entiendo qué podría tener eso que ver con Jamia.

— Él está en una etapa donde... Quiere resolver y comprender ciertas cosas que durante mucho tiempo se escaparon de su alcance. — Explica Frank.

— N-No entiendo.

— A pesar de que él ha estado recibiendo ayuda psicológica y está mejorando poco a poco, hay cosas que siempre quiso saber y nunca nos dijo. Según sus palabras, no es algo que lo obsesione, pero de vez en cuando se ha preguntado si al menos una vez su mamá lo quiso, o por qué es la clase de persona que es. Además de eso, con todas las cosas que pasan últimamente, él está dejando de creer que puede haber algo bueno en los demás, y eso fue lo que lo llevó a querer con más fuerza ver a su mamá: El querer saber si, después de todos estos años de cárcel, ella estaba arrepentida de todas las cosas que hizo y así recuperar o terminar de matar sus esperanzas. 

— Pero de eso no hay garantía, Frankie.

— Se lo expliqué; no creas que no lo hice. Por supuesto que exploré con él todas las probabilidades. Le hablé muy claro para que tuviera mucho en qué pensar antes de tomar la decisión de ver a una mujer que, además de hacerle mucho daño en el pasado, probablemente no querría verlo ahora, porque si así fuera, le hubiese dicho algo a Evan; pero simplemente desapareció e hizo su vida en otra parte.

— Eso estaba pensando...

— Pero él quiso hacerlo, y yo no pude hacer otra cosa más que acompañarlo; iba ser peor si lo dejaba hacerlo solo.

— ¿Pero por qué no me lo dijeron? — Insistí.

— Miles tenía miedo de que no lo comprendieras, amor.

— ¿No comprenderlo? 

Bien... Eso fue una puñalada al corazón.

— Tenía miedo de que pensaras que él quería ver a Jamia porque tú no fuiste suficiente y le hizo falta una madre; y no es así.

— No creo que hubiera pensado eso... Es decir, no si él me lo explicaba. Lo que más me está doliendo es el hecho de que no confiase en mí.

— No nos quería decir a ninguno de los dos; me lo dijo a mí porque descubrí su plan.

— Entonces... ¿No confía en ninguno de los dos? Eso es peor.

De repente, nos sobresaltamos al escuchar una voz temblorosa detrás de nosotros:

— L-Lo siento... 

Volteamos al instante y nos encontramos a Miles, limpiando sus lágrimas con la manga de su suéter.

— Oh, cariño, ven aquí. — Musité con dulzura, abriendo mis brazos para recibirlo en ellos.

— No quiero q-que peleen p-por mi c-culpa. — Sollozó en mi pecho.

— No estábamos peleando, príncipe. — Alega mi esposo, acariciando su espalda dulcemente. — Le estoy explicando la situación a tu mamá.

— Todavía no entiendo por qué no querías decirnos, Miles.

— E-Es que... Pensé que era algo que podía hacer solo. — Explica tratando de serenarse. — Sé que fui injusto al hacer que papá te ocultara cosas porque ustedes nunca se dicen mentiras, pero en serio no quería que lo supieras.

— ¿Era tan malo que yo lo supiera?

— Tenía miedo de que lo tomaras mal, y que pensaras que no te valoro como madre.

— No me lo habría tomado mal si tú me explicabas, cielo. Más bien, estuve sintiéndome muy mal estos días porque tu papá estaba evitándome; tuve mil crisis existenciales y creé muchos malos escenarios en mi cabeza.

— Ya que estamos admitiendo cómo nos hemos sentido. — Agregó Frank. — Yo también me sentí mal por evitarte. De hecho, lo hice porque no podía estar contigo mucho tiempo sabiendo que estaba ocultándote algo tan grave. Sé que Jamia, y todo lo que ella representa, es algo que ya superé y en lo que dejé de pensar hace muchos años, pero nadie quiere volver a ver a su abusador aunque lo haya superado; por eso pienso que el hecho de que Miles quisiera verla es algo fuerte. Sin embargo, si él realmente quería hacerlo para resolver distintas cosas y sentirse en paz, entonces yo estaba dispuesto a exponerme a ello para no dejar solo a nuestro hijo.

«Y por eso mismo pienso que eres alguien muy valiente». Dije para mis adentros, llorando por haber dudado de él.

— Así que, Gee... Amor... Lamento huir como un cobarde; me inventé muchos compromisos estos días y en realidad sólo iba a casa de mi padre o con cualquiera de mis amigos, tratando de no visitarlos tan seguido, porque si no, me preguntarían si pasaba algo malo entre nosotros. Ayer incluso fui solo a una cafetería, pues no sabía a dónde ir. De verdad lo lamento si lo pasaste mal con mis actitudes.

— Y yo de verdad lamento haberlos puesto en esta situación. — Insistió Miles. — Y todo por una decisión que no valió la pena... Esa mujer nunca me quiso, arruiné su vida y siempre se ha arrepentido de no haberme abortado.

— ¿Ella te dijo eso? — Sentí mi corazón partirse, imaginando a mi bebé teniendo que escuchar esas mierdas.

— Sí... Jamia no quiere saber nada de mí ni de ustedes; quiere iniciar una nueva vida.

— Ella se lo pierde, Miles. Es una idiota por dejar ir al mejor hijo del mundo. — Expreso mis sentimientos con honestidad.

— Papá me advirtió que esto pasaría, pero quise enfrentarme a ello; si nunca lo hacía, siempre me iba a quedar la incertidumbre. Y lo que más me parece raro en todo esto es que no he perdido mi fe en la humanidad después de todo... Y eso me hace sentir estúpido, porque hoy fui lastimado por una horrible persona y durante meses fui lastimado por más personas así.

— Esa palabra aún está prohibida en esta casa, cielo. — Lo arrullo en mi pecho. — No perder la fe en la humanidad te hace un ser humano muy hermoso, porque en el fondo sabes que aunque el mundo es horrible y está lleno de personas desalmadas, hay algunas que sí se redimen, y hay otras que son muy buenas... Personas que, como tú, trabajan para hacer el bien. Lo más importante es que te enfoques en estas personas buenas y pelear por lo que crees sin dar tu brazo a torcer a todo el que quiera lastimarte.

— Te amo mucho, mamá... — Me abrazó más fuerte. — Tú eres lo mejor que pudo habernos pasado a papá y a mí. — Luego se acercó a abrazar a Frank. — Y gracias, papá; por apoyarme siempre. De verdad lo siento por crear esta situación.

— Está bien, cariño... — Musité. — Todos nosotros cometimos errores con todo esto; pero debemos dejar de echarnos la culpa y salir adelante.

— ¿Por qué te incluyes? —  Mi esposo me mira frunciendo el ceño.

— Porque yo también hice algo malo, Frankie... Yo... Hice cosas que objetivamente están mal. 

— Okay... Me estás asustando...

— A mí también. — Miles se muestra muy confundido.

— Frankie, cuando sentí que me estabas evitando, realmente enloquecí pensando que me estabas engañando o algo así... ¡No sé! Sólo podía pensar lo peor con respecto a tus llamadas y tus salidas misteriosas. Entonces, en vez de hablarte directamente, lo cual debí hacer, me obsesioné con querer saber a toda costa dónde estabas, con quién estabas y qué estabas haciendo... Revisaba mucho Instagram por si tus amigos subían fotos contigo o si algún fan te veía en la calle; así descubrí que estabas en una cafetería ayer. También revisé tu celular sin tu permiso y supe que buscabas a Jamia. — Me mira desconcertado, pues no se esperaba tal cosa de mí. — Lo siento mucho... Me siento horrible por mis acciones.

— Ay, Gee... Eso me hace a mí sentirme peor por haber estado huyendo de ti; te hice sentir tan inseguro que llegaste a hacer esas cosas.

— No, Frankie, no quiero echarte la culpa; no puedo responsabilizar a otros por mis propias decisiones. Yo debí hablarte claro en vez de llevar todo al otro extremo. Tal vez si lo hubiese hecho, me ibas a contar todo y habrías roto tu pacto con Miles, pero... Quizás, de esta manera, las cosas no habrían llegado tan lejos, pues hubiésemos hablado y resuelto todo en ese momento. Pero ya qué... Las cosas sucedieron de este modo y sólo nos queda aprender de los errores que cometimos y-

— ¡Mami! — Fui interrumpido por la voz de la pequeña Olivia, quien se acerca corriendo hacia mí con un cepillo y ligas para el cabello. — ¿Me haces dos trencitas?

Le sonreí, dejando atrás mi seriedad.

— Claro, princesa, ven aquí. — Palmeé mi regazo. — ¿Tienes sueño? — Pregunto al ver que ya tiene puesta su pijama.

— Sí... Casi me quedé dormida cuando entré a mi cuarto después del baño.

— Aww... — Me incliné para besar su mejilla. — No te preocupes, nena, en un rato pediremos una pizza porque ya se nos va a hacer tarde para cocinar. Después de comer, tu papá y yo te ayudaremos con la tarea para que termines más rápido y podrás dormir. Pero antes... Creo que es necesario que escuches lo que voy a decir.

— ¿Qué es? — Pregunta curiosa mientras yo saco, una a una, todas las horquillas que sostienen su peinado para el ballet, liberando sus abundantes rizos; su cabello es como el de la princesa Mérida, sólo que sin ser pelirroja.

— A su papá y a mí nos gustaría que confiaran más en nosotros, chicos.

— Y que por favor no nos hagan ocultarnos cosas el uno del otro. — Añadió mi esposo.

— Sí, exacto. Ustedes dos pueden contar con nosotros para lo que sea.

— Incluso para robar un banco.

— No, Frankie, eso no. — Reí, al igual que nuestros hijos.

— El punto al que queremos llegar es que yo no tengo más autoridad que Gee, ni Gee tiene más autoridad que yo; los dos somos iguales, los queremos en la misma medida y también nos preocupamos por ustedes en la misma medida, así que pueden recurrir a ambos cuando lo necesiten.

— Siempre vamos a escucharlos y aconsejarlos lo mejor posible, pero para eso deben confiar. — Digo mientras peino el cabello de Olivia con cuidado de no jalar mucho y lastimarla. — Ustedes pueden desahogarse con nosotros, pedir nuestra ayuda y contarnos si hay decisiones importantes que piensan tomar en sus vidas... Nunca les prohibiremos nada, más bien, preferimos explorar con ustedes todas las posibilidades de las decisiones que van a tomar y alertarlos de las consecuencias de las mismas, para que así sepan si tomarlas o no.

— No hay razón para que desconfíen en alguno de nosotros. — Frank les sonríe a ambos. — Este es su hogar y es el principal lugar donde nunca deben sentirse juzgados o amenazados. Así que comuniquen sus sentimientos sin cohibirse;  así evitamos conflictos y malos entendidos entre los cuatro ¿Okay?

— Está bien. — Dijo Olivia alegremente.

— ¿Y tú, Miles? ¿Estás mejor? — Le pregunta mi esposo.

— Lo estoy... Gracias. — Dijo suspirando más tranquilo. — Oye, Liv...

— Ya no quiero jugar Mario Kart, Moiles; tengo sueño. — Se apresuró, provocando una risa en su hermano mayor.

— No iba a decir eso, tontita. Quería hacerte una pregunta... ¿A ti te da curiosidad saber cómo son tus verdaderos padres?

— Qué pregunta tan rara...

Nos hizo reír; yo también pensaría que es una pregunta rara de no ser porque Miles decidió ir a ver a Jamia para resolver su pasado, y entiendo que tal vez quiere saber si su hermana tiene una curiosidad parecida. 

— ¿Por qué piensas que es una pregunta rara?

— Porque mis verdaderos padres están aquí con nosotros. — Dice con obviedad.

— Liv... Me refiero a tus padres biológicos... Los que te trajeron al mundo... ¿No quisieras saber cómo son y por qué te dejaron en una casa hogar?

— Mmm... No me importa. — Se encoge de hombros. 

Miles se sorprende ante la simpleza de su hermana.

— ¿Ni siquiera hay algo que les dirías? — Insiste.

— Tal vez... Gracias. Porque gracias a ellos mami Gee y papi Frankie me encontraron. — Responde tranquila.

— Eres muy lista. — La pequeña sonríe orgullosa al escuchar esto. — Yo también los prefiero a ellos dos.

— Y nosotros a ustedes. — Frank le dio un beso a Miles en la coronilla.

Al fin, el peso en mi pecho se fue, y vino la calma...

Una vez resuelta la crisis que empezó siendo matrimonial y terminó siendo enteramente familiar, comimos pizza e hicimos todas las cosas cotidianas que solemos hacer en un día común y corriente. La única diferencia es el sentimiento: El saber que, por más duras que se pongan las cosas, siempre podemos poner de nuestra parte para mejorar. Y ese sentimiento es inigualable.

— Te amo. — Beso los labios de Frank cuando, después de un largo día, al fin podemos acurrucarnos en nuestra cama y descansar poniéndonos al día con las series que guardamos para ver juntos. — Pero aun así, voy a cobrarte una multa de todos los besos que no me diste estando ausente.

— Ah, ¿Sí? — Sonrió con picardía. — Siendo así, yo también debería cobrarte una.

— ¿Y cómo te gustaría tu pago? — Pregunto acariciando su pecho.

— En efectivo.

— Oh. — Detuve mis caricias, y él sólo rió ante mi expresión.

— No es cierto... 

— ¿Entonces? — Reí con él.

— Este fin de semana hay mucha ropa que debo lavar... Tú lo harás y yo dormiré hasta tarde y seré feliz. — Dijo infantilmente.

— Si dormirás hasta tarde significa que también haré el desayuno.

— ¿Y? — Pregunta burlón.

— ¡No me puedes cobrar con tareas domésticas! En especial este fin de semana; se supone que tú lavarás la ropa y yo limpiaré los baños. Si tú no haces lo tuyo, entonces yo... ¡Entonces yo tendré que ser Cin-Gee-rella! ¡Y no quiero eso!

Él comenzó a reírse a carcajadas, provocándome que también me riera con él hasta que ambos perdimos el aire y nos quedó doliendo el estómago.

— Bien, entonces lavarás mi auto. — Detecté las dobles intenciones en su voz.  El lunes cuando los niños estén en la escuela.

— Ya sé lo que estás pensando. — Le solté la carcajada en la cara.— ¡Ya sé lo que estás pensando! ¡Y es un no!

— ¡¿Por qué noooo?! — Protesta, y yo río porque comienza a hacerme cosquillas en el abdomen.

— Porque eso del "autolavado sexy" o lo que sea siempre me da cringe, no sé por qué... ¿Qué clase de fantasía es esa?

— A veces un hombre simplemente quiere ver a su bello y sensual esposo lavando su auto utilizando ropa muy corta y que se transparente con el agua.

— Cada vez que veo escenas de ese tipo en películas me meo de risa... Así que, mientras tú me imaginas siendo sexy en un aura de colores cálidos y muchos brillos, la realidad es que voy a estar riendo como un tonto y siendo torpe y. — Hice un gran énfasis en el "y". — ¿Qué tal si los vecinos me ven? ¡¿Y qué tal si me caigo del capó y me rompo un brazo?! ¡Soy artista! De eso vivo, Frankie.

— Entonces creo que me quedaré con la fantasía... — Suspiró dramáticamente. 

— La única manera de que lo haga sin sentirme raro sería si soportas mi torpeza y mis risas mientras no me lo tomo en serio. 

— Lo acepto mientras no sean risas incómodas, no quiero que lo hagas si no vas a divertirte.

—¿Bromeas? Mientras me dejes jugar y hacer tonterías por supuesto que me divertiré y lo pasaré bien.

— Entonces está perfecto, ¿Algo más que quieras agregar?

— Si los vecinos nos ven, tendrán que firmar acuerdos de confidencialidad 100% legales. — Se rió. — Y no me subiré al capó porque si me rompo el brazo, entonces tú tendrás que hacer todas las cosas domésticas y ser Fankiecienta, y tú no quieres eso. — Reí con él. — Además, me dejarás aumentar la tasa de intereses de los besos que me debes.

— ¿Eso es todo? — Sigue riendo.

— Eso es todo.

— Tenemos un trato entonces.

— Es un placer hacer negocios contigo, querido esposo. — Estreché mi mano con la suya. — Ahora págame los besos que me debes.

Acto seguido, volvimos a acurrucarnos felizmente y él reclamó mi boca como suya.

Me llena el corazón de alegría estar así con él.

Incluso en los peores días, podemos ser una pareja sana que da lo mejor de sí para cuidar de un hogar y de dos chicos que se convertirán en grandes personas al crecer.

Nuestra relación se basa en la confianza, la comunicación, comprensión y apoyo mutuo. Sin eso, no tenemos nada.

En conclusión, Frank y yo lo seguimos teniendo todo.

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